Protagonistas

Filip Custic: “El hiperrealismo me permite mostrar al ojo humano situaciones que antes no había experimentado”

Por Alberto G. Luna / Irene Hdez. Velasco

El artista protagoniza el estand que El Confidencial estrena en ARCO. Nos recibe en su estudio de Vallecas, donde hablamos con él de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, las obras que presenta y el panorama artístico en España.

Una mujer con la cabeza rapada, la cara pintada de blanco y el torso desnudo se halla inmersa en un cubo lleno de un líquido que parece agua pero es más viscoso que el agua. Cuando conectas un interruptor, un fluido negro emana de sus ojos en forma de lágrimas. Está hecha de resina a partir de una impresión en 3D pero es tan hiperrealista que, por momentos, parece un ser humano.

“Si la hubiese hecho de silicona no se podría sumergir. Es lo que tiene el agua, que siempre busca una salida” —nos comenta el autor de la obra como si nos estuviese leyendo la mente—. “Cada técnica tiene sus pros y sus contras. La impresión en 3D a mi particularmente me fascina”.

Filip Custic (Santa Cruz de Tenerife, España, 1993) nos habla desde su estudio ubicado en Vallecas en el que vive y trabaja. En una de las paredes del fondo destacan dos grandes ventanas desde donde se puede atisbar el centro de la ciudad y su multitud de tejados y raquíticas antenas. Dentro, el suelo y las paredes llaman la atención por su blanco inmaculado. Son las 11:00 hrs y un deslumbrante sol ilumina toda la estancia. En realidad, detrás de esta escultura que se llama Ferro fluido está Hannah Rose, otra artista del dúo Matieres Fecales a la que Filip sacó un molde desnuda con el que lleva trabajando más de un año. Por delante, parece una mujer real. Por detrás, está repleta de enchufes y placas.

Con esta obra el artista busca que el espectador se cuestione si lo que está observando es un robot, un humano, una figura en 3D o una IA. Podría decirse que Filip crea obras que oscilan entre lo real y lo imaginario para poner sobre la mesa temas como la sociedad de consumo, el culto al cuerpo o nuestra relación con la tecnología. También, el sentido de la identidad y la estupidez humana. Lo hizo, por ejemplo, en P q hacemos lo q hacemos?, cuando colgó de las paredes del Museo Cerralbo una serie de esculturas de hombres y mujeres desnudos en distintas posiciones ensoñadoras; justo al lado de la colección procedente de los Cerralbo y Villa-Huerta. Es decir, que durante un tiempo, las vasijas, esculturas y objetos personales procedentes de estas tradicionales familias convivieron con propuestas artísticas tales como un cuadro en el que aparecía Custic desnudo, únicamente tapado por un perro negro sentado, mirándose a sí mismo frente a dos paredes llenas de retratos.

Es el artista que representa a El Confidencial en ARCO 2025 y del que ya hablamos en El Grito en sus inicios. Por todo esto hemos hablado con él sobre la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, las obras que allí presentará y el panorama artístico en España.

  ‘árbol genealógico’, 2022
 laberinto de espejos humano, 2023
‘pi(x)el’, 2022

Te presentas en ARCO con varias esculturas y obras digitales, pero una de ellas llama especialmente la atención porque se estrena por primera vez en España.

Filip jugando al cristal es una performance basada en videoarte que se ha mostrado únicamente en las calles de Londres. Consiste en un cuerpo humano con trozos de cristales que, al mismo tiempo, está adherido a mi propio cuerpo. Representa un juguete roto, una metáfora de la vulnerabilidad inherente a la experiencia humana. Porque todos albergamos fisuras, fragmentos que intentamos ocultar, aunque no lo reconozcamos.

En Laberinto de espejos humano II y Filip tiene alas también conviertes el cuerpo humano en el lienzo de tu obra.

Nunca me gustó que los museos no te permitieran tocar nada. Las hice así porque antes quería llevarlas a la calle y experimentarlas; utilizar un soporte más allá de las paredes o pedestales propuestos por las salas. De hecho, en alguna performance se me rompieron piezas que posteriormente tuve que arreglar para exponerlas.

¿Te dará tiempo a enseñar Ferro fluido?

Espero que sí, pero dependo de muchas cosas.

¿Como por ejemplo?

De la programación, que hay que afinarla. Sucede, pero no siempre como a mí me gustaría. También, de que funcione correctamente el interruptor de encendido —entre risas—. El agua y la electrónica no siempre casan.

Es una de tus obras más potentes.

Es la escultura más importante que he hecho hasta el momento, aunque solo sea por la complejidad que conlleva. Tiene una energía muy poderosa. Todo empezó cuando me compré por internet una botella de cristal con agua y lo que parecía ser un químico negro magnético. Entonces pensé en integrarlo en una obra hiperrealista electrónica sin ser consciente de dónde me metía. A veces ese no saber es bueno.

