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Este aficionado al arte es el mayor experto en falsificaciones de Warhol (y su diagnóstico es bastante desolador)

Por Alberto G. Luna

Ron Rivlin, coleccionista de arte especializado en Andy Warhol.

Andy Warhol parodiaba a la sociedad de consumo mediante la repetición y eliminación de cualquier tipo de manualidad en el proceso creativo de sus obras, buscando un efecto de cadena de montaje y utilizando técnicas como la serigrafía que cualquiera podría realizar. Creó tantas que incluso dispuso de un estudio que las producía en masa y certificaba, lo que posteriormente ha favorecido el fraude. Un aficionado a su arte sin embargo, se ha especializado en encontrar falsificaciones y ya colabora incluso con el FBI.

En 1962 Andy Warhol expuso en una galería de Los Ángeles 32 lienzos que correspondían a los 32 sabores distintos de las famosas sopas Campbell. Irving Blum, propietario del espacio, los mostró a lo largo de una línea horizontal sobre un estante blanco, como si estuvieran en un supermercado. La idea era vender cada uno por 100 dólares, pero no tuvieron mucho éxito. Con el paso de los días Blum pensó que las latas funcionarían mejor en una sola pieza, representando de esta forma la producción en masa y la cultura consumista. La suma —pensó—, era superior a las partes. Y eso hizo Warhol, creando una de las obras de arte más importantes del siglo XX.

Las obras de Warhol no muestran ni un solo rasgo de virtuosismo o tic estilístico. El poder que ejercen se encuentra precisamente en la desapasionada frialdad que transmite su naturaleza repetitiva. Una parodia de los cuestionables métodos empleados en el mundo de la publicidad; de su forma de penetrar en la conciencia de la sociedad a través del bombardeo continuo de imágenes. En Marilyn Diptych por ejemplo, utilizó la técnica de la serigrafía, eliminando cualquier atisbo de intervención manual que pudiera quedar y acortando la distancia existente entre sus imágenes y lo que imitaban. “Me parecería colosal que más gente utilizara esta técnica, así nadie podría saber si se trata de una pintura mía o de otra persona”, llegó a afirmar en una ocasión. Y a la objeción de que este tipo de práctica pondría la historia del arte patas arriba —¿les recuerda algo a la IA?—, respondió con un simple “sí”.

Pues bien, el artista no andaba muy desencaminado con lo que finalmente pasaría. La Fundación Andy Warhol, que se encargaba de verificar la autenticidad de sus obras hasta que en 2012 renunció tras una serie de demandas, llegó a afirmar que de las más de 100.000 que se hallaban en circulación, solo 6.000 habían sido acreditadas, de las cuales un 20% eran consideradas falsas. Una cifra bastante desalentadora si tenemos en cuenta que cada año se comercializan entre 600 y 1.000 piezas.

‘Latas de sopa Campbell’, Andy Warhol 
‘Shot Sage Blue Marilyn’, Andy Warhol

En 2016, Ron Rivlin, fundador de la Revolver Gallery (Los Ángeles), fue víctima de una de esas estafas. Un día cualquiera se decidió a comprar dos pinturas, pero cuando llegaron resultaron ser falsas. En lugar de denunciarlo y quedarse esperando —como habría hecho todo hijo de vecino—, él decidió perseguir e identificar al vendedor. Algo que finalmente hizo como si de una película de John le Carré se tratara. Desde entonces se ha convertido en uno de los mayores estudiosos de la obra de Warhol hasta el punto de ayudar al FBI a combatir el fraude y publicar libros como The Royal Warhol Year, sobre los movimientos de su obra en el mercado del arte. Ahora está a punto de hacer lo propio con The Iconic Warhol, por este motivo hablamos con él y lo primero que le preguntamos es qué tan difícil resulta identificar una obra falsa de Warhol.

