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Thierry Noir, el primer artista que pintó el Muro de Berlín: “Pensaron que era un espía francés”

Por Nerea Menor. Berlín

Thierry Noir, 2023

Se cumplen 35 años de la caída del Muro de Berlín y para recordarlo nos hemos sentado con Thierry Noir, artista y muralista francés residente en Berlín considerado el primero en pintarlo allá por la década de los 80.

Thierry Noir nació en 1958 en Lyon (Francia) y llegó a Berlín en 1982. Poco tiempo después empezó a pintar el Muro de Berlín y se le atribuye el mérito de ser el primer artista en hacerlo. El objetivo, según nos cuenta, era realizar un gran acto revolucionario: pintar el Muro, transformarlo, ridiculizarlo y ayudar a destruirlo.

35 años después de la caída, Noir nos relata el papel que desempeñó en la misma, el porqué de aquellas pinturas de colores brillantes, su participación en El cielo sobre Berlín de Wim Wenders, algunas historias que ocurrieron en los 80 y su andadura artística.

Podríamos empezar esta entrevista preguntándole por el aniversario de la caída del Muro, ya que este año se cumplen 35 años. ¿Qué le parece?

El muro cayó, se podría decir que por accidente, en noviembre de 1989. En una conferencia, un portavoz del gobierno de la República Democrática Alemana (RDA) anunció a la población que se podían solicitar viajes privados al extranjero. Cuando un periodista preguntó “¿empezando cuándo?”, el político, confuso, respondió que esta regulación entraba en vigor “de inmediato”. Eran alrededor de las 19:30 y media hora después la primicia fue retransmitida en los informativos de Alemania, lo que hizo que todo el mundo se dirigiera al muro y pidiera a los guardias que les dejaran cruzar. Uno de los jefes, aún confundido, ordenó que abrieran el muro; y ese fue el principio del fin.

Si ahora piensa en ese 9 de noviembre de hace casi 35 años, ¿qué siente?

Cuando llegué al Check Point Charlie a las 23:00 había una gran confusión, muchísima gente en el muro y una fiesta enorme que se alargó tres o cuatro días. Fue una locura y algo verdaderamente especial en mi vida. La gente reía y lloraba; una gran celebración. Los ciudadanos de la RDA veían por primera vez tiendas como Zara, Dior o Louis Vuitton y exclamaban “oh, Dios, ¿qué es esto?” Decían: “Hemos perdido tanto tiempo en ese extraño sistema”.

Tras esa reacción de sorpresa, ¿qué otros sentimientos surgieron a medida que la realidad se estabilizaba?

De repente, la vida de todas esas personas se desmoronó. Desde el oeste se les decía: “Mirad vuestra ropa, es ridícula, compraros algo nuevo” o “mirad vuestros muebles, id a Ikea”. Se les dijo que podían olvidar lo que habían aprendido en la escuela; muchos perdieron sus trabajos porque se consideró que los procesos de producción estaban anticuados y eran demasiado caros. Así que, la vida de esas personas se arruinó de cierta manera. Tiene sentido que los hijos de esas personas se volvieran rebeldes, se afeitaran la cabeza… Al principio de los 90, la atmósfera era muy extraña, sobre todo fuera de Berlín, en la antigua RDA.

Guardias del Berlín Oriental a través de un hueco en el muro. Puerta de Brandenburgo, Berlin, 1989
© AP Photo/Lionel Cironneau

Presenció el comienzo de la reorganización del este y el oeste en un sistema unificado.

Los berlineses del este decían: “Antes no podíamos viajar, pero ahora que podemos no tenemos dinero para hacerlo”. Al principio fueron tiempos eufóricos, pero muy pronto esa euforia se transformó en una especie de tragedia para todas esas personas. No sabían quiénes eran, su realidad había desaparecido. Esos fueron los difíciles años 90. Llevó mucho tiempo reorganizar el este y el oeste en un solo sistema. Mucha gente emigró al oeste del país buscando mejores oportunidades.

¿Cómo describirías la escena de Berlín durante los años 90?

Los artistas provenientes del este eran muy fuertes en el arte underground, y también lo eran los del oeste. Ambos grupos se unieron y creo que es gracias a ello que Berlín sigue siendo tan fuerte, incluso hoy en día, en lo que respecta a la música, al arte, etc. Es una ciudad especial, y lo es por esto. El arte callejero es muy prominente, pero está cambiando mucho, se está encareciendo y muchísima gente quiere vivir aquí.

¿Es cierto que pasaba mucho tiempo en Café M, en el distrito de Schöneberg, y que era un punto de encuentro importante?

