Arquitectura & diseño

La arquitectura cósmica comunista del declive soviético

Por Guillermo Martínez

Manolo Valdés. Foto: Enrique Palacio

En los numerosos edificios erigidos durante el régimen comunista prevalecen las grandes dimensiones, el hormigón y una pretendida función política y simbólica. Un legado arquitectónico que oscila entre la audacia y el despropósito. Así lo deja entrever el autor del libro CCCP. Cosmic Communist Constructions Photographed (Taschen), Frédéric Chaubin, quien propone un extenso repaso fotográfico de 90 edificios repartidos por catorce ex repúblicas soviéticas.

La arquitectura soviética ha dejado grandes edificaciones para la posteridad. Ya fueran viviendas, símbolos del régimen o construcciones dedicadas a fines sanitarios, culturales, científicos o deportivos, en todas ellas sobresale su voluptuosidad. Hoy, algunas se han transformado mientras que otras continúan sirviendo a su propósito original, pero lo que sigue siendo común a todas es que nunca pasaron -ni pasarán- desapercibidas.

El estilo monumental es, de hecho, uno de los rasgos fundamentales de la también conocida como arquitectura comunista. Los edificios ideados por el régimen soviético siempre intentaron inspirar un sentido de poder y autoridad a través de su grandiosidad. Un aspecto que se vio acentuado por el uso extensivo del hormigón, que fue el material predilecto por ser más asequible y duradero, además de facilitar la rápida construcción de grandes estructuras.

El funcionalismo también está presente en este tipo de edificaciones, es decir, la forma sigue a la función en unos edificios ideados para servir a un propósito específico, tanto en viviendas como en fábricas, escuelas o enclaves gubernamentales. El simbolismo político por su parte, también adquiere gran presencia en estos enclaves, pues muchos de ellos fueron pensados para transmitir mensajes propagandísticos.

Otra de sus peculiaridades es la uniformidad en el diseño. Un aspecto que no es de extrañar, pues la mayoría de los proyectos arquitectónicos de la Unión Soviética estuvieron sujetos a una estricta planificación centralizada por parte del Estado, o lo que es lo mismo, los arquitectos debían seguir directrices y normativas establecidas por el Gobierno. Sin embargo, a partir de 1970 -y como si de un augurio del final de la Unión Soviética se tratara- comenzó a florecer cierta innovación técnica, dando lugar a construcciones que no seguían una tendencia principal.

Ministerio de Carreteras de Georgia, Tbilisi, 1974
© Cortesía Frederic Chaubin
Palacio de Ceremonias, Tbilisi, Georgia. Viktor Dzhorbenadze y Vazha Orbeladze, 1985
© Cortesía Frederic Chaubin

Así lo deja entrever el autor del libro CCCP. Cosmic Communist Constructions Photographed (Taschen), Frédéric Chaubin, quien propone un extenso repaso fotográfico de 90 edificios repartidos por catorce ex repúblicas soviéticas cuyo punto en común es, precisamente, su falta de homogeneidad. Las grietas del sistema, que empezaban a ser cada vez más evidentes, dieron cierto margen a la imaginación de los arquitectos, que pudieron llevar a cabo su labor con mayor libertad.

El fotógrafo además, plantea el impacto de la fascinación por la carrera espacial en la arquitectura, que puede dejarse ver en la brutalidad y las formas de algunos de los edificios. Un vasto recorrido que Chaubin divide en diferentes ámbitos, de los cuales hemos seleccionado algunas de las construcciones más destacadas.

Los edificios estatales al final de la era soviética

El primer bloque está dedicado al entretenimiento y la cultura, donde destaca el Fyodor Dostoevsky Theater of Dramatic Art, en la ciudad de Veliky Novgorod. Un ejemplo de teatro total ideado por Vladimir Somov en el que, a través de unos exagerados volúmenes plásticos del espacio para el drama y las artes escénicas, el arquitecto intenta fusionar la modernidad con las tradiciones arquitectónicas dirigidas a las imágenes y formas de las iglesias medievales de Nóvgorod. En su interior incorpora enormes ventanales que permiten unir el entorno -protagonizado por el valle del río Volkhov- con el vestíbulo. Las grandes ventanas, combinadas con el hormigón bruto y las diferentes alturas del edificio, generan un llamativo contraste de luces y sombras. Sin embargo, hubo varios aspectos decorativos que su creador no pudo llevar a cabo por motivos financieros como la colocación de vidrieras en la fachada o la pigmentación del hormigón de la estructura principal en rojo.

