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Vox marca ya toda la política nacional y aspira a entrar directamente en el Senado
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este dato le llevaría a 20 escaños en el congreso

Vox marca ya toda la política nacional y aspira a entrar directamente en el Senado

El partido de Abascal, gran triunfador de la noche electoral con un 11% de los votos. El voto de la ultraderecha es imprescindible para que la derecha pueda desalojar a Susana Díaz

Foto: Santiago Abascal y el juez Francisco Serrano, ayer, en Sevilla. (EFE)
Santiago Abascal y el juez Francisco Serrano, ayer, en Sevilla. (EFE)

Vox, el partido de la extrema derecha antiinmigración y crítico con la UE, el que pide expulsar a los inmigrantes ilegales, levantar un muro en Ceuta y Melilla y acabar con las autonomías, pero también de los padres separados, de los taurinos y los cazadores, de los antiabortistas, de la testosterona y la barra de bar, de muchos de los hartos de 36 años de socialismo en Andalucía, ha entrado como un obús en las instituciones. La mezcla que ha ofrecido Santiago Abascal a muchos votantes huérfanos de partido ha robado votos a la derecha —y también a la izquierda— y ha obtenido 12 escaños (casi un 11% del voto) en las elecciones andaluzas. Su irrupción ya condiciona toda la política nacional: extrapolando los datos a unas generales, Vox obtendría 2,5 millones de votos y unos 20 escaños. E incluso esto le podría dar entrada ya en el Senado por designación del Parlamento andaluz, porque el resultado está justo en el límite para obtener un sillón en el Senado.

Los seguidores de Vox celebran con júbilo los 12 escaños obtenidos en las elecciones andaluzas

Hace unos meses, Vox vivió un debate interno sobre si presentarse o no a las elecciones andaluzas. El plan inicial era replicar lo que hizo Podemos en 2014: ir directamente a las europeas, donde la circunscripción única beneficia a los partidos pequeños, y presentarse en sociedad con una campanada. Al final, el partido optó por ir a las andaluzas aunque el único candidato medianamente conocido fuese el de Sevilla, el juez Serrano, famoso por criticar la lucha contra la violencia machista.

Foto: Foto: EFE.

La hipotensa campaña andaluza hizo el resto. Los partidos parecieron ir con las ruedas desinfladas, los debates fueron anodinos y Vox fue creciendo. Primero lo hizo en los márgenes de la campaña y después, cuando Susana Díaz decidió movilizar el voto de los suyos apelando al miedo a Vox, centrando todos los mensajes. "El PSOE le ha hecho la campaña a Vox", declaró Inés Arrimadas, de Ciudadanos, la noche electoral.

Vox centró el tramo final de la campaña en pocas ideas pero simples y contundentes: España, no caben todos los inmigrantes y también —aunque recibió menos eco— una apelación al voto humilde. "Solo los privilegiados, los pudientes, pueden permitirse el lujo de no tener patria. Precisamente las personas obreras, de clase media, las personas que tienen más dificultades en el día a día, son las que más necesitan la patria, son las que más necesitan a la sociedad, ese anclaje, esas raíces", declaró Abascal.

El pasado 15 de noviembre, el barómetro del CIS auguró para Vox un escaño por Almería. La provincia con mayor inmigración podía ser el caladero inesperado por el efecto mar de plástico. Los sondeos fueron después aumentando las expectativas de Vox. El 27 de noviembre, GAD3 en su encuesta para 'ABC' ya dio entre tres y cuatro escaños para Vox. Pero todos se quedaron cortos. Los avances de participación apuntaron a un desplome del voto en los feudos del PSOE. Y al final obtuvo 12 escaños y un 11% electoral. Le da para condicionar el resultado andaluz, porque sus votos son necesarios para que la derecha gobierne por primera vez en Andalucía en 36 años, salvo que el PSOE y Adelante Andalucía cedan la presidencia a Juan Marín.

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En Almería, una provincia con un 19,7% de población inmigrante —de ellos, un 7,67% procedente de Marruecos—, Vox fue la tercera fuerza política, con un 17% del voto; en Cádiz obtuvo un 11%, como en Granada, un 8% en Huelva, un 12% en Málaga y en Sevilla, feudo del PSOE, un 10,5%. En El Ejido, cuna de los invernaderos, Vox ha sido el partido más votado. En Marbella, típico voto urbano, Vox ha obtenido el 13% de los votos. Con esos porcentajes, en unas elecciones generales Vox se iría a 2,5 millones de votos —Ciudadanos obtuvo poco más de tres millones en las últimas— y sacaría más de 20 escaños. La baja participación, por debajo del 60%, con una izquierda desmovilizada, ha ayudado a Vox.

