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¿SENSACIONALISMO O ARTE?: LA FOTO DEL SUICIDIO QUE OCUPÓ LA PORTADA (ENTERA) DE UNA REVISTA

Por Romina Vallés

Portada de la revista ‘Life’ del 12 de mayo de 1947, con la imagen de la joven, ya muerta, que acaba de saltar desde el mirador del Empire State 

En 1947, la revista ‘Life’ dedicó su cubierta a una joven que se lanzó desde la terraza del Empire State Building y quedó estéticamente colocada sobre un coche aparcado. La foto se convirtió en un icono. ¿Estuvo (y está) justificado publicar la fotografía de un suicidio?

12 de mayo de 1947 por la mañana. Amanece en Nueva York y comienzan a llegar a los kioskos los periódicos y las revistas del día. Una portada destaca entre la infinidad de letras y el blanco y el negro de los rotativos. Es la de la revista Life, un referente del fotoperiodismo del momento. En ella aparece una peculiar y bella fotografía de una joven elegantemente vestida, tumbada boca arriba, como dormida, sobre un coche. No es lo que parece.

La chica, que está con los ojos cerrados, se agarra con una de las manos, enguantadas, el collar de perlas que luce. Sus piernas se cruzan a la altura de los tobillos. Su expresión facial es relajada. Sin embargo, al fijarnos bien, hay algunos detalles que desentonan: no lleva zapatos, sus medias están rasgadas y el techo del vehículo, hundido. El texto junto a la foto acabará de confirmar nuestras peores sospechas: “A los pies del Empire State Building, el cuerpo de Evelyn McHale reposa en calma sobre un ataúd grotesco, incrustado en el techo de un coche”.

Mirador del Empire State Building desde el que saltó Evelyn McHale

Exactamente cuatro minutos antes de la instantánea, tomada unos días antes, el 1 de mayo, Evelyn, de 23 años, decidía lanzarse de la terraza del Empire State. Pese al impacto, desde 340 metros, el cuerpo quedó superficialmente intacto. Un estudiante de fotografía que pasaba por la calle 33, Robert C. Wiles, de 21 años, oyó el estruendo y se acercó al tumulto que se había formado alrededor de una limusina de las Naciones Unidas allí estacionada. Sin titubear, sacó su cámara y disparó varias fotos. En el abrigo de la joven, encontrado en el mirador junto con un estuche de maquillaje y fotos familiares, había una nota de despedida.

‘Life’: desde las memorias de Truman hasta la foto de un enano a tamaño real

Tras unos días de debate, El suicidio más hermoso es la imagen elegida por el consejo editorial de Life para representar La foto de la semana, no sin ser criticada por muchos como sensacionalista y morbosa. La revista es tan prestigiosa que Ernest Hemingway publicará en ella ‘El viejo y el mar’ por primera vez y el presidente Harry S. Truman expondrá sus memorias. La revista incluirá algunas de las fotografías más conocidas del siglo XX, como la del desembarco de Normandía de Robert Capa; la de un marinero besando a una mujer en Times Square el día del fin de la Segunda Guerra Mundial o la del público en un cine viendo una de las primeras películas con gafas en 3D en 1952.

De un “sensacionalismo respetable”, como la calificaba la exposición retrospectiva que tuvo lugar en 2020 en el Museo de Bellas Artes de Boston, Life dominará el mercado estadounidense del mass media antes de la aparición de la televisión y hasta entrados los 60. Semanalmente, llegará a una cuarta parte de la población estadounidense: cada número será todo un acontecimiento. Aunque a su fundador, Henry Luce, su obsesión por impactar con la imagen le llevará a publicar, más de una vez, fotografías perturbadoras, como el retrato a doble página de un enano a tamaño real (que, por cierto, era madrileño y se llamaba Pablo del Río); una decapitación en China; negros azotados acompañados de textos racistas, o imágenes de muertos de guerra.

‘El rostro de la muerte’, de Ralph Morse, publicada en ‘Life’ en 1943 mostraba una cabeza japonesa quemada y cortada, apoyada en un tanque japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
La revista también publicó ‘El asesinato de Robert Kennedy’ ,de Bill Eppridge, 1968.
‘Tres estadounidenses muertos’ a manos de los japoneses, de George Strock, 1943, en ‘Life’.

¿Tabú o información de servicio?

Actualmente, ver fotografías en los medios de muertos y heridos en conflictos bélicos o atentados no es inusual. Tras el 11-M, varios periódicos publicaron imágenes donde se reconocía perfectamente a varias víctimas mortales y las cámaras de algunas televisiones apuntaron directamente (y haciendo ‘zoom’) a ellas, algo que expertos en ética y deontología, como David Álvarez, profesor de Ética y deontología profesional de la UCM, califica de “morboso y exceso innecesario”.