Aún prescindiendo de estos detalles, el resultado fue un edificio insólito en el contexto sociopolítico del momento y desde su finalización en 1987 ha generado opiniones dispares: para unos se trata de una obra maestra del modernismo soviético comparable con una nave espacial futurista, y para otros un edificio fuera de lugar tanto por sus dimensiones como por el momento en el que fue creado.

Teatro de arte dramático Fyodor Dostoevsky, Veliky Novgorod, Rusia
Veliky Novgorod, 1987
Interior del edificio

El fotógrafo también ilustra el Museo de Artes de Tashkent, actualmente el museo de arte más grande de Uzbekistán, una de las quince repúblicas de la antigua Unión Soviética entre 1924 y 1991. Establecido en 1918 como el Museo de la Universidad del Pueblo, se ubicaba inicialmente en un palacio del príncipe Nicolás Constantínovich hasta que en 1935 se trasladó a la Casa del Pueblo -en el centro de Tashkent- cuyo edificio original fue demolido en 1974 y sustituido por el actual, diseñado por los arquitectos soviéticos Abdulov, Nikiforov y Rosenblum. Una construcción inusual en forma de enorme cubo con las fachadas separadas en cuadrados de metal forrados con hojas de aluminio en el exterior. Para las cristaleras se utilizó un material cromado con el objetivo de atenuar la luz natural y conseguir la iluminación adecuada.

Asimismo, el libro publicado por Taschen, aborda aquellas edificaciones orientadas a acoger sedes de ciencia y tecnología. Entre ellas, resalta la Academia de Ciencias de Rusia diseñada por un equipo de arquitectos dirigidos por Yuri Platonov. Un icónico ejemplo de la arquitectura soviética posmodernista cuya construcción requirió más de dos décadas -de 1967 a 1990- pues el terreno sobre el que se erigió era demasiado inestable.

En este caso y con el propósito de mostrar el prestigio de la institución científica nacional, se creó un edificio monumental con sofisticadas cúpulas doradas que, además de decoración, cumplían la función de ocultar los sistemas de comunicación. Aparte de las dos torres en forma de espiga, a menos altura sobre el edificio principal destaca un reloj dorado integrado en una estructura de hierro.

Tanto en la decoración interior como en la exterior se pueden apreciar la estética espacial que hacen referencia a la carrera tecnológica por conquistar el espacio que se estaba viviendo en ese momento entre Estados Unidos y la URSS. Lo que no acompañó a su grandiosidad fue el año de su finalización, pues la gran crisis económica que azotaba al país obligó a que su uso para la investigación científica se combinara con actividades comerciales. No por ello perdió admiración y hoy en día es uno de los edificios más icónicos de la capital rusa, albergando diversos departamentos científicos como el de física, matemáticas, biología o agricultura, entre otros.

Instituto de Robótica, San Petesburgo, Rusia. S. V. Savin y B. I. Artiushin, 1987 © Cortesía Frederic Chaubin
Instituto de Investigación y Desarrollo Científico y Tecnológico, Kiev, Ucrania.
L. Novikov y F. Turiev, 1971 © Cortesía Frederic Chaubin
Academia de Ciencias, Moscú, Rusia. Yuri Platonov, 1967

Chaubin también recoge algunos ejemplos de arquitectura soviética dedicada a la salud e higiene de la población. Es el ejemplo de los Arasan Public Baths ubicados en Almaty (Kazajistán) en 1980. Estos presentan una arquitectura tradicional kazaja -con elementos decorativos que reflejan la cultura y las tradiciones locales- donde los baños suelen estar construidos con ladrillos, piedra y madera, y a menudo están decorados con mosaicos coloridos y patrones ornamentales.

