Arquitectura & Diseño

La Guerra Fría vista a través de la herencia arquitectónica del Berlín dividido

Por NEREA MENOR. BERLÍN

Corbusierhaus

El estilo urbanístico de la posguerra berlinesa estuvo fuertemente marcado por la división de la ciudad y los bloques enfrentados. De un lado, la arquitectura modernista internacional abanderada por nombres como el de Le Corbusier, Oscar Niemeyer o Walter Gropius. Del otro, otra más tradicional que buscaba reflejar el éxito del socialismo.

El dualismo extremo de los dos bloques considerados antagónicos durante la Guerra Fría, consolidó la creencia en la incompatibilidad de los contrastes. Así, en la historia arquitectónica europea del siglo XX, las corrientes vanguardistas y las tradicionalistas se percibieron a menudo como polos incompatibles. Este binomio alcanzó su punto máximo en la década de los 50, identificando al oeste con la arquitectura modernista internacional; y al este con la construcción de tradiciones nacionales (clasicismo socialista).

Berlín Este y Oeste competían para crear la arquitectura del futuro. Thomas Flierl, historiador de arquitectura, y exmiembro de la cámara de representantes de Berlín, cuenta que “en ningún otro lugar del mundo la confrontación política entre el Este y el Oeste dejó huellas tan claras en la arquitectura y el desarrollo urbano”. Se generó así una competición única en urbanismo y arquitectura, incluso antes de la construcción del Muro en 1961.

Los ejemplos más notables son la Interbau de 1957 (International Building Exhibition) en el Hansaviertel; y la Karl Marx Allee construida entre 1951 y 1958 en su primera fase y entre 1959 y 1964 en su segunda.

La Karl Marx Allee

Un “laboratorio de experimentación”

“La incertidumbre respecto al desarrollo futuro de Berlín originó una serie de debates entre Wiederaufbau (reconstrucción) y Neuordnung (nueva ordenación), así como diversas propuestas a este respecto, haciendo de la ciudad un “laboratorio de experimentación”, explica Mónica Vázquez Astorga, de la Universidad de Zaragoza, en su investigación sobre la reconstrucción de Berlín tras la II Guerra Mundial.

En 1945 Berlín fue dividido en cuatro zonas (soviética, estadounidense, francesa y británica) y, en 1949, en dos sectores (occidental y oriental), siguiéndose en cada uno de ellos criterios divergentes para su reconstrucción. Muchas de estas intervenciones se llevaron a cabo en condiciones adversas y con la escasez de recursos típica de la posguerra.

En 1945, la Administración Militar Soviética creó un departamento para la construcción urbana del Gran Berlín, dirigido por Hans Scharoun, quien elaboró el Kollektivplan: el primer proyecto de planificación urbana desarrollado conjuntamente para impulsar la reconstrucción de la ciudad. “Lo que ha quedado después de que los bombardeos y la batalla final sacudiesen por completo hasta los cimientos de la ciudad, nos brinda la posibilidad de configurar un paisaje urbano en el que la naturaleza y los edificios, las alturas reducidas y los amplios espacios formen un nuevo orden vivo”, diría Scharoun en 1946.

Dando forma al paraíso socialista

Describe Flierl que, “la Stalinallee, en la zona soviética, destaca como un bulevar prestigioso con palacios residenciales y plazas llamativas, marcadas por edificios con torres y portales. En contraste, la Interbau 1957 adoptó un estilo internacional según los principios de la Carta CIAM de Atenas”.

Karl-Marx-Allee fue la calle más destacada de la República Democrática Alemana (RDA). Inicialmente llamada Große Frankfurter Straße, fue rebautizada como Stalinallee en 1949 y finalmente, en 1961, adoptó el nombre con el que se la conoce hoy en día.

En el sector oriental se convocó un concurso en 1951 para la proyección arquitectónica y urbanística de la avenida, cuyas obras dieron comienzo un año después. Se buscaba replicar los grandes bulevares de Moscú e incorporar, en los edificios de viviendas para los trabajadores, el clasicismo del siglo XIX de Schinkel. Los edificios buscaban reflejar el éxito del socialismo, insinuando que pronto todos vivirían lujosamente una vez que el socialismo se consolidara por completo.

Los primeros edificios, construidos entre 1949 y 1950, son obra de Ludmilla Herzenstein, asociada de Scharoun. Los bloques más grandes son de Hermann Henselman. Los restantes son obra de varios colectivos liderados por Egon Hartmann, Hanns Hopp, Kurt W. Leucht, Richard Paulick y Karl Souradny.

Hochhaus an der Weberwiese, 1952
Hochhaus an der Weberwiese, 2006

Uno de los precursores del desarrollo de la monumental avenida fue el Hochhaus an der Weberwiese (rascacielos en la Weberwiese) de Henselman, en su día símbolo de la renovación urbana progresista, apareció en carteles que ensalzaban el programa de las nuevas construcciones de Berlín.

