Protagonistas

Iwan Baan: “Hay arquitectura en lo que la gente construye por sí misma, sin necesidad de arquitectos”

Por Pilar Gómez Rodríguez

Iwan Baan @ Jonas Eriksson

La fotografía de arquitectura no es lo que era desde que llegó Iwan Baan a romper el molde de las imágenes rígidas y perfectas de los edificios. ¿Qué es lo que hizo y cómo lo hizo? La exposición Moments in Architecture, del Vitra Design Museum, llega al Museo ICO de Madrid el 6 de junio y trae respuestas.

Tampoco fue hace tanto cuando abrías una revista de arquitectura y allí siempre era invierno. Casas fantásticas, todas rectangulares, y ni el más mínimo signo de vida en ellas; te podían dejar con la boca abierta, pero hacía allí más frío que en una morgue. Tuvo que venir alguien desde fuera para decir que igual aquello tenía remedio y los edificios, y las formas de construir, se podían parecer un poquito más a la vida que acogían, pues para eso al final es para lo que se erigían, ¿no? Ese alguien se llama Iwan Baan y lleva dos décadas dándole una vuelta a la fotografía de arquitectura. Puede que Rem Koolhaas lo descubriera, pero entonces la arquitectura lo descubrió a él.

Lo quieren en su equipo los estudios más potentes (Herzog & de Meuron, Francis Kéré, Sou Fujimoto, Tatiana Bilbao, Diller Scofidio + Renfro, SANAA, Toyo Ito…) pero él también quiere otras cosas y se interesa por el desarrollo de comunidades y de ciudades. Junto con los hitos que marcan la historia de la arquitectura contemporánea, su trabajo fotografía y documenta el auge y la decadencia del ámbito de la construcción, el aumento de la densidad de la población, los desarrollos urbanos y las historias personales de quienes los construyen y los habitan. El próximo mes de junio una amplia retrospectiva organizada por el Vitra Design Museum recala en Madrid, en el Museo ICO y en el marco de PhotoEspaña 2024. Se titula Moments in Architecture, le acompaña un completo catálogo, y en ella Baan despliega sus facetas como multidisciplinar cronista de los espacios urbanos.

¿Es entonces algo así como un periodista, un sociólogo visual, además de un fotógrafo de arquitectura? Se lo preguntamos y responde, pero empieza por el final: “Oh, por favor, no me llames fotógrafo de arquitectura”. Iwan Baan siempre sorprende. Iwan Baan nunca defrauda.

C

¿Por qué cree que lo buscan los grandes nombres y los grandes estudios de la arquitectura o, de otra manera, qué tiene o qué aporta usted que los otros fotógrafos no?

La gente del mundo de la arquitectura a menudo no se da cuenta de que la mayor parte de la fotografía arquitectónica tiende a centrarse en los edificios en sí, como si siempre fueran sus detalles o los materiales los que transmiten el mensaje del arquitecto, pero sin abarcar el contexto, el lugar, la gente, el uso... Para mí, la fotografía siempre ha sido un medio, una especie de vehículo para adentrarme en mundos diferentes a los que, en realidad, no pertenezco. Justo por eso puedo descubrir una visión diferente de estos mundos para que la gente ―que tampoco los conoce― llegue a conocerlos. Y eso se debe seguramente a mi trabajo documental, en el que trataba de contar la historia visual de un lugar; lo que la gente hace allí, cómo se adueña de un paisaje, de un contexto urbano… Mucha de la fotografía de arquitectura, especialmente hasta los primeros años del siglo, se centraba exclusivamente en los edificios, los detalles y todavía lo hace. Yo no, así que no, no me llames fotógrafo de arquitectura, por favor, porque pienso que los proyectos deben tener muchas otras capas, además de la arquitectónica, para construir una historia interesante y para mí eso es lo más importante.

Y, de hecho, al hablar de su trabajo se recurre, en muchas ocasiones, a la importancia del relato, de contar una historia… ¿Es usted un periodista además de un fotógrafo?

Yo diría que el periodismo se ocupa con frecuencia de lo puramente noticiable. Por supuesto que, a veces ocurre, la fotografía también lo trata, pero para mí esta tiene más que ver con descubrir otras lecturas. A veces, tiempo después, vuelvo a un lugar donde he trabajado, a un proyecto que he retratado. Las ciudades muestran mucho más el paso del tiempo en estos lugares. Siguen contando una historia sobre arquitectura, pero donde esta reside, en realidad, es en el trasfondo de la ciudad, en su vida cotidiana: también hay arquitectura en los lugares que la gente construye por sí misma, sin necesidad de arquitectos.

