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Galicia rinde homenaje al inclasificable Lamazares en una retrospectiva

Por Ec Brands

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‘Lamazares. Inda é día’ (1973-2023) supone sumergirse en el universo del que es considerado uno de los artistas gallegos más prolíficos de los siglos XX y XXI. Hasta el 5 de mayo, el Centro Gallego de Arte Contemporáneo expone 230 obras del icónico Antón Lamazares.

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¿Pueden resumirse 50 años de trayectoria en una única exposición sin dejarse nada por el camino? El Centro Gallego de Arte Contemporáneo, CGAC, acoge hasta el 5 de mayo una retrospectiva del pontevedrés Antón Lamazares. La muestra Lamazares. Inda é día (en castellano, Lamazares. Aún es de día) es “una oportunidad de viajar en el tiempo, teniendo como horizonte las obras fruto del trabajo y de la entrega al singular ejercicio del querer mostrar”, explican sus organizadores.

Este homenaje, al que está considerado uno de los artistas gallegos más singulares y con mayor proyección internacional, está comisariado por el portugués António Gonçalves. Un recorrido alrededor de 230 obras, desde 1973 a 2023, que va desde el expresionismo hasta la abstracción o el informalismo.

Galicia es su inspiración; de hecho, el mismo Lamazares reconoce que “el entorno rural gallego de mi infancia y adolescencia ha dejado una honda huella en mi imaginario y mi proceso creador”. El empleo de materiales humildes, como la madera y el cartón, sobre los que experimenta con barnices y otras materias; el intercambio entre poesía y pintura o un uso del color que, según Gonçalves, revela “una aguda sensibilidad cromática” forman parte de ese lenguaje común que define su obra, independientemente de la técnica y estética usadas en cada etapa.

El que fuera director del Museo del Prado, Francisco Calvo Serraller, lo definió como “un artista mental y técnicamente muy complejo”. La existencia de lo espiritual siempre ha estado presente en su universo creativo. Esa trascendencia que, en palabras de Gonçalves, “está hecha de su concepción de la vida, de la muerte, del amor, de la memoria, de lo sagrado, de la infinitud, que apela a la contemplación, a la sabiduría de situarnos ante nuestra verdad, como si se nos hubiera concedido la potestad de ser eternos”. Todo ello se puede observar en algunas de sus series más emblemáticas como Alfabeto Delfín o Domus Omnia, pero también en sus grabados, ilustraciones e incluso sus escritos y películas.

Pero sus creaciones no solo hablan de la terriña galega. “Su ávida curiosidad ha hecho que diferentes geografías le hayan servido para alinear intenciones y propósitos que han ayudado a conformar su obra”, apunta el comisario. Y es que el artista vivió en varios puntos del planeta, desde París y Nueva York hasta Estambul o Berlín, y ha expuesto en pinacotecas de todo el mundo.

Difícil de encasillar, Román Rodríguez, el conselleiro de Cultura, Educación, FP y Universidades en funciones de la Xunta de Galicia, afirmó durante la inauguración que “no encaja en ninguna categoría porque es un autor único e icónico que cuenta con una trayectoria definida por alejarse de las obras cómodas y apoyarse en la singularidad. Es un peregrino del arte con espíritu nómada y aventurero; un referente para los jovencísimos creadores gallegos”.

El responsable de Cultura admitió, además, que “Galicia tenía una deuda pendiente con la ingente producción de uno de los mayores genios creativos de los siglos XX y XXI” y añadió que esta exposición resulta uno de “los más completos homenajes a su legado”.

Lamazares. Inda é día es, por tanto, revisitar a Antón Lamazares como artista y acercarse al silencio. Según definen desde el CGAC, “es redescubrir, volver al principio, iluminar de nuevo y hacer resplandecer el propósito que animó el momento primero. Las capas del tiempo se suman a las obras y las explican, ofreciéndonos una observación renovada que permite una valoración más depurada”.