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El Premio Mies van der Rohe encumbra la “catedral de los libros” del estudio madrileño SUMA Arquitectura

Por Beatriz Fabián

Fotos Jesús Granada

Elena Orte y Guillermo Sevillano, se han alzado con el galardón más prestigioso de Europa en la categoría de Arquitectura Emergente, por el diseño de la Biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona: “La alegría es compartida por todas las personas que han participado en el proyecto o que disfrutan hoy del edificio”.

El estudio madrileño SUMA Arquitectura, fundado y dirigido por Elena Orte y Guillermo Sevillano (Madrid 1980), se ha alzado con el Premio Mies van der Rohe 2024 de Arquitectura Contemporánea, el más prestigioso de Europa, por su proyecto de la Biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona. En palabras del jurado, presidido por el arquitecto francés Fréderic Druot, “la Biblioteca actúa a escala de la ciudad, contribuyendo a la transformación del barrio, abriéndose como un nuevo espacio público exterior e interior. Esta estructura de madera se desarrolla como una rica secuencia de espacios monumentales y domésticos que dan la bienvenida a vecinos y ciudadanos, proporcionándoles ambientes confortables para el aprendizaje, el trabajo en equipo y el compromiso de la comunidad. Con una meticulosa atención a los detalles, los autores han examinado a fondo y han impulsado el programa de la biblioteca al máximo”.

Desde que se inauguró en mayo de 2022, sobre esta biblioteca pública situada en el barrio barcelonés de Sant Martí de Provençals, calificada como “palacio”, “catedral de los libros”, “biblioteca del s. XXI”, “icono” y como un “guggenheim del barrio”, ya se ha hablado mucho. No tanto del estudio que está detrás de este lugar especializado en literatura iberoamericana, cuyo nombre hace homenaje al escritor colombiano del que lleva el nombre y por la que transitan miles de visitantes al día.

Los artífices de sus flexibles espacios por los que se cuelan la luz y los árboles, donde dominan la madera y el blanco y las diferentes tipologías de asientos que van de la hamaca al puf, las alfombras o las gradas sienten que este galardón supone “la coronación de una larga trayectoria de reconocimientos, que suceden a años de esfuerzo y, hay que decirlo, dificultades, estrés y sufrimiento. Además, creemos que el carácter emergente, más que nuestra supuesta juventud (la arquitectura es una carrera larga), reconoce también la aportación al progreso disciplinar, entendiendo que la biblioteca encara desafíos arquitectónicos contemporáneos que formarán parte del debate los próximos años”. Al premio concedido por colegios, profesionales, periodistas y críticos se suman muchos otros como la distinción como Mejor Biblioteca Pública nueva en 2023, otorgado por el Congreso Mundial de Bibliotecas celebrado en Rotterdam, el Premio FAD, el Premio Ciutat de Barcelona, el Primer Premio COAM y el Premio NAN, entre otras menciones honoríficas.

Los arquitectos aseguran que la alegría con la que han recibido este nuevo e importante premio, que les fue comunicado coincidiendo con su cumpleaños -“apenas nos sacamos dos días de diferencia, con lo que fue un estupendo regalo”- “es compartida por todas las personas que han participado en el proyecto o disfrutan hoy del edificio.

Investigadores de la arquitectura artesanal

Pertenecen a la misma generación de estudiantes de arquitectura de la ETSAM de Madrid, una coincidencia que va más allá porque son socios de su propio estudio además de pareja y padres de dos hijos. Tras finalizar los estudios en la escuela de arquitectura entre 2003 y 2005, Sevillano realizó su formación posgrado en la Universidad de Columbia, en Nueva York, dónde ambos fijaron su residencia durante dos años. Ambos compaginan el trabajo en su estudio, fundado en 2007 y en el que actualmente trabaja una decena de personas, con labores docentes, él en la Universidad Politécnica y ambos en el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC). Durante los tres últimos años de formación y un año después de graduarse, Sevillano trabajó en Ensamble Estudio de Antón García-Abril, arquitecto con el que han trabado una relación de amistad. Nada más acabar los estudios, ambos comenzaron a trabajar juntos y pronto decidieron hacerlo desde su propio estudio, “aprovechando el impulso inicial y la falta de ataduras que nos permitieron tener la libertad de viajar y residir en Nueva York”, añaden.

