Actualidad

“Los Badalamenti tienen la pintura, estoy seguro”: los claroscuros de 'La Natividad' de Caravaggio

Por Ángel L. Martínez

‘Natividad con San Francisco y San Lorenzo’, Caravaggio. 1600

Cuando Caravaggio llegó a Sicilia huyendo del asesinato que había cometido en Roma, no sabía el sombrío futuro que entrañaba esta isla. Como también ignoraba que los claroscuros de su cuadro navideño trascenderían la propia pintura trazando lazos con la tenebrosa historia de la delincuencia italiana del último siglo.

La pintura, un amplio lienzo rectangular de unos tres metros de alto por dos y medio de ancho, muestra la mítica escena de la Navidad. Jesucristo recién nacido yace acurrucado en un pajar junto a la Sagrada Familia, pastores y dos santos. Natividad con San Francisco y San Lorenzo es reseñable, según los estudiosos, por su simbolismo y sobriedad, y por el juego de luces y sombras, seña artística del claroscuro que popularizó su autor, Michelangelo Merisi da Caravaggio. Pero La Adoración, como también se conoce la obra del padre milanés del tenebrismo, es aún más famosa porque su paradero es uno de los mayores misterios sin resolver del mundo del arte, que además guarda vínculos con el pasado más sombrío y siniestro de Italia.

Desde que Caravaggio la concibió, en 1609, la obra presidió el altar del Oratorio de San Lorenzo, en Palermo, durante 360 años. Esta pequeña iglesia barroca, originalmente un lugar de reunión de una piadosa hermandad en el número 5 de Via Immacolatella, en el viejo barrio de Kalsa, cerca del paseo marítimo de la capital de Sicilia, fue testigo de muchos acontecimientos en la agitada historia de esta isla del mediterráneo. Pero ninguno ha causado tanto impacto a sus vecinos y feligreses como el que tuvo lugar una tormentosa noche otoñal de 1969, cuando la obra de arte de Caravaggio desapareció de la capilla sin dejar rastro. El corte del lienzo no dejó ni un centímetro de pintura, pero sí muchas incógnitas acerca del robo.

La desaparición del lienzo, valorado en al menos 20 millones de dólares, sigue hoy figurando en la lista del FBI de los diez mayores crímenes de arte. Sin embargo, el caso de La Natividad de Caravaggio tiene tantos claroscuros que ni siquiera se sabe la fecha exacta de su desaparición. Según el atestado, el cuadro fue visto por última vez en la misa del domingo 12 de octubre de 1969, pero los cuidadores del oratorio no denunciaron su desaparición hasta el sábado 18 de octubre, víspera del oficio del día siguiente. Desde entonces, las investigaciones han apuntado a la mafia, pero se desconocía la versión de las personas cercanas al caso. Hasta que una grabación del párroco del Oratorio de San Lorenzo salió a la luz hace cuatro años.

En 2019, el diario británico The Guardian reveló un vídeo inédito de Monseñor Benedetto Rocco en el que el párroco de la iglesia ofrecía detalles ocultados durante medio siglo. El cura, fallecido hacía cinco años, había aceptado ser grabado en 2001 para un documental sobre arte robado pese a su aversión a los medios. De hecho, en las conversaciones con el director de la cinta, Rocco relata que se había negado a hablar con la televisión italiana Rai acerca de La Natividad de Caravaggio meses antes del robo: “Le dije al periodista que si el público se enteraba de la existencia de una pintura así, su robo estaba asegurado porque la pintura no tenía medidas de seguridad”. Sin embargo, la radio logró después tener permiso del superintendente de Palermo para transmitir imágenes del cuadro, haciendo realidad los temores del sacerdote a los pocos meses.

La cinta contenía más que una profecía. Monseñor Rocco afirmaba que la desaparición de la obra de arte fue un trabajo de la Cosa Nostra, que había intentado extorsionar a la iglesia para devolverla. Es más, el párroco estaba convencido de que estaba intacta en la casa de un famoso capo siciliano.

'Altar del Oratorio de San Lorenzo con una copia fotográfica de la Natividad de Caravaggio

¿Quién tiene el cuadro?

El testimonio inédito de Rocco contaba que recibió una carta meses después de la desaparición de la obra del altar del oratorio. En ella se leía: "Tenemos el cuadro. Si quieres hacer un trato, tienes que publicar este anuncio en el Giornale di Sicilia (diario de Sicilia)". Los secuestradores querían que la iglesia confirmase que estaba dispuesta a negociar. El sacerdote lo comunicó a la policía y el anuncio se publicó. Dos semanas más tarde, recibió otra misiva con la impronta inequívoca de la Cosa Nostra. La segunda carta incluía un pequeño pedazo de lienzo. De la misma forma que la mafia suele enviar orejas o dedos de sus víctimas cuando piden rescates, en esta ocasión desmembraban el Caravaggio como muestra de su secuestro.

