Exposiciones

El surrealismo, como nunca antes lo habías visto

Por Clara González Freyre de Andrade
Sueño y presentimiento, María Izquierdo, 1947

Hasta el 11 de mayo, la Fundación Mapfre acoge una exposición en la que explora el famoso movimiento desde otros puntos de vista menos tradicionales.

Ha pasado un siglo desde que, en octubre de 1924, el escritor francés André Breton, publicara en París lo que supondría un antes y un después para el mundo artístico: el Primer Manifiesto del Surrealismo. Inspirados en el psicoanálisis, los surrealistas buscaban traducir en palabras e imágenes el funcionamiento del pensamiento, dejando atrás los límites de la razón y la realidad. El sueño, el deseo y su nueva visión de las ciudades y la naturaleza pronto fascinó a los creadores de todo el mundo.

Sin embargo, estudiada con detenimiento, la historia del surrealismo es también la de sus contradicciones: la del control dogmático que Breton ejerció sobre el grupo, las exclusiones de ciertos artistas y territorios, y el rol ambiguo de la mujer.

En este contexto precisamente es donde se centra la exposición 1924. Otros surrealismos, que propone una mirada más amplia sobre el histórico movimiento. Consolidada como una de las grandes apuestas de la Fundación Mapfre para este 2025, lejos de limitarse a una mera celebración del centenario de su nacimiento -que ya nos ha dejado grandes exposiciones a nivel internacional-, pone el foco en las periferias geográficas y humanas de la vanguardia, descubriéndonos otras visiones más allá de la canónica: la de los artistas que trabajaron lejos del foco parisino y la de las mujeres, a las que Breton a menudo colocaba en una posición secundaria tal y como refleja el manifiesto, donde se calificaban cómo bellas sin nombre.

 El Mago/Pim Pam Pum, Maruja Mallo, 1926

Con más de 200 obras venidas de decenas de colecciones e instituciones internacionales, su comisaría, Estrella de Diego, ha construido un interesante recorrido en el que nos invita a cuestionarnos la necesidad de repensar la percepción de un movimiento con un siglo de historia. Lo hace por ejemplo con Armario surrealista de Macel Jean, un nombre trascendental dentro del movimiento pero ajeno para el público generalista. Sus puertas entreabiertas, a través de las que se puede intuir el típico paisaje surrealista, funcionan como una metáfora de lo que nos espera al traspasar el umbral de la sala que lo acoge.

En esta misma sala podremos descubrir uno de los míticos teléfonos-lagosta patentados por Salvador Dalí, ejemplo emblemático de la idea del ready-made surrealista, hecho a partir de la unión -casi humorística- de dos objetos preexistentes sin un aparente nexo común. Mucho más curiosa es la presencia de obras firmadas por la condenada a ser su “tercera persona”, Gala Dalí, quien además de ser su musa, fue una excelente escritora, autora de dibujos automáticos y objetos surrealistas. Conoceremos su faceta más esotérica a través de su particular tarot, que puede verse en una de las vitrinas. Ambos tomaron caminos alejados de Breton por desavenencias y rivalidades.

Más allá de figuras consagradas como el propio Salvador Dalí, Luis Buñuel o Joan Miró, también presentes en la muestra, España fue cuna de otros tantos creadores vinculados al surrealismo, como la recientemente reivindicada Maruja Mallo. Particularmente llamativo es el caso de Tenerife, que acogió en 1935 la visita del propio André Breton y su esposa, Jacqueline Lamba, en el marco de la inauguración de su Exposición Surrealista. La organización la llevó a cabo la revista Gaceta de Arte que, dirigida por el pintor Eduardo Westerdahl, atrajo a numerosos artistas entre los que destaca Óscar Domínguez. De este podremos acercarnos a sus decalcomanías, una técnica a través de la cual vertía tinta para crear manchas azarosas que, más tarde, intervenía.

