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Siena, en el año 1300: un viaje fascinante hacia los orígenes de la pintura occidental

Por Paloma Primo de Rivera García-Lomas. Londres

La National Gallery de Londres presenta Siena: el auge de la pintura, 1300-1350, para conmemorar el bicentenario de la institución. Una magna exposición que llega del Metropolitan de Nueva York y muestra alrededor de un centenar de obras, incluidas algunas de las más innovadoras de la tradición pictórica occidental.

Las paredes negras de las salas hacen sentir al visitante que está penetrando en un túnel del tiempo, viajando setecientos años atrás, hasta la Siena de comienzos del siglo XIV. Un acierto que, además de evocar los colores de las columnas de la singular catedral de esta ciudad, invita a una contemplación íntima y cercana. También funciona como ayuda visual para apreciar mejor el brillo dorado de las obras. Pero, sobre todo, constituye un viaje fascinante hacia los orígenes de la pintura occidental, un momento de transformación y mutación entre la Edad Media feudal y la gestación del humanismo renacentista. Es un testimonio de la modernidad de los artistas sieneses y de su papel crucial en el desarrollo del arte europeo. Una experiencia que trasciende el tiempo y el espacio.

La exposición se vertebra en torno a las obras de los cuatro artistas sieneses más importantes, con salas dedicadas a cada uno de ellos: Duccio di Buoninsegna (activo en 1278-1319), Simone Martini (1284-1344), y los hermanos Pietro Lorenzetti (activo en 1306-1348) y Ambrogio Lorenzetti (activo en 1319-1348). La muestra no solo celebra la belleza, riqueza técnica o renovación estilística de estos artistas, sino también el reencuentro de varias obras que fueron dispersadas y separadas durante siglos, ahora reunidas en esta recuperación histórica.

Como señala para El Grito Laura Llewellyn, conservadora de Pintura Italiana antes de 1500 en la National Gallery y una de las comisarias de la exposición: "Este proyecto, una colaboración de más de diez años entre la National Gallery de Londres y el Metropolitan Museum de Nueva York, ha sido posible gracias a los avances en el transporte y la seguridad de las obras, que son principalmente delicadas pinturas sobre tabla. No existe un precedente en la reunificación de obras de esta envergadura".

La contemplación del niño, 1970, Juan Barjola Cortesía del
            Legado Barjola
San Juan Evangelista, 1320. Simone Martini © The Henry Barber Trust, The Barber Institute of Fine Arts, University of Birmingham
El Ángel Gabriel, 1326-1334. Simone Martini © Collection KMSKA
            - Flemish Community / photo Hugo Maertens
El Ángel Gabriel, 1326-1334. Simone Martini © Collection KMSKA - Flemish Community / photo Hugo Maertens
La Crucifixión, 1326-1334. Simone Martini © Collection KMSKA -
            Flemish Community / photo Hugo Maertens
La Crucifixión, 1326-1334. Simone Martini © Collection KMSKA - Flemish Community / photo Hugo Maertens
Virgen de la Leche, 1325. Ambrogio Lorenzetti © Foto Studio
            Lensini Siena
Virgen de la Leche, 1325. Ambrogio Lorenzetti © Foto Studio Lensini Siena
Políptico de Pieve, 1320. Pietro Lorenzetti © Ufficio Beni
            Culturali della Diocesi di Arezzo-Cortona-Sansepolcro / L.A.D.
            Photographic di Angelo Latronico
Políptico de Pieve, 1320. Pietro Lorenzetti © Ufficio Beni Culturali della Diocesi di Arezzo-Cortona-Sansepolcro / L.A.D. Photographic di Angelo Latronico

Ser testigos de la reunificación de obras separadas por siglos es uno de los momentos culminantes de esta exposición. Por un lado, los paneles sobrevivientes de la predela trasera del monumental retablo para la Catedral de Siena, la relevante obra de la historia de la pintura la Maestà (1308-1311) de Duccio di Buoninsegna. Esta obra extraordinariamente compleja, el primer retablo a dos caras, fue desmontada en 1711, separando el anverso del reverso y dispersando sus piezas. Ahora, los paneles de Londres se reencuentran con los de Washington, Madrid, Siena o Nueva York, trescientos años después. Si el 9 de junio de 1311, este retablo monumental de la Virgen María por Duccio (probablemente en colaboración con su taller y seguidores) fue recibido en Siena con el sonido de trompetas y timbales, hoy la National Gallery otorga a Duccio di Buoninsegna y su obra, el corazón y la sala central de la exposición.

Otras reunificaciones a disfrutar son el Políptico Orsini de Simone Martini, una obra de arte plegable creada para la devoción privada, probablemente para el cardenal Napoleone Orsini, quien pertenecía a una de las familias principescas más influyentes de la Italia medieval y renacentista. Hoy en día, la obra está dividida entre el Louvre (París), el Museo Real de Bellas Artes (Amberes) y la Gemäldegalerie (Berlín). También se pueden ver los trípticos de Duccio di Buoninsegna: La Virgen y el Niño con Santo Domingo y Santa Áurea, además de Patriarcas y Profetas (alrededor de 1312-1315), de la National Gallery de Londres; o La Crucifixión, El Redentor con Ángeles, San Nicolás y San Clemente (1311), del Museo de Bellas Artes de Boston.