Desde su pequeña casa-estudio realizan un trabajo que definen como “artesanal” que combina la investigación interrelacionada con el mayor número de fases que puedan introducirse. Con el estudio colaboran consultores de todo tipo: ingenieros, expertos en temas como la sostenibilidad, las envolventes, la acústica e, incluso, la sociología, “porque la singularidad de los proyectos lo requiere”, argumentan.

En SUMA Arquitectura están especializados en arquitectura residencial y pública singular y por ello entienden “edificaciones que tienen un alto componente de investigación e innovación que suelen tener dimensiones tipológicas referentes a la estructura e infinidad de componentes que implican una aproximación ecosistemática”, dicen. Su sólida trayectoria quizás radique en la constancia y comentan, “en cuanto a conceptos de trabajo, en ciertos aspectos, hemos mantenido la idea de hacer cosas singulares y buscar vacíos para llenarlos innovando porque nos gusta subirnos al trapecio desde el primer momento”. Para ello, indican, ha sido necesaria, por ejemplo, la incorporación de la formación en estructuras de madera, “lo cual ha sido un descubrimiento”, dicen. Ya son expertos en la materia e imparten formación relacionada con ello.

Si hubiera que destacar algo que les haya definido desde sus inicios hace ahora 17 años, es “el uso de estructuras generalmente vistas que no solo configuran el espacio o resuelven los temas portantes sino que marcan el edificio, las vistas, las circulaciones y, en definitiva, lo definen en los más diversos aspectos”, comentan. A partir de procesos de formación e investigación en busca de la innovación, consideran que han ido “ganando recursos y aprendiendo a hacer cosas más elaboradas y sofisticadas” para acabar en lo que entienden que ahora mismo es el punto álgido, el proyecto más innovador y complejo que han desarrollado hasta el momento, la Biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona.

Sin duda habrá un antes y un después de este proyecto, ante lo que opinan con cautela: “Veremos qué trae consigo porque la arquitectura se dilata en el tiempo y tendrán que pasar unos años para ver los resultados. Estamos pendientes de ver en qué se traduce en nuestro trabajo”. La repercusión de la biblioteca ha sido alta, ellos lo explican así, “ha sido un proyecto innovador y muy sofisticado. Siempre decimos que iba a ser una biblioteca más cuando ganamos el concurso, de hecho, por su situación, en un cruce de calles detrás de una comisaría de policía, no era un lugar para levantar un hito arquitectónico”, dicen.

Mirando hacia atrás, encuentran que ha habido factores importantes como “estar en un barrio movilizado que demandaba un equipamiento como éste, contar con un apoyo institucional muy desarrollado y con un apoyo político señero que empezó con Trías y prosiguió con Ada Colau y también trabajar con Bibliotecas de Barcelona que es una institución abierta que nos propuso convertirlo en un proyecto pionero de innovación para que fuese una biblioteca del s. XXI”, agregan.

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“Por su situación, en un cruce de calles detrás de una comisaría de policía, no era un lugar para levantar un hito arquitectónico”

Se plantearon qué tiene que hacer la arquitectura para que merezca la pena acudir a la biblioteca. Para los arquitectos madrileños, la esencia del éxito de este lugar es haber “intentado que la gente se sienta a gusto. La clave es que todos los elementos del programa intentan contribuir a ello, a que la calidad y la calidez del espacio se acerque a ellos”. Por este motivo quizás se la ha calificado como un palacio para el público en general y, añaden, “tiene esa cualidad de catedral porque es un lugar de encuentro donde la gente encuentra su rincón preferido”.

La estructura del edificio, que tiene la certificación LEED Oro (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental) y que es de madera de abeto rojo laminada y contra laminada, apela a la sostenibilidad “entendida en el sentido más amplio, es decir, en el de la eficiencia energética, la huella ecológica… sino también por el concepto de circularidad, por eso lo llamamos diseño ecosistémico porque tratamos que la estructura no solo atienda a la geometría sino que va cambiando con el espacio y va ofreciendo un repertorio distinto”, argumentan. Por ejemplo, en la zona infantil reduce sus dimensiones para adaptarse al tamaño de sus usuarios. Ponen la estructura, el sol, los libros y los niños en relación para que haya una coherencia y, como ocurre en los ecosistemas naturales, la ausencia de uno de los elementos lo cambiaría todo.

