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El futuro de la prensa y la libertad de expresión tras el coronavirus
  1. El valor de la información
la responsabilidad de informar

El futuro de la prensa y la libertad de expresión tras el coronavirus

En este momento crítico en el que se requiere una prensa independiente editorial y económicamente, El Confidencial lanza su servicio de suscripción. Únete a los lectores influyentes. Suscríbete a El Confidencial

Foto: Ilustración: EC Diseño.
Ilustración: EC Diseño.

No sé si se habrán dado cuenta. El viernes 13 de marzo, 24 horas antes de que se declarara el estado de alarma, el comité de dirección de El Confidencial aprobaba un plan de acción frente a la amenaza del covid-19 cuya principal medida consistía en cerrar la redacción y mandar al 100% de la plantilla a sus casas, donde teletrabajarían.

Quizá no se hayan dado cuenta, porque El Confidencial sigue operando con la misma intensidad o más que entonces, pero hemos bajado las persianas. No hay nadie en las oficinas. Los redactores recogieron sus notas y los técnicos apagaron el ‘dashboard’ gigante con las métricas. Vino un equipo de limpieza, retiró los productos orgánicos, desinfectó y cerró con llave. Desde el día D, solo quedan en la redacción los 'post-it' con los KPI del laboratorio y la pizarra negra que recoge a tiza los valores del periódico y nuestro código deontológico. Los principios de El Confidencial, esos sí, continúan ‘encendidos’. Resplandecen en tiempos de incertidumbre.

Nos reunimos al menos dos veces al día. Ángel, Raquel, Miquel, Rebeca y todos aquellos que componen la mesa de redacción. Lo hacemos a través de Google por videollamada. Las dinámicas del periódico han cambiado. El momento y la intensidad lo requieren.

No hay fines de semana ni festivos. Como muchos de ustedes, somos incapaces de distinguir el día en el que nos encontramos. A veces confundimos si es por la mañana, por la tarde o está ya anocheciendo. No hay descanso para el guerrero. Donde a los sanitarios les queda la señal de la mascarilla, a los redactores de El Confidencial se les marca la forma ovalada del pinganillo. Es casi un experimento sociológico, un ‘Gran Hermano’ periodístico. Hablamos de la crisis sanitaria, debatimos hasta qué punto podemos elevar el tono de crítica en un momento en que se requiere sosiego, polemizamos sobre la inclusión de fotografías más o menos duras para ilustrar las informaciones, nos preguntamos por nuestra salud, por nuestras familias, nos mandamos un abrazo en la distancia.

"Todo mi reconocimiento a vuestra labor profesional. Seguid en esa línea de información crítica y veraz. Tenéis un trabajo de gran responsabilidad" (mensaje de los lectores)

En los 20 años de vida de El Confidencial, hemos librado muchas batallas. Publicamos los papeles de Panamá junto al ICIJ, un trabajo de investigación sobre la mayor fábrica del mundo de sociedades opacas que destapaba los entramados de grandes y poderosas fortunas para ocultar su patrimonio y evadir al fisco. Nos valió un Pulitzer. Denunciamos los agujeros de la salida a bolsa de Bankia sorteando las instituciones, que presionaron sin éxito para que no lo hiciésemos. Años después, seríamos víctimas de una campaña similar con Banco Popular. Nos advertían de que desestabilizaríamos el sistema. Dimos en exclusiva la abdicación del rey Juan Carlos. Publicamos la lista Falciani. Ahora, el coronavirus.

El Confidencial ha librado muchas batallas, pero ninguna de estas dimensiones. Quizá porque esta batalla no solo es contra la pandemia, también es contra nosotros mismos.

Teníamos que estar ahí. Sin bajar la guardia, sin que faltara el resuello. En esta emergencia mundial, donde ha abundado la improvisación, la descoordinación y la falta de transparencia, los periodistas nos hemos arrogado la responsabilidad de informar, aclarar dudas e intentar hacer ejercicios de prospectiva con expertos independientes. Recogidos en sus hogares, los ciudadanos demandaban información veraz que les ayudara a entender la pandemia. A combatirla. Y la demandaban en tiempo real.

Necesitaban certezas. Cuando uno es bombardeado con datos que no son tales o directamente con mentiras, al final termina por no reconocer la verdad. De ahí el valor del periodismo de calidad, el valor de la información, el valor de la verdad.

"Lo estáis haciendo de cine estos días. Como siempre, pero mejor. Para el periodismo, es tiempo de datos y de mayor carga editorial. Muy bien" (mensaje de los lectores)

A eso de la medianoche, antes de replegar, compartíamos nuestras vivencias en el WhatsApp grupal, donde hacíamos valoración de lo acaecido en el día y un repaso de la prensa internacional. Las conversaciones, de tono más personal que profesional, servían para conocernos mejor. Hasta entonces, sabíamos quiénes éramos, pero no nos conocíamos. Hemos profundizado en la persona.

