Villa Gontero: una rareza brutalista, que no termina de serlo
Por Ana Mª NimoCarlo Graffi y Sergio Musmeci, arquitecto e ingeniero, diseñaron una casa que en 1971 parecía futurista, pero que, en realidad, emulaba al pasado. Esta residencia, construída por encargo de un cementero turinés, se ha convertido en un símbolo de la ingeniería experimental que mezcla brutalismo y racionalismo.
Bbicada en una pequeña localidad cercana a Turín, Villa Gontero fue erigida a principios de los años 70 a petición de Riccardo Gontero, un empresario piamontés propietario de una fábrica de cemento que quería una residencia que rindiera homenaje al material que le había permitido amasar su fortuna. El encargo recayó en el arquitecto Carlo Graffi (1925-1985) y el ingeniero Sergio Musmeci (1926-1981).
Ambos venía de colaborar con el atrevido Carlo Mollino, tan conocido por sus diseños de muebles -primero inspirados en el Surrealismo y más tarde en las formas orgánicas- y de coches como por sus propuestas arquitectónicas vanguardistas, siendo el Teatro Regio o el Palazzo degli Affari alguno de los proyectos en los que trabajarían juntos. Con este bagaje a sus espaldas, Graffi y Muscemi -responsable del Puente del río Basento en Potenza- asumieron la ejecución de un proyecto que acabaría siendo considerado un ejemplo de ingeniería altamente experimental.
En los 60-70, los arquitectos italianos -muchos con más experiencia en el mundo del diseño que en el de la arquitectura, como es el caso de éste que nos ocupa-, se aliaron con ingenieros que contaban con las habilidades técnicas que a ellos les faltaban para dar forma a unas ideas que se inspiraban más en el arte que en la construcción. Fruto de ello nace Villa Gontero que sintetiza las investigaciones artísticas con la ingeniería italiana y que es, además, brutalista, pero no mucho.
La fisionomía rotunda, alargada y de apariencia casi articulada del edificio bien podrían situarla en el decorado de una película futurista de finales del siglo pasado. Solo una pequeña parte de la superficie habitable de la casa tiene contacto con el suelo, el resto de su estructura se eleva sobre el suelo de forma escalonada. El nivel más alto de la casa -que se alza sobre una piscina- está sostenido por una estructura circular de hormigón armado que encierra una escalera de caracol por la que se accede a la vivienda. En la parte superior de esta planta, volvemos a encontrarnos con la misma estructura circular coronada por un elemento escultural de hormigón con una forma semicircular biselada que da al conjunto un toque zoomórfico.
La casa está construída con losas y bloques de hormigón armado, que se dejan a la vista sin revestimiento ni pintura. Los detalles exteriores -puertas, marcos de ventanas, barandillas, columnas- pintados de un rojo vivo contrastan con el tono gris de los muros de una construcción que alude, claramente, al brutalismo, aunque se construyera dos décadas después de que este viviera su auge.
Su exterior de aspecto industrial contrasta con un interior de atmósfera cálida de paredes encaladas y suelos de parquet, pero en el que se mantienen las formas geométricas. Los elementos funcionales bien se integran en los muros, como las estanterías y los armarios empotrados, o permiten a su material fundacional manifestarse, como ocurre con los escalones y los bancos de hormigón cubiertos de mármol.
A pesar de su excepcionalidad, Villa Gontero quedó deshabitada a principios de los 2000. La maleza se adueñó de sus muros en los cerca de 15 años que duró su abandono. En 2017 la casa fue adquirida por un nuevo dueño que ha ido mostrando en Instagram su proceso de recuperación y que ha devuelto el lustre a esta joya arquitectónica.