Sin embargo, las imágenes de la muerte podrían estar justificadas bajo una buena praxis. “Al inicio de la guerra de Ucrania, The New York Times tuvo un debate sobre si publicaba la imagen de una madre y sus dos hijos, muertos por un obús. Decidió publicarla, pero humanizándola, contando la historia de las víctimas. Imágenes como estas, como las de la guerra de Bosnia, los niños del napalm de Vietnam o las del del conflicto entre Israel y Palestina, si están bien explicadas, son un vehículo para mostrar al mundo las barbaries que se cometen, fomentar la solidaridad con las víctimas y poner fin a esos conflictos”, explica Josep Carles Rius, presidente del Consell de la informació de Catalunya, organismo que vela por el cumplimiento de su código deontológico.

Y publicar un suicidio, ¿está justificado? “Un muerto de la guerra y un suicidio no son iguales, porque el segundo atenta directamente contra la intimidad de una persona que ha tomado la decisión más dramática de su vida”, matiza Rius. “No hace muchos años tuvimos que intervenir, porque un medio local de una pequeña población publicó el suicidio de una chica que se lanzó al tren, con nombre y apellidos, y el impacto en su entorno fue devastador. Sí se debe hablar del suicidio globalmente, explicándolo correctamente, como el que está ligado a los desahucios o el de los jóvenes, ya que es la primera causa de muerte en estos”, apunta Rius.

Existe unanimidad entre los códigos deontológicos europeos y extranjeros, incluso recomendaciones de la OMS para tratar el suicidio en medios. Según diversos estudios, los medios de comunicación pueden desencadenar una conducta suicida si la información no se transmite de forma adecuada. Es el denominado efecto Werther, que acuñó el sociólogo David Phillips al comprobar que el número de suicidios entre 1947 y 1968 se incrementaba en todo Estados Unidos al mes siguiente de que The New York Times publicara en portada alguna noticia de suicidios. Pero los medios pueden ayudar también a prevenir la conducta suicida si la información se da correctamente. “Hay que romper el tabú del suicidio e informar con responsabilidad. Sólo dar detalles relevantes, nunca imágenes de los protagonistas, y ofrecer ayuda por si alguien se siente superado, teléfonos, por ejemplo”, añade David Álvarez.

La imagen de Evelyn, por su belleza, nos podría recordar a la de ‘Ofelia’ de John Everett Millais (1852).

Hoy sería impensable que un medio publicara una foto como la de Evelyn McHale, pero también es verdad que en ella no hallamos dolor ni espanto, sino una belleza que nos recuerda a la Ofelia, de John Everett Millais y por eso se ha convertido en una imagen eterna, elevada, como exponía en 2014 el periodista Ben Cosgrove, de la revista Time, que aún se preguntaba “cómo una sola fotografía de una mujer muerta puede parecer tan técnicamente rica, visualmente convincente y, hay que decirlo, tan francamente hermosa tantos años después de haber sido tomada”. Y por eso ha sido también elevada a la categoría de arte.

‘Suicide (Fallen Body)’, de Andy Warhol (1962)
Portada del disco ‘Gilt’ de Machines of Loving Grace (1995).

70 años después, Andy Warhol se apropió de la foto de Evelyn para crear una serie llamada ‘Suicide (Fallen Body)’. Después, ha inspirado portadas de álbumes musicales, como la del disco ‘Gilt’ de Machines of Loving Grace; ha sido parte de una campaña publicitaria para Giorgio Armani, que recreó la escena con la actriz Drew Barrymore, y portada (una recreación) de la revista GQ. Incluso Taylor Swift cae sobre un coche cual Evelyn McHale en uno de sus videoclips.

Campaña publicitaria para Neiman Marcus, Giorgio Armani y Norma Jean Roy, que recrearon la escena del suicidio con Drew Barrymore.
Taylor Swift reposa sobre un coche como Evelyn McHale en su videoclip ‘Bad Blood’.

Detrás de la controvertida fotografía está la historia de una chica californiana que se iba a casar y que, tras celebrar el cumpleaños de su prometido, compró un billete para subir al mirador del Empire State. Y saltó dejando esta nota en su abrigo (que cada uno se posicione):

“No quiero que nadie dentro o fuera de mi familia vea parte alguna de mí. ¿Podrían destruir mi cuerpo incinerándolo? Les ruego que no me hagan ningún funeral o ceremonia. Mi novio me pidió que nos casáramos en junio. No creo que pueda ser una buena esposa para nadie. Él estará mucho mejor sin mí. Díganle a mi padre que tengo muchas de las tendencias de mi madre”.