Arquitectura & Diseño

La arquitectura de diseño (y otra un poco más hortera) que está acabando con la Playa de los Alemanes

Por Ángel L. Martínez

Villa La Recoleta © Zahara Villas

El goteo de mansiones de diseño, junto con el de otras más horteras, está acabando con la exclusividad de la Playa de los Alemanes afectando también a su flora y fauna. Uno de los últimos chalets plantados en este entorno idílico ha sido finalista de la XVI Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo de 2023.

Los cambiantes vientos de poniente y levante hacen las delicias de surferos, mientras los bañistas bucean en sus aguas cristalinas, disfrutan de las piscinas naturales o pasean por la suave arena blanca de una playa de 50 metros de ancho y 1500 metros de largo. El brusco desnivel de la ladera esconde este lugar al sur del parque natural de los Alcornocales, convirtiendo la cala en un espacio ideal alejado de las playas gaditanas más concurridas. Así ha sido desde hace décadas, cuando los primeros chalets empezaron a ocupar el terreno libre entre las pocas casas que salpicaban la estrecha carretera que serpentea entre el viejo búnker de cabo de la Plata y el faro de Camarinal que corona el cabo de Gracia, al extremo oriental de la bahía. Pero este refugio de la jet set española tiene los días contados. El goteo de mansiones millonarias atrajo macro urbanizaciones costeras, y el esnobismo de los casoplones de diseño está dando paso a las colonias horteras fruto de una especulación inmobiliaria que parecía ser patrimonio urbanístico de otros municipios costeros.

Uno de los últimos chalets diseñados en este entorno idílico ha sido finalista de la XVI Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo de 2023. Sobre una superficie construida de cerca de 500 metros cuadrados, los arquitectos Víctor Navarro y María Langarita han creado una mansión incrustada en la ladera y asomada al mar como una proa. Aunque la peculiar configuración en zigzag de su cubierta apenas se atisbe desde la orilla, gran parte de su reclamo artístico es precisamente la vista a la famosa Playa de los Alemanes; y así lo anuncian las primeras líneas de su memoria: “El protagonista de este proyecto es un extraordinario paisaje de costa espeso, escarpado e inexpugnable, que resiste al azote del viento Atlántico”.

Casa PS50, finalista de la XVI Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo. Foto: Luis Díaz Díaz
Villa La Recoleta © Zahara Villas

El señuelo de esta bahía paradisíaca no es nuevo. En 2014, el vallisoletano Alberto Campo Baeza, Premio Nacional de Arquitectura 2020, proyectó la que considera su casa más radical en primera línea de playa: La Casa Infinita. “Un cajón donde la cubierta desaparece y se queda fundida en la arena", según el arquitecto. Dos plantas de vivienda excavadas en 12 metros de la que sobresale un gran cubo rectangular de 20 metros de frente y 36 de fondo con un muro a cada lado a modo de orejeras para proteger la cubierta del viento del estrecho. En total, 345 metros cuadrados de piso y 1.075 de parcela adquiridos por un matrimonio belga, empresario y arquitecta, que supo apreciar su novedoso aspecto –más parecido una nave de Star Wars que a otra cosa– conferido por la piedra traventina romana con la que el diseñador buscó asemejarlo a la acrópolis.

“Un poeta griego, diría que este es un verdadero temenos, el lugar donde, según la mitología, los dioses se encuentran con los hombres”, describe en su web. Inspirándose en Cristo presentado al pueblo (Rembrandt, 1655), el arquitecto reseña: “Un plano horizontal en alto, construido en piedra, en travertino romano, como si fuera de arena, un plano infinito frente al mar infinito. Nada más y nada menos”. Ahí es nada.

Un retiro para los nazis (y después para los famosos españoles)

Casi diez años distan desde la construcción de La Casa Infinita hasta la edificación de la finalista de la última bienal de arquitectura. En este tiempo, el entorno se ha especializado en mansiones millonarias para celebridades que eligen este lugar para comprarse un palacete o alquilarse una villa para veranear alejados del mundanal ruido de los paparazzi. Pionera en ello, mucho antes del boom inmobiliario de la última década, fue la difunta Duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo, que compró una casa de verano de 135 metros cuadrados repartidos en dos plantas con vistas a la bahía. Más recientemente, la periodista Sara Carbonero también ha elegido veranear en la Villa La Recoleta, una lujosa vivienda de varias plantas distribuida en una parcela de unos 2.500 metros cuadrados disponible por 16.500 € a la semana.