Jorge Ortega Smith, número dos de Vox, declaró incluso antes de conocer los números: "Para Vox, esta campaña electoral y el día de hoy han sido históricos. Se ha demostrado cuál es el verdadero voto útil, que llena a los andaluces. Que se preocupa por los andaluces. El voto útil ha sido el de la ilusión, el de que las cosas van a cambiar a partir de hoy y esperemos que sirva para sacar al PSOE de la corrupción de la Junta de Andalucía". El éxito fue saludado por Marine Le Pen incluso antes de que se conociera el resultado.

Francisco Serrano, diputado electo por Sevilla, habló —entre gritos de "España, España" en la sede de Vox— de cómo comenzaba "la reconquista" y la "regeneración de los valores y principios que se han tirado por el suelo": "Existimos y ahora va a enterarse el resto de España de quiénes somos. Somos un partido regenerador y no lo que dicen que somos".

Santiago Abascal, criado en el PP, fue jaleado al grito de "presidente, presidente" y destacó que sus votantes "tienen ahora la llave para desalojar de San Telmo a la corrupción socialista". "Vamos a ir hasta el final para defender las ideas con las que nos hemos comprometido". "Vox es solo un instrumento al servicio de España. No pedimos papeletas verdes, sino rojigualdas". "Esos 400.000 andaluces han dado un aviso a navegantes. Vamos a leer ese mensaje y no vamos a defraudar las expectativas", y entonces la sede de Vox empezó a cantar "adiós, Susanita, adiós".

El PSOE suma argumentos para movilizar a sus votantes por el miedo a la extrema derecha

La impresión es que no ha sido tanto que las encuestas se hayan equivocado —siempre tienen problemas con los partidos que parten de la nada— como que Vox ha crecido en la campaña. "Vox ha cogido este sentido común de barra de bar que no defendía nadie y que todos los partidos han dejado de lado de forma un tanto esnob", comenta un colaborador del partido en Andalucía.

Las implicaciones para la política española de la entrada de Vox en las instituciones son enormes, Vox lo impregna todo. El PSOE, después de años de llamar extrema derecha al PP, encuentra ahora que el fantasma es real y puede utilizarlo para movilizar a sus bases. Pablo Iglesias reclamó una "alerta antifascista" y pidió "un dique de contención a la extrema derecha".

Si Ciudadanos vota con Vox en cualquiera de las formas para formar Gobierno, la campaña de PSOE y Podemos será obvia, presentando a los de Rivera como un partido que nunca fue de centro. La irrupción de Abascal también aleja la posibilidad de adelanto electoral e incluso le da a Sánchez argumentos para pedir el apoyo de ERC a los Presupuestos con el mensaje de que es para frenar a la extrema derecha.

Los 12 diputados autonómicos de Vox pueden tener una consecuencia directa a nivel nacional. El Parlamento andaluz tiene nueve senadores por designación autonómica que hay que renovar ahora. Dependerá de cómo se repartan, pero en teoría toca a un senador por cada poco más de 12 escaños autonómicos, justo los que obtuvo Vox. De lograrlo, la irrupción del partido de Abascal en las instituciones no sería solo a nivel autonómico sino también estatal. La designación del presidente del Parlamento, una figura con enorme poder en Andalucía y que debe ser el primer paso de la complicada leghislatura, puede ser clave también para esto. En las pasadas elecciones, Podemos obtuvo un senador con 15 escaños y Ciudadanos se quedó fuera, al tener nueve escaños autonómicos. Abascal no podría ser senador, porque el Estatuto de Autonomía de Andalucía exige ser andaluz.

Vox, el partido de la extrema derecha antiinmigración y crítico con la UE, el que pide expulsar a los inmigrantes ilegales, levantar un muro en Ceuta y Melilla y acabar con las autonomías, pero también de los padres separados, de los taurinos y los cazadores, de los antiabortistas, de la testosterona y la barra de bar, de muchos de los hartos de 36 años de socialismo en Andalucía, ha entrado como un obús en las instituciones. La mezcla que ha ofrecido Santiago Abascal a muchos votantes huérfanos de partido ha robado votos a la derecha —y también a la izquierda— y ha obtenido 12 escaños (casi un 11% del voto) en las elecciones andaluzas. Su irrupción ya condiciona toda la política nacional: extrapolando los datos a unas generales, Vox obtendría 2,5 millones de votos y unos 20 escaños. E incluso esto le podría dar entrada ya en el Senado por designación del Parlamento andaluz, porque el resultado está justo en el límite para obtener un sillón en el Senado.

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