Nan Goldin denuncia la represión cultural en Alemania a causa del conflicto palestino-israelí
Por Nerea Menor. BerlínDesde el año pasado las cancelaciones a distintos artistas en Alemania han sido constantes. A veces, por un simple ‘like’ a alguna causa palestina. Con motivo de su última exposición en Berlín, la artista estadounidense ha denunciado esta caza de brujas.
Lretrospectiva itinerante de Nan Goldin en la Neue Nationalgalerie se inauguró hace dos años en Estocolmo y acaba de llegar a Berlín. Se titula This Will Not End Well (Esto no terminará bien). "¿A qué se refiere con el título?", preguntaron en la rueda de prensa. "Trump, Gaza, los gobiernos de ultraderecha, la ultraderecha también aquí...", respondió la artista. Sin embargo, minutos antes de que esta llegara, al hacer la misma pregunta a los comisarios, estos lo asociaron a su vida, un título digno de una retrospectiva.
La misma pregunta pero dos respuestas distintas.
La explicación de esta incongruencia la tienen en que el contrato para la exposición de Goldin fue firmado antes del 7 de octubre de 2023, día del ataque en Israel, y dado el impacto que significaría cancelar a una artista de tal calibre, la institución organizó un simposio previo sobre arte y activismo como un lavado de cara ante las instituciones del país. Un simposio al que dos ponentes, Hito Steyerl y Candice Breitz, se negaron a ir, y que el grupo Strike Germany denunció por estar “organizado por sionistas que niegan el genocidio".
La retrospectiva abarca toda la vida de la fotógrafa a excepción del último año: "El último año ha sido Palestina y Líbano para mí. Desde el 7 de octubre me cuesta respirar. Siento la catástrofe en mi cuerpo". Durante su discurso inaugural, agradeció al museo permitirle hablar, pero criticó la separación que se intenta establecer entre su arte y su activismo, enfatizando que siempre han estado entrelazados.
“¿Por qué te estoy hablando a ti, Alemania? Porque las lenguas han sido atadas, amordazadas por el gobierno, la policía y la represión cultural. Esta es una ciudad que solíamos considerar un refugio. Desde el 7 de octubre, más de 180 artistas, escritores y profesores han sido censurados. Algunos por algo tan banal como un like en Instagram. Muchos de ellos son palestinos y el 20% judíos. ¿Por qué estoy hablando aquí? Decidí utilizar esta exposición como plataforma para amplificar mi posición de indignación moral ante el genocidio en Gaza y el Líbano”, continuó Goldin frente a una audiencia anonadada.
También subrayó que "antisemitismo y antisionismo no son lo mismo", defendiendo que abogar por los derechos humanos no debe considerarse antisemitismo. Criticó la falsa equivalencia entre la crítica a Israel y el antisemitismo, y denunció que el término "antisemitismo" ha sido manipulado, lo que dificulta combatir la violencia contra los judíos y pone en riesgo la seguridad de todos.
Además, señaló que, mientras se ignora la islamofobia, la "armamentización" del antisemitismo afecta especialmente a la comunidad palestina en Alemania, una de las más grandes de Europa. Para finalmente hacer un llamado a no mirar hacia otro lado, afirmando que un genocidio ha estado ocurriendo y ha sido "transmitido en vivo" durante los últimos 14 meses. En este sentido, cuestionó cómo habría reaccionado la humanidad si las guerras de Vietnam, Bosnia o incluso el Holocausto hubieran sido transmitidas en tiempo real, sugiriendo que no habríamos podido desentendernos.
Fuera en la calle, donde las temperaturas rondaban los 0 grados, muchos ciudadanos esperaban a la intemperie frente a un museo abarrotado para asistir a su charla, portando pancartas que pedían un embargo inmediato de armas.