‘(ego hiperrealista) + (juguete del viento)=’, 2019, filip custic

Entonces fue un material el que dio lugar a la obra. ¿Es siempre así tu proceso de trabajo?

Mis obras tienen que girar en torno al cuerpo humano, por eso me gusta que un elemento cualquiera orbite a su alrededor, encontrar un concepto que lo conecte de alguna forma. Siempre busco un factor tecnológico que me aporte futuro para generar una fórmula matemática de:

cuerpo humano + algún elemento

El resultado obtenido es la obra.

¿El uso del cuerpo humano y el hiperrealismo te permiten conectar más profundamente con el público?

Me permiten mostrar al ojo humano situaciones que antes no había experimentado. La escultura hiperrealista me provoca un gran impacto. Hay cierta conexión entre mis obras y las personas. Por otra parte, como espectador de una obra de arte, también me gusta el cuerpo humano. Quiero seguir trabajando en esta línea hasta alcanzar un mayor nivel de detalle.

¿Qué significa para ti estrenarte en ARCO de la mano de El Confidencial?

Sé que puede sonar a cliché, pero es un sueño hecho realidad.

¿Las piezas que llevas siguen alguna línea argumental?

Todas las esculturas que se muestran forman parte de una misma serie. Están hechas en los dos últimos años y representan principalmente mi trabajo como escultor. Aunque empecé como fotógrafo, esta es la disciplina, junto con la performance y el vídeo, en la que más me estoy enfocando. Al principio las encargaba, pero desde hace tiempo me dedico yo mismo a la impresión y modelado.

Eso es un cambio importante. La relación con la fisicidad de la obra debe ser diferente, ¿no?

Siempre he trabajado desde la virtualidad, he tenido la opción de Comando Z y de dar marcha atrás. Me pasó con la fotografía, pero me cansé de tanto hacerla. Por otra parte, me atrae el hiperrealismo desde que soy pequeño. Cuando descubrí la impresión en 3D, me pareció muy interesante poder unirla con la escultura y conectarla con esa virtualidad. De esta forma, si te equivocas puedes modelar y cambiar. Te ofrece una experiencia 360 de la pieza. Siento que es la técnica suprema, aunque lleva mucho más trabajo llevar las cosas a la física.

¿Qué quieres transmitir con tus esculturas?

Quiero que el espectador se cuestione si lo que está observando es un robot, un humano, una figura en 3D, una IA… Ferro fluido por ejemplo es un objeto que llora. Algo que no tiene vida pero que es capaz de generar emociones. Su única función es llorar y generar un sentimiento de nostalgia o tristeza.

Ese arte incómodo lo tienes en muchas de tus exposiciones, como en la última del Museo Cerralbo.

En Cerralbo buscaba que el espectador se encontrase con una cuestión existencial. Por qué hacemos lo que hacemos es algo que nos preguntamos muchos días a nosotros mismos. Yo te respondo en forma de arte para que tú hagas lo mismo. Cuestionarse las cosas es bueno. A veces yo también me he preguntado por qué hago lo que hago. La respuesta suele ser la misma: me dedico al arte porque es lo único que quiero hacer. Otras veces me digo “¿por qué no?”, aunque el arte sea una especie de caída libre en la que nunca sabes dónde vas a terminar. Creo que cada uno tenemos que hacer lo que realmente queremos y no lo que se espera de nosotros.

¿Qué esperas que se lleven de ARCO los visitantes que vean tu obra?

Me gustaría que se cuestionasen cosas, que sintiesen algo, ya fuera positivo o negativo.

¿Qué artistas son tus referentes?

Leonardo da Vinci, Nicola Tesla, Andy Warhol… En general, los que abarcan varias disciplinas. También me gustan mucho Pilar Zeta y Guillermo Lorca.

¿El arte da para vivir en España?

Diría que sí, aunque este trabajo yo particularmente lo veo como un juego. Hay pantallas más difíciles que otras y tienes que ir superándolas. En mi caso, me acompaña la Colección SOLO, lo que es increíble porque me facilita mucho las cosas.

Pasaste de la fotografía a la performance y la escultura. ¿Dónde te ves dentro de diez años?

Siempre he querido todo a la vez, pero me he dado cuenta de que para aprender bien una disciplina tiene que haber un compromiso vital. Voy a estar hasta el fin de mis días aprendiendo a hacer hiperrealismo.

No le falta razón. La escultura de Filip Custic parece haber dado un salto desde sus inicios en Human product, donde criticaba el ego del ser humano y su exacerbado uso de la tecnología. Ahora, su nivel de detalle es mayor. Su obra es más realista. Por lo que no sería descabellado pensar que, de seguir en esta línea, se produzca un salto en su carrera artística.

Antes de terminar, no podemos evitar preguntarle si hará alguna performance en ARCO.

—No lo sé—responde de forma no muy convincente—.

—¿Quizás un casco?

—Eso por supuesto.