Tras romper con el estilo de decoración tan exagerado de la era estalinista, los edificios más tardíos son una buena muestra de la arquitectura glamourosa de la República Democrática Alemana (RDA). Una de las construcciones más relevantes es el icónico Kino International (Cine internacional). A diferencia de otras obras maestras de la arquitectura de la RDA, el cine ha resistido la demolición y sigue siendo una parte relevante de la escena cultural de la ciudad 60 años después. Su fachada principal da a la avenida. Está revestida de vidrio suspendido en el suelo, mientras que las paredes laterales están cerradas con relieves de piedra. En la planta baja, la cara principal utiliza siete pilares de hormigón revestidos de piedra para sostener las plantas superiores y la división donde se colocan las puertas. En el vestíbulo de la primera planta llaman la atención las cuatro enormes lámparas de araña, el suelo de parqué y las paredes revestidas, en parte, con paneles de madera.

La sobriedad como llave del futuro

La colosal arteria en Berlín Este, llevó a los dirigentes de la República Federal Alemana (RFA) a responder con contundencia en Berlín Occidental.

Así nació la Interbau en 1957, una exposición de arquitectura internacional convocada por el Senado de Berlín Occidental, ofreciendo una alternativa a las viviendas del paraíso socialista. La propuesta, además de representar los principios de la arquitectura occidental, se desvinculó de la ostentosa opulencia de la Stalinallee y de la estética nazi.

El proyecto, diseñado por un equipo de arquitectos modernistas, incluía, entre otros, a Le Corbusier, Oscar Niemeyer y Walter Gropius. Diseños sobrios, asimétricos y geométricos, rodeados de árboles y jardines.

La Ethik der Ästhetik (la ética de la estética) reinaba en la concebida como ciudad del futuro. “Qué euforia reinó durante la Interbau. El Hansaviertel en ese momento se percibía como el modelo de vida del futuro: luminosidad, modernas instalaciones y un desarrollo del barrio agradablemente libre”, asegura Henrik Adler, de la asociación de vecinos del Hansaviertel.

Oscar Niemeyer Haus, 1958

Oscar Niemeyer Haus es uno de los edificios más importantes del complejo. El arquitecto brasileño inicialmente planeó un bloque residencial con áreas comunes en el quinto piso, pero adaptó el diseño para incluir más apartamentos, respondiendo a las necesidades de vivienda de Berlín. El edificio de 78 apartamentos se sostiene sobre pilares en forma de V que crean un paso protegido de la luz, con una torre triangular de ascensores detrás del bloque principal.

Walter Gropius Haus

La Walter Gropius Haus, diseñada por el fundador de la Bauhaus, es un edificio residencial de nueve plantas. A diferencia de las obras anteriores de Gropius, presenta un diseño menos formal, con balcones dispuestos de manera diferenciada y laterales estrechos con apartamentos orientados hacia los lados. El edificio, reconocible por su colorida fachada, fue declarado monumento protegido en 1980.

Le Corbusier creó la Unité d'habitation en Marsella varios años antes de la Interbau. El concepto se centraba en proporcionar suficiente espacio habitable e integrar las necesidades diarias de las personas en el bloque de viviendas. Su presencia en la exposición de 1957 se consideró esencial, aunque sus demandas para una Unité d'habitation en Berlín generaron tensiones debido al tamaño, que superaba el plan original para el Hansaviertel. Con 530 apartamentos y 17 plantas de altura, la Corbusierhaus se construyó finalmente en el barrio de Charlottenburg, siendo declarada monumento protegido en 1996.

“Recuerdo artículos en los periódicos del este burlándose del nuevo estilo y la estética capitalista de la Interbau. Especialmente, de los alquileres supuestamente tan elevados que nadie podía costearse”, cuenta Adler.

Reconocimiento rechazado

En un esfuerzo por promover el entendimiento y resaltar el patrimonio europeo compartido más allá de las barreras físicas, el Senado de Berlín presentó recientemente y por segunda vez la candidatura conjunta del Hansaviertel y la Karl-Marx-Allee para que fueran declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Sin embargo, la propuesta fue nuevamente rechazada.

Según el periódico Berliner Zeitung, “el consejo asesor carece de pruebas de que Berlín tuviera una influencia universal en el desarrollo urbano en la segunda mitad del siglo XX. En su opinión, tampoco está suficientemente demostrado que la interacción entre el Este y el Oeste fuese importante más allá de la ciudad.”

Adler lamenta la decisión, ya que “la doble candidatura también habría proporcionado una justificación más sólida para resaltar no solo el aspecto occidental, sino también la relevancia de la visión oriental del desarrollo urbano”.

Quizás esa sea la clave para una nueva candidatura. Según el periódico, la Karl-Marx-Allee aún podría tener una oportunidad por sí sola. Las solicitudes anteriores han pasado por alto su verdadera singularidad: no hay otro lugar en el mundo donde se encuentren de manera tan evidente los dos principales tipos de urbanismo socialista.