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Giovanni Anselmo, el padre del arte povera que aprendió del volcán

Por Nerea Ayerbe

Retrato de Giovanni Anselmo, 1994. © Salvatore Mazza

Un gran vacío se ha abierto en el legado del Arte Povera. Giovanni Anselmo ha fallecido en Turín a los 89 años. Desde febrero hasta mayo de 2024, el Guggenheim expondrá en torno a 50 de sus obras entre las que se cuentan fotografías, proyecciones, dibujos y esculturas.

Yo, el mundo, las cosas, la vida, nosotros somos situaciones de energía y lo importante es precisamente no cristalizar estas situaciones, sino mantenerlas abiertas y vivas en términos de nuestro vivir. Como a toda manera de pensar o de ser debe corresponder una manera de comportarse, mis obras son en realidad la fisificación [sic] de la fuerza que hay detrás de una acción, de la energía de una situación o de un acontecimiento, etc., y no su vivencia en términos de signos anotados, o simplemente de naturaleza muerta. (Giovanni Anselmo, ‘I, The World, Things, Life’)

En pie sobre la cima del Estrómboli, Giovanni Anselmo veía amanecer. El sol surgía del mar allá abajo, a sus pies, y proyectaba su sombra hacia el infinito del cielo a sus espaldas. Era la mañana del 16 de agosto de 1965 y comprendió de repente que la estrella, el volcán y él mismo habían entrado en una fascinante y significativa correlación. Sobre estas fuerzas universales de luz, tierra y energía, fundó toda su obra.

Un gran vacío se ha abierto ahora en el legado del Arte Povera. Anselmo ha fallecido en Turín a los 89 años, como expresaba en un comunicado Marian Goodman Gallery: “Un protagonista clave del movimiento Arte Povera y artista de la galería durante 39 años, Anselmo persiguió y exploró su práctica en relación con la naturaleza, lo finito y lo indefinido, lo visible y lo invisible”.

Su práctica artística fue clave en el desarrollo del Arte Povera, que comenzó oficialmente en 1967 en la Galería La Bertesca de Génova. Aquella muestra, comisariada por Germano Celant, reflejaba un interés particular por explorar la noción de espacio. En ella se veían bloques de tierra de forma geométrica, pavimento pulido, barras de amianto… Pero, ¿qué estaba pasando? En palabras del propio comisario “la banalidad ha entrado en el terreno del arte. Aparece lo que es insignificante, o más bien está empezando a imponerse. El comportamiento y la presencia física se han convertido en arte. [...] Vivimos en un período de desculturización. Las convenciones iconográficas se están desmoronando, los lenguajes simbólicos y convencionales se desintegran”.

Giovanni Anselmo, Turín, Galería Gian Enzo Sperone, 1969
Imagen © Paolo Bressano

Aunque fue parte del movimiento desde sus comienzos, Anselmo no participó en aquella primera muestra; su momento clave fue el encuentro con Gian Enzo Sperone, galerista que realizó su primera exposición individual en Turín. Posteriormente, sus obras también aparecieron en la exposición histórica de Berna en 1969, Live In Your Head: When Attitudes Become Form y en la Documenta de Kassel en 1972 y 1982. Participó en las Bienales de Venecia de 1978, 1980 y 1990, recibiendo en esta última el prestigioso León de Oro.

En 1970, el movimiento dejó de funcionar como grupo y sus miembros pasaron a trabajar de manera individual. Pese a todo, no sucedió como en tantos movimientos definidos por críticos o comisarios: en el caso del Arte Povera los artistas (la mayoría de ellos, al menos) siguieron manteniéndose en una estética común en la década de 1970. Para su práctica se decantaron por el uso de materiales humildes y pobres, y generalmente no industriales; a menudo usaban plantas, grasa, cuerda, tierra, piedras o sacos de lona. Materiales sin especial significación cultural, cuya procedencia o utilidad no importaba, solo que fueran reutilizados y transformados por el propio artista.

