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Maribel lópez: “este año hay mucha presencia internacional en arco, algo por lo que luchó en los 90 juana de aizpuru"

Por Sol G. Moreno

Maribel López, directora de ARCO

Asumió la dirección de ARCO en el mejor momento de la feria, pero le tocaron las peores cartas. Tras batir récord de visitantes y ventas en 2019, sufrió el parón de la pandemia, afrontó el 40º aniversario en pleno verano y tuvo que convivir con las consecuencias de la guerra de Ucrania. Ahora encara 2024 con tranquilidad, o eso espera.

Tras unos años convulsos, Maribel López por fin puede respirar tranquila. Ha podido preparar una 43º edición de ARCO con calma, centrada en los detalles. Sin contratiempos, vaya. Cualquiera diría que es gafe por las ediciones que le ha tocado afrontar, pero la resiliencia le ha hecho cambiar el chip.

Quedan un par de semanas para que dé comienzo la feria y las expectativas son buenas, aunque eso puede ser un arma de doble filo. La nueva edición estrena fechas, del 6 al 10 de marzo y cuenta con 205 galeristas participantes, pero coincide con TEFAF Maastricht, la mejor cita del mercado internacional europeo a la que también asistirá El Grito.

Este año se ha retrasado una semana la feria, ¿por qué?

El motivo original tenía un aspecto práctico, pero al final se ha convertido también en un experimento. Por un lado, estaba la necesidad técnica de contar con más días de montaje, porque en ARCO hemos complejizado la arquitectura y cuidado hasta el detalle los stands. Si manteníamos la fecha de siempre, no nos daba tiempo a organizarlo todo. Por otro lado, coincidía con la semana blanca en los colegios y muchas parejas jóvenes extranjeras tenían que decidir si venir, porque sus hijos estaban de vacaciones. Todo eso nos llevó a retrasar la feria. El cambio se ha recibido tan bien que hemos decidido mantenerlo en el futuro.

El resto de ferias de la capital también se han pospuesto. Parece que después de cuatro décadas ARCO sigue marcando el paso en Madrid, ¿no?

Es lógico y no creo que sea malo reconocerlo. La feria es una institución en torno a la cual surgieron otras citas, ha funcionado como un gran imán de propuestas emergentes.

¿No cree que hay mucha competencia condensada en tan pocos días?

Es normal que se condense. La energía tiene sus ondas y se distribuye de manera radial y azarosa, luego cada uno decide lo que quiere ver. Por ejemplo, hay personas que dedican un día o dos a ARCO y un tercero para alguna de las otras ferias.

¿Qué ofrece ARCO que no tenga el resto?

Creo que cada una tenemos nuestro rol y el de ARCO es obviamente histórico. Lo que ofrece es una feria muy testada, en la que el contexto institucional y la calidad indiscutible de las galerías está sometida a unos criterios de selección muy complejos. Sé que nuestro proceso es duro, pero la exigencia de decidir qué galerías están en la feria o cuáles no, garantiza una alta calidad de la misma. Ponemos todo de nuestra parte para garantizar que lo que se expone pueda ser historia del arte, además de presente del arte. De entrada, todos son artistas museables.

‘Trímero’, 2019, Blanca Muñoz. Imagen cortesía de Marlborough.
‘Caixa amb cistella’, 1999, Antoni Tàpies. Imagen cortesía de Leandro Navarro.

Esta vez acuden 205 galerías, pero ha habido muchas más peticiones. ¿Cuántas se han quedado fuera o no han pasado el corte?

Pues casi las mismas que participan, unas 200.

En la última década hemos visto de todo: Franco metido en una máquina de refrescos, un ninot real, presos catalanes… Últimamente ya no hay casi nada provocador, ¿podemos hablar de una feria menos divertida y más comercial?

Todos nos hemos cansado un poco de que el foco de atención no se ponga casi en nuestro trabajo sino en elementos anecdóticos. Creo que ahora los galeristas y la feria estamos muy alineados; no es que antes no lo estuviéramos, pero quizá parecía que ese llamar la atención tenía otro valor. Con la experiencia nos hemos dado cuenta de que esa sobreexposición sobre la galería después no era tan buena para el negocio.

¿Es porque las piezas provocadoras no se venden?

Al contrario, ese tipo de obras se venden muy bien.

Pero el Ninot de Felipe VI de 200.000 euros no se vendió en 2019.

En ese momento no, después ya no lo sé. Lo que suele ocurrir en esos casos es que la galería ya no vende más, porque el espacio se llena de gente y todo tu stand se convierte en mediático, de modo que es más difícil trabajar. También comprendo que a veces los artistas quieran chillar un poco, pero es verdad que desde la feria nunca nos ha gustado ese foco de atención en una sola obra y no en los 2.000 artistas que hay repartidos por los pasillos. se expone pueda ser historia del arte, además de presente del arte. De entrada, todos son artistas museables.

Hay presencia mayoritaria de galerías extranjeras, esta vez un 65%.

