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Salseos, ‘beefs’ y memes: la historia del arte como nunca antes te la habían contado

Por Ana Mª Nimo

Ilustración: Edu San Valentín

Clara González Freyre de Andrade define ‘Un Van Gogh en el salón’ como “una Súper Pop de la historia del arte”, pero en él no encontrará las últimas noticias sobre la ‘boyband’ de moda, ni pósters desplegables. En cambio, en sus páginas descubrirá quién era el ‘crush’ de Rubens, la liada que tuvieron Manet y Degas o la delgada línea que separa a ‘El Columpio’, de Fragonard, de la serie ‘Élite’. Hablamos con la historiadora, redactora de El Grito y también escritora, sobre el libro que acaba de publicar.

Clara González Freyre de Andrade forma parte de una nueva oleada de divulgadores sobre historia del arte que apuestan por desmitificar esta disciplina y despojarla de ese halo elitista que algunos se han empeñado en endosarle para hacerla cercana y amena, o, en palabras de la propia historiadora, “desacralizar el arte, que no banalizarlo”.

La redactora de El Grito se ha hecho un nombre -@claramore_- en redes sociales -donde atesora cerca de un cuarto de millón de seguidores- a base de compartir vídeos en los que condensa pequeñas píldoras de conocimiento artístico. “Hace cosa de seis años decidí empezar a compartir contenido en redes. Yo estaba acabando la carrera en ese momento y me había dado cuenta de que la mayoría de la gente tenía una visión muy rancia de la historia del arte. Mi propósito era y es demostrar que la historia del arte puede resultar entretenida y accesible para todos. Un Van Gogh en el salón es la cúspide de todo eso”.

La autora define el libro que acaba de publicar con la editorial Planeta como “una Súper Pop de la historia del arte”. Pero, ojo, aquí no encontrarán las últimas noticias sobre la boyband de moda, ni pósters desplegables. En cambio, en sus páginas descubrirá quién era el crush de Rubens (Tiziano), quién es su alma gemela (artística), el beef entre Manet y Degas o la delgada línea que separa a El Columpio, de Fragonard, de la serie Élite. “Básicamente lo que he hecho ha sido escribir el libro que a mí me gustaría haber tenido en mis manos a los 16 años cuando era incapaz de conectar con la historia del arte tal y como se planteaban en los libros académicos”, aclara.

‘Clara González Freyre de Andrade, autora del libro

Con esta obra, González Freyre de Andrade apunta a cualquiera que anhele entender a qué viene tanto jaleo con la Mona Lisa o por qué el dibujo de su sobrino no puede considerarse arte abstracto. Para ello emplea códigos contemporáneos moteados de términos coloquiales -“mojar el churro”, “fav”, “fototetas”...- y referencias a la cultura pop - quién le iba a decir a La Pantoja que iba a codearse con Frans Hals- que probablemente espanten a los más puristas, pero que conectan de forma directa con su generación -la centennial- y hacen esbozar una sonrisa a las colindantes. “Quiero que sientan que es una amiga la que se lo está contando. La historia del arte es una disciplina que está viva y creo que es importante revisar constantemente el discurso. Si yo me estoy dirigiendo a una audiencia no iniciada que siente el arte como algo distante, tiene sentido emplear referencias y formatos que puedan resultarles cercanos”, defiende la escritora.

El libro cuenta con todos los elementos propios de las revistas adolescentes que pretende evocar: colores llamativos, titulares sensacionalistas -“Pillados infraganti”, “Los chismes que los artistas no quieren que sepas”...-, un horóscopo de dudoso rigor científico, etc. Pero bajo todo eso se esconden horas de investigación -avaladas por una extensa bibliografía-, una esmerada selección de anécdotas y curiosidades y una capa transversal de espíritu crítico.

