Un paseo de tres décadas por las contradicciones del mundo de Jaume Plensa
Por Sandra Carbajo
‘Jaume Plensa. Materia Interior’ es una muestra de 15 piezas plagada de dualidades y de conceptos contrapuestos, donde el silencio y la oscuridad invitan a reflexionar sobre nuestro mundo interior. Esta retrospectiva puede visitarse en el Espacio Telefónica hasta el 4 de mayo de 2025.
“Una obra en 15 fragmentos”. Así define Jaume Plensa (Barcelona, 1955) la recién estrenada exposición que ya se puede disfrutar en el Espacio Telefónica de la madrileña Gran Vía hasta el 4 de mayo de 2025. Una retrospectiva de 30 años de trayectoria del artista catalán, que no se veía en la capital desde hacía dos décadas, con obras que datan desde principios de los 90 hasta 2021.
“Me he dado cuenta de que siempre estoy intentando valorar los mismos conceptos: hablar del ser humano, su naturaleza, del sujeto, del individuo dentro de la comunidad, del silencio, de la introducción del sueño y de la oscuridad. Todas estas cosas que nos parecen obvias, pero al final nadie habla de ellas”, explicaba el artista durante la inauguración.
Este paseo de tres décadas es una invitación al recogimiento y a la introspección. Plensa habla de “la búsqueda de un espacio en el que cada uno pueda abrazarse a sí mismo, a sus vibraciones, a sus ideas y sentirse parte de algo más amplio”. Y eso lo consigue, en gran parte, gracias a la luz o, más bien, a la ausencia de ella. Y es que el catalán confiesa que ha creado, junto al iluminador Jordi Moya, un itinerario donde la oscuridad manda para lograr ese ambiente íntimo que necesita su obra.
Sin estar dispuestas en orden cronológico, algunas de sus creaciones llevaban años sin exponerse, guardadas en un almacén; otras han sido rehechas o restauradas por Plensa y su equipo. De este modo, les han dado una nueva vida, algo que el artista admite le ha hecho especial ilusión.
Un mundo interior dividido en dos
Jaume Plensa. Materia Interior es una muestra plagada de dualidades y de conceptos contrapuestos. Tanto es así que todas las obras pesan en un lado de la exposición y todas flotan en el otro.
El recorrido comienza con el silencio y la importancia del mundo interior a través de Rui Rui’s Words (2021), un busto de bronce de una niña china. Continúa con Self-Portrait, (72 kg) (1993) y los tres aguafuertes Self-Portrait I, II y III (1998), en los que el artista reúne datos de su peso corporal y su complexión física. ¿Su propósito? Generar una metáfora sobre la identidad, la presencia física y la relación entre el cuerpo y el entorno. En esa misma sala, Study from primary thoughts (2000), que es la primera vez que sale de su estudio, ahonda en la creencia de que posiblemente lo más democrático en la vida sea la enfermedad y la muerte.
Una gran estructura de hierro fundido con neones rojos nos llama en la siguiente sala. “Aquí empieza este momento de las contradicciones y las dualidades”, explica el artista. La Neige Rouge (1991) representa la transformación en luz y energía del hierro fundido. Como si de una gran tostadora se tratase, el intenso carmesí de los neones transmite un calor irreal que solo está en la cabeza del espectador.
La representación de la dualidad prosigue con el retrato de alabastro de la niña Maria (2018) y sus dos colores, uno más transparente y otro más opaco. “Cuando abrí la caja después de tantos años me di cuenta de que habían salido unas floraciones en color azul que resultaron ser azurita y malaquita. Mi alabastro siempre era un blanco puro y aquí ha cogido una vida que no esperaba”, contaba.
Junto a ella, en otra sala, cinco cabinas también de alabastro (Love Sounds, 1998) emiten el sonido del flujo sanguíneo en distintas partes del cuerpo de Plensa. “En ese momento yo buscaba ese sonido interior que no nos deja estar en silencio. Y este sonido es lo más bello que os puedo ofrecer de mí”.
‘Invisibles’, 2016, Jaume Plensa
‘Iris’, Jaume Plensa
‘La Neige Rouge’, 1991, Jaume Plensa
‘Maria’, 2018, Jaume Plensa
‘Silence’, 2016, Jaume Plensa
‘Lilliput’, 2012-2020, Jaume Plensa
‘Rui Rui’s Words’, 2021, Jaume Plensa
Las tres piezas inacabadas de Invisibles (2016) son “una metáfora bastante bella del ser humano que siempre está en construcción”, puntualiza el autor. Y comparten espacio con Who are you? (2016) que a través de ocho divinidades doradas que se tapan diferentes partes de la cabeza “busca invitar al espectador a desarrollar otras percepciones que no son las normales. Es un viaje al interior de la persona”.
Esa reflexión sobre quiénes somos como individuos está, de nuevo, representada en Silence (2016). Siete grandes rostros femeninos dispuestos sobre vigas de madera, procedentes de un antiguo edificio, inundan una gran sala de luz muy tenue, creando una atmósfera casi religiosa.
De ahí, pasamos a Freud´s Children (2001-2002), una serie de esculturas blancas formadas por manos y rostros fragmentados en contacto con el agua. “Es un homenaje a la Alhambra. Esta idea de importar el sonido de la naturaleza en nuestro mundo más urbano”, reconoce. Con ellas evoca la psique humana fracturada, la miseria y el trauma, pero también el poder sanador y purificador que emana del agua.
The secret heart (2014), un corazón de bronce pintado de blanco y suspendido en el aire acompañado por un reloj de voces de hombres y mujeres de la ciudad alemana de Augsburgo, es un homenaje al texto Das Geheimherz der Uhr (El corazón secreto del reloj) de Elias Canetti. Justo al lado, los sonidos alemanes se cuelan en las proyecciones de nueve alfabetos, que van apareciendo y desvaneciéndose, sobre un fondo rojo intenso de Il suono del sangue parla la stessa lingua (2004). Con esta obra, pone el foco en la importancia del lenguaje y la palabra, como símbolos de la conexión humana.
En la sala contigua, Plensa explora de nuevo el significado del lenguaje mediante Lilliput (2012-2020), un entramado de nueve figuras y letras realizadas en bronce con acero inoxidable, cuerda y pintura, que dejan ver el espacio interior. Y también con Gluckauf? (2024), 12 cortinas de letras que recrean la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 y que marcan el final de la muestra.
Esta muestra, cuyas 15 obras generan silencio e invitan a recogerse, está concebida para visitarse de forma individual. “Cuando la gente visite la exposición entenderá cuál es mi actitud con el arte y les ayudará a entender mejor mi mundo”, confiesa el autor. El próximo mes de enero, el artista mostrará también sus obras en la galería Senda de Barcelona.