Este año hay una fuerte presencia de coleccionistas internacionales, algo por lo que lucharon en los años noventa Juana de Aizpuru y Rosina Gómez-Baeza. La internacionalidad es fundamental, pero solo si nuestro sustrato está bien armado. Yo diría que el número está bastante equilibrado e incluso controlado, porque nuestra misión es hacer una feria internacional sin olvidar la escena nacional. Esto solo tiene sentido si los vasos comunicantes van en las dos direcciones.

Hablemos del coleccionista español, ¿sube, se mantiene o baja?

Tengo la sensación de que ha subido y destacaría sobre todo su compromiso. Veo la manera en la que viajan los coleccionistas, la forma que tienen de ver las cosas, cómo se interesan y preguntan… Es un momento bonito porque ahora el arte vive una especie de boom y hay muchos jóvenes que están empezando a comprar. ¿Sabes qué es lo que no ha crecido? Las colecciones corporativas y de empresas, no vemos ninguna nueva; me encantaría poder volver a esa exuberancia de los años noventa.

¿Cuál es el perfil coleccionista de ARCO?

Es alguien a quien le importa el arte. No es estrictamente inversor, desde luego, ni tampoco es su primera compra. Suele ser gente que lleva un tiempo interesándose por el arte y que se acerca a la feria con un conocimiento previo. Nuestra ilusión es que las nuevas generaciones también vengan a comprar su primera obra gracias a First Collector. Entendemos que esta es una feria muy grande, por eso en este proyecto tú puedes decidir cuánto dinero quieres gastarte, entonces elaboramos un dossier para que puedas recorrer las galerías sabiendo lo que puedes pedir.

En el caso de los compradores noveles juegan con desventaja, ¿no cree que alguien con ese perfil podría encontrar cosas más asequibles en otras ferias?

Pues fíjate que yo no lo veo así. Estoy convencida de que lo que ocurre con el coleccionismo es que te inocula un virus, por eso lo veo como una ventaja a futuro: si una persona compra una obra en una feria que es más accesible, estoy segura que de ahí va a surgir un interés por investigar al artista; eso le llevará a una galería, de la galería al museo y de este a ARCO. Yo no veo más que posibles coleccionistas futuros. Y que conste que en Ifema hay obras para todos los públicos y bolsillos.

‘Monument to Letters’, 2005, Barry Flanagan. Imagen cortesía de Lelong
‘Sin ello’, 2024, Jacobo Castellano. Imagen cortesía de Maisterravalbuena.

Por los resultados que se hacen públicos, da la sensación de que la feria se sostiene gracias a museos e instituciones. ¿Qué porcentaje de ventas totales representa, la mitad tal vez?

¡Nooo, muchísimo menos de la mitad! Es un porcentaje pequeño. Que el Reina Sofía compre es importante, porque para las galerías es relevante saber que las instituciones públicas apoyan a la feria. Pero en términos de números es mucho más lo que aportan los coleccionistas privados y eso me da mucha tranquilidad.

¿Cuál es la previsión de ventas para este año?

Eso es imposible de adivinar, porque ni siquiera nosotras sabemos exactamente lo que se vende. Los galeristas siempre me dicen de menos. Si la cosa va muy bien puede que no me entere de hasta qué punto, pero si un año hay un colapso lo sabré seguro. Cuando acaba la feria les preguntamos cómo les ha ido, ellos pueden contestar o no, anónimamente o con su nombre. La sensación que tenemos para 2024 es que va a ir mejor que el año pasado, por las galerías que van a venir, por los coleccionistas que arrastran y por las confirmaciones de asistentes.

Hombre, entre los paseos por la feria, las charlas con los participantes y los datos de años anteriores, alguna estimación tendrán…

De verdad que la cifra exacta no la tenemos. ¿Y cómo sabemos entonces que ha ido bien? Por las solicitudes del año siguiente, ARCO tiene una fidelidad del 90% y si esa cifra es tan alta es síntoma de que vamos por el buen camino. La creación de arte en estado puro no llega si no se venden las obras, por eso todo nuestro trabajo se dirige a conseguir el éxito de las galerías que representan a los artistas.

Con esta 43º edición cumple un lustro al frente de la feria, cinco años que no han sido nada fáciles… ¿Cómo ve la evolución?

Es verdad cinco años ya. El año pasado hacía repaso y pensaba que era la primera vez que pudimos centrarnos en la feria. En 2020 nos pilló de sopetón la pandemia y en 2021 llegó la decisión de celebrar la 40º edición en verano (por cierto, para muchas galerías fue muy buena). En aquella ocasión el esfuerzo fue colectivo, Ifema hizo un descuentazo del 30% a los participantes y dejamos montar el stand del tamaño que quisieran. Es cierto que bajó mucho la participación porque hubo solo 130 galerías, pero ahí estaban. Este año lo encaro con ilusión, porque creo que los detalles importan y ahora puedo ocuparme de ellos.

Ya era hora de que tuviera por fin un poco de paz. ¿Cómo ve el futuro de la feria a medio plazo?

Ahora mismo está en un momento muy estable. En estos 42 años se han establecido unas bases para trabajar con cierta estabilidad y tengo ilusión por continuar en esa línea. Preveo mantener la misma estructura, este tamaño de feria y este modo de trabajo.

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