“Warhol le dio un giro al mundo del arte al adoptar técnicas de producción en masa como la serigrafía. Esto te podría hacer pensar que copiar su trabajo puede resultar fácil, pero el diablo está en los detalles. Las elecciones de Warhol en cuanto a color, capas e incluso las peculiaridades específicas de las técnicas que empleaba te obligan no solo a crear una falsificación convincente, lo que requiere habilidad técnica, sino una comprensión casi íntima de su proceso creativo como por ejemplo el tipo de papel, la porosidad, las tintas que empleaba, la ubicación de los sellos y relieves, y por supuesto las firmas. La de Warhol evolucionó a lo largo de su carrera. Incluso el grafito del lápiz que utilizó para firmar sus impresiones tiene un brillo especial. Es necesario conocer qué editores e impresores utilizó cuando se realizaron esas obras de arte”.

Las casas de subastas de bajo nivel a veces hacen la vista gorda ante las falsificaciones y escriben avisos legales para protegerse en sus contratos y evitar reembolsos

“Las falsificaciones de alta calidad suelen aparecer en segmentos menos examinados del mercado como las casas de subastas pequeñas o los corredores de arte que tal vez no tengan los recursos o la experiencia para identificarlas. Las casas de subastas de bajo nivel a veces hacen la vista gorda ante las falsificaciones y escriben avisos legales para protegerse en sus contratos y evitar reembolsos”, nos añade al respecto.

Entre las que carecen de certificación se encuentra de hecho la más cara en subasta, Green Car Crash, que se vendió en Christie's por 71 millones de dólares. Se da la circunstancia, además, de que muchas obras de Warhol fueron producidas en masa y firmadas por su estudio The Factory. Es decir, que ni fueron realizadas por el propio artista.

‘Mao Zedong’, Andy Warhol
‘Reigning Queens’, Andy Warhol
‘Elvis I & II’, Andy Warhol
‘Velvet Underground & Nico’, Andy Warhol
‘Autorretrato’, Andy Warhol

Desde que se disolvió la Junta de Autentificación de la Fundación Andy Warhol, la certificación de sus piezas se ha descentralizado. Ahora los coleccionistas tienen tres opciones para asegurarse de que sus compras son auténticas: el catálogo razonado de la Fundación —que ha sido muy criticado al no incluir muchas obras supuestamente verídicas en circulación—; los servicios de distintos particulares que se ofrecen en internet; y las galerías. Y obviamente aquí cada uno quiere su parte del pastel. La propia Fundación de hecho, que fue acusada de “sacar más sopa de la que debería de la lata de Warhol” por Richard Dorment en su libro Warhol After Warhol, se asoció con Beanstalk Group, una importante agencia de licencias con sede en Nueva York, para comercializar platos, joyas, ropa, cuadernos, calendarios y todo tipo de objetos decorativos como un paquete de condones decorado con pinturas de camuflaje y adornado con la leyenda "Nunca te verán venir" que fue un éxito de ventas en el Museo Andy Warhol de Pittsburgh.

La fascinación de Rivlin por Warhol le viene desde que era pequeño, cuando conoció por primera vez Campbell’s Soup y decidió que quería empezar a ser coleccionista. Pero no le resultó fácil meterse en el cerrado mundillo del arte. “No era el típico propietario de una galería. No tenía ninguna titulación, contaba con poca experiencia y todavía estaba aprendiendo a coleccionar”, reconoce no sin cierta vergüenza. Sin embargo, parece que no se le ha dado tan mal. Hoy tiene más de 400 obras del séptimo artista que más mercado mueve en subasta pública según el ránking de Artprice, además de otras piezas de Damien Hirst, Keith Haring, John Baldessari o Kenny Scharf. Aunque si le preguntas por cuál le gustaría tener, te reconoce que, sin duda, Double Elvis. “Más allá de su atractivo estético, encarna la capacidad única de Warhol para combinar la cultura de las celebridades con la innovación artística”. De momento tiene a la venta en Artsy 100 de sus obras. Le preguntamos si son auténticas y como tiene un estupendo sentido del humor, nos responde que por supuesto, no sin cierta sorna. Esperamos que Portrait of Princess Diana, que la casa de subastas Phillips saca a la venta el próximo 7 de marzo con un precio estimado de entre 1,5 y 2 millones de euros, también lo sea.

“Sin transparencia académica y compromiso con la verdad, la historia del arte degenera en una mera cuestión de opinión o, más exactamente, de interés propio”, afirmó en su momento Richard Dorment. Warhol, sin embargo, se mostró más flexible sobre el tema: “El arte es cualquier cosa con la que puedas salirte con la tuya”.