La odisea de Suzanne Valadon: la musa de Renoir que logró ser artista
Por El Grito
No se conformó con ser musa de figuras como Renoir o Toulouse-Lautrec, lo más próximo al arte que parecían poder estar las mujeres de la época, y acabó convirtiéndose en una de las artistas francesas más relevantes de principios del siglo XX. La exposición ‘Suzanne Valadon. Una epopeya moderna’ trae por primera vez a España su obra y la enfrenta a la de sus coetáneos.
Una epopeya era, en la antigüedad, un poema largo que explicaba la historia de un personaje, repleta de dificultades, hasta conseguir el éxito. Este es el caso de Marie-Clémentine Valadon (1865-1938), nacida en un entorno familiar de clase baja y que constituyó un caso excepcional de emancipación artística. Se convirtió en una modelo célebre, retratada por los mejores artistas de su tiempo, desde Renoir a Toulouse-Lautrec. Autodidacta, en paralelo aprendió de todos estos creadores hasta convertirse en artista, con el nombre de Suzanne.
La exposición Suzanne Valadon. Una epopeya moderna, organizada por el MNAC -donde podrá verse hasta el 1 de septiembre- en colaboración con el Centre Pompidou-Metz y el Musée d’Arts de Nantes, presenta por primera vez en España la obra de una de las artistas francesas más relevantes de finales del siglo XIX e inicios del XX. Su carrera se prolongó hasta poco antes de la Segunda Guerra Mundial y fue, con toda probabilidad, la primera artista en representar un desnudo masculino, hito que muestra una personalidad muy definida. El retrato y el desnudo, especialmente femenino -como puede apreciarse en obras como L’avenir dévoilé ou la tireuse de cartes (1912) o Les Baigneuses (1923)-, se convertirán en el centro de gravedad de su obra, y también las creaciones que le otorgarán prestigio.
Al otro lado del espejo
Valadon se mudó a Montmartre con su madre siendo una niña. Tuvo diferentes empleos y según decía, también estuvo en un circo, trabajo que tuvo que dejar a causa de una caída. La artista vería el Montmartre pasar de ser la zona cero de la modernidad artística de finales del siglo XIX a convertirse en el epicentro el de las vanguardias de inicios del siglo XX: toda clase de ismos se fueron sucediendo en los pocos metros cuadrados del barrio parisiense, y que Valadon conoció de primera mano.
Empezó a ejercer de modelo cuando tenía 15 años. Su rostro y su cuerpo han sido de los más icónicos en la iconografía de la modernidad, hasta el punto de ser inmortalizada por creadores de varias generaciones: Puvis de Chavannes, Renoir, Toulouse-Lautrec, André Utter y Steinlen, entre otros. Mientras trabajaba de modelo, la autora de L’Acrobate ou La Roue (1916) y Woman in White Stockings (1924) pudo ver el trabajo de estos artistas en su sancta santorum, con sus rudimentos, recursos y secretos.
A pesar de que se la ha intentado adscribir a diversos movimientos, la suya es una obra totalmente singular, donde conviven influencias explícitas de otros artistas con unos códigos pictóricos tan personales como identificables, prerrogativa de gran artista. La que sigue es la epopeya de la modelo que se afanó por ser artista, y lo consiguió en un entorno totalmente masculino, y en el contexto más difícil, el cosmopolita Montmartre de los pioneros de la modernidad artística.
La muestra, de carácter antológico, reúne 109 obras, de las cuales un número importante sólo se pueden ver en Barcelona: óleos sobre tela y cartón, dibujos y grabados, esculturas en yeso y bronce, así como diverso material documental que permite mostrar una visión retrospectiva y contextualizada de la trayectoria de una mujer artista que tuvo un papel muy relevante en el París de las vanguardias.
Esta visión se complementa con obras de artistas coetáneos, franceses y catalanes, como Henri Matisse, Edgar Degas, Santiago Rusiñol, Ramón Casas o Miquel Utrillo, que Valadon trató y que dan buena idea de la riqueza del ambiente artístico de la época, al mismo tiempo que se explican las múltiples interacciones que se producen en los ambientes de vanguardia y, sobre todo, de la conquista social del estatuto de artista por parte de una mujer.
En la actualidad las obras de esta artista están presentes en los museos más importantes del mundo, como el ya citado Centre Pompidou, el Metropolitan Musem de Nueva York o el Fine Arts Museum de Boston, entre otros. La fuerza y la vitalidad de sus creaciones, pero también la capacidad de ser cronista de su propia vida y del célebre París de la Belle Époque, hacen de esta exposición un acontecimiento extraordinario.