Me desmayé en el Café M mientras pintaba, era noviembre de 1984. Tuve la genial idea de proponer al dueño pintar los baños. Él solo tendría que pagarme los colores. Compré una pintura al óleo maloliente y algún spray; el olor era tan intenso y el baño tan pequeño que perdí la conciencia, caí al suelo y tardé tres días en recuperarme. Mientras tanto otros siguieron pintando y cuando volví, fui al baño y parecía una selva, era un desastre; parecía que habían hecho explotar una bomba de colores. El dueño, muy insatisfecho, lo llamó mierda, y a pesar de mis quejas, decidió no pagarme.

Todos recordamos ese momento y esa historia. Fue hace 40 años, cuando el Café M era un gran lugar. Breakfast until 11pm (desayuno hasta las 23:00) es lo que decía el mítico cartel. ¡Imagínate, desayuno disponible durante todo el día! Era un punto de encuentro importante para los artistas, se bailaba, había música, recuerdo Running Up That Hill de Kate Bush. Era 1985. Empezábamos el día en Café M y terminábamos en el Risiko.

¿Qué relevancia tenía el arte callejero en Berlín en aquel entonces?

Por aquel entonces no había arte callejero en el oeste de Berlín. Yo fui el primero. Había muchos grafitis en el Muro de Berlín: algunos en contra de la comunidad turca, otros en contra del ejército de Estados Unidos y algunos más divertidos aquí y allá. Mi dibujo en abril de 1984, hace 40 años, marcó un gran cambio. La gente sorprendida me preguntaba quién era y quién me había dado el dinero para comprar los colores. Yo respondía que nadie me había dado el dinero para esto. Algunos pensaban que era un espía francés que había venido a embellecerlo. Christophe Bouchet y yo vivíamos muy cerca, en la casa ocupada Georg von Rauch Haus en Mariannenplatz, en Kreuzberg. Fue algo muy especial.

 Thierry Noir en la Georg von Rauch-Haus, 1980s
Thierry Noir in the Death Strip, Berlin, 1990
© AP Photo/Hans Joerg Krauss

El Muro fue el detonante que le empujó a pintar y a convertirse en artista. Lo veía desde su ventana todos los días.

Así es y no era nada divertido, era muy melancólica la vida ahí. No había coches ni tiendas. Sobre todo en verano, me planteaba muchas veces qué era lo que hacía allí pudiendo estar en algún lugar como Saint Tropez.

Y qué respondía a esa pregunta, ¿qué era lo que hacía en Berlín?

No encontré ninguna respuesta a esa pregunta.

Después de la caída del Muro, tuvo la oportunidad de pintarlo desde el otro lado y lo describió como un acto de venganza.

Sentía la necesidad de hacer algo al respecto, algo en contra del Muro, tenía que ser una reacción física y ese fue el nacimiento de esa pintada. Una vez que comencé, no pude parar hasta 1989, cuando por fin pude pintar también en la parte trasera.

¿Cómo recuerda el momento en el que pudo pintar esa otra parte?

Los soldados estaban aún ahí, pero no se les permitía disparar. Me gritaban, me decían que me estaban vigilando y que debía dejar de pintar, pero era muy fácil ignorarlos y cuando se acercaban no había más que saltar al otro lado, a la parte occidental.

Hace 40 años, en esa primera pintura, dibujó usted dos perros sentados. Sucedió en Bethaniendamm, en el distrito de Kreuzberg.

Es la pintura por la que me despidieron de mi trabajo en Lyon antes de mudarme a Berlín: dos perros sentados. Al final de la jornada, después de un largo día en la oficina, vi un trípode con papeles en la mitad de una habitación. Había un bolígrafo y pinté los perros. El jefe se sintió retratado en la pintura, se reconoció a sí mismo, pensó que era su caricatura. Así que me despidieron por eso. Años después pinté ese mismo dibujo en el Muro.

Artistas y músicos inundaban la ciudad en busca de inspiración, ¿cómo se introdujo usted en la escena?

Aparte de esos perros, nunca antes había pintado. Pero al mudarme a Berlín me di cuenta inmediatamente de que cada persona hacía algo, pretendian ser artistas así que yo también lo hice: “Soy artista”, decía, “y soy polifacético”. Así es como empecé. Pintar el Muro me pareció lo más obvio, estaba justo enfrente de la ventana. Así que Christophe y yo empezamos a recoger las pinturas que otros habían tirado a los contenedores. Estaban ahí por las obras de renovación de Berlín, para celebrar el aniversario de la ciudad. Recolectamos todas esas botellas y con esos colores pintamos.

Thierry Noir and Keith Haring, Berlin, 1987. Foto: Vladimir Sichov

¿Por qué se consideraba prohibido entre los artistas pintar el Muro?

