El mercado del arte se ha vuelto loco por este siciliano que lleva años muerto (y nadie sabe por qué)
Por Alberto G. Luna
Salvatore Mangione se ha convertido en uno de los diez artistas de mayor éxito en el mercado mundial del arte contemporáneo, rivalizando con otros como Banksy y Richard Prince en términos de facturación anual en subastas. Sin embargo, lleva años muerto. ¿Por qué este auge ahora?
En su obra maestra Il Mattino, Salvatore Mangione (1947 - 2015), más conocido como Salvo, nos muestra un paisaje marino desperezándose ante el cálido verano. En ella se puede apreciar cómo el sol asciende por el lado izquierdo, envolviéndolo todo en un resplandor dorado y deslumbrante, mientras las copas de los árboles, que parecen nubes, tratan de mantenerse en lo alto. No hay ni rastro de vida humana, lo que permite al espectador conectar con la belleza idílica de esta cautivadora escena.
Il Mattino representa el nacimiento de un nuevo día. Es también el cuadro que ha puesto patas arriba el mercado de este artista y, probablemente, el que mejor represente su trayectoria porque es su pieza más cara —1.115.000 dólares— y porque Salvo, ahí donde lo ven, comenzó su carrera centrándose en la fotografía y en la escultura conceptual influenciado por el Arte Povera. Es decir, que no pintaba. Fue un día cualquiera de 1973 cuando decidió cambiar radicalmente y dedicarse a dibujar paisajes alucinógenos y sobrenaturales. Lienzos sorprendentemente coloridos. Los que precisamente han terminado siendo demandados por numerosos coleccionistas.
“Siempre me ha gustado el aspecto ambiguo de las cosas: la falsa ingenuidad, el falso primitivismo, porque todo lo que es aparentemente inteligente y técnico, lo encuentro aburrido. No deja ningún misterio”, (Salvo).
Salvo se embarcó en una exploración del género paisajístico que duró décadas, lo que le permitió finalmente trascender gracias a sus representaciones vívidas y sobresaturadas, además de a sus colores exuberantes y formas simplificadas que recuerdan a las de Rousseau o Giorgio de Chirico, cuya obra admiraba. "Durante años viajé principalmente en mi imaginación, ya que hubo un período en el que me quedaba mayormente en casa, pero realizaba viajes fantásticos”, decía. Obviamente algunos criticaron su descaro cromático —ya saben, en esta vida siempre hay alguien dispuesto a dar al traste con tus ganas de hacer lo que sea—. ¿Quién era él para enfrentarse a Piero della Francesca?
Pero no le importó. Pintó espacios recordados e imaginados. Ruinas, calles nocturnas o escenas nevadas. Y por supuesto costas bordeadas de árboles y palmeras. Composiciones que implicaban conceptos abstractos como la memoria y el tiempo. La luz impregnaba cada centímetro de sus lienzos correspondiéndose con cada momento del día. Para ello empleaba tonos rosas, amarillos y verdes que de repente se transformaban en púrpuras y naranjas incandescentes. No dejaba nada al azar ni lo trataba de manera superficial.
Antes de 2014 Salvo se encontraba en el puesto 4.409 del ranking mundial de artistas más vendidos. Hoy, diez años después, en el 63. El pasado 2023 sin ir más lejos, su obra Senza titolo, estimada en 65.000 dólares, se colocó por más de 300.000; Prima Primavera, valorada en 60.000, se vendió por 495.000; Il giorno fu pieno di lampi la sera verranno le stelle tasada en 95.000 dólares, se traspasó en Londres por 840.000; e Il Mattino lo reventó en Hong Kong al superar el millón de dólares y alcanzar de esta forma su récord personal. Un cuadro que, por cierto, se subastó en 2009 por poco más de 80.000.
Tratar de averiguar a qué se debe este crecimiento es como querer entender la teoría del cisne negro. Sencillamente el mercado es así. Pero existen ciertos indicios que podrían justificar este repentino incremento. Para empezar, la gestión estratégica de su patrimonio. Desde la muerte de Salvo en 2015, la creación del Archivo Salvo ha jugado un papel crucial en la preservación y promoción de su legado artístico. Desde allí han orquestado varias exposiciones prestigiosas que han despertado un nuevo interés por su obra, particularmente en EEUU y Europa. La galería Gladstone dedicó una muestra a su obra conceptual en Nueva York, mientras que la galería Emmanuel Perrotin rindió homenaje a sus coloridas pinturas en su galería de la Avenue Matignon de París. Las obras de Salvo también fueron expuestas con notable éxito en la galería Mazzoleni de Art Basel Hong Kong, donde casualmente se ha vendido Il Mattino.
Por otra parte, artistas contemporáneos de renombre como Nicolas Party, cuyos cuadros ya han alcanzado en subasta cifras de entre 1 y 7 millones de dólares, y Jonathan Monk incorporan elementos del estilo de Salvo en sus obras, lo que probablemente también haya contribuido a sacarlo de su relativa oscuridad. No es descabellado pensar que este reconocimiento por parte de figuras tan influyentes haya popularizado su estética aumentando de esta forma la demanda y su valor en el mercado.
En cualquier caso, Salvo no ha sido el único artista italiano relacionado con el Arte Povera que se ha revalorizado con el transcurso del tiempo. Francesco Clemente, Mimmo Paladino, Sandro Chia y Enzo Cucchi vivieron incrementos importantes en su día, aunque en menor medida. Entre 1997 y 2002, los dibujos de Alighiero Boetti se dispararon un 697%, mientras que sus tapices ganaron un 312%. El índice de otro miembro del Arte Povera, Giulio Paolini, también se disparó un 114% en 1999.
René Magritte dijo una vez del surrealista Giorgio de Chirico que ofrecía “una nueva visión a través de la cual el espectador reconoce su propio aislamiento y escucha el silencio del mundo”. Algo parecido podría decirse de los paisajes de Salvo. Será interesante comprobar hasta dónde llegan sus precios. De momento, el próximo 25 de septiembre se subasta La Valle en Seúl (Corea del Sur), un óleo valorado en 60.000 dólares. Veremos en qué cifra se fija finalmente el remate.