En el ámbito de la sanidad también llama la atención el Sanatorio Druzhba en Yalta (Ucrania), un edificio diseñado por Igor Vasilevsky que en su momento fue confundido con el Pentágono. Su estructura está basada en prototipos aero espaciales, con forma circular y elevada sobre la playa, como si se tratara de un platillo volador que acaba de aterrizar en la costa. Aunque no lo parezca, el objetivo del proyecto era conservar el entorno natural además de conectarlo con el edificio, proveyendo de luz natural y buenas vistas a las habitaciones, el salón y la piscina.

Otro edificio destacado por su forma de ovni es el Circo de Bishkek, en la actual capital de Kirguistán -antigua República Soviética entre 1936 y 1991-, que se encuentra en el apartado del libro dedicado a las edificaciones relacionadas con los deportes y la juventud. Diseñado en 1976, continúa funcionando como circo a día de hoy y se ha erigido como una de las instituciones culturales más importantes de la ciudad. Respecto a su diseño arquitectónico, cabe destacar una fachada imponente y distintiva que refleja la influencia del estilo monumental de la época.

Las viviendas del modernismo soviético

La arquitectura soviética puso mucho empeño en las construcciones dedicadas a la vivienda. Más allá de confeccionar cientos de edificaciones orientadas a las casas comunales para dar solución a la alta demanda de las mismas, cabe destacar otras tantas mucho más especiales e individuales. Es lo que sucede con la Villa Andropoff, en Valgeranna, actualmente Estonia. Construida como residencia de verano para Yuri Andrópov, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética desde 1982 hasta su muerte en 1984, constituye un ejemplo notable de la arquitectura modernista de la época, con líneas limpias y una estética minimalista. A día de hoy, esta villa es un atractivo turístico que, en algunas ocasiones, se alquila para eventos privados y corporativos.

Los hoteles tampoco se escaparon de esta forma de construcción soviética. Sin ir más lejos, el Salyut Hotel de Kiev, inaugurado en la década de 1980, presenta una fachada simple pero funcional, con ventanas dispuestas en líneas rectas y simétricas. La paleta de colores es típicamente neutra, con tonos de gris, blanco o beige que son comunes en la arquitectura soviética.

Hotel Salyut, Kiev, Ucrania. Avraam Miletsky, 1976-1982
© B.A.C.U.
Embajada Soviética en La Havana, Cuba. Aleksandr Rochegov, 1985

Este estilo refleja los principios del realismo socialista que eran prevalentes en la Unión Soviética durante ese período. Su gran escala en cuanto a tamaño y diseño reflejan la importancia y la ambición del proyecto en el contexto de la planificación urbana soviética. Aunque originalmente se denominó Hotel Druzhba, tras la independencia de Ucrania en 1991, el enclave adoptó el mismo nombre que conserva en la actualidad. Así pues, se trata de un lugar convertido en punto de referencia en la capital ucraniana por el que han pasado líderes políticos, celebridades y personalidades destacadas.

La arquitectura como símbolo

CCCP. Cosmic Communist Constructions Photographed no se olvida de aquellas edificaciones erigidas para la celebración de ritos, ni tampoco de aquellos levantados como símbolos del régimen comunista. Es lo que ocurre con varios palacios de bodas ubicados en ciudades como Almaty, Bishkek, Tbilisi, Vilnius y Kiev, que se construyeron como alternativa a las ceremonias religiosas, para promover el ateísmo y que se presentan también como vestigios de la era soviética. Por otra parte, la monografía se detiene en algunos enclaves dedicados a honrar a aquellos combatientes que perdieron la vida en las tantas batallas que la URSS enfrentó en todo el mundo.

En cambio, resulta llamativa la forma en la que la Unión Soviética intentó llevar más allá de sus dominios sus teorías arquitectónicas. El ejemplo más paradigmático de ello que recoge esta publicación es la embajada rusa en La Habana (Cuba). Construida en la década de 1980, a día de hoy no ha perdido la utilidad para la que fue ideada. Una estructura que recuerda a una espada gigante que, por su monumentalidad, domina sobre el resto de edificios. En él se conjuga la funcionalidad y la estética típicas de las edificaciones soviéticas, como queda comprobado por el hecho de albergar varios pisos tras una fachada sólida.