Arquitectura & Diseño [Interiores]

La Casa Antler: un rompecabezas de madera oculto en un bosque de los Hamptons

Por Elvira Sáez Saiz

© Ashol Sinha

Su geometría excéntrica y su estética rústica hacen de ella toda una ‘rara avis’ en una zona dominada por las casas de veraneo clásicas y rimbombantes. Hasta su ubicación, alejada de la costa, la distingue. Edificada por Andrew Geller en los años 60 es, probablemente, una de las obras más escultóricas del considerado “arquitecto de la felicidad”. Nos adentramos en ella aprovechando que acaba de ser puesta a la venta.

La Casa Antler fue construida en 1968, cuando Andrew Geller (1924-2011) ya contaba con una trayectoria considerable y varias de sus peculiares casas salpicaban el paisaje de los Hamptons (Nueva York) como Pearlroth y Lynn, ambas en West Hampton Beach o Hunt House en Fire Island. El arquitecto ganó fama por las peculiares estructuras de madera de sus viviendas, que desafiaban las formas tradicionales, convirtiéndose en un icono del modernismo norteamericano.

“Estas casas son para jugar, así que puedes hacer cosas divertidas con ellas”, expresó el arquitecto sobre ellas. Un juego que, en la mayoría de los casos, también involucraba a los espectadores de las mismas, pues estaban ubicadas en zonas bastante transitadas. Sin embargo, no fue así para Antler, cuyo diseño se planificó en un área boscosa de 42 hectáreas alejada de los veraneantes neoyorquinos. A pesar del gran tamaño del terreno, la casa tiene unas dimensiones moderadas, de 335 metros, pues Geller consideraba que era necesario mantener el equilibrio entre el espacio circundante y la vivienda. “Solo se debe utilizar un 20% del terreno de construcción”, defendía.

Como era habitual en sus construcciones, Geller eligió la madera como material principal para la vivienda, junto a la pizarra para el tejado. Si nos centramos en su forma y nos guiamos por las estructuras tradicionales, la casa parece no estar finalizada o distribuida incorrectamente, como si se tratara de un rompecabezas pendiente de resolver. Pero ese es, precisamente, el resultado que quería conseguir el arquitecto, una casa alejada de lo común que sorprendiera a sus habitantes tanto por fuera como por dentro. Y es que, gracias a la forma exterior, consiguió que las diferentes estancias fueran mucho más especiales como el salón, con ventanas ‘al revés’ tipo ojo de búho -uno de las características más icónicas de la casa- que protagonizan la estancia integrando el bosque con la misma o el dormitorio abuhardillado. En su interior la configuración también parece ir al contrario que en el resto de casas, porque en la planta baja se sitúan los dormitorios y en la superior, las zonas comunes como el salón o la cocina.

© Ashol Sinha
© Ashol Sinha

Pero Antler no siempre se mantuvo así. A lo largo de los años la casa sufrió varias modificaciones en las que se sustituyeron algunos de sus elementos más disruptivos para reemplazarlos por otros más cercanos a la norma que, a su vez, la alejaban de su esencia inicial. Afortunadamente, sus últimos propietarios quisieron volver a los orígenes y restaurarla en homenaje a Geller, añadiendo, eso sí, algunas comodidades modernas.

Para ello, contaron con Two Street Studio que, a partir de los dibujos y diseños originales del arquitecto, pudieron recuperar su antiguo esplendor. Su tarea principal fue eliminar adiciones y sustituir los materiales originales, pero además también añadieron una plataforma elevada en la parte más privada de la casa con escalera triangular para proteger la entrada. Según indican desde el estudio, en los planos futuros para la casa, Geller había incluido una posible cubierta, por lo que esta aportación, también seguía el estilo del mismo. Otro de sus trabajos fue la reconfiguración del baño original, transformándolo en dos completos. El proyecto, finalizado en 2020, obtuvo varios reconocimientos entre los que destacan el premio al Mérito AIA (American Institute of Architects) Richmond en 2020 y Virginia 2022.

© Ashol Sinha
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© Ashol Sinha

Así, actualmente, la casa cuenta con dos dormitorios, dos baños y una pequeña sala de lavandería en la primera planta y una cocina comedor abierta con una amplia sala de estar con chimenea de leña y salida a la terraza en la segunda. Tanto las paredes como el suelo son de madera y la iluminación natural llega a todas las habitaciones gracias a la ventanas -con diversas formas- que se distribuyen por toda la vivienda. En cuanto a la decoración, optaron por mobiliario de estilo rústico también en madera, pero con toques de color como el rosa de la tapicería de los sofás, la pared con azulejos en verde de la cocina o los textiles del dormitorio.

Durante un tiempo la vivienda estuvo disponible para su alquiler por noches a través de la plataforma Stay Marquis, por un precio en torno a los 417 dólares la noche, pero ahora está a la venta por cerca de 2 millones de dólares.