Arquitectura & Diseño

El futuro de la arquitectura, según dos gallegos (y no hay ni rastro de la IA)

Por Mario Canal

El próximo pabellón español de la Bienal de Arquitectura de Venecia apostará por una práctica que elimine los daños colaterales de la construcción. Para sus comisarios Manuel Bouzas y Roi Salgueiro, la arquitectura debe mirar hacia atrás sin nostalgia

Mientras muchos discursos contemporáneos sobre el futuro de la arquitectura que veremos en la próxima Bienal de Venecia –desde el 10 de mayo hasta el 23 de Noviembre– girarán en torno a tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y las smart cities, la visión de Manuel Bouzas (Pontevedra, 1993) y Roi Salgueiro (La Coruña, 1975) se articula desde lo telúrico. Los comisarios del pabellón español no apuestan por la inmaterialidad, sino por la carga física y simbólica de los materiales con los que construimos el mundo. Más allá del algoritmo, Bouzas –arquitecto, profesor de la Universidad de Cornell en NY y Premio Princesa de Gerona de las Artes 2025– y Salgueiro –arquitecto y profesor de arquitectura en el MIT estadounidense– proponen volver a pensar el futuro desde la piedra, la tierra y la madera. Frente a la euforia por la inteligencia artificial, ellos defienden la inteligencia de los oficios, los materiales y los territorios. Su arquitectura no quiere simular el avenir, sino construirlo. Y para eso hay que ensuciarse las manos.

“Hemos apostado por los átomos en vez de los electrones”, dice Bouzas, resumiendo el gesto. El envite será matérico en una bienal en la que habrá un mar de pantallas y flujos de datos. “Hemos tenido varias reuniones con los responsables de otros pabellones nacionales y sabemos que nuestra idea llamó la atención justamente porque se centra en los materiales y en los territorios de dónde provienen. Nuestra propuesta expositiva es completamente analógica”, explica Salgueiro.

Su resistencia, sin embargo, no es melancólica. “Lo vernáculo tiene una condición nostálgica y nosotros no lo somos”, subraya Bouzas. “Sabemos que esta es una de las grandes críticas que podemos recibir. Algunos creen que estamos reclamando cosas que hacíamos hace 100 o 200 años. Nosotros creemos que no”. Para estos dos arquitectos gallegos la tradición no es un lugar al que volver, sino una base desde la cual proyectar. “La ciudad del futuro podría parecerse, en realidad, a lo que proponemos”, añade.

Ca Na Pau, MUNARQ © Ricard López
Maqueta del Pabellón de España realizada por alumnado de la Cornell APP
            Foto Cortesía de Internalities

Un horizonte de piedra

El futuro que imaginan en el pabellón titulado Internalities no tiene que ver con rascacielos de cristal ni con edificios llenos de sensores. Lo que plantean Bouzas y Fernández es una arquitectura de largo aliento hecha sin destruir el planeta de forma cortoplacista. No buscan inventar materiales nuevos ni depender de tecnologías complejas, sino trabajar con lo que el territorio local y la sabiduría ancestral ofrecen, sometiéndolos a un proceso de investigación y sin renunciar a los avances tecnológicos.

“Seguir construyendo hoy en día como construíamos hace 30 años, con una fachada multicapa que tiene una superficie anclada y luego un aislamiento, que es un plástico, etcétera, eso hoy en día es lo que resulta conservador. Eso todo el mundo lo sabe hacer. Lo que tiene realmente un componente de investigación tremendo y un componente de innovación real es ver cómo se comportan los materiales tradicionales, cómo funcionan utilizando técnicas distintas.”, dice Salgueiro. Y ahí entra en juego una noción clave. “La inteligencia no está en el material per se, está en las personas que trabajan en ese material”, añade Bouzas. En los últimos años, habríamos abandonado parte de esa inteligencia al cambiar materiales tradicionales por soluciones industriales. “Una cosa que hemos detectado es que al trabajar con materiales baratos como el hormigón o el acero, en los que el coste inmediato para el bolsillo puede ser menor, en realidad son caros porque con ellos hemos perdido inteligencias: hemos perdido a los canteros, que en Galicia históricamente han construido con piedras sus ciudades. O a los carpinteros, o a la gente que trabaja con el barro y la cerámica.”

Trabajar con materiales baratos implica perder inteligencias, como la de los canteros o carpinteros

El pabellón español en la Bienal de Venecia está montado como un recorrido que combina una sala principal y cinco espacios más alrededor de la misma, que giran en torno a temas clave para pensar una arquitectura sostenible y dedicados a temas concretos: energía, materiales, residuos, emisiones y oficios. Cada una se enfoca en un territorio distinto y mediante maquetas y fotografías de gran formato propone una reflexión sobre cómo se construye y qué se podría hacer de otra forma. Todo el montaje se hará con madera de sólo tres árboles gallegos que provienen de montes comunales.

