De símbolo del poderío nazi a parque público: recorremos Tempelhof por su 100 cumpleaños

Arquitectura & Diseño

De símbolo del poderío nazi a parque público: recorremos Tempelhof por su 100 cumpleaños

Por Nerea Menor. Berlín

El aeropuerto de Tempelhof en 1984 cuando era administrado por las Fuerzas Aéreas estadounidenses.

Fue diseñado como parte de Germania, la ciudad ideal ideada por Hitler. Su poderío monumental serviría de carta de presentación para todo el que visitase la nueva Alemania. El Tercer Reich cayó, pero Tempelhof mantuvo su estoicismo hasta el punto de ser considerado por Norma Foster como “la madre de todos los aeropuertos”. Tras su cierre en 2008, fue transformado en un gigantesco parque urbano de 386 hectáreas.

Tempelhof debe su nombre a los Caballeros Templarios, que durante el siglo XIII, fueron los dueños de la tierra en la que se construyó. Tras su disolución, aproximadamente un siglo después, el terreno cambió de manos varias veces antes de ser reutilizado como tierra cultivable por los agricultores del vecino barrio de Schöneberg.

Desde 1720 y hasta la I Guerra Mundial, el ejército prusiano utilizó el terreno para sus desfiles, y cuando no se le daba uso, los ciudadanos se encargaban de llenarlo de tumbonas y cestas de pícnic. El primer equipo de fútbol de Berlín, el BFC Frankfurt (llamado así en honor a la ciudad natal de su fundador, Georg Lux), jugó en los campos de Tempelhof; y también lo hizo el Germania, el club de fútbol más antiguo del país.

Fue aquí donde despegó el globo aerostático Humboldt en su viaje inaugural el 1 de marzo de 1893 y donde, pocos años después, en 1909, el francés Armand Zipfel realizó la primera exhibición aérea de la historia; seguida por la de Orville Wright ese mismo año. Finalmente, el 8 de octubre de 1923, Tempelhof pasó a ser considerado aeropuerto y poco después fundaron la compañía aérea Lufthansa.

Vista aérea del aeropuerto en 1948.
El cierre de fronteras de aquel año disparó el número de vuelos diarios.

La época nazi

Con la subida al poder de los nacionalsocialistas, se dispuso la ampliación de Tempelhof, dentro de los planes de rediseño de la capital, el aeropuerto sería la puerta de entrada del mundo a Germania.

El Ministerio del Aire del Reich, con Göring a la cabeza, asumió su financiación y la dirección del proyecto. En 1935, se hizo cargo de su remodelación Ernst Sagebiel, quien había empezado a trabajar con el ministerio a finales de 1933 y a quien se auguraba una carrera prometedora que se vio truncada poco después de empezar. Cuando Albert Speer fue nombrado por Hitler “inspector general de edificios de la capital del Reich” Sagebiel tuvo que responder ante él, perdiendo así libertad creativa. “Se volvió completamente dependiente de Speer. Rechazó sus propios principios e intentó en vano adaptarse a las ideas estilísticas de Speer, que se expresaban cada vez más en sus diseños”, dicen en la universidad de Heidelberg los responsables de la investigación acerca de los ministerios de Reich.

Instalación de las vigas de acero que darían forma al hall del aeropuerto.

El proyecto contemplaba la construcción de enormes hangares anexos para el estacionamiento de aeronaves y otras instalaciones que convertirían a Tempelhof en un adelantado a su época. El edificio principal fue en su día una de las mayores estructuras de Europa, y el arquitecto británico Norman Foster lo coronó como "la madre de todos los aeropuertos". Sagebiel implementó elementos como la separación por niveles de los pasajeros y el equipaje, cosa que no se había visto hasta entonces, y que se copiaría a gran escala.

Con el 80% del trabajo realizado estalló la II Guerra Mundial y no pudo terminarse.

Los niños observan cómo un avión estadounidense aterriza con suministros.

Mármol, águilas y monumentalidad

Desde la forma semicircular del edificio, que evoca el vuelo de un águila, hasta la mezcla de monumentalidad y modernismo de su arquitectura. Tempelhof, fue concebido como una demostración de la grandeza de la Alemania nazi. Las fachadas que dan a la ciudad están revestidas de piedra natural de Tengen; la caliza clara de Jura se emplea en los marcos de las ventanas y en las cornisas. Los edificios están construidos a partir de un moderno esqueleto de hormigón armado, que queda oculto bajo las pesadas fachadas de piedra.

