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Arrimadas, efecto Cataluña y desmarcarse del PSOE: por qué triunfó Cs en Andalucía
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LAS CLAVES QUE EXPLICAN SU ASCENSO

Arrimadas, efecto Cataluña y desmarcarse del PSOE: por qué triunfó Cs en Andalucía

La formación acertó en su decisión más arriesgada: dejar claro en el inicio de campaña que no pactaría más con los socialistas. Apostó por sus líderes nacionales y acertó según el 2-D

Foto: La portavoz nacional de Ciudadanos, Inés Arrimadas (i), junto al candidato a la Junta de su partido, Juan Marín. (EFE)
La portavoz nacional de Ciudadanos, Inés Arrimadas (i), junto al candidato a la Junta de su partido, Juan Marín. (EFE)

Todos los partidos se jugaban mucho en Andalucía. El 2 de diciembre fue el inicio de un ciclo electoral que puede cambiarlo todo. Y los resultados, al final, dieron la vuelta al tablero político. Hubo sorpresas. Pero la de la irrupción de Vox no fue la única. Ciudadanos quedó en tercera posición (21 escaños), aunque se sintió ganador. No era un relato construido para lanzar la candidatura de Juan Marín a la Junta ni una estrategia minuciosamente estudiada. Los abrazos espontáneos y las sonrisas inevitables de la noche electoral dieron fe de aquello. En la formación naranja, de hecho, asumían que podían quedarse más cerca de los 17 escaños que de los que finalmente tuvieron, atendiendo a la encuesta lanzada por GAD3 antes del recuento oficial.

Desde esta semana, el partido naranja analiza cada dato de una cita electoral histórica para entender las claves que hicieron que el cambio de gobierno en Andalucía se vaya a producir 36 años después y, sobre todo, las cuestiones que les han permitido crecer tanto (de 9 diputados a 21) pese a los 12 escaños obtenidos por Vox y con el PP perdiendo 7. Una sangría que fue incluso menor de lo que podía haber sido. La cúpula del partido de Albert Rivera ya ha arrojado algunas de estas conclusiones y entienden que el éxito lo trajeron decisiones que también entrañaban muchos riesgos.

Desmarcarse del PSOE desde el principio

La jugada no estaba clara. La campaña andaluza empezó su andadura con un mensaje de Ciudadanos en parte sorprendente: aseguró taxativamente que no apoyaría más al PSOE. No hubo matices ni medias tintas. El candidato, Juan Marín, lo repitió una y otra vez. En una entrevista con este diario llegó a comprometerse con entregar su escaño si esa situación se producía, mostrándose convencido de que no había vuelta atrás. La decisión, defendida por el secretario de comunicación, Fernando de Páramo, ante el resto de dirigentes del partido, era arriesgada. Ciudadanos se enfrentaba, por un lado, a perder el aire de centralidad. Hasta ahora su apoyo a Susana Díaz contrarrestaba los reproches del PSOE en Madrid cuando les acusaban de pactar con el PP en la Comunidad y en el Congreso. Y la bala de haber pactado con Díaz siempre estaba ahí.

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Por otro lado, todas las encuestas establecían un crecimiento enorme para la formación premiando la labor desarrollada durante la legislatura, que precisamente había sido apoyar al PSOE. En Ciudadanos, en cambio, consideraban que no les penalizaría. Dirigentes de la formación defendían que la situación este 2018 era distinta a la de 2015. Que entonces sus 9 diputados solo servían para permitir la investidura de la dirigente andaluza y, a cambio, arrancar compromisos de su ideario, como era la bajada de impuestos.

Ahora, ante la posibilidad de incrementar sus electores e incluso liderar un cambio, Ciudadanos entendió que debía ofrecer la alternativa. "En una polarización como la que se iba a producir en Andalucía, hacía falta que los ciudadanos entendieran la utilidad de darnos su voto. Que si nos apoyaban no iba a servir para que entraran en el saco del PSOE", explican fuentes naranjas. La única manera de visibilizar que el espacio electoral naranja tenía vida propia y que no estaría con los socialistas era desmarcarse de forma rotunda desde el principio. La valoración general de la ejecutiva naranja es que fue un acierto.