La bola roja, Óscar Domínguez, 1933
Armario surrealista, Marcel Jean, 1941. 
            Musée des Arts Décoratifs, París. © Marcel Jean

La exposición también nos traslada a México, el que, según el propio Breton, fue el único país “surrealista” nato dado su folclorismo, en un momento en el que este era una moda entre las grandes élites sociales. El escritor francés también viajó hasta allí, teniendo como anfitriones a Diego Rivera y Frida Kahlo, esta última también está presente en la exposición. En esta sección podremos descubrir a otras figuras emblemáticas vinculadas al muralismo mexicano, como María Izquierdo cuyo desconocimiento general y el trágico final que esboza en Sueño y presentimiento es sorprendente, sobre todo al conocer que es protagonista de un mérito histórico: el de ser la primera mujer mexicana en exponer en Estados Unidos.

Sueños, deseos y la búsqueda del paraíso perdido

Como no podía ser de otra forma, la muestra también nos sumerge en algunos de los puntos temáticos más relevantes para el surrealismo, analizando cómo diferentes artistas abordaron lo onírico, el erotismo o la exploración de lo irracional y lo místico. A través de una cuidada selección de obras, nos invita a sumergirnos en paisajes fantasmagóricos, cuerpos fragmentados y arquitecturas imposibles.

Entre el deseo y las pesadillas encontramos las pinturas de Toyen, pintora checa que camufló su identidad femenina utilizando este sobrenombre ambiguo. Sus obras, visiblemente oscuras, apelan en realidad a la libertad del deseo

Pero sin duda, uno de los temas centrales del movimiento fue el del mundo de los sueños, donde destacan pinturas como Papilla estelar, firmada por Remedios Varo. Avanzando en la exposición, podremos descubrir otros de sus lienzos en compañía de las visiones esotéricas de su amiga Leonora Carrington, a la que en 2023 la misma Fundación dedicó su propia retrospectiva. Ambas se encontraron en el exilio, logrando construir un lenguaje surrealista propio muy vinculado al mundo de la magia y la alquimia que, junto a la fotógrafa Kati Horna, les hizo ganarse el sobrenombre de “las brujas del arte”. Brujas como las que representa la zamorana Delhy Tejero, que irónicamente encarnan la visión que los surrealistas a menudo tenían de las mujeres como simples médiums.

Sleeping, Toyen, 1937
Sleeping, Toyen, 1937
Darvaux, Leonora Carrington, 1950. © 2025, Estate of Leonora
            Carrington / VEGAP. Foto: Willem Schalkwijk
Darvaux, Leonora Carrington, 1950. © 2025, Estate of Leonora Carrington / VEGAP. Foto: Willem Schalkwijk
Brujas con candil, Serie las Brujas, 1930-36. Delhy Tejero
Brujas con candil, Serie las Brujas, 1930-36. Delhy Tejero
Notre Dame, Brassaï
Notre Dame, Brassaï
Un mundo, Ángeles Santos. 1929
Un mundo, Ángeles Santos. 1929
Papilla estelar, Remedios Varo, 1958
Papilla estelar, Remedios Varo, 1958
El doble secreto, René Magritte, 1929. Musée national d'art
            moderne © ADAGP, París 2018
El doble secreto, René Magritte, 1929. Musée national d'art moderne © ADAGP, París 2018

Otros de los grandes descubrimientos son las representaciones de la búsqueda del mundo interior. En este sentido, Maruja Mallo capta y representa ese interés por la naturaleza, los bosques y sus transformaciones, que convive con la atracción por las ciudades y la búsqueda del paraíso perdido. Las visiones nocturnas de un París desierto capturado por el objetivo de Brassaï o los mundos desbordantes de personajes de Ángeles Santos, son otros ejemplos de las obras que pueden apreciarse en estas salas.

La exposición echa el cierre retomando la idea del mapa del surrealismo que la revista belga Variétés publicó en 1929. Ahora, París ha dejado de ser el único foco para dejar paso a otros lugares remotos, sin jerarquías, en los que el movimiento dejó poso.

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