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La controversia rodea al emblema de los JJOO de París: ¿desde cuándo dejó de molar el grafismo olímpico?

Por Mario Canal

Grand Palais, Paris. Foto: PA News Agency

El logo de los actuales JJOO, que se cambió en medio de la promoción de la competición, ha despertado opiniones enfrentadas en internet. Si desde sus orígenes este emblema estuvo pensado como una aspiración artística, desde hace años lo es puramente comercial.

Es curioso experimentar cómo una imagen puede tomar una u otra forma según le digamos al cerebro lo que está viendo. Por ejemplo, el logotipo de Paris2024. Si nos limitamos al primer impacto, aparentemente se observa una llama olímpica. Pero sus creadores le añadieron un pequeño detalle que descoloca al espectador. Por momentos parece ser la base del pebetero sobre la que se eleva el fuego sacro que surge cada cuatro años de la ciudad griega de Olimpia. En otros, los labios de una mujer. Ahora ves una llama olímpica, ahora un rostro femenino. Ahora ves una llama olímpica, ahora el logotipo de una peluquería o un centro de estética. Ahora ves una llama olímpica, ahora un primer plano del rostro de María Medeiros. Los memes son infinitos.

El psicólogo danés Edgar Rubin desarrolló en torno a 1915 la teoría de la percepción multiestable, que explica la visión doble de una misma imagen según carguemos la atención en uno u otro lado. Uno de los ejemplos más conocidos de esta ilusión óptica es la de una copa que está formada por dos rostros de perfil. Si nos fijamos en el vacío que dejan los rostros, vemos una copa. Si el cerebro pone su atención en los laterales, vemos el rostro de dos hombres. Pues bien, la aplicación de esta fórmula visual al dichoso logotipo ha terminado convirtiéndose en un auténtico cachondeo.

Muchos han hecho bromas sobre la cualidad naif del nuevo logo. Otros han criticado que, en medio de la promoción de la competición, se cambiase el original por otro totalmente nuevo. El resto de críticas simplemente se ha centrado en el juego óptico al que invita.

La organización de París2024 ha justificado este efecto argumentando que la mujer que surge entre capas de cabello es Marianne, el símbolo de la República de Francia. El ideal de la libertad, la igualdad y la fraternidad está presente en multitud de cuadros y esculturas públicas a lo largo del país. Además, incide en el perfil femenino y feminista de estos juegos, en los que por primera vez la paridad entre deportistas de ambos sexos es total. Pues bien, ni siquiera estas loables explicaciones han detenido el caudal de críticas que despierta el emblema. Pero lo cierto es que no es el primero en hacerlo. ¿En qué momento dejaron de molar visualmente los JJOO?

HASTA 1996

LOGO JJOO ÁMSTERDAM 1928 (Verano)

LOGO JJOO TOKYO 1964 (Verano)

LOGO JJOO MÉXICO 1968 (Verano)

LOGO JJOO BARCELONA 1992 (Verano)

LOGO JJOO ATLANTA 1996 (Verano)

DESDE 1996

LOGO JJOO NAGANO 1998 (INVIERNO)

LOGO JJOO SYDNEY 2000 (Verano)

LOGO JJOO TURÍN 2006 (INVIERNO)

LOGO JJOO RÍO 2016 (Verano)

LOGO JJOO BEIJING 2022 (INVIERNO)

Tras Atlanta 1996, los Juegos dejaron de ser un evento social de carácter eminentemente deportivo para convertirse en una insaciable máquina de hacer dinero. El diseño ya no era una aspiración artística sino puramente comercial, en el que se supeditaba la calidad al interés de los sponsors y el merchandising.

Desde su recuperación por el Barón de Coubertain en 1896, los JJOO han adoptado una estética que se correspondía con la de su tiempo. Hasta los años sesenta había una cierta inocencia gráfica. Los diseños eran eminentemente figurativos, incorporando incluso texto, y se solían centrar en algún icono de la ciudad donde se celebraban.