Tras el discurso de Goldin, el director Klaus Biesenbach reafirmó el compromiso de la galería con la libertad de expresión y manifestaron su solidaridad tanto con los judíos perseguidos como con los secuestrados y los civiles de Gaza y Líbano. Además, mencionaron que la artista siempre había luchado contra la opresión, contra la costumbre de estigmatizar el comportamiento del otro: el estigma hacia la gente con VIH, los transgénero. Y como hasta el día de hoy nunca ha separado su obra de su compromiso activista. Sin embargo, en la rueda de prensa se prohibieron preguntas sobre el activismo de Goldin en relación a Palestina, lo que evidenció una contradicción con los valores que la institución afirmaba defender.
Desde el año pasado las cancelaciones en Alemania han sido constantes y la escena artística está muy deteriorada. La artista judía Candice Breitz sin ir más lejos, presente en la inauguración, fue cancelada este año por el Modern Gallery of the Saarland Museum en lo que ella definió como una purga de cualquiera que tenga algún tipo de empatía por los civiles palestinos. También se canceló el premio Hannah Arendt a la periodista judía y ruso-estadounidense Masha Gessen por un artículo en el que comparaba Gaza con un gueto judío bajo la ocupación nazi. La lista de cancelaciones es extensa y sigue actualizándose casi a diario
Una exposición de diapositivas
Nan Goldin es, sin duda, una de las grandes narradoras visuales de nuestro tiempo. Su obra no solo trata sobre su hermana o su comunidad, aunque esos sean los puntos de partida evidentes. Si el espectador observa con detenimiento, pronto descubre que Goldin aborda algo mucho más universal: las experiencias que compartimos como seres humanos: alegría, sufrimiento, dolor. Y es por eso que podemos conectar a un nivel tan íntimo con su obra.
Nos habla de lo que significa ser una persona: en relación con el entorno, con la comunidad, y en el marco de las relaciones. También explora las adicciones, tanto las suyas como las de quienes la rodean. En su mirada, el deseo detrás del consumo se presenta como algo profundamente humano, incluso natural. Su ojo ayuda a celebrarnos a nosotros mismos tal y como somos. En el entorno fotografiado, quienes podrían ser vistos como "marginales" en otros contextos no eran tales; en su familia elegida, estaban lejos de sentirse al margen.
La retrospectiva en la Neue Nationalgalerie es impresionante. Seis bloques de tela negra albergan pequeñas salas de proyección. Estos espacios redondeados contrastan con la dureza arquitectónica de la pinacoteca, como un antídoto a la arquitectura del lugar. Dentro, la oscuridad sorprende. A veces las pantallas están abajo, otras arriba o a un lado, invitando a una experiencia siempre renovada.
Las proyecciones combinan imágenes y música: Klaus Nomi, Lucille Bogan, Edmundo Rivero, Johnny Cash… Un autorretrato pesaroso, delicado, valiente y melancólico. Es una exposición diferente, que no muestra fotografías sino diapositivas. “Sugerir a Nan una exposición sin fotos fue arriesgado”, confesó Fredrik Liew, comisario de la muestra. Sin embargo, Goldin no solo aceptó, sino que reveló que llevaba tiempo esperando que alguien se atreviera a proponerlo. De hecho, la artista confesó que nunca quiso ser fotógrafa, sino videógrafa.
No le falta razón. Cuando era pequeña recibió su primera cámara de fotos, sin embargo, la falta de un cuarto oscuro para revelarlas la llevó a mostrar su trabajo con diapositivas.
Ahora, su retrospectiva en Berlín parece cerrar un ciclo: regresa al formato que marcó sus inicios, pero lo hace con toda la fuerza de una carrera forjada en el arte y el activismo. Quizás, sin embargo, haya algo más. Su poderoso discurso durante la inauguración, donde afirmó: “Considero mi exposición una prueba. Si una artista en mi posición puede expresar sus posturas políticas sin ser cancelada, espero abrir un camino para otros”, podría ser la verdadera guinda del pastel.