Siena, que hasta que fue devastada por la peste bubónica era un epicentro europeo de riqueza y comercio en el siglo XIV (cuna del primer banco de la historia occidental, el Monte dei Paschi di Siena, todavía en activo), también fue un lugar estratégico para los contactos comerciales, culturales y de peregrinación. Para contextualizar las conexiones de estos artistas y su influencia más allá de las fronteras italianas, la exposición, además de la pintura protagonista, incluye obras sienesas en una variedad de medios (trabajos en metal, esmalte, vidrio dorado, mármol e iluminación de manuscritos) y una selección de obras de otros países y culturas (marfiles, alfombras, sedas) que enriquecen aún más la visita.

Cristo y la Mujer de Samaria, Panel de Maestà, 1308-1311. Duccio di Buoninsegna
            © Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
La Virgen y el Niño, 1290-1300. Duccio di Buoninsegna
            © The Metropolitan Museum of Art, New York
La Tentación de Cristo en la Montaña, Panel de Maestà, 1308-1311. Duccio di Buoninsegna
            © The Frick Collection / photo Michael Bodycomb

La importancia de los artistas sieneses

Pero, ¿por qué estos artistas sieneses eran tan modernos y por qué esta exposición es tan relevante? En nuestro mundo saturado de imágenes digitales y reproducciones frías, esta muestra nos ofrece una oportunidad de inmersión en un deleite visual, con una sensual experiencia de colores y formas, dorados y detallismo, acompañados de un virtuosismo técnico. Pero, sobre todo, nos permite apreciar un momento clave en la historia del arte, donde el artista "insufla alma a la pintura". La modernidad de los artistas sieneses –cada uno con su singular estilo y enfoque– radica en cómo humanizan lo sacro y comienzan a dotar a las figuras de humanidad, emocionalidad y cercanía. Son los protagonistas precursores de la formidable transformación de la pintura, rompiendo con el arcaico estilo medieval, bizantino, hierático y plano, para adentrarse en un nuevo estilo más cercano, más humano, dotando a la pintura de una emocionalidad que la hace más comprensible y cercana al espectador, gestando el humanismo renacentista.

Esta es una exposición cuyas obras invitan al espectador a disfrutar del poder narrativo de la pintura, como una exploración de la propia experiencia humana. "Aunque nos separen setecientos años, realmente no nos separa nada, porque eso es lo que tenemos en común: el instante y la esencia de la condición humana: amor, dolor, terror, duda o valentía", corrobora Laura Llewellyn. En las distintas representaciones de Virgen con el Niño, los artistas sieneses recrean un vínculo entre madre e hijo, con gestos sin precedentes, momentos tiernos, humanos y cercanos: como el niño que enreda sus dedos en el velo de su madre, o le rodea el cuello tiernamente, o la madre que acaricia un dedo del pie de su hijo mientras lo amamanta.

Cristo hallado en el templo, 1342. Simone Martini
            © National Museums Liverpool
La Virgen Anunciada, 1326-1334. Simone Martini
            © Collection KMSKA - Flemish Community / photo Hugo Maertens

Simone Martini, por su parte, representa escenas cargadas de sutileza emocional y respuesta humana nunca antes vista. En Cristo hallado en el templo (1342), última obra datada del artista, presenta audazmente a un niño Jesús preadolescente cruzado de brazos, escuchando la regañina de sus padres por haberse perdido durante tres días. En su famosa Anunciación (parte del Políptico Orsini que cierra la muestra), en su intento de humanizar la figura de la Virgen, representa a una joven María asustada ante la presencia del arcángel Gabriel, en un giro corporal tratando de resguardarse en su precioso manto azul, ante la enorme responsabilidad que le espera, en una actitud que puede leerse como una respuesta humana, cargada de sutileza emocional que dota de cercanía a la sagrada figura de la Virgen. Hacia 1335, el poeta Petrarca se exaltaba al apreciar este logro de humanización, y dedica un soneto al retrato de su amada Laura que Martini había realizado, que concluía:

¡Pigmalión, cuánto alabarte debes, de aquella estatua tuya, si mil veces tuviste, lo que yo una vez querría!

No podemos dejar de constatar otro rasgo de la modernidad de los artistas sieneses: su nueva forma de contar historias y su enfoque innovador y dinámico en la narración. Con un refinado sentido de la composición, intentan dar un paso más en la interacción entre figuras y el espacio. Por un lado, la incorporación de arquitecturas y volúmenes en el espacio prefigura la llegada de la perspectiva renacentista; por otro, un intento de lo que hoy llamaríamos narración fílmica o incluso cómic.

Historias de la vida de San  Nicolás, 1332-1334. Ambrogio Lorenzetti
            © Gabinetto Fotografico delle Gallerie degli Uffizi
El nacimiento de la  Virgen, 1335-1342. Pietro Lorenzetti
            © Foto Studio Lensini Siena

Esto se aprecia al enfrentarnos a obras de Ambrogio Lorenzetti, como en San Nicolás resucita a un niño (1332-34) del ciclo Historias de la vida de San Nicolás, presente en la exposición. El menor de los Lorenzetti representa en la misma escena el momento del niño muerto ante su desolada familia y el milagro en que el santo resucita a la criatura. Un enfoque tan moderno, con nuevas dinámicas de contar historias en un contexto tardo medieval, que también se puede disfrutar en El nacimiento de la Virgen (1342) de su hermano Pietro.

Siena, como el despertar de la pintura en el arte occidental, se erige como un puente hacia el pasado que quiere acercarnos a través de la humanidad que nos une, pero también como el auge de la pintura que permite al espectador disfrutar de la belleza de las obras y acercarnos a un momento clave de las grandes transformaciones en la historia del arte de la mano de sus protagonistas. No es una exposición de arte más, más bien una celebración de la pintura y del arte en sí mismo. Clausura el 22 de junio. No se la pierdan.

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