Rolling Stones, Restauración de la Ermita de San Juan de
            Ruesta, Sebastián Arquitectos © Iñaki Bergera
Rolling Stones, Restauración de la Ermita de San Juan de Ruesta, Sebastián Arquitectos © Iñaki Bergera
Ca Na Catalina I En Joan, TEd'A Arquitectes © Luís Díaz Díaz
Ca Na Catalina I En Joan, TEd'A Arquitectes © Luís Díaz Díaz
Nahinuena, BeAr © Luís Díaz Díaz
Nahinuena, BeAr © Luís Díaz Díaz
Loggia Baseliana, Basel Pavillon, isla © Luís Díaz Díaz
Loggia Baseliana, Basel Pavillon, isla © Luís Díaz Díaz
Viviendas Sociales 2104, Harquitectes © Jesús Granada
Viviendas Sociales 2104, Harquitectes © Jesús Granada
Ca Na Pau, MUNARQ © Ricard López
Ca Na Pau, MUNARQ © Ricard López
Casa En Arteaga, Emiliano López Mónica Rivera Arquitectos ©
            Luis Díaz Díaz, José Hevia
Casa En Arteaga, Emiliano López Mónica Rivera Arquitectos © Luis Díaz Díaz, José Hevia

Madrid es una mina

Uno de los aspectos más interesantes del pabellón es el análisis de Lucas Muñoz para Madrid, basado en la circularidad. La capital deja de ser solo una urbe que produce y pasa a ser también una mina: un territorio de extracción y reutilización de los residuos que genera y que pueden reactivarse. Es decir, se pueden tirar abajo edificios y reciclar su materiales para reconstruir la ciudad en base a la redensificación, un planteamiento cada vez más estudiado, pero controvertido, que implica crear urbes cada vez más grandes atendiendo a su progresiva saturación. Algo que hace temer un vaciado de territorios ya medio abandonados. La mencionada reconstrucción se haría a partir de fórmulas medioambientales respetuosas y de materiales naturales y reciclados, facilitando así la creación de más viviendas mediante el crecimiento vertical, en lugar de expandiéndose horizontalmente.

“Hoy en día se consumen tantos recursos que hablar de circularidad nos parece súper fundamental”, dice Bouzas. “Por eso nos centramos en Madrid como una geología”. Salgueiro subraya que hablar de circularidad implica hablar también de clasificación y sistemas de gestión. “Se produce tal cantidad y tantas toneladas de residuos que es extremadamente difícil tener los mecanismos para poder clasificarlos”. Y añade que aunque hay políticas en marcha, no bastan y hay que hacer leyes que faciliten estas mecánicas: “Lo que queremos apuntar es que hay un esfuerzo por ir más allá”.

Y entre tanta investigación estructural, ¿dónde queda la belleza? “Esto es súper importante, es verdad que no hacemos mención a ello habitualmente”, reconoce Bouzas. “Pero es que lo mejor de todas estas arquitecturas que hemos presentado es que se vive de manera alucinante. Todos son lugares amables, confortables, tanto térmicamente como estéticamente. Son lugares en los que nos encantaría entrar a vivir”.

Camps Felip Arquitecturia © Jose Hevia
Abalo Alonso © Santos Díez

Para Salgueiro, las propuestas del pabellón invitan a incorporar una narrativa más estructural a aquellas que durante tanto tiempo se han centrado en lo formal. “En los últimos 60 años la mayor parte de los discursos han sido estéticos”, señala. “Posmodernismo, deconstrucción, parametricismo... Yo creo que ahora justamente el carácter innovador de la arquitectura no está tanto en ese registro formal, donde puede haber diversidad de aproximaciones, sino que está en cómo investigar de nuevo la técnica con radicalidad. Cómo construimos y cómo son las consecuencias de lo que construimos”. A partir de ahí, dice, pueden surgir diversos estilos de construcción. “Algunos proyectos del pabellón serán formalmente conservadores, otros explorativos, pero todos comparten una fantástica calidad formal, una calidad de espacio tremenda, un confort estupendo”.

Economía de daños

Lo que evidencian todos ellos es una ética del hacer. Un compromiso con lo que significa construir. “Uno tiene que cambiar la mirada para poder actuar”, insiste Bouzas. El titulo del pabellón es Internalities y habla de una arquitectura que no genere daños colaterales, que serían las externalities.

“Antes, en el siglo XX, esas externalidades estaban más o menos controladas. Hoy, con los flujos planetarios que gobiernan todo el movimiento de materiales y de personas, las externalidades están presentes no solo en la superficie terrestre, sino también en el espacio exterior. La grandísima cantidad de basura espacial habla de hasta qué punto se generan consecuencias en nuestros procesos de producción. Para tener wifi hoy es necesaria una cantidad tremenda de cacharrería flotando. Las externalidades son flechas hacia afuera, las internalidades son flechas hacia adentro y hablan de desescalar todo este flujo planetario de cosas y tratar de hacerlas lo más cercanas y locales posibles”.

¿Y la tecnología? ¿Y la inteligencia artificial dónde queda? “La inteligencia artificial nos ha ayudado muchísimo”, desliza Bouzas avanzando una provocación y poniendo en su sitio a la herramienta digital. “Con ella hemos hecho la voz en off del vídeo de presentación del proyecto”.