La casa del infinito / Alberto Campo Baeza
La Perla © Zahara Villas

Los alquileres de alojamientos colindantes como La Perla o Sansoucci rondan los 7.000 y los 20.000 € semanales dependiendo de la época del año. Mientras que el precio de compra de villas de más de 3.000 metros cuadrados de parcela en primera línea de playa, como La Caleta, alcanza los 5,5 millones de euros. En todos los casos, el reclamo de este recóndito refugio de arena fina y dorada es el mismo que atrajo hasta aquí a los pobladores que dan nombre a la cala. La ensenada también conocida como Playa del Agua en Medio sirvió de guarida natural para buques nazis que vigilaban el cercano enclave de Gibraltar durante la II Guerra Mundial, cuyas actividades describe la novela Esvásticas en el Sur(2020, Círculo Rojo Editorial). Con el fin de la contienda, algunos ex combatientes volvieron a instalarse en la bahía en busca del anonimato que ofrecía este páramo costero, como recoge La playa de los alemanes (2010, Ed. Jirones de Azul).

Los alquileres de alojamientos colindantes como La Perla o Sansoucci rondan los 7.000 y los 20.000 € semanales.

Aunque la cala conserva su encanto natural, solo perturbado por las mansiones de lujo que motean la ladera, la proliferación de construcciones ha hecho desaparecer casi por completo su antiguo sistema dunar mientras que la afluencia de veraneantes en temporada alta también ha provocado la pérdida de flora, como el barrón, la grama de mar, las lechetreznas y el cardo marino. Buena parte de ese ecosistema salvaje se ha perdido por la proximidad a la Urbanización Atlanterra, promotora alemana creada en los años 70 para la edificación de hoteles y viviendas de lujo, que hoy es un macro proyecto mixto en el que se combinan mansiones ostentosas y urbanizaciones con bloques de apartamentos y casas adosadas.

Parcialmente levantadas en la ladera de la Playa de los Alemanes, las colonias de viviendas más lujosas de toda la zona se extienden desde el viejo búnker de cabo de la Plata hacia el oeste sobre la Playa Atlanterra en dirección a la Playa del Cabo de la Plata, y entre ellas hay pomposos chalets como la Villa 00175, valorada en 5 millones de euros.

Así, esta exclusiva zona se ha convertido en retiro estival de personajes de la élite, como los ex ministros Jaime Mayor Oreja y Ángel Gabilondo, así como las políticas Rosa Díez o Manuela Carmena. Otros, como el vocalista de El Canto del Loco, Dani Martín, tiene propiedad allí desde 2019; mientras que la cantante Paloma San Basilio se compró un chalé de algo más de 230 metros cuadrados en 2018; y el actor Imanol Arias adquirió una mansión de casi 500 metros cuadrados y 2.200 de parcela valorada en 1,8 millones de euros. La presencia de celebridades atrae los focos del cine, y algunas de las mansiones del lugar se pueden visitar en películas como Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995, Agustín Díaz Yanes), La Caja 507 (2002, Enrique Urbizu) o en la serie Las de la última fila (2002, Daniel Sánchez Arévalo). Una selectiva nómina de vecinos e invitados que se une a la élite de celebridades que veranean desde hace años en la vecina Zahara de los Atunes, entidad autónoma perteneciente a la localidad gaditana de Barbate.

La afluencia de veraneantes en temporada alta ha provocado la pérdida de flora, como el barrón, la grama de mar, las lechetreznas y el cardo marino.

