Los artistas emergentes más destacados (V): Elena Gual y sus mujeres esculpidas con pintura
Por Clara González Freyre de Andrade
Continuamos con los artistas emergentes más interesantes que están empezando a despuntar en el mercado del arte, y lo hacemos con la historia de superación de esta artista mallorquina, cuyos retratos femeninos acaparan el interés de cada vez más coleccionistas.
Resiliencia. Bautizamos con esta palabra a la admirable capacidad humana de adaptarse y sacar un lado positivo de las situaciones adversas. Elena Gual es un claro ejemplo de ello. Recién salida de sus estudios en artes clásicas, mientras trataba de abrirse paso como retratista en la gris Londres, recibió un diagnóstico que lo cambiaría todo. Le acababan de detectar una alergia respiratoria a la trementina, componente presente en el aguarrás y el resto de productos imprescindibles para la limpieza de sus pinceles. La recomendación médica era clara: tenía que dejar de pintar al óleo.
Sin embargo, como un fénix, Gual supo resurgir de sus cenizas. Ella misma cuenta cómo un día, delante de las espátulas con las que solía mezclar los colores para controlar la carga de pintura del pincel, se le ocurrió hacer la prueba y convertirlas en el principal instrumento para su arte. Justo allí nació su estilo, el mismo que se ha convertido en una seña de identidad hasta el punto de permitirle firmar los lienzos por el reverso. Aunque, alguna vez, se permite esconder una “G” esbozada con la propia punta de la espátula. Una pintura brillante y dinámica creada a partir de gruesos empastes de color con los que construye sus retratos femeninos. Un antiguo profesor la encontró por Instagram y le dio la mejor definición posible para su arte. Porque con su obra delante, estarás de acuerdo en que si algo hace Elena Gual es esculpir con pintura.
Al salir de la carrera, Gual se sentía “como en una burbuja”. Sus estudios en la Academia de Arte de Florencia le habían permitido profundizar en la técnica, pero ahora le tocaba revisar sus enfoques clásicos en anatomía, perspectiva o composición y llevarlos a su propio estilo. Con el reto de conseguir ganarse la vida con su arte y el añadido de su alergia, era hora de explorar por su cuenta y preguntarse qué quería pintar. Así fue como, tomando como referencia las fotografías que había capturado durante su voluntariado en la India y sus viajes a distintas zonas de Asia y África, empezó a retratar a aquellas mujeres que habían calado en su memoria. Más tarde, estas pasaron a ser sus amigas, su madre e incluso su propio autorretrato.
Su decisión de convertir a las figuras femeninas en protagonistas de sus obras coincidió con aquellos años en los que el feminismo hacía mucho ruido y creaba, más que nunca, un sentimiento de unión. “Creo que pintaba lo que el momento necesitaba”- señala la propia artista. “Sentía que pintando a mujeres de distintas razas, usando la misma técnica les estaba dando igualdad”.
Las pinturas monocromáticas
La llegada de la pandemia, empujó a Elena Gual a volver al abrazo de su natal Mallorca. Allí, en el contexto del confinamiento, ante la sobresaturación de información y la carga de lo que estaba pasando en el mundo, sus obras le empezaron a resultar demasiado pesadas. Fue entonces cuando sintió la necesidad de explorar algo nuevo, más conceptual y espontáneo. En ese momento empezó su serie de pinturas monocromáticas, en la que la figura humana solo queda esbozada por unos leves empastes de pintura. Eso sí, sin dejar nunca de lado el protagonismo femenino, cuya silueta partía de mujeres de su propio entorno.
Pero más allá de su estilo propio, como todos los artistas, la artista mallorquina tiene sus influencias. Supo que quería ser pintora mientras contemplaba una obra de su admirado Vincent Van Gogh, durante una visita a su museo en Ámsterdam. Es más, su huella es visible en gran parte de sus pinturas. Su otro gran referente es John Sirgent Sargent. Precisamente de su Madame X, aquel cuadro que desató la polémica por la posición de su tirante y el aire sensual de su retratada, la artista realizó una copia durante su estancia en Nueva York, obra que hoy cuelga en la entrada de su casa en Mallorca. “Lo que transmiten sus obras es justo lo que persigo con mi arte”, asegura.
Recordando sus primeros pasos, la propia Elena cuenta que, como muchos jóvenes en la actualidad, el primer contacto con el mundo artístico se lo facilitó Instagram. El escaparate de las redes sociales le permitió empezar a ganarse la vida vendiendo prints de sus pinturas, para las que más tarde creó su propia marca, SPATULA, con el fin de asegurarse de que, aún con la creciente valoración de su trabajo, el gran público pudiera seguir accediendo a una parte del mismo. “Lo que le ha pasado a mi arte y de lo que estoy más orgullosa es de que haya conectado con tantas personas”, afirma la pintora. “A muchas les gustan mis pinturas y empiezan a interesarse por el arte gracias a ellas”.
A día de hoy, tras su paso por otras galerías en Londres y en Mallorca, el amparo de Arma Gallery le ha llevado a ver sus obras colgadas en las paredes de aquellas ferias que ella misma visitaba, como es el caso de Estampa. De hecho, en este mismo momento, algunas de sus pinturas pueden verse en la nueva edición Art Madrid, que se extenderá hasta el próximo 10 de marzo. Pero las aspiraciones de Gual van más allá del mundo del coleccionismo. Entre risas me confiesa que le encantaría ver sus obras expuestas en alguno de los grandes museos de arte contemporáneo, como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o la Tate de Londres, y que tal vez, muy pronto, tengamos noticias suyas a través de una exposición propia.
Para acabar, hablamos de futuro. Es entonces cuando Gual me cuenta que su próximo proyecto va a llevar a que se asiente unos meses en Sevilla. La intención es que sus obras se conviertan en una vuelta a sus raíces y muy especialmente a la zona de Andalucía, de la que gran parte de su familia es originaria. Aún no sabe qué captará su interés, si algo le hará sentir que sus mujeres necesitan la compañía de niños, caballos o incluso de alguna figura masculina. Parece que todo es posible. Por otro lado, le encantaría en algún punto poder profundizar en el paisaje, género que por el momento ha tratado de manera secundaria. Además, está segura de que el camino natural de su arte, que hoy por hoy es figurativo, pasa por la abstracción. Solo necesita encontrar el cómo llegar hasta ella. Y sentirlo.