La nueva carta pedía publicar otro anuncio en el periódico. Pero esta vez el superintendente de Palermo no solo se negó, sino que denunció al sacerdote al sospechar que él estaba detrás del secuestro. Rocco estuvo bajo investigación un tiempo, hasta que las pesquisas policiales siguieron otros hilos y el párroco recibió las disculpas del superintendente que le denunció, el mismo que había permitido las grabaciones de la Rai.

Los Badalamenti tienen la pintura. Estoy seguro de ello

Pero solo cuando Rocco dejó de estar bajo sospecha, tuvo nuevas noticias de la implicación de la mafia. A principios de 1970, un sacerdote de una población vecina, le dijo haber visto una fotografía de la obra de Caravaggio cuando negociaba el rescate de otra pintura en posesión de la mafia. "La policía conocía desde hacía años la ubicación de la pintura. Los mafiosos la usaban para hacer alarde de su poder", concluyó Rocco, en su entrevista para el documental. "Los Badalamenti tienen la pintura. Estoy seguro de ello".

Las investigaciones también han seguido el rastro del cuadro en el entorno de la mafia durante medio siglo. Por un lado, la División para la Protección del Patrimonio Cultural (TPC, por sus siglas en italiano) de los Carabinieri, primera fuerza policial dedicada al arte creada el mismo año del robo, ha investigado el caso como parte de su cruzada antimafia desde la década de los sesenta. Pero ni siquiera la brigada contra delitos de arte más eficaz y grande del mundo, con más de 300 agentes a tiempo completo y una base de datos con detalles sobre más de cuatro millones de obras de arte robadas, ha dado con el paradero de La Natividad. Las pesquisas, sin embargo, han logrado el testimonio de varios de los informantes de la mafia que permiten esbozar un quién es quién dentro del sombrío mundo de la delincuencia organizada siciliana.

La primera hipótesis sobre el paradero de la obra emerge del libro del periodista e historiador británico Peter Watson, The Caravaggio Conspiracy (1984, Ed. Doubleday). El autor, infiltrado como falso contrabandista de arte durante años, consiguió rescatar varias pinturas robadas para los carabinieri. Pero no logró su misión de recuperar esta preciada pintura. Concluyó que había sido enterrada por los escombros del terremoto de 1980 en Irpinia, cuando la Cosa Nostra siciliana negociaba canjearla por un alijo de drogas y armas con la Camorra, homóloga napolitana de la Cosa Nostra.

Otra teoría sobre su entierro la sostuvo Vincenzo La Piana, sobrino del poderoso capo de Palermo, Gerlando Alberti, apodado u Paccarè, el Imperturbable. Este jefe de la mafia se habría hecho con la obra tras el asesinato de Rosario Ricobbono a manos de los Corleone a principios de los ochenta. Según La Piana, su tío no pudo venderla y la ocultó bajo tierra. Aunque las excavaciones policiales no encontraron nada, este rastro se convertiría en una de las muchas huellas dejadas por la misteriosa obra.

A finales de los ochenta, nuevas pistas surgen sobre el caso tras el arresto de Francesco Mannoia, apodado Mozzarella y conocido por sus habilidades químicas para manipular la heroína traficada a Estados Unidos. Miembro del bando perdedor en la guerra del hampa siciliana de principios de esa década, Mannoia fue un destacado pentito, mafioso arrepentido y colaborador con la justicia, al que el magistrado Giovani Falcone consideró testigo fidedigno en su juicio contra la Cosa Nostra. Mannoia confesó haber participado en el robo de La Natividad de Caravaggio cuando hacía sus pinitos en el mundo criminal, a la edad de dieciocho años; pero aseguró que el lienzo quedó tan dañado tras la sustracción que tuvieron que deshacerse de él.

Cancemi afirmó haber visto el cuadro presidiendo reuniones de la Commissione

Para cuando Mannoia declaró ante un tribunal, entrados los noventa, el juez Falcone había sido asesinado por un coche bomba a las afueras de Palermo, pero la credibilidad que el magistrado dio al ex-mafioso llevó a otros pentiti a usar el cuadro tenebrista en sus declaraciones. Entre ellos, Salvatore Cancemi, jefe del mandamento –área mafiosa– de Palermo que organizó el asesinato de Falconi y primero de muchos en acusar al primer ministro italiano Silvio Berlusconi de tener vínculos mafiosos. Cancemi afirmó haber visto el cuadro presidiendo reuniones de la Commissione, órgano gestor de las actividades y disputas en el seno de las familias de la Cosa Nostra. Por su parte, el ex mafioso Gaspare Spatuzza, dijo saber que la pintura había sido quemada tras ser pasto de las ratas y cerdos con los que compartió cobertizo en algún lugar de Sicilia. Incluso el gran capo Giovanni Brusca, apodado Matacristianos por su historial de homicidios, incluyendo el del propio Falcone, se ofreció a encontrar y devolver la obra de arte a cambio de una condena más favorable.

