El vértigo de los 40: el PSOE teme factores sin control que pueden dar un susto el 2-D
Los dirigentes socialistas admiten que hay imponderables, como la participación, el reparto de restos o la patada al tablero político por la irrupción de Vox, que les obligan a estar en tensión
La crisis de los 40 está diagnosticada. El PSOE la padece aunque no lo admita y Susana Díaz insista, una y otra vez, en que ella lleva solo cinco años en el Gobierno de Andalucía. Un día en la caravana del PSOE andaluz da la medida de ese vértigo que se siente cuando se está a punto de soplar las velas de las cuatro décadas. Hay convencimiento de que ganarán pero hay temor a no poder formar Gobierno o a que acaben sumando PP, Cs y Vox. "No relajarse", repite la candidata socialista.
[Especial elecciones Andalucía 2018: entrevistas, reportajes, diario de campaña...]
Por más que te digan que llegas a la plenitud y que lo mejor está por venir, los 40 te DAN un pellizco en el estómago. Eso es lo que sienten los socialistas andaluces. Se saben ganadores, aseguran que van a quedar los primeros a gran distancia del segundo partido, pero hay factores que no controlan y que les preocupan. Aflora en cuanto hablas con los dirigentes del partido.
Es el "y si". ¿Y si la irrupción de Vox en el Parlamento andaluz da una patada al tablero político andaluz y lo sacude todo sin que hayan podido medirlo bien? Desde los ochenta, la derecha no ha estado tan fragmentada en Andalucía. ¿Y si el reparto de restos acaba perjudicando al PSOE y caen en escaños mucho más de lo que prevén? ¿Y si la participación es más baja o más alta que el 62,5% de 2015 y eso perjudica a los partidos mayoritarios? ¿Y si al final las derechas suman...?
Escaños por los pelos
Desde el PSOE andaluz llevan días llamando a no contar escaños sino votos. Susana Díaz pide ser más votada que en las últimas autonómicas, pero no se atreve a dar ningún pronóstico en escaños. Ni ella ni nadie de su entorno. Huyen de fijar una marca en diputados, ni siquiera en 'off' o en una conversación relajada. Obtuvieron 47 diputados en 2015 y tres casi los apuntalaron por un puñado de votos. El reparto de restos les permitió llevarse escaños que estaban cogidos por los pelos. De ahí que den por hecho que parten con 45 y que ya digan que obtener 44, aunque sería empeorar la peor marca del PSOE, que ya se cosechó hace cuatro años, sería una victoria y una demostración de fortaleza y resistencia.
Los socialistas, sobre todo, cuentan con un dato a su favor para poder contar un relato de victoria la noche electoral. Estarán a gran distancia, dicen los sondeos, de todos los demás partidos. Si el PSOE acusa el deterioro pero queda a 10 puntos de su rival más directo, el relato está ya construido, pero eso no les bastará para poder seguir gobernando.
La marca de los 40 diputados
¿Y si hubiera un deterioro tan grave que llevara al PSOE a los 40 diputados? Cuando se lanza esa pregunta en las filas del partido, los rostros se desencajan. Admiten que hay factores que se les escapan y que no se pueden controlar. Uno de esos imponderables es la participación. Hay todo tipo de versiones. Hasta ahora, los socialistas se habían mostrado convencidos de que una participación en la media del 60% de las últimas convocatorias les venía bien. Que mayor movilización podía significar ganas de cambio.
Los socialistas han pasado de no querer una participación muy alta a convencerse de que un 62% como en 2015 acabaría perjudicándolos
Esa lectura ha cambiado en los últimos días. Eso está directamente relacionado con el giro en la campaña de Díaz que empezó el domingo y se consumó el lunes. Comenzó a llamar directamente a la participación de la izquierda y señalar al PSOE como el único partido capaz de convertirse en dique de contención de las derechas. El mensaje, con Vox en el centro, va cada vez a más. El 'cuidado que viene el lobo' es de lo más evidente. Este jueves acabó la jornada en un acto en UGT, donde señaló, en contra de lo que viene diciendo toda la campaña, que en las andaluzas están también en juego las generales. "Tenemos que ir a votar para que Andalucía sea el dique de contención de la derecha y para que después en España podamos tener un Gobierno socialista, pero con una mayoría todavía más amplia", aseguró Díaz rodeada de ugetistas en un acto donde estuvieron el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, y su homóloga en Andalucía, Carmen Castilla, y donde llamó la atención la elevada edad media del auditorio.
Cs, desinflado
La percepción que tienen en las filas de la dirección socialista en Andalucía es que el PP podría conservar el segundo lugar y que Cs, a quien Díaz arreó con mucha fuerza en sus intervenciones, se está viniendo abajo conforme avanza la campaña. A Adelante Andalucía ni la nombran, aunque estiman que podría estar en la suma de diputados actuales de Podemos e IU (20). Y la gran incógnita, lo que más les desconcierta, es el despegue de Vox que muestran las encuestas y que ha crecido, admiten, mucho durante la campaña.
Díaz agitó el fantasma de Aznar y aseguró que el expresidente está tras "la triple alianza" de PP, Cs y Vox en una maniobra política en el medio plazo
Susana Díaz agitó el fantasma de José María Aznar durante toda la jornada. Es posiblemente el expresidente con peor cartel en Andalucía. Aseguró que es el exlíder del PP el que está detrás de la "triple A", como se refirió a la triple alianza que, aseguró, se dará entre PP, Cs y Vox. Díaz aseguró que Aznar tenía a "sus dos gemelos", Pablo Casado y Albert Rivera, y a un tercero, "el alumno aventajado" Santiago Abascal.
Los taxistas y los médicos
La campaña de Susana Díaz es muy distinta a la de 2015. Aunque en una primera etapa, antes de convocar elecciones, se llevó meses recorriendo pueblos y pisando calle, nada tiene que ver en cuanto a paseos y contactos con los andaluces la campaña actual.
Hace cuatro años, la socialista arrastraba todos los focos, era una líder nacional en ciernes, su popularidad estaba en cotas máximas y cuando bajaba del autobús en muchos pueblos casi ni la dejaban andar, colmándola de regalos para el bebé del que aún estaba embarazada.
La caravana en esta ocasión tiene otro tono. Mucho menos popular. Es cierto que los incidentes con las agresivas protestas de los taxistas, que obligaron a suspender un acto, han marcado la seguridad. En estos días, se suman además las protestas de los médicos de atención primaria que, convocados por el Sindicato Médico Andaluz, están protagonizando jornadas de huelga.
Hay mucha más tensión, son cuatro años de gestión que acarrean un deterioro lógico y aunque Susana Díaz arrastra en la calle más que ningún otro candidato, la comparación con 2015 juega en su contra.
La crisis de los 40 está diagnosticada. El PSOE la padece aunque no lo admita y Susana Díaz insista, una y otra vez, en que ella lleva solo cinco años en el Gobierno de Andalucía. Un día en la caravana del PSOE andaluz da la medida de ese vértigo que se siente cuando se está a punto de soplar las velas de las cuatro décadas. Hay convencimiento de que ganarán pero hay temor a no poder formar Gobierno o a que acaben sumando PP, Cs y Vox. "No relajarse", repite la candidata socialista.
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