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La trastienda de la derrota de Susana Díaz: “Ustedes tranquilos. Vamos a dar batalla”
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La trastienda de la derrota de Susana Díaz: “Ustedes tranquilos. Vamos a dar batalla”

La presidenta de la Junta dio muestras de no haber entendido la estrepitosa derrota mientras los suyos se abrazaban y susurraban: "Qué victoria más desagradable"

Foto: La candidata del PSOE-A a la presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
La candidata del PSOE-A a la presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

Susana Díaz no asume la gravedad de lo que le ha ocurrido. Ha sido la política que ha estado más arriba y más abajo en los últimos años en la política española. De ser la esperanza blanca del PSOE a perder el Gobierno de Andalucía. Y el saludo que se dedicaban los socialistas tras la derrota era: "Qué victoria más desagradable", mientras se fundían en un abrazo. Como si fuera un disgusto y no el desalojo del PSOE del Palacio de San Telmo 36 años después de las primeras elecciones de 1982.

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El hotel sevillano donde el PSOE celebró la noche electoral se convirtió en un desierto de personal del PSOE y dirigentes del partido al filo de las nueve de la noche. El ambiente de funeral comenzó a reinar y los teléfonos de los responsables de la campaña de Susana Díaz dejaron de estar en línea. A cambio, sacaron el 'catering' y entretuvieron un rato a los medios de comunicación.

Los socialistas se habían sumido en un mutismo total poco después de las ocho de la tarde. En ese momento se habían cerrado todas las urnas en Andalucía excepto en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, donde la falta de papeletas de Equo obligó a retrasar todo el dispositivo hasta las 10 y media de la noche. La Junta Electoral ordenó no difundir datos hasta que todos los colegios electorales estuvieran cerrados. Fue la puntilla a una noche de nervios.

Entrada a escondidas

Ya fue mal síntoma que Susana Díaz entrara a escondidas en el hotel. No es normal en la líder socialista. Supuestamente accedió en el coche por el garaje y las cámaras y los micrófonos se quedaron plantados en las puertas. De repente un 'déjà vu' de las primarias empezó a instalarse en el ambiente. Había en el hotel muchos periodistas desplazados desde Madrid que también habían asistido a su dolorosa derrota en las primarias frente a Pedro Sánchez. Algo estaba pasando, pero en el PSOE o no emitían señales, sintomático, o se limitaban a pedir calma porque aún no había datos.

No era del todo cierto. Es verdad que no había recuento oficial, pero las alarmas llevaban encendidas desde la media tarde. Los apoderados de las mesas del PSOE en pueblos y barrios tradicionalmente socialistas habían dado la voz de alarma. En el PSOE el teléfono funciona y el partido se cuadra a golpe de llamada. La participación estaba siendo muy baja en barrios obreros de Sevilla donde preveían ganar, en zonas rurales de Jaén y Córdoba que eran feudos tradicionales del partido. Además, los apoderados comenzaron a dejar otro mensaje que acabó de preocupar a los dirigentes del PSOE andaluz. Había mucha gente cogiendo papeletas de Vox en mesas donde la derecha no había ganado en muchos años. Gente que había votado al PSOE o a Podemos votando a Vox. Esto ya descompuso a quien conserva el olfato político en el equipo de Susana Díaz, que no son todos.

Fueron los apoderados los que dieron la voz de alarma. La abstención era muy elevada y se estaban cogiendo muchas papeletas de Vox

Sobre las seis de la tarde ya había miembros de la ejecutiva del PSOE andaluz que no tenían buenos augurios. “La abstención se está repartiendo entre PSOE y Adelante Andalucía. Cs está pinchando también. El PP está salvando los muebles y lo de Vox va a ser fuerte”, analizó a vuelapluma un dirigente del partido. Por mucho que se temieran que la elevada abstención iba a perjudicar al PSOE no podían aún ni imaginar que se iba a traducir en una pérdida de 14 escaños, dejando al grupo socialista en 33 diputados, una cifra tan baja que nunca antes la había tenido. La encuesta de GAD3 para ‘ABC’, que abría la puerta a que la derecha sumara para gobernar, fue un golpe definitivo. Les empezaba a faltar el aire.

El papel de Chiqui

A la llegada del vicepresidente del Gobierno andaluz, Manuel Jiménez Barrios, al centro de datos donde estaba la consejera de Justicia e Interior, Rosa Aguilar, ya había muy malos pronósticos. Preparar esa comparecencia conjunta fue un trago amargo. Empezaron a confirmarse los números. La Junta Electoral envió una nota en la que cambiaba de parecer y permitía al Gobierno difundir los datos entre los periodistas pero no ofrecerlos oficialmente. Decidieron volcar los datos en la web de resultados provisionales y al 82% los escaños eran prácticamente los mismos que se mantuvieron hasta el final. PP, Cs y Vox tenían posibilidad de desalojar al PSOE de San Telmo. "Las derechas suman", fue el grito callado que empezó a llegar a los móviles. Momentos de estupor y mucho socialista en 'shock'.