Delgadas ventanas rectangulares se precipitan en cascada a lo largo de las paredes del vestíbulo de la terminal, un detalle que recuerda a los alargados haces de luz utilizados por Speer en su Catedral de la Luz durante los mítines del Partido Nazi en Núremberg. En el interior se mantiene la monumentalidad: suelos de mármol y pilares en las paredes del vestíbulo. Al igual que en el exterior, el espacio se engalanó con esculturas, relieves, mosaicos y vidrieras.

La escultura de un águila de seis metros, diseñada por Sagebiel y esculpida por Walter E. Lemcke, se colocó en el tejado del edificio de recepción. Más adelante los estadounidenses la desmontarían y hoy en día su cabeza puede verse en el parque junto a la terminal.

Parte de la escultura de seis metros diseñada por Sagebiel.
La cabeza del águila esculpida por Walter E. Lemcke © visitBerlin, Foto: Jan Frontzek

Base militar estadounidense

Las fuerzas aliadas sabían que podrían utilizar el aeropuerto después de la guerra, por lo que cayeron relativamente pocas bombas sobre Tempelhof y la mayor parte de la estructura permaneció intacta.

Después de la guerra, se convirtió en una importante base militar estadounidense. En 1948, desempeñó un papel crucial cuando, para presionar a las potencias aliadas, el régimen soviético bloqueó las carreteras y las vías fluviales que entraban en Berlín occidental. El abastecimiento llegó por aire durante 11 meses, hasta que las autoridades soviéticas levantaron el bloqueo.

Unos 2.000 militares estadounidenses se establecieron en Tempelhof. Además de una cancha de baloncesto, tenían campos de béisbol y hasta un supermercado.

El aeropuerto de Tempelhof © Danica O. Kus
El aeropuerto de Tempelhof © Danica O. Kus
El aeropuerto de Tempelhof © Danica O. Kus
El aeropuerto de Tempelhof © Danica O. Kus
El aeropuerto de Tempelhof © Danica O. Kus
El aeropuerto de Tempelhof © Danica O. Kus

De los mayores parques urbanos del mundo

Además de la contaminación acústica y ambiental que produce tener un aeropuerto en la mitad de la ciudad, Tempelhof no resultaba rentable, por lo que el gestor aeroportuario quería cerrarlo cuanto antes. A pesar de que la mayoría votó en referéndum a favor de mantenerlo abierto, el aeropuerto cerró oficialmente el 30 de octubre de 2008. Dos años después, el antiguo aeródromo fue inaugurado como Tempelhofer Feld (el campo de Tempelhof), el mayor parque público de Berlín y uno de los más grandes del mundo.

El lugar es muy popular entre familias, joggers, patinadores, voladores de cometas, windskarters, horticultores urbanos, entusiastas del yoga, del béisbol y del baloncesto; hipsters y vagabundos. Hay un minigolf, unas 40 especies diferentes de abejas y avispas, ovejas durante buena parte del año, una cervecería… En verano, hay tantas barbacoas encendidas que el humo que sale del parque es visible a distancia.

En 2015, Tempelhof se transformó en el mayor campo de refugiados de Alemania, con una capacidad total prevista de casi 7.000 personas. "El año pasado, Tempelhof volvió a abrir sus puertas", explicó a Foreign Policy, Sascha Langenbach, portavoz de la Oficina Estatal de Asuntos de los Refugiados en Berlín. "Actualmente, acogemos a 850 solicitantes de asilo en los hangares, muchos de ellos procedentes de Afganistán y Turquía", dijo, y añadió que hay al menos otras 1.000 personas en contenedores en el exterior, muchos de ellos refugiados ucranianos que ya tienen permiso de residencia.

El ejército alemán sigue utilizando la torre de radar de 72 metros para controlar el tráfico aéreo. Y la terminal de la época nazi, de 300.000 m², está alquilada, entre otros, a la Universidad Sigmund Freud, a varias salas de fiesta y oficinistas; aunque los mayores inquilinos son la policía de Berlín, que ocupa unos 46.000 m², alrededor del 15% del total.

Mantener 360 hectáreas verdes en el centro de una ciudad en expansión es un privilegio y casi una utopía. El Gobierno de Berlín, dirigido por la CDU, vuelve a poner sobre la mesa el controvertido tema de la construcción de pisos en el aeródromo. En 2014, una iniciativa ciudadana logró frustrar los planes del Senado de designar determinadas secciones del campo para proyectos de construcción. Se rechazó la propuesta, pero parece que este compromiso empieza a desmoronarse. El futuro del centenario ex-aeropuerto queda suspendido en el aire.