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100 años de Torner, el artista moderno que se convirtió en un clásico

Por Paloma Primo de Rivera García-Lomas

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando rinde homenaje y celebra un siglo del creador artístico, en el aniversario de su nacimiento. Presenta la muestra Torner, Centenario en la Academia (Obra 1977-2008) en las salas del museo

El próximo 13 de julio, Gustavo Torner (Cuenca, 1925) soplará las velas de cumpleaños por su siglo de vida. Trece también son las obras presentadas en la exposición Torner, Centenario en la Academia (obra 1977-2008), comisariada por Arturo Sagastibelza. Una pequeña muestra que supone un brindis a la abstracción y a la figura del artista conquense.

Es esta una ocasión perfecta durante estos meses de verano para volver a visitar -o descubrir- el Museo de la Real Academia, una joya en el circuito artístico madrileño. Pero sobre todo, es una ocasión para entender cómo un artista rabiosamente moderno, se ha convertido en un clásico.

Se presentan destacadas obras en pintura de gran formato de la etapa de madurez del artista (1977-2008), procedentes de colecciones privadas en su mayoría, e inéditas algunas. Se incluye la obra Quevedo en Roma (1996) que regaló el artista a la Real Academia, en su ingreso en la Institución (por cierto, donde ocupa el sillón por escultura). Variadas formal y conceptualmente -rasgo característico de la obra de Torner- con diferentes técnicas, recursos y procedimientos. Obras con poderosa presencia física e impacto visual. El propio comisario insiste en que en esta exposición no ha querido incorporar paneles explicativos para que el visitante pueda disfrutar de “la vitalidad de la pintura”.

Torner es una de las figuras claves del arte contemporáneo en nuestro país, en la forma, en el fondo y en la acción. Ingeniero de montes de formación, también fue autodidacta en lo que al arte se refiere. Maestro de la abstracción, sus comienzos artísticos nacieron gracias al dominio extraordinario del dibujo. Artista entregado, culto, amable y exquisito. Pintor, escultor, grabador, diseñador, museógrafo y asesor artístico. Académico y Medalla de oro a las Bellas Artes entre otras distinciones. “El que no hace más que una sola cosa, no es artista. Todo es un juego de relaciones”, dice. Fluye por todas las disciplinas como vasos comunicantes, como un artista del Renacimiento en el siglo XXI.

Simulacro IX (Kabuki), 1988

Hablamos de una vocación creadora casi filosófica, una necesidad de comprender, un modo de explorar lo humano, el mundo y lo sublime (tras décadas, sigue la chincheta en su estudio con una imagen de El monje frente al mar de K. D. Friedrich).

A comienzos de los noventa en la exposición retrospectiva Torner en el Museo Reina Sofía, ya anunciaba Calvo Serraller que Gustavo Torner concibe “lo contemporáneo del arte contemporáneo como un camino sin retorno. Es un artista que piensa moderno y no modernista, un moderno radical”. En estos momentos que el Museo Reina Sofía está trabajando en la reordenación de su nueva colección permanente, esperamos volver a disfrutar de alguna obra del conquense en sus paredes. Torner ha sido capaz de modernizar lo clásico durante décadas, sin darse apenas cuenta. Él, siendo tan moderno, se ha convertido en un clásico.

Es el propio artista, el que nos sugiere cómo visitar esta exposición en la Real Academia -también su casa-: “Hay muchos niveles para mirar o escuchar. Miremos y escuchemos, por si acaso, con atención”, señala. Aparte del deleite visual al recorrer la sala con obras de gran formato, es interesante poner atención en el recorrido de la muestra, en dos aspectos que el visitante no debería dejar escapar. Por un lado, el dominio y tratamiento del color en estas obras abstractas. El uso del acrílico a partir de los setenta, le permite al artista explayarse en el color e incorporar nuevos materiales como el feldespato, la ceniza o la arena, que sobre el soporte de madera dota al color de empaque y corporeidad. “Los colores son versos, modos de decir” escribe Estrella de Diego en su ensayo incluido en el catálogo de esta exposición, pues busquemos en las obras abstractas de la sala, aquellas “narraciones que encierra cada color cuando sale de cada Pantone particular”. Desde el oro en contraste con ceniza, matices de verdes y marrones abstraídos de los bosques, hasta el rojo pulsión asignado en el místico en Cántico (A San Juan de la Cruz) 1991. Presente en la muestra solo una obra -Lo mismo (1987)- de su famosa serie de contrarios: dos zonas opuestas en juego de colores en dualismo heraclitiano, una zona cálida y otra fría, subjetiva y objetiva, emocional y mental, metafísica y física.

Exploración de límites: persona XII, 1992 © Gustavo Torner, VEGAP, Madrid, 2025
Oro y ceniza II u Oro - ceniza II, 2004 © Gustavo Torner, VEGAP, Madrid, 2025
Edipo (Homenaje a Strawinsky II), 2008 © Gustavo Torner, VEGAP, Madrid, 2025
Vista de la exposición. Foto: Fernando Puente
Simulacro XIV (Brumario), 1989 © Gustavo Torner, VEGAP, Madrid, 2025
A Unamuno, 1992 © Gustavo Torner, VEGAP, Madrid, 2025
Un principio de orientación, 1978 © Gustavo Torner, VEGAP, Madrid, 2025
Vista de la exposición. Foto: Fernando Puente
Vista de la exposición. Foto: Fernando Puente

Resulta curioso que en líneas generales muchas obras abstractas no reciben un título específico, mientras que en cada obra de Torner, en cualquiera de las diferentes disciplinas, el título de la obra lleva implícito el complejo pensamiento y reflexión del artista. Su amigo Fernando Zóbel decía que “Torner no tiene un estilo de hacer, sino un estilo de pensar”. Su vasta cultura, con un poder de narración inteligente, poético e irónico, va más allá de la propia pincelada. El título de la obra forma parte de la obra misma. Invito al público a poner atención en los títulos de las obras expuestas, como en Edipo (homenaje a Strawinsky II): ¿No parecen los cables eléctricos que cuelgan, las lágrimas trágicas que caen de los ojos del viejo ciego de Tebas? O en Simulacro IX (Kabuki) o Simulacro XIV (Brumario) : ¿no son los simulacros intentos de llegar a conseguir una re-creación o la práctica para llegar a un resultado? ¿Será por ello que el artista ha realizado los paneles de madera de los Simulacros con la medida áurea?

El próximo otoño continuarán los homenajes con documentales, conciertos y exposiciones en su Cuenca natal (que le ha distinguido como Hijo Predilecto de la ciudad). Como broche para clausurar su centenario, en el museo Espacio Torner en la Hoz del Huécar y la Casa Zavala del casco antiguo, se podrá visitar la exposición Torner en torno al Vesalio.

Si “Cultura es aquello que hace que la vida valga más” como citaba su admirado T.S. Eliot, nuestra escena artística contemporánea vale más, sin duda, gracias a las aportaciones de Gustavo Torner, como artista y como humanista.

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