En el hotel con Susana Díaz, vestida con chaqueta verde, permaneció toda la noche su equipo de confianza. El secretario general de la Presidencia, Máximo Díaz Cano, el portavoz del Gobierno, Juan Carlos Blanco, la consejera de Educación, Sonia Gaya, y el de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, el secretario de Organización del PSOE-A, Juan Cornejo, Paco Conejo, portavoz socialista en la Diputación de Málaga y coordinador de la campaña de Díaz, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, la secretaria general del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez, las diputadas Micaela Navarro, Amalia Rodríguez, Carmen Cuello y María Jesús Serrano, el consejero de Turismo, Javier Fernández, los diputados Miguel Ángel Heredia y Antonio Pradas... Casi todos posaron en la foto menos gente de su gabinete de Presidencia. Incluso en una esquina de esa imagen de la derrota, con Susana Díaz aún dando muestras de no entender bien lo que había pasado, estaba el delegado del Gobierno, su íntimo enemigo, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. El Gobierno al completo se desplazó al hotel una vez que la caída estaba clara.

Susana Díaz se apoyó especialmente en su vicepresidente, ‘Chiqui’ Jiménez Barrios, que sacó fuerzas para convertirse en el sostén de la presidenta y que fue quien más relajó el ambiente. Cornejo, el número dos del PSOE-A, estaba desencajado, el rostro demudado. Máximo Díaz Cano también estuvo todo el tiempo en la trastienda aunque cada vez hay más socialistas, muy cercanos a la dirigente socialista, que creen que ha llegado el momento de que Susana Díaz aparte a este asesor de su vida política. La guio en su derrota en las primarias y ahora de nuevo en esta campaña, aseguran. “Le ha hecho pensar que es más imprescindible de lo que es y le resta seguridad”, dicen de quien ya en su momento fue señalado como el muñidor de la operación de las 17 firmas que se entregaron en Ferraz pidiendo la dimisión de Pedro Sánchez y que desató la guerra civil en el PSOE.

Díaz pedía calma

Fue la presidenta en funciones de la Junta quien animó en muchos momentos a otros compañeros. “Ustedes tranquilos, tranquilos, que vamos a dar la batalla”, repetía Díaz a sus allegados, hecha un brazo de mar cuando se rompían. Ella siguió sin darlo todo por perdido. Conservando un halo de esperanza.

Foto: La candidata del PSOE-A a la presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y el vicepresidente del Gobierno andaluz, Manuel Jiménez Barrios. (EFE) Opinión
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La socialista durmió muy poco. Pasada la una de la mañana seguían en el hotel, en penumbra, sentados en círculo, todos alrededor de Susana Díaz, a la que se le veía hablando moviendo los brazos con muchos aspavientos. Con energía. No se derrumbó tanto como la noche de las primarias, dicen los suyos. Aguantó con más serenidad, aunque su cara era un poema cuando compareció. Cuando cayeron de 34 a 33 diputados —durante un largo tiempo hubo un diputado colgando—, fue uno de los momentos más duros, admiten en el PSOE. Fuera del Parlamento habían quedado dos fieles de Susana Díaz y eso le dolió especialmente. Por Sevilla, Carmelo Gómez. Por Cádiz, el actual consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez. Dos de los socialistas más cercanos a Díaz quedaban fuera de las Cinco Llagas.

El revulsivo de Ferraz

Con más serenidad aún llegó a San Vicente el lunes. Reunión de la ejecutiva regional con los ocho secretarios provinciales. Aseguró que hacía autocrítica pero no profundizó en ninguna de las causas de su derrota y se mostró sorprendida cuando se le preguntó si no iba a dimitir, aunque sin duda el momento más kafkiano llegó cuando trató de explicar que no iba a contar los 12 escaños de Vox porque sería “naturalizar el fascismo”. La socialista seguía desnortada pero desde Ferraz le iban a dar la medicina, el revulsivo que necesitaba para tener claro que si moría, sería matando.

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José Luis Ábalos dejó claro que la ejecutiva federal iba a intervenir en la “regeneración” del PSOE andaluz. Había hablado con su homólogo Juan Cornejo dos veces. Esa misma mañana y la noche anterior. No le había dicho nada en este tono. Tampoco sabían que Ferraz iba a abrir la puerta a la dimisión de Díaz si no formaba Gobierno. Cuando la socialista terminó de comparecer comenzaron a llegar las alertas con este mensaje desde Madrid. “Eso no puede ser”, dijo un dirigente del PSOE. Minutos después ya habíamos vuelto a la casilla de inicio de la partida de las primarias. La guerra volvía a abrirse. Le han dado a la presidenta en funciones de Andalucía el aliciente que necesitaba para enrocarse. Los suyos comenzaron a dejar claro en las redes sociales que a Susana Díaz, ni tocarla.

Susana Díaz no asume la gravedad de lo que le ha ocurrido. Ha sido la política que ha estado más arriba y más abajo en los últimos años en la política española. De ser la esperanza blanca del PSOE a perder el Gobierno de Andalucía. Y el saludo que se dedicaban los socialistas tras la derrota era: "Qué victoria más desagradable", mientras se fundían en un abrazo. Como si fuera un disgusto y no el desalojo del PSOE del Palacio de San Telmo 36 años después de las primeras elecciones de 1982.

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