Entre la sociedad alemana, pintar el Muro no estaba bien visto ya que era una frontera mortal y no un proyecto artístico. Resultaba realmente escandaloso para la comunidad local. Tuve que interrumpir mi trabajo en varias ocasiones para explicar a la gente qué era lo que estaba haciendo y por qué.

¿Era un acto político?

Pintar se convirtió en un acto político debido a su prohibición. Incluso escribir tu nombre estaba prohibido. El Muro se encontraba en territorio de Berlín Oriental, por lo que teníamos que saltar esos 5 metros hacia el territorio de la RDA y luego volver a saltar de vuelta. La policía de Berlín Occidental no estaba autorizada a entrar en esos 5 metros. Utilizaban un pequeño megáfono para advertirnos: "Estáis en Berlín Oriental. Regresad al oeste", decían.

Pintar en un lugar prohibido seguramente generaba una buena dosis de adrenalina.

A veces los soldados americanos venían, y muy rápido además, en un jeep grande, conduciendo a lo largo del muro. Fue muy especial pintar el Muro de Berlín.

¿Cómo surgieron las caras? ¿Cómo creó su estilo?

Surgió pintando a diario. Era fácil pintar las caras y repararlas. La gente las cubría, pintaba sobre mis obras, y las caras podían rehacerse fácilmente. En las pinturas más complicadas esto no era posible, así que abandoné las complicadas y seguí con las caras. Fue así como creé mi propio estilo. La gente reaccionó bien; algunos me pedían dibujos a pequeña escala. Y empecé mi carrera.

Decía que las caras son una celebración de la juventud eterna.

Sí. Una y otra vez cada nueva generación entra en escena y dice: "Lo que nuestros padres han hecho está bien, pero nosotros somos mejores". Quizás ni siquiera sea cierto, pero ciertamente eso es lo que pretenden.

En El cielo sobre Berlín de Wim Wenders, usted es quien le muestra los colores al Ángel cuando los ve por primera vez.

Wim Wenders llegó a Berlín para realizar su nueva película en octubre de 1985. Después del éxito de Paris, Texas el director tenía tiempo y dinero para preparar su nueva película. No sabía qué quería hacer, pero sabía que transcurriría en Berlín. Así que visitó todos los puntos de encuentro importantes de la ciudad: Café M, Paris Bar... Conoció a la gente, conoció la escena musical. Nos conocimos y me preguntó si querría formar parte de Der Himmel über Berlin. Aparezco subido a una escalera, pintando la parte del muro de la Waldemarstraße en el distrito de Kreuzberg.

Heads, Sotheby's, London (2022)
Thierry Noir, London (2017)

¿Cuáles son los momentos más destacados de su carrera artística?

Los tres grandes proyectos que realicé en tres continentes entre abril de 2017 y enero de 2018. Fueron en Londres, Los Ángeles y Sydney. Ha sido una de las mejores cosas que he hecho nunca. Son realmente grandes las pinturas, las realicé en las fachadas, en la calle. Es muy distinto pintar en el estudio o al aire libre. En la calle hay que adaptarse a las condiciones que se te presentan: calor, frío, lluvía... En Los Ángeles hacía mucho calor. Tuvimos que beber un galón de agua al día para poder resistir. En Sydney, durante la tarde soplaba un viento helado y tuve que aprender a convivir con él; aprender a pintar con el viento. Parar cuando pega muy fuerte y cuando afloja continuar. El proyecto se retrasó tres semanas por quejas de los vecinos, y porque, aunque ya teníamos los permisos necesarios tuvimos que conseguir más.

¿En qué trabaja actualmente?

Ahora mismo estoy inmerso en la preparación de una exposición que se inaugurará este año en Hong Kong. Además de algunas impresiones que se lanzarán esta primavera; y también está el trabajo que voy a hacer para los Juegos Olímpicos de este verano en París.

¿Cómo ha sido su proceso creativo durante estos 40 años?

Sin muchos cambios. Sigo con el mismo espíritu y espero continuar así. Al principio no fue fácil: al pintar el Muro la gente me gritaba e insultaba. No todos los días estaba convencido de querer seguir con esto. Me decía a mí mismo "sigue, continúa con tu arte". Con el tiempo descubres que la opinión de las personas cambia mucho.

En los años 90, cuando usted pintó la East Side Gallery, lo hizo como un recordatorio para las futuras generaciones de que algo así no debería volver a ocurrir. En el mundo actual, 35 años después, ¿cómo progresa este propósito?

No estoy seguro, pero creo que soy optimista respecto al futuro. Esa es la actitud que intento reflejar y transmitir a través de mi arte. Tal vez esa sea la razón por la cual la gente sonríe al contemplar mis pinturas.

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