Campaña en clave nacional y Cataluña

Los resultados del 2-D también iban a demostrar qué estrategia era la que premiarían los andaluces. Frente a la campaña "con acento andaluz" propuesta por Susana Díaz —y arrebatada después por Adelante Andalucía— se encontraban el resto de formaciones, las del bloque del centro-derecha, que claramente apostaron por lo contrario. Por llevar todas las cuestiones del ámbito nacional a Andalucía. Y fue otro acierto.

placeholder El candidato a la Junta de Andalucía por Ciudadanos, Juan Marín (C), el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, (i), y la líder en Cataluña, Inés Arrimadas. (EFE)
El candidato a la Junta de Andalucía por Ciudadanos, Juan Marín (C), el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, (i), y la líder en Cataluña, Inés Arrimadas. (EFE)

"A los nacionalistas, también desde Andalucía, tenemos que decirles ya basta. Los andaluces son gente que piden igualdad, unión. En esta tierra se ha defendido siempre la unidad de España y la igualdad de los españoles y no los privilegios, como quieren los nacionalistas", decía Rivera en uno de los mítines finales de la campaña. El candidato a la Junta introdujo mensajes similares en casi la totalidad de sus actos, pidiendo el voto para responder a los "insultos" que aguantaban los andaluces, decían, ante los posibles indultos a los dirigentes independentistas o al ver cómo se repartían PP y PSOE el nuevo Consejo General del Poder Judicial. El mensaje de Ciudadanos era claro: había que votar contra Pedro Sánchez y sus socios de la moción de censura.

'Efecto Arrimadas' otra vez

La presencia de Inés Arrimadas, 'estrella' de la campaña naranja, fue continua. Participó de forma protagonista en más de la mitad de la campaña como demostraba su acusada afonía en la recta final. También lo hizo Albert Rivera después de que el partido decidiera apostar por la presencia de sus grandes líderes nacionales en campaña. No fue el caso de PSOE y Adelante Andalucía. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias estuvieron en apenas dos ocasiones durante la campaña. Sus motivos eran distintos. El PP hizo algo similar a Ciudadanos, aunque se decidió por dos campañas paralelas, una destinada a Casado y dirigentes nacionales y, la otra, para el candidato, Juanma Moreno.

placeholder Juan Marín junto a Inés Arrimadas y Javier Imbroda. (EFE)
Juan Marín junto a Inés Arrimadas y Javier Imbroda. (EFE)

En el caso de los centristas el objetivo pasaba por reforzar el nivel de conocimiento de Marín, al que todas las encuestas situaban en cuarto lugar. Así aparecía también en la encuesta publicada por este diario, en el que solo un 12,9% de los electores aseguraba conocer al candidato naranja. Aun así, el partido ya tenía decidido desde el principio aprovechar el 'tirón' de la jerezana que lidera la oposición en Cataluña, como también el del propio Rivera —su madre y sus cuatro abuelos son malagueños— y el de otros muchos dirigentes del partido que también tienen sus orígenes en Andalucía.

Todos los partidos se jugaban mucho en Andalucía. El 2 de diciembre fue el inicio de un ciclo electoral que puede cambiarlo todo. Y los resultados, al final, dieron la vuelta al tablero político. Hubo sorpresas. Pero la de la irrupción de Vox no fue la única. Ciudadanos quedó en tercera posición (21 escaños), aunque se sintió ganador. No era un relato construido para lanzar la candidatura de Juan Marín a la Junta ni una estrategia minuciosamente estudiada. Los abrazos espontáneos y las sonrisas inevitables de la noche electoral dieron fe de aquello. En la formación naranja, de hecho, asumían que podían quedarse más cerca de los 17 escaños que de los que finalmente tuvieron, atendiendo a la encuesta lanzada por GAD3 antes del recuento oficial.

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