Alberto García-Alix: “Puedo sentir un Madrid que hoy en día ya no existe”
Por Sofía Guardiola
Ha sido el artista invitado de la feria Estampa, para la que ha presentado una serie de fotografías que repasan su carrera. Charlamos con él sobre sus inicios, su trayectoria, el mercado y el paso del tiempo.
La Movida Madrileña estuvo rodeada de una serie de grandes artistas. Músicos como Tino Casal o Alaska, pintores como Ceesepe o El Hortelano y fotógrafos como Ouka Leele y Alberto García-Alix. En las imágenes de este último, siempre en blanco y negro, aquel movimiento cultural que se produjo durante la Transición, cuyo origen y significado ha sido tan controvertido en los últimos años, se vuelve íntimo y cercano.
García-Alix vivió y retrató desde dentro lo que estaba sucediendo en Madrid. Por tanto, lo que para el espectador de su obra es el testimonio de una época, para él es, en sus propias palabras “muy biográfico, una especie de diario visual”. Por eso, en cierta medida, cada vez que emprende un proyecto que recopile parte de su trabajo debe emprender la labor de bucear en su propio pasado. Así le ocurrió cuando comenzó a seleccionar las imágenes para Archivo Nómada, la obra de la que ya ha salido el primer volumen y que comprende las fotografías tomadas entre 1975 y 1981.
“Repasando todo ese material puedo ver cómo éramos, cómo vivíamos y cómo fui despertando, a través de las imágenes, mi pasión por la fotografía”, explica el artista. Y añade: “Lo más curioso es que también puedo sentir un Madrid que hoy en día ya no existe”. La ciudad de su juventud no es la única que ya no está, pues la crisis de la heroína que asoló el país durante de la década de los ochenta le arrebató a García-Alix no solo a algunos de sus amigos, sino incluso a un hermano. Quizá por eso la recopilación de imágenes que ha presentado en la feria, así como la charla que ha dado en el Museo Lázaro Galdiano se titulan La ausencia como estímulo. Porque la pérdida conlleva también, en muchos casos, una fuerza creadora, un afán de utilizar el propio arte como arma contra el olvido.
Las primeras veces
Algunos de sus trabajos muestran imágenes de los años ochenta, que se corresponden con fotografías de carreras de motos. “Germán del Caso era el mecánico de la moto de mi hermano –una de competición de motocross–, y sus fotografías despertaron en mí el deseo de hacer, como él, fotos de motos. La emoción que sentí con mis primeras imágenes permanece viva a día de hoy”, afirma. Sin duda, si consiguieron despertar las ganas de crear de García-Alix, las fotos de del Caso debían tener mucho alma puesto que, cuando le pregunto qué debe tener una instantánea para que le cautive me explica que debe “despertar un sentimiento”, y añade: “La composición, la luz o el movimiento son elementos de juicio, pero para mí es aún más importante la fuerza que desprende y la emoción que me causa”.
Poco a poco la fotografía fue tomando importancia en su vida aunque, tal y como afirma, lo que le hizo más ilusión de su primera exposición –una de obras de formato pequeño en la Galería Baudes de Madrid– “no fue ver mis fotos en las paredes, sino que pudieran verlas mis amigos” quienes eran, por supuesto, los protagonistas de muchas de ellas.
Estos también serán los personajes principales, como no podía ser de otro modo, del futuro segundo volumen del Archivo Nómada, que va desde el año 1982 hasta el 1986, cuando Alberto García-Alix se profesionaliza y da entrada al medio formato. “En él, además de los amigos y nuestros puntos de encuentro se incluyen ya los primeros trabajos, y se va viendo cómo mi fotografía va avanzando”.
Las dos últimas
No saco gran cosa de mis preguntas sobre el mercado del arte –reconozco que son las que menos disfruto yo también cuando estoy hablando con un artista que tiene tanto que contar sobre su vida y sus fotografías–, pues me responde que, aunque ahora se ven menos fotografías que antes en las ferias “él no es quién para evaluarlo”. Y también que “no conoce el mercado y realmente tampoco le interesa”.
Sin embargo, sí logro dos imágenes que me atraen mucho de mis últimas preguntas –ninguna de ella nacida de su cámara, pero sí, en mi opinión, reveladoras sobre él–, con las que creo que se completa este retrato. Una es la del músico punk Johnny Thunders –al que Steve Jones, guitarrista de los Sex Pistols, reconoció que habían copiado muchísimo a la hora de formar la banda–, del que García-Alix quiso hacer un retrato referencial mediante unos chorretones de sangre que se escurrían por una pared. “No disparé porque en ese momento no supe verlo, es la fotografía que se me escapó”.
La segunda es una pequeña calavera, a mano alzada y sin intención artística, bajo la que puede leerse “C’est la vie”. Hasta el momento, su último tatuaje.