Antes de convertirse en un músico de culto, mucho antes de conmover al mundo con True love will find you in the end y antes de trascender como un músico atormentado, Daniel Johnston (1961-2019) hacía dibujos. El púber Daniel, que había crecido en el seno de una familia fundamentalista cristiana, creaba compulsivamente. Cuando no estaba grabando sus propios cortos en Súper 8, estaba tocando el piano o dibujando. Si se quedaba sin papel, lo hacía en la pared. Llegó incluso a vandalizar la Estatua de la Libertad pintando sobre los muros que la rodean el símbolo cristiano del pez.
Hace ahora una década, la editorial Sexto Piso publicó Daniel Johnston por Daniel Johnston, un libro que recoge más de un centenar de obras firmadas por el músico estadounidense. Se trata de un volumen que reivindica “la importancia determinante de los ‘inadaptados’”, según apuntaba el entonces director del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, Philippe Vergne, en uno de los textos que acompañan a los dibujos. La mayoría de ellos están pintados con rotuladores con trazos poco precisos y están envueltos en una especie de halo infantiloide a la vez que grotesco tras el que se esconde “una sensibilidad desnuda y sofisticada”, según él.
La compilación, que abarca desde sus dibujos de juventud en sus cuadernos escolares hasta sus últimos trabajos a gran escala y en acuarela, es un muestrario de personajes que beben de las tintas de autores como Jack Kirby, Robert Crumb, James Thurber, Carl Narks o Tex Avery. “Daniel incorpora también algunas técnicas de composición del artista del surrealismo Salvador Dalí”, apunta también en el libro Harvey Pekar.