Eran los años de la cruzada contra la Cosa Nostra siciliana y las familias que habían liderado el crimen organizado en Italia durante décadas estaban a punto de ser relevadas por grupos de la península como la Camorra de Nápoles y la 'Ndràngheta de Calabria. En este contexto, mafiosos arrestados o arrepentidos parecían usar el misterioso caso de La Natividad para atraer la atención de jueces, políticos y medios de comunicación. Pero ninguno de ellos ofreció información contrastada respecto al paradero de la obra de arte. Hasta que, por fin, un sicario siciliano de renombre señaló en la misma dirección en la que lo hicieron las declaraciones de Monseñor Rocco en la entrevista grabada en 2001, que saldría a la luz en 2018.

Retrato de Gaetano Badalamenti
Imagen de The Guardian
Fotografía de la Natividad. Cortesía del archivo fotográfico de documentación de restauración, instituto superior de conservación y restauración © ISCR-MiBAC

Destino oculto por la ley del silencio de la mafia

En 2017, Gaetano Grado, otro pentito de la Cosa Nostra, confirmó que el cuadro estuvo en manos de Gaetano Badalamenti, como sostenía el párroco en el vídeo –entonces aún inédito. Badalamenti, apodado Tío Tano, fue capo de una de las familias más poderosas de Sicilia y líder de la multimillonaria red mundial de tráfico de heroína a través de pizzerías estadounidense. Pero Badalamenti también era un viejo mafioso fiel al silencio de la omertà, que ni siquiera colaboró con el entonces fiscal federal en Nueva York, Rudy Giuliani, durante el juicio Pizza Connection de 1984, uno de los mayores procesos criminales de la historia. Dos décadas después, Badalamenti murió sin confesar nada. Tampoco el paradero de la obra de arte.

Pero el rastro de La Natividad parece que no se pierde tras la muerte del último mafioso que pudo haberla custodiado. Según las declaraciones del pentito Gaetano Grado en 2018, Badalamenti se puso en contacto con un marchante de arte en Suiza para vender la obra antes de morir. Esta pista volvió a dar alas al caso y la comisión antimafia italiana reactivó la investigación; esta vez con la colaboración de autoridades extranjeras. Desde entonces no se ha vuelto a conocer filtración alguna sobre el paradero de la obra.

Perdido el rastro, las hipótesis no cesan. Muchos piensan que el cuadro sigue en Sicilia, teoría que mantuvo Charles Hill, fallecido inspector de la brigada de arte y antigüedades de Scotland Yard que logró recuperar El Grito de Munch. El famoso detective siempre sostuvo que el único eslabón que podría arrojar alguna luz sobre el paradero del cuadro era el viejo capo Matteo Messina Denaro, apodado Diabolik, por las conexiones de su clan con el tráfico internacional. Sin embargo, Denaro también hizo honores a la omertà y se llevó a la tumba todas sus confidencias en septiembre de 2023, tras haber sido detenido a comienzos de año.

Tampoco cesa su búsqueda en el mundo del crimen. Desde hace cuatro años, el marchante anglohúngaro William Veres busca desesperadamente la obra para intentar rebajar los cargos que la fiscalía de Sicilia tiene contra él. Veres, apodado “El profesor”, fue arrestado por la policía británica y los carabinieri en Londres en 2018, acusado de liderar una red paneuropea de tráfico ilícito de arte. A la espera de juicio, Veres acordó con la policía antimafia italiana investigar el paradero de La Natividad gracias a la negociación de Arthur Brand, mediático detective privado holandés apodado el “Indiana Jones del Arte” por recuperar obras robadas de Dalí o Picasso. Desde entonces, Veres viaja por Europa estableciendo conexiones con la Cosa Nostra en una misión incierta que se puede seguir a través del inconcluso podcast The Professor: Hunting for the Mafia's Missing Masterpiece.

Mientras continúan las búsquedas y las especulaciones sobre el paradero de la Natividad con San Francisco y San Lorenzo, el impacto social de esta pintura la convierte en la gran obra maestra de su autor. Cuando Caravaggio llegó a Sicilia huyendo del asesinato que había cometido en Roma, no sabía el sombrío futuro que entrañaba esta isla. Como también ignoraba que los claroscuros de su cuadro navideño trascenderían la propia pintura trazando lazos con la tenebrosa historia de la delincuencia italiana del último siglo.

Tags
Arte