El paraíso español de las almadrabas de atún es el elegido cada verano por personalidades del mundo del cine, como Álex de la Iglesia, Hugo Silva o Pepón Nieto; de la música, como Lolita, Ana Torroja o Antonio Carmona; y de la televisión, como Paz Padilla, que incluso tiene un chiringuito en primera línea de playa. Precisamente problemas con los negocios de playa llevaron al Ayuntamiento de Barbate a aplicar la Ley de Costas para a prohibir el uso nocturno de estos locales en el verano de 2006, dando lugar a manifestaciones públicas por parte de hosteleros, vecinos y veraneantes conocidos como el Gran Wyoming, Pastora Vega o Fernando Trueba; todos ellos asiduos del extinto restaurante pionero La Gata (hoy El Pez Limón), propiedad del hermano de Aitana Sánchez-Gijón, prima de Pablo Carbonell.

La playa que está muriendo de éxito

Menos famosos asistieron a la protesta de los vecinos de la Playa de los Alemanes contra los macroproyectos de viviendas y hoteles hace varias décadas, aunque entre los manifestantes estaba la propia Duquesa de Medina Sidonia, apodada “duquesa roja” por su posición antifranquista. Entonces, los convocantes alertaban de la insostenibilidad de la explotación urbanística. Hoy la alerta se materializa cada año en época estival, como ocurrió el último verano cuando el consistorio de Tarifa restringió el uso de agua en Atlanterra durante varios meses a raíz de la sequía y por el aumento del consumo para uso doméstico y destinado a piscinas y riego de jardines y zonas verdes, que ponían en riesgo el abastecimiento regular a toda la zona.

Pero la falta de recursos no ha impedido que empiecen las obras del espectacular complejo residencial de 209 unifamiliares y apartamentos exclusivos, desde 187.000 €, del Grupo Abu, sociedad con participación del exfutbolista Aitor Ocio junto a empresarios, vendidas en su totalidad. Como tampoco ha evitado que se apruebe la ampliación urbanística de la Playa de los Alemanes en más de medio millón de metros cuadrados, así como la creación de la macro urbanización Atlanterra Golf, de más de 1,3 millones de metros cuadrados hacia el interior que prevé construir más de mil viviendas, otras tantas plazas hoteleras, además de centros comerciales y un campo de golf. Todo ello con la oposición de activistas y autoridades de la vecina Zahara de los Atunes, afectada por los planes de urbanismo aprobados por Tarifa, de quien dependen estas playas.

Villa 00175 © Atlanterra Inmobiliaria
Complejo residencial en Zahara de los Atunes © Grupo Abu

Atlanterra Golf, antes conocido como 'Plan parcial del Sector SA-1 Cabo de Plata', llevaba décadas intentando sortear obstáculos administrativos como la falta de infraestructuras y servicios, de alcantarillado y depuración, y de abastecimiento de agua. Aunque se pudo retrasar gracias al Plan de Protección del Corredor Litoral de Andalucía 2012, que pretendió acabar con los pelotazos urbanísticos de la burbuja inmobiliaria, la Junta de Andalucía lo ha incluido en las multimillonarias inversiones previstas dentro de la Unidad Aceleradora de Proyectos de Interés Estratégico. Según las autoridades, el renombrado proyecto contribuirá al empleo de calidad y al aprovechamiento y potenciación de los recursos naturales y económicos de la zona.

“La Junta ha decidido que los campos de golf son un bien turístico incluso cuando no hay agua”, se queja Juan Clavero, gaditano de Ecologistas en Acción. La situación actual se remonta a la ley franquista de Centros y Zonas de Interés Turístico Nacional, que daba potestad urbanística a ayuntamientos y que décadas después generó el proyecto de viviendas en la Playa de los Alemanes hoy asfixiado por la falta de agua. Ante las críticas de expertos y el descontento de vecinos, el Ayuntamiento de Tarifa quiere conectar Atlanterra con el pantano de Los Hurones, cuya reserva está bajo mínimos. Algo que, además, prohíbe la ley, que no incluye a esta población dentro de los 15 municipios abastecidos.

“Dicen que lo van a regar con las aguas residuales, pero eso es imposible porque esa urbanización no tiene depuradora de aguas y sus inquilinos son veraneantes, mientras que los campos del golf necesitarán riego durante más tiempo”, explica Clavero. “Es un enorme despropósito. Un cachondeo”. Incluso el río Cachón, que baña Zahara de los Atunes, y del que se cree originario el término cachondeo, también ha sido víctima de vertidos de las urbanizaciones de la zona.