Exposiciones

Erwin Olaf y el problema de los tres cuerpos

Por Sofia Guardiola

Erwin Olaf, 11.05 am de la serie April Fool 2020, 2020 © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS

El fotógrafo holandés fallecido en 2023 protagoniza la exposición ‘Narrativas de emancipación, deseo e intimidad’, en la que se abordan todas sus inquietudes: del sexo a la soledad pasando por la ecología o la crítica al consumismo.

Si, en cierta medida, todas las fotografías funcionan como herramienta para contar historias. Las de Erwin Olaf son extraordinarias narradoras. El artista escenifica sus composiciones como si fuese un cineasta, pero contando con una desventaja con respecto a estos últimos: sus actores están inmóviles. Su cámara congela un único instante e, incluso así, no necesita secuencialidad para que nuestra mente construya una narrativa alrededor de ellas, completando los huecos, interpretando lo que no resulta evidente, imaginando lo que ha sucedido antes y lo que ocurrirá después.

Con esta habilidad, Erwin Olaf abordó algunos de los males de nuestra época, explicó sus obsesiones, desarrolló los temas que le interesaban especialmente y se forjó un estilo propio en el que destacan las potentes atmósferas de sus imágenes.

Ahora, unos meses después de su muerte, PhotoEspaña organiza en el Centro Cultural Fernando Fernán Gómez una amplia muestra de su trabajo, en la que se abordan tres de los ejes principales de su carrera: la emancipación (cuerpo político), el deseo (cuerpo sensual) y la intimidad (cuerpo afectivo).

Erwin Olaf, The Kite, de la serie Palm Springs, 2018, © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS
Erwin Olaf, 9:50 am  de la serie April Fool 2020, 2020 © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS

Autorretratos tristes y críticas al consumismo

No obstante, antes de profundizar en sus inquietudes, la muestra nos ofrece la posibilidad de conocer mejor al artista, de explorar tanto su faceta técnica como su visión de sí mismo a través de una treintena de autorretratos. En ellos, Olaf se transforma en una especie de mimo triste, con la cara pintada de blanco y un gorro blanco con forma de cucurucho de grandes dimensiones. A pesar de que esta estética parezca burlona y cómica, las imágenes resultan desoladoras. El contraste entre aquello que debería ser alegre (un mimo, un disfraz) y la soledad que denotan estos retratos hace que expresen tristeza con una fuerza aún mayor.

Sobre el sujeto político, Olaf aborda distintas causas relacionadas con el activismo, haciendo hincapié en la ecología. Sin duda, se trata de la faceta menos conocida del autor en nuestro país. Sin embargo, fue muy importante en su producción de juventud. En la serie con la que saltó a la fama, Chessmen (1988) ya mostraba algunas de las preocupaciones que marcarían el cuerpo político de su trabajo: la violencia y la falta de libertad a la que nos somete la sociedad de consumo en la que vivimos.

Esto resulta paradójico, por supuesto, viniendo de un fotógrafo que siempre ha combinado el trabajo de autor con el comercial, afirmando que en cada uno de ellos desarrollaba facetas distintas de su yo creador, y que por eso no quería renunciar a ninguna de las dos vertientes.

Erwin Olaf, Masonic Lodge, Dahlem, de la serie Berlín, 2012 © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS

Perversión y aislamiento

En cuanto al deseo, Olaf investiga la sensualidad, la sexualidad explícita y toda la escala de grises que existen entre un término y el otro. De un modo estético y casi festivo, el fotógrafo homenajea el cuerpo humano, lo celebra, en ocasiones; mientras que en otras crea escenas algo más oscuras y perversas. Muestra a personajes que exhiben sus filias como si no supieran que hay alguien mirando.

En una de sus instantáneas, por ejemplo, tomada desde el umbral de una puerta, cumplimos la función de voyeurs de una pareja. Ella, completamente vestida, se encuentra frente a un sillón, a unos metros de distancia de él. En el asiento, aunque no veamos más que su cuerpo parcialmente, advertimos a un hombre en ropa interior contemplando a la mujer. No podemos ver su rostro, y sin embargo lo imaginamos libidinoso, casi hambriento, ante lo que contempla. En contraste, la mujer no parece sentirse expuesta ni cohibida, sino empoderada. Casi parece enfrentarse al hombre en silencio, con la calma y la dignidad más absolutas. Con esta imagen, que parece más bien un fotograma, nuestra imaginación vuela, invitándonos a reflexionar sobre los cuerpos de los protagonistas, sus deseos, la implicación sexual de sus poses y de sus actitudes.

Erwin Olaf, Du Mansion, The Parting de la serie Shanghai, 2017 © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS
Erwin Olaf, American Dream, Self-Portrait with Alex 1, de la serie Palm Springs,2018 © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS
Erwin Olaf, Separation 1, de la serie Separation, 2003 © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS
Erwin Olaf, 11.30 amde la serie April Fool 2020, 2020 © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS
Erwin Olaf, Auf dem See de la serie Im Wald, 2020 © ERWIN OLAF, COURTESY STUDIO ERWIN OLAF / GALERIE RON MANDOS

Por último, el cuerpo afectivo y la intimidad se abordan en la muestra con fotografías que exudan soledad, aislamiento, tristeza o decepción. Un hombre con camisa y pajarita desabrochada, gin tonic en mano, se encuentra frente a una piscina en la que hay un hombre más joven, con el cuerpo tonificado y un bañador. Ambos se miran frente a frente. La sensación es la de que el tiempo se ha detenido entre ellos, y la de que compartían un vínculo que se ha roto de forma irremediable.

En diversas ocasiones, Olaf hizo alusión al hecho de que concebía su carrera fotográfica como un diario. Como todos los jóvenes, se preocupó en un primer momento por el cuerpo, la sexualidad y el idealismo, pensando tal vez que con sus fotos podría cambiar el mundo. Con el paso de los años, su estética comenzó a reflejar hastío, necesidad de introspección e interés en abordar la soledad y el aislamiento. Resulta inevitable, al entender su obra como un camino vital, preguntarnos cuál hubiese sido su siguiente preocupación fotográfica de no haber fallecido a los 64 años.