‘Dos sátiros’, Pedro Pablo Rubens. 1619
‘El columpio’, Jean-Honoré Fragonard. 1767

“El planteamiento inicial fue que fuera un acercamiento ameno a la historia del arte, pero a medida que avanzaba con el libro, me sentí en la obligación de hablar y de posicionarme sobre determinados temas”. Uno de estos topics es la cultura de la cancelación. La autora defiende que no pueden ni deben separarse autor y obra, puesto que la segunda no existiría sin el primero. Así, poniendo como ejemplo a Pablo Picasso, Edward Hopper o al mismísimo Caravaggio, González Freyre de Andrade evidencia que “ser un artista brillante (o al menos intentarlo) no está reñido con ser una mierda de persona. Cuanto antes lo asumamos, casi que mejor”.

Otra de las premisas de la autora fue colocar a las mujeres artistas en el centro del discurso como respuesta a su notoria ausencia en muchos de los libros de consulta a los que ella misma ha acudido a documentarse a lo largo de estos años. Además de trufar el libro con sus ejemplos, reserva un capítulo propio a algunas de ellas, Silenciadas. Según cuenta, indagar en sus trayectorias no fue un proceso sencillo, bien por falta de información -como en el caso de las artistas latinoamericanas Tarsila do Amaral y María Izquierdo- o bien por la crudeza de aquello que les tocó vivir. “Se me revolvía el estómago”, dice en alusión a la historia de Camille Claude, la escultora que fue sepultada por el peso de la sombra de Rodin -con el que inició una relación cuando él tenía 43 años y ella 19-, y que acabó sus días internada en un centro psiquiátrico.

‘Abaporu’, Tarsila do Amaral. 1928
‘Autorretrato’, María Izquierdo. 1947
‘Clotho’, Camille Claudel. 1893

Educar la mirada

Los apartados con mayor poso crítico se van alternando con otros más ligeros en los que, por ejemplo, se diseccionan alguno de los cuadros más famosos de la historia para descubrir los simbolismos ocultos en ellos. En El matrimonio Arnolfini (La boda secreta de Putin, a ojos de González Freyre de Andrade), de Jan van Eyck, se detiene en los ropajes de los protagonistas. La autora descarta que ella esté embarazada “tampoco tiene gases o sufre de SIBO”, a pesar de su abultada figura, y apunta a una posible representación de la fertilidad.

En otras secciones, la historiadora responde a preguntas tan elementales como interesantes son sus respuestas -¿Qué había realmente dentro de las pirámides?; ¿En qué se diferencia el cubismo del futurismo?- o invita al lector a hacer un test para descubrir quién es su alma gemela (artística) o si es más de Manet o de Monet.

De toda esta amalgama, resulta un libro entretenido -que es, precisamente, la pretensión de González Freyre de Andrade-, que además sirve para educar la mirada del lector de manera que la próxima vez que se cruce con cualquiera de estas obras o con el nombre de sus autores, sepa lo que están viendo o escuchando y presente la atención precisa para no tener que lamentar en el futuro haberla dejado pasar de largo.

 ‘El matrimonio Arnolfini’, Jan Van Eyck. 1434
‘Amazona de frente’, Édouard Manet. 1882

Es probable y natural que a estas alturas usted se esté preguntando qué a qué demonios viene el título del libro, Un Van Gogh en el salón. Pues bien, éste cumple una doble función. Por un lado, sintetiza ese encuentro entre lo erudito y lo popular, considerando que,a menudo, podemos encontrar las obras del neerlandés colgadas en diversas estancias de cualquier casa. Por el otro, sirve para reivindicar a una mujer sin la que probablemente no sabríamos ni que el loco del pelo rojo llegó a existir. Se trata de Johanna van Gogh-Bonger. La cuñada del pintor -que murió en el más absoluto anonimato- fue la responsable de que su obra llegase a ser conocida en todo el mundo. También fue ella quien decidió no desprenderse del Almendro en flor, que el autor pintó en honor de su sobrino, y que permaneció colgado en el salón familiar por muchos años.