Lo que pretendían conseguir era “que todo estuviera integrado porque es algo artesanal, en SUMA Arquitectura hacemos pocos proyectos al año pero lo hacemos de forma desprejuiciada y empática, intentando sacar el máximo de recursos que nos brindan porque para nosotros la arquitectura aporta valor añadido y no es una cuestión de mero diseño”, comentan.

El material del futuro

En la actualidad, Orte y Sevillano están trabajando en la propia biblioteca por la que han obtenido esta última distinción, viviendo “un periodo de reuniones y ajustes propio de un edificio que está vivo y sigue adaptándose y mejorando”, dicen. Se encuentran rehabilitando un molino en Cantabria, ubicado en “un sitio muy especial pero que está en sus primeras etapas”. También tenemos en proyecto editar una publicación sobre la Biblioteca Gabriel García Márquez que está impreso en varios tomos.

Al mismo tiempo, están poniendo en marcha el Proyecto Innovación Madera para el Centro Innovación de la Madera de Arquitectura (CIMBRA) “porque entendemos la madera como un soporte sobre el que se montan estructuras mayores y esto es porque entendemos esa ductilidad y flexibilidad del ecosistema construido y lo aplicamos a la arquitectura, algo que es el leit motiv del estudio”, añaden. Su pretensión es llevarlo a cabo en el centro peninsular, en el entorno de la Comunidad de Madrid, Castilla La Mancha o Castilla y León. Cuentan que es una propuesta de arquitectura que combina un programa de investigación con la madera y otros materiales y un programa académico impartido en entornos naturales “donde los alumnos pueden residir con el fin de hacer un programa inmersivo y que, de este modo, se puedan establecer la circularidad y el fomento de los artesanos locales para conseguir el desarrollo rural y el aprovechamiento de los entornos rurales”, indican.

Para esta pareja de arquitectos, “la madera en construcción fomenta la sostenibilidad de los bosques, añade valor y favorece la plantación de más masas arbóreas porque se fija valor y economía a los entornos rurales y hay una circularidad de valores positiva”, dicen. En este sentido, se refieren a maderas de árboles de crecimiento medio, nada que ver con el eucalipto, sino coníferas, robles y otras especies que crecen lentamente para almacenar CO2. “Para nosotros es un material que supone un valor positivo que asegura una explotación sostenible de los bosques”, comentan.

En SUMA Arquitectura están convencidos de que en este material está el futuro porque crean “una cadena muy beneficiosa tanto para el entorno natural, por la huella ecológica, porque su producción no requiere grandes costes de energía y porque es reciclable 100%”. Llevan tiempo apostando por ello, incluso su casa-estudio está realizada en su mayor parte en madera, “no completamente porque tampoco somos unos talibanes”, rematan.

Volviendo a la Biblioteca Gabriel García Márquez, llama la atención el empleo de la luz, en muchas ocasiones cenital que podría reflejar cierto homenaje a Josep Lluís Sert, a lo que responden que no han sido conscientes de ello pero reciben con agrado la comparación. Sí que reconocen “una evidente inspiración nórdica, no tanto solo por el uso de la madera con elementos blancos sino más intensamente por la filosofía que tienen los nórdicos en relación con las bibliotecas”, indican.

No en vano fueron finalistas, junto a cinco estudios nórdicos y entre 560 propuestas, en el concurso para la Biblioteca Central de Helsinki, que finalmente ganó el estudio finlandés ALA Architects. “Hicimos un proyecto en el que había mucho empleo de la madera y una envolvente que evocaba las páginas de los libros y que resultó ser algo embrionario de la Biblioteca Gabriel García Márquez y que, además, resultó ser el proyecto favorito del público”, añaden.

A esa rama de inspiración nórdica, que sin duda ha sido clave en sus inicios y su trayectoria, reconocen “en OMA un referente por la innovación programática y por su capacidad de recombinar cosas. Además, hay algo que nos gusta mucho que en está en nuestra casa-estudio y es la inspiración japonesa por la intensidad que se da, por la falta de espacio, por la optimización de la superficie, por las relaciones visuales entre espacios y por la permeabilidad, pensamos en Toyo Ito, Fujimoto o SANAA”, comentan. Mientras, suscriben, “de Ensamble estudio tenemos ese enfoque sobre el uso de la estructura y la aproximación desprejuiciada de la arquitectura, algo aprendido desde muy joven con Antón García-Abril y que intentamos mantenerlo”.