Arquitectura & Diseño

Perlora, de espléndida ciudad de vacaciones a decorado fantasma

Por Diana Arrastia

‘Colectivo los del fondo’ firma un proyecto compuesto por 23 fotografías en 35 mm y textos narrativos que dan testimonio de lo que, tras décadas de abandono, es hoy Perlora. Una ciudad fantasma en Asturias que se halla en un limbo administrativo

Cuando las vocaciones del arte y el documental se hilvanan en un mismo propósito surgen proyectos como el que Luis Calvo Hernández y Lucas G. Alcalde -colectivo los del fondo- han alumbrado en un lugar olvidado. El origen de Perlora. Ciudad de Vacaciones se remonta a la Semana Santa de 2023 del primero de ellos, madrileño y un fiel veraneante de la zona de Ribadesella desde niño. Concretamente, al instante en que una amiga de su padre les sugirió una visita a aquella ciudad residencial ubicada en la localidad asturiana de Perlora –perteneciente al concejo de Carreño–, hoy en estado de semi abandono. El semi lo justifica una garita con vigilante 24 horas que hay a la entrada para evitar que se delinca, aunque la valla de seguridad siempre está subida.

“Nos dejamos caer por allí y me encantó el lugar. Hice algunas fotos con el iPhone y se las envié a Lucas (otro madrileño) por WhatsApp. Fue entonces cuando él descubrió, hablando con su padre, que es asturiano, que él mismo había veraneado allí de niño con el abuelo de Lucas, minero. De repente, había una conexión muy interesante”, nos cuenta.

En diciembre de ese mismo año, colectivo los del fondo se plantó en Asturias y visitó Perlora durante dos días. “El primero hicimos una toma de contacto para que Lucas viera el lugar, porque no lo conocía, e hicimos fotos en digital. El segundo día ya fuimos con la selección hecha de casas que queríamos fotografiar y sabiendo que íbamos a abordar el proyecto con las cámaras analógicas. Hicimos todas las fotos en una sola mañana”, concreta.

Queda todo

Cualquiera que visite Perlora entenderá la fascinación y asombro que produce, irremediablemente unida a su pasado. Queda todo, entre la hierba sin cortar y algunas casas ruinosas. Esta es su historia:

La Ciudad Residencial de Perlora fue inaugurada en 1954, en pleno régimen franquista, por iniciativa de la Obra Sindical de Educación y Descanso. Nació para brindar un retiro vacacional a trabajadores de todo el país vinculados en su mayoría a la administración pública. Fue una de las tres ciudades sindicales de la época, junto a las de Tarragona y Marbella.

Extendida a lo largo de la costa y con más de 30 hectáreas de terreno frente al Mar Cantábrico, Perlora llegó a albergar a 2.000 veraneantes (por turnos) en sus 274 casas de 35 tipologías distintas y una arquitectura moderna que, en ocasiones, reinterpretó las casas asturianas tradicionales (como el hórreo) con un estilo único. No faltaron en el proyecto de urbanización –diseñado por los hermanos Somolinos– edificios como la iglesia, los comedores o el edificio de dirección.

Pero el esplendor de los años 60 y 70 dejó paso a la decadencia de los años 80. Con la llegada de la democracia a España, el Principado de Asturias asumió la propiedad del lugar en 1982, y a partir de ahí, comenzó el declive. Los veraneantes no volvieron. Las casas fueron abandonadas. En 2006, la Ciudad Residencial de Perlora quedaba definitivamente cerrada. Desde entonces, ha habido muchas promesas de reformar y recuperar este enclave a través de la privatización, pero hoy Perlora continúa sumida en un limbo administrativo.

Un “no lugar”

Durante aquel fin de semana de diciembre, Luis Calvo Hernández y Lucas G. Alcalde se sirvieron de aquel escenario real, bello y decadente para crear su primer proyecto artístico-documental: 23 fotografías en 35 mm en color y textos narrativos que son un testimonio de lo que es hoy Perlora, tras décadas de abandono. “Todas las fotos son copias originales, aplicaciones del negativo sobre el papel directamente. Nos parecía que eso conectaba más con lo que queríamos contar. Aunque este es nuestro primer gran proyecto, nos gustaría que todos giraran alrededor de los no lugares, de la decadencia, del paso del tiempo, de este tipo de conceptos que creo que casan mucho más con este tipo de fotografía, que ya tienen como una estética de por sí”, explica el fotógrafo.

“Queremos poner el ojo en eso que, a priori, pasa desapercibido. Un no lugar es un espacio o un lugar de tránsito que no es un lugar de destino, como puede ser un parking, aeropuerto o centro comercial. Todos esos sitios tan importantes en nuestro día a día que pasan totalmente desapercibidos, que nadie los mira. Una ciudad de vacaciones nos parecía un no lugar, más aún una ciudad de vacaciones abandonada”, afina.

Joyas arquitectónicas

No todas las casas de Perlora siguen en pie, algunas han sido derrumbadas de manera controlada por seguridad. Las que ellos seleccionaron son las que mejor conservadas están, tanto a nivel estético como estructural. “La muestra no es 100% representativa de cómo está el lugar, bastante más comido por el paisaje y deteriorado, pero nos pareció interesante enseñar estas casas como joyas arquitectónicas que están ahí, que nadie conoce y que nos ayudan a reforzar el mensaje de “mira este lugar increíble y olvidado, que la gente solo utiliza para pasear con sus perros o para correr desde Candás hasta Perlora, que pasa desapercibido para todo el mundo””, apunta Luis Calvo Hernández.

A lo largo de los años, este lugar fantasma no ha sufrido intentos de ocupación. Sí la travesura de quien ha hecho una pintada en una pared o roto el cristal de una ventana. En verano, como Perlora está ubicada junto a la playa, algunos veraneantes suben para tomar el sol en sus jardines o tomar la sombra en sus soportales. Perlora sigue ahí, olvidada.

“Perlora es muchas cosas. Ahora simplemente es una mancha en el territorio, un conjunto de casas tapiadas con formas extravagantes y calles y farolas, un recuerdo para miles de familias, una promesa urbanística de reconstrucción, renovación, restauración… Como si el prefijo re- solucionara años de deterioro. Perlora son todas las personas que la atraviesan corriendo los fines de semana, las que se tumban en sus porches durante el verano. Perlora es un vigilante de seguridad leyendo ocho horas al día muy atento al vacío para controlar que todo sigue en su sitio sin que llegue a suceder nunca nada”, dice uno de los textos narrativos del proyecto.

Perlora. Ciudad de Vacaciones debutó como exposición en Casa Antillón, en Madrid, entre el 25 de abril y el 4 de mayo. Está disponible también en fotolibro y quiere seguir girando. “Nos gustaría exponer, ojalá este verano, en Asturias. Sería nuestro ideal segundo paso”, anuncia Hernández. En la cabeza de colectivo los del fondo planea ya la idea de un segundo proyecto.

“La semana pasada salió una noticia de que iban a cerrar definitivamente la Ciudad Residencial de Marbella y a privatizar toda la zona, no se sabe bien lo que van a hacer. Quizás podría ser interesante, antes de que eso ocurra, que parece inminente, hacer un proyecto como el de Perlora”. Porque la suya quizás sea una de las últimas muestras fotográficas de la ciudad en su forma original, si no la última.

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