Los de Ámsterdam en 1928 por ejemplo tenían una clara influencia de De Stijl, el movimiento artístico rupturista que precedió a la Bauhaus. Por su parte, en los de México 68 el espíritu del tiempo artístico se sintetizó verdaderamente en su logotipo. Aunque este podría haber necesitado un poco de depuración, su creador Lance Wyman –también se acredita al mexicano Eduardo Terrazas en este trabajo– se inspiró en la tipografía de los Huichol, pero llevada al extremo Op-Art psicodélico. Este diseño sigue siendo un referente absoluto en cuanto a calidad gráfica y tanto el logo como los diferentes pósters forman parte de la colección del MOMA.

Munich 72 siguió la estela óptica de México con un diseño espiral sencillo y de gran impacto creado por Otl Aicher. Muchos regresaron a él por cierto, cuando fue presentado el logotipo de Tokyo 2020, apuntando a la gran semejanza entre uno y otro. Cuatro años después, le llegaría el turno a la ciudad canadiense de Montreal, cuyo logo suele pasar desapercibido quizás por su discreción y la lectura inmediata de su voluntad –convertir los aros superiores del símbolo olímpico en la inicial de la ciudad, así como en el podio olímpico– pero precisamente ese trabajo de integración merece una atención particular. El póster olímpico también tiene un gran impacto desde la simplicidad, y el diseño de la mascota –una marmota, ejemplo de paciencia y esfuerzo– es un trabajo muy logrado. Todo fue obra de George Huel y su equipo, un magnífico diseñador gráfico que estuvo detrás de la imagen que representó a la Exposición Universal de 1967, celebrada en la misma ciudad.

Los dos logos contrapuestos y el supuesto tongo de Coca-Cola

La Guerra Fría, el enfrentamiento entre dos mundos opuestos y hostiles entre sí, se ve perfectamente en la manera con la que Moscú en 1980 y Los Ángeles en 1984 desarrollaron la imagen gráfica de sus olimpiadas. Por un lado, los juegos comunistas tuvieron una imagen acorde a la estética dura de su régimen. En los más de quinientas páginas que tiene el libro de estilo de Moscú80 creado por Vladimir Arsentyev, se declinan todas las posibles variantes de una familia visual cuyo logo asemeja a los siete principales rascacielos que tenía la ciudad, de estilo entre barroco oscuro y gótico estalinista.

Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984
Juegos Olímpicos de Moscú 1980

Por su parte, Los Ángeles tuvo un diseño espontáneo, optimista, fresco y desenfadado. Muy capitalista. Jon Jerde, Deborah Sussman y Paul Prezja fueron los responsables de la comunicación visual de los primeros financiados íntegramente de forma privada. O dicho de otra forma, con sponsors. Coca Cola, Fuji Film y los derechos de retransmisión convirtieron estos juegos en los primeros con superávit: 250 millones de dólares.

Cuatro años después, Atlanta fue designada bajo una lluvia de acusaciones de tongo, basadas en que Coca-Cola -cuya sede central está en esa ciudad– habría influido decisivamente para que se celebraran allí en lugar de en Grecia, justo en el año que se cumplían cien años desde el renacimiento de los juegos.

Puede que los últimos diseños realmente innovadores a nivel artístico fueran los de Barcelona, con un trabajo realmente original por parte de Javier Mariscal, aunque el logo de inspiración mironiana fue de Josep María Trias. Desde entonces, los logos son amables, para todos los públicos. Alegres, seductores, fáciles. Quizás incluso las nuevas herramientas del diseño gráfico pueden ser la causa de esta estética convencional y también errática, sin un criterio artístico. Existen excepciones, como en todo, como por ejemplo Londres 2012 –creado por la agencia Wolf Ollins– que fue bastante disruptiva y ganó con el paso del tiempo. Otras otras como Río2016 o Beijing2008 es preferible olvidarlas. En cualquier caso, el símbolo principal de estos juegos quedará para la historia, mirándonos de frente con una sonrisa tan enigmática como la de la Gioconda, aunque con un corte de pelo parecido al de María de Medeiros.