Cuenta usted en la web que su abuela le regaló una cámara cuando tenía doce años y luego estudió fotografía… ¿Cuándo o cómo supo que se dedicaría profesionalmente a ello, que haría su vida detrás o alrededor de la cámara?

Sí, fue muy pronto, de niño, cuando me regalaron la primera cámara, y me enganché. Antes, siempre estaba dibujando y pintando, pero la cámara era un método más rápido para llevar mis ideas a la mesa. Y una excusa que, de alguna manera me permitía ponerme en situaciones que no tenían que ver conmigo, que realmente no me pertenecían. Esto fue todo un descubrimiento. Suponía una manera de azuzar mi curiosidad y satisfacerla. La arquitectura lo llevó un paso más allá, donde, sí, yo podría saltar a todos estos mundos tan diferentes y descubrir un montón de cosas.

Y también fue decisivo que Rem Koolhaas se cruzara en su camino. ¿Qué significó para su trayectoria?

Bueno yo llevaba seis años fuera de la escuela de arte haciendo un montón de cosas diferentes, entre las que se incluía el trabajo documental, y buscaba qué quería hacer realmente y qué tipo de historias visuales podía contar a través de la fotografía. Fue una coincidencia que conociera entonces a Rem Koolhaas en 2004 y para mí, una especie de epifanía, un momento en el tiempo en el que, de repente, muchas cosas encajaron. Yo no tenía ni idea sobre arquitectura por aquel entonces y quedé totalmente fascinado por su estudio, lo que estaba haciendo y saliendo de allí… Y él creo que vio algo en mi trabajo distinto.

Era un momento importante también para el estudio. Acababa de terminar cuatro de sus principales proyectos: la Biblioteca Pública de Seattle, el IIT (Illinois Institute of Technology) en Chicago, la Casa da Música en Oporto y la embajada de Holanda en Berlín. Todos ellos eran realmente únicos, tanto por su uso, como por las nuevas formas y, además, estaban inmersos en circunstancias extraordinarias en las ciudades donde se ubicaban. Así que en cierto modo todo aquello se unió en un solo proyecto que podía continuar porque, de pronto, Rem me estaba pidiendo que volara al día siguiente a Chicago para fotografiar el IIT. Alucinante.

Al mismo tiempo, en 2004, fue el inicio de la construcción de la torre de CCTV en Pekín y le propuse empezar a documentar los siguientes tres, cuatro años, que se había previsto que llevaría la construcción. Sentí que podría ser una historia interesante que no solo reflejaba cómo un proyecto tan extraordinario sería construido, sino también como China estaba en un cambio radical de urbanización masiva. La ciudad cambiaba literalmente de la noche a la mañana. En esa época viajaba cada cuatro o seis semanas y veía cómo los edificios se levantaban en una semana, otros eran derribados… La torre de la CCTV era una obra gigantesca en la que trabajaban unas 10.000 personas al mismo tiempo. Y no solo trabajaban allí, sino que todos los migrantes o desplazados que venían de fuera vivían en ese mismo sitio de construcción. Era así una especie de ciudad efímera. Así que mi trabajo no solo recogía la historia del edificio, sino también de todas las comunidades surgidas a su alrededor. Al final se trata de un proyecto que aún no he terminado, ya que la construcción duró muchos años más y el lugar sigue inmerso en el cambio.

Ahora que le llueven los encargos, ¿qué tiene que tener una propuesta para que usted la acepte?

Creo que la arquitectura es fascinante, pero la veo como un outsider, alguien extraño, ajeno a su mundo. Un edificio puede ser magnífico, pero a veces la pura yuxtaposición con el entorno hace descubrir nuevas formas o usos que conducen a otro nivel, otras capas y otras historias. Para mí todas estas otras capas de contexto, el lugar, las circunstancias, las personas, son igualmente importantes y determinan si acepto o no un encargo.

¿Qué pretende captar cuando fotografía arquitectura? ¿Y cuando no fotografía arquitectura?

Quizás la vida de las comunidades que rodean al edificio. Eso es importante, sin duda. Y también lo es para mí, que sigo intentando buscar sentido a estas cosas. Intento preguntarme en cada proyecto por qué está ahí y no en otro lugar del mundo. ¿Qué hace la gente allí? ¿Qué lo diferencia de otros? ¿Cuáles serán los efectos posteriores de este proyecto en una ciudad? Me pregunto por los cambios y por la respuesta de la gente.