Se trataba, además, de materiales biodegradables y caracterizados por transformar la obra a medida que el tiempo los deteriora, en lo que puede verse un claro antecedente de la actual relevancia de la sostenibilidad y la naturaleza de los materiales. Esta nueva generación de artistas aportó una reflexión estética totalmente vigente en la actualidad, sobre la relación entre el material, la obra y su proceso de producción; y una negativa a la creciente industrialización y mecanización del mundo en general y del arte en particular. El propio Anselmo percibía su obra como un cuerpo vivo, que parece inmóvil pero que respira y se transforma, y a menudo realizaba nuevas versiones de piezas antiguas.

Giovanni Anselmo con su obra ‘Untitled’, 1970
© Paolo Mussat Sartor, via Marian Goodman Gallery

Piedra, luz y el ultramar

En aquella primera exposición en la Galería Sperone expuso una obra que sería clave en su carrera: Torsioni (1968). Actualmente, el Museo de Arte Moderno de Nueva York conserva una versión en su colección. En esta pieza, Anselmo articula las fuerzas y energías ocultas, a menudo invisibles, que determinan y controlan la naturaleza del mundo en que vivimos: fuerzas como la gravedad, el magnetismo, la torsión y, sobre todo, la entropía y el tiempo.

Jean-Christophe Amman describió la obra como un enfoque radicalmente nuevo de la idea de escultura. Se concentra la energía como imagen y realidad. Con sus correas de cuero retorcidas firmemente fundidas en una base cúbica de cemento, Torsione es una obra que personifica la intención de Anselmo de hacer visible el funcionamiento innato y elemental de las energías ocultas en la materia a través de su propia interacción física. “La torsión existe", según Anselmo, "no sólo en virtud de su forma, sino también en virtud de la energía que contiene, que no es visible, pero que de hecho da la energía de trabajo. Está ahí". Las obras de Arte Povera se mantienen vivas: una vez instalada la pieza, como observa el propio artista, la obra "no es inerte", sino que está efectivamente viva, ya que "la energía acumulada y contenida (en ella) tiene una acción real y ejerce un empuje "real" contra las paredes".

En la misma línea la obra Grigi che si alleggeriscono verso oltremare (Grises que se aclaran hacia el azul ultramar) (1982-1983) es sostenible y perdurable en el tiempo porque supone una nueva visión de la idea de la luz. Las fuerzas invisibles, como la gravedad y el tiempo, que impregnan el mundo, son fundamentales también en esta obra. Las piedras se han vuelto ligeras al estar suspendidas, mientras que el pigmento ligero de ultramar se ha transformado en algo pesado al estar anclado en la tierra en forma de rectángulo pintado. Según Anselmo, el azul empleado apela al radiante mar Mediterráneo a través tanto de su nombre como de la naturaleza resonante de su longitud de onda cromática, del invisible y etéreo infinito más allá que también está siempre presente en toda la materia.

Giovanni Anselmo con su obra ‘Torsioni’, 1969
Imagen © Paolo Mussat Sartor
‘Grigi che si alleggeriscono verso oltremare (Grises que se aclaran hacia el azul ultramar)’, Giovanni Anselmo
© CAMUSAC Cassino Museum of Contemporary Art

Añade además que el estímulo que ofrece no es solo visual, sino también mental. Indica un lugar más allá de los muros de la galería hacia el que se dirigen juntos obras y espectadores. Es un lugar que existe, porque allá donde vayas siempre habrá algo más allá del horizonte, un ultramar.

Este legado experiencial de Anselmo refuerza el impulso de una obra cuya misión es estimular la contemplación del entorno inmediato del mundo material y podrá percibirse próximamente en el Museo Guggenheim Bilbao. Desde febrero hasta mayo de 2024, se expondrán en torno a 50 obras, entre las que se cuentan fotografías, proyecciones, dibujos, esculturas, así como obras realizadas in situ. La muestra ha sido comisariada por Gloria Moure en estrecha colaboración con el propio artista. La experiencia está servida: la poderosa relación que existe entre las obras de Anselmo y el espacio expositivo se reduplicará en la singularidad del espacio de Gehry.

Y es que Anselmo, junto con Merz, Kounellis o Fabro, supo crear un nuevo tipo de relación obra espectador, pero sobre todo abrieron un nuevo universo en el que el uso de materiales puros, vivos o invisibles se convirtió en sustancia de la obra de arte.

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