Ha habido buenos momentos, como cuando compartíamos los comentarios que llegaban de los lectores felicitándonos por el trabajo que estábamos realizando, animándonos a que siguiéramos en esa línea de periodismo riguroso, libre e independiente. O cuando se publicaban los datos de audiencia, con registros vertiginosos y la sensación de que el plan que nos habíamos marcado para cinco años lo habíamos tenido que acelerar e implementarlo en solo cinco semanas. Hemos superado los seis millones de usuarios únicos diarios y la portada está siendo la página más consultada del periódico, con crecimientos del 85%.

También ha habido momentos difíciles. El pico, la curva, el número de infectados, los muertos. De tanto vivirla, sentíamos la tragedia como propia. Y luego estaba la crisis económica. Después de días extenuantes, trabajando más que nunca, hurtándole horas al sueño, haciendo malabarismos para compaginar vida profesional y personal, se comunicó el plan de ajuste por el covid-19. A nadie le gusta que le recorten el sueldo. Ni siquiera en estas circunstancias. Pero al contrario de lo que se pueda pensar, la mayoría recibió la noticia con cierto alivio, quizá por eso que decía Viktor Frankl de que “cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Al contrario de lo ocurrido en otros grupos, se evitaban los despidos, no había ERTE. Solo una reducción salarial acotada en el tiempo.

Un compromiso inquebrantable con los lectores

El futuro del país no es lo único que pende de un hilo. También los medios de comunicación se encuentran al límite por el colapso publicitario. El cierre de la economía es el cierre de las fuentes de ingresos para la prensa. Nada volverá a ser igual tras el coronavirus.

Tal y como ha venido demostrando año tras año, balance tras balance, El Confidencial exhibe una solvencia a prueba de crisis. En este momento, en el que pudiera existir la tentación de aprovechar la delicada situación económica de los medios para tratar de influir en su línea informativa, El Confidencial quiere reivindicar su independencia, la editorial y también la económica, para poder seguir ejerciendo de contrapoder.

placeholder Libertad para investigar. Libertad para informar. Libertad para opinar. (EC Diseño)
Libertad para investigar. Libertad para informar. Libertad para opinar. (EC Diseño)

En estos días de excepcionalidad, en que se han estirado peligrosamente leyes y derechos fundamentales que parecían intocables, debemos obligarnos a recordar el artículo 20 de la Constitución, que reconoce el derecho “a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción” y “a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”. Debemos tomar conciencia de ello. Nuestro país necesita una prensa fuerte y de calidad. Libertad para investigar. Libertad para informar. Libertad para opinar.

Prensa y democracia caminan de la mano. El modelo de negocio que ha sostenido los periódicos durante 150 años ha quedado obsoleto y si no conseguimos dar con un modelo viable, lo que estará en riesgo entonces será la propia democracia.

"No paramos de reenviar las noticias que publicáis. Sois los únicos que estáis dando información rigurosa y de ayuda. En los chats hay muchas 'fake news" (mensaje de los lectores)

En los próximos meses, el tejido económico y empresarial se verá totalmente alterado por la pandemia del covid-19. “El virus ha puesto negro sobre blanco la fragilidad del sistema de salud y hará lo mismo con otros ecosistemas, incluido el mediático. Llegados a este punto, la pregunta es cuántos medios podrán aguantar y cómo podrán hacerlo”, advertía ‘The New Yorker’.

Igual que los medios anglosajones tuvieron que plantearse un cambio en el modelo de negocio por la Gran Recesión de 2008 y optar por el pago, en una estrategia que se vería consolidada posteriormente con la llegada de Trump, el Brexit y la demanda de una prensa más fuerte e independiente, ahora El Confidencial hace lo propio. Hemos puesto en marcha una campaña de suscripción destinada a los lectores, acaso un gesto con el que queremos poner en valor nuestra labor periodística y nuestros más de 160 trabajadores. No tanto pensando en el hoy sino en el mañana.

Porque en este momento crítico, en el que se requiere una prensa rigurosa, analítica, independiente editorial y económicamente, que no se deje influenciar, que destape la información y además ayude a pensar en el futuro, El Confidencial quiere subrayar su compromiso inquebrantable con los lectores. Nos conjuramos para seguir ejerciendo de contrapoder y observar los principios que cuelgan de las paredes de la redacción. Hoy más que nunca. Nos necesitas. Te necesitamos. Únete a El Confidencial.

No sé si se habrán dado cuenta. El viernes 13 de marzo, 24 horas antes de que se declarara el estado de alarma, el comité de dirección de El Confidencial aprobaba un plan de acción frente a la amenaza del covid-19 cuya principal medida consistía en cerrar la redacción y mandar al 100% de la plantilla a sus casas, donde teletrabajarían.

El valor de la información