En la actualidad todo mi trabajo gira en torno al entorno construido, en todas sus formas: desde la arquitectura más innovadora y vanguardista hasta los proyectos de autoconstrucción por pura necesidad. Siempre he tenido un profundo interés en las formas tradicionales de construcción basadas en lo que hay a mano, en el suelo, en el entorno, etc. Este tipo de arquitectura es también una parte importante de mi trabajo. Así que creo que, al final, todos los proyectos los abordo de la misma manera, haciéndome las mismas preguntas sobre qué es lo que los hace relevantes, cómo puedo hacer que lo visual sea legible para un público que no ha estado allí y, por supuesto, añadiendo el momento personal, específico, en el que estaba allí. Todo esto es lo que trato de mostrar y que, a veces, se escapa a los arquitectos. Ellos son grandes fanáticos del control, pero no pueden controlar este tipo de cosas, no pueden controlar la vida, lo que ocurre una vez se ha inaugurado un edificio ha abierto, la gente que lo ocupa… Ahí es donde muchas historias interesantes comienzan a surgir.

¿Ha llorado alguna vez al hacer una foto? ¿Qué es lo más extremo que ha sentido detrás de la cámara?

Siempre me sorprenden, me sobrecogen, esos lugares donde la gente consigue hacer las cosas más elaboradas e increíbles con el mínimo, apenas sin recursos. Pienso, por ejemplo, en la Torre David, en Venezuela, Caracas. Una torre de oficinas que nunca se terminó, una obra en construcción que la gente ocupó y se acabó convirtiendo en toda una ciudad vertical. Algo increíble en un lugar como Venezuela, uno de los países más pobres y con una enorme crisis. Allí donde la gente no tiene absolutamente nada, todavía es capaz de soñar con lugares increíbles y hacerlo realidad. Ser capaz de ver, vivir y documentar eso fue profundamente gratificante.

Y lo mismo ocurre cuando se está delante de un edificio de diseño como la torre CCTV de Pekín, en la que a lo largo de los años probablemente colaboraron cientos y miles de personas. Hizo falta un gran esfuerzo para levantar algo así, y eso también es asombroso. Es inspirador.

Y ahora que su trabajo está expuesto, ¿cómo se siente, ya que usted suele quedar detrás de la cámara?

Me siento más cómodo detrás de la cámara. Pero también una retrospectiva de estas características brinda una oportunidad maravillosa. Por supuesto, anteriormente había hecho algunas exposiciones, pero siempre sobre un tema en particular, un edificio, un sitio… En este caso tuve la oportunidad de volver a distintos aspectos de mi trabajo y obtener una visión de conjunto. Lo que espero es poder transmitir a los visitantes que todos estos proyectos se abordan exactamente de la misma manera: mostrar cómo vive la gente, cómo se crea un entorno para sí misma, cómo cambia todo y cómo se puede ser muy preciso, con o sin arquitectos. De repente, poder contemplar todo eso junto, creo que es probablemente lo que más impacta. Y ver todos estos mundos juntos es lo más importante para mí.

Así que el hecho de tener delante de sus ojos los resultados de su trabajo durante años, ¿le permitió aprender algo sobre usted, sobre su trabajo?

Me permitió recuperar el enfoque personal desde el que fotografié cada proyecto y que reúne ese momento específico en el tiempo y las circunstancias particulares. La fotografía tradicional de arquitectura a menudo desecha esto y espera la hora del cielo más azul, la puesta de sol perfecta, el buen tiempo, y todo este tipo de cosas que son mucho menos importantes para mí. A mí me vale cualquier tipo de condición para experimentar estos edificios. No hace falta una luz perfecta: algunos se ven muy bien bajo la lluvia o con un tiempo horrible. Yo trato de reunir estos aspectos en una historia. También son importantes. Añaden una capa más, una lectura más en una fotografía.

Eso lo llevo un paso más allá en la fotografía aérea, que es también una parte importante de mi lenguaje visual. A veces retrato los edificios muy de cerca, muy desde el punto de vista de las personas que los utilizan y que están realmente inmersas en ello. Pero, otras veces, cuando te alejas, cuando los ves a vista de pájaro y los muestras cada vez más lejos, es cuando se empieza a enfatizar toda la estratificación del tiempo en una ciudad; ahí es donde se deja ver cómo se construye una ciudad, y cuál es la relevancia del proyecto. Y a veces este se muestra como un pequeño píxel en el gran cuadro que compone la ciudad, pero, para mí, esta vista puede realmente explicar un proyecto y un lugar de una manera completamente diferente. Y esa es siempre una parte importante de mi trabajo como fotógrafo: descubrir una nueva forma de ver los lugares, lugares que, a veces la gente conoce desde hace años, pero intentando siempre desvelar una capa diferente.