Exposiciones

Política, religión y mucho sexo en el Museo del Arte Prohibido de Barcelona

Por Romina Vallés

‘McJesús’, Jani Leinonen

Un empresario catalán que ha reunido cerca de 200 obras censuradas, prohibidas o retiradas, de nombres como Picasso, Wharhol, Goya o Banksy, expone ahora las más controvertidas en el barrio del Eixample de Barcelona.

Se suele decir que, a veces, los planes improvisados son los que mejor funcionan. Al parecer, en el arte, también. Si no, que se lo digan al periodista, empresario y coleccionista de arte catalán Tatxo Benet, que en 2018, en plena aplicación del artículo 155 tras el 1-O, decidió comprar por 80.000 euros Presos políticos en la España contemporánea, obra de Santiago Sierra. Una serie de fotografías pixeladas de líderes independentistas que entonces estaban en prisión por liderar el procés, como Oriol Junqueras, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, expuesta en ARCO. Al cabo de una hora, censuraron la obra y la retiraron de la exposición.

Desde entonces, Benet, que, como curiosidad, es uno de los socios fundadores de la productora audiovisual Mediapro, sigue comprando obras prohibidas o censuradas en distintos lugares del mundo por tres motivos recurrentes: política, religión y sexo. Solo han pasado cinco años desde aquella primera adquisición de las fotos retiradas de ARCO y su colección Censored hoy supera las 200 obras.

Con una selección exclusiva de cuarenta y dos de estas, acaba de abrir en el barrio del Eixample de Barcelona el Museo del Arte Prohibido.

Desde el rey emérito sodomizado hasta Sadam Hussein maniatado

Antes de que se inaugurase el museo, todo el mundo ya pensaba en hacerse la foto para Instagram con la figura de Franco dentro de una nevera de Coca-Cola, del artista Alfonso Merino, retirada de ARCO 2012 a petición de la Fundación Francisco Franco (con denuncia incluida al autor). O con un Sadam Hussein maniatado en un tanque de formol cual tiburón de Damien Hirst, de David Černy, cuya exposición se prohibió en 2006 en Bélgica por miedo a ofender al colectivo musulmán.

Pero pese a lo llamativo de estas dos obras, no son, ni de lejos las más controvertidas ni sorprendentes de la muestra, porque “en este museo, es casi más importante la historia detrás de cada pieza, que las obras en sí mismas”, dice Carles Guerra, director artístico del espacio. En el piso de arriba, que es por donde se comienza el recorrido, aguardan al visitante las que quizá sean las obras censuradas más desnudas, más desgarradoras. Es el caso de la escultura de Ines Doujak Not dressed for conquering, en la que una campesina feminista bolivariana está sodomizando al rey emérito, a la vez que ella es sodomizada por un perro, que en 2015 supuso la destitución de parte del equipo directivo del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba).

‘Not dressed for conquering’, Ines Doujak

Impactante es también la historia de Silence Rouge et bleu, expuesta en una sala cubierta con 30 alfombras para la plegaria musulmana encima de las cuales reposan 30 pares de stilettos blancos. Esta metáfora de la situación de las mujeres árabes, de la artista franco argelina Zoulikha Bouabdellah, fue retirada en 2014 del Pabellón Vendôme (Francia) ante las amenazas de "incidentes incontrolables" de la comunidad musulmana después de los atentados contra Charlie Hebdo.

La escultura del rey emérito sodomizado de Ines Doujak supuso en 2015 la dimisión del director del Macba

Llama la atención una sala toda azul con un Ronald McDonald a tamaño real crucificado. McJesus de la artista finlandesa Jani Leinonen tuvo que ser retirada en 2019 de una exposición en Haifa, Israel, tras las protestas violentas de la comunidad cristiana en las que incluso se lanzó un artefacto explosivo que se saldó con tres heridos. A pocos metros, los abusos de los campos de concentración de Auschwitz o la cárcel de Guantánamo también tienen un espacio con una instalación en otra sala, en cuya salida, se lee, en grande, la palabra “PEDERASTIA”, formada por hostias.

‘Silence Rouge et bleu’, Zoulikha Bouabdellah

Una virgen María que PP y VOX no quieren que veas

En otra estancia de luz tenue, brilla, profusamente iluminada, una serie de 13 fotografías de prácticas sadomasoquistas homosexuales que hizo Robert Mappelthorpe en 1978 y que fueron tachadas de indecentes por dar visibilidad al colectivo homosexual. Cerca, cuelgan de las paredes representaciones irreverentes (según quien las mire) de Jesucristo, como el Piss Christ de Andrés Serrano, regado, como su nombre indica, con orina del propio artista.

También hay cuadros de la Virgen María, como el retrato Con flores en María, de Charo Corrales, donde aparece la Virgen tocándose el sexo. El lienzo está rasgado por un cuchillo: en 2019, PP y VOX pidieron que se retirase la obra de una exposición en Córdoba por ofensiva. Abogados Cristianos, el PP y Presencia Cristiana presentaron dos denuncias en contra, que se desestimaron. Poco después, un visitante rasgó la obra. Nunca se le llegó a identificar.

‘Piss Christ’, Andrés Serrano
‘Con flores en María’, Charo Corrales

El recorrido se completa con obras de grandes nombres como Francisco de Goya, Gustav Klimt o Pablo Picasso, también censurados en su tiempo por el erotismo o la denuncia del sistema; Banksy, Ai Weiwei o Andy Warhol. Según explica el director artístico del museo, “se ha hecho un ejercicio ambicioso de convertir una colección que se ha creado en poco tiempo en un museo que le da forma” y que crea un relato. Es por eso que más allá de tener la impresión de un itinerario por temas, el visitante acaba con una sensación de totalidad y también de actualidad, puesto que los límites a la libertad de expresión artística siguen dándose e incluso se ha acrecentado en la era de las redes sociales.

Los carteles de toreros que Colau prohibió exponer en la vía pública

Durante este paseo, tanto las molduras de los altos techos como las coloridas cristaleras (como una impresionante de pared a pared que acompaña al Ronald McDonald crucificado en la sala azul), delatan al edificio que acoge este museo. Se trata de un palacete modernista catalogado como Bien de Interés Cultural, construido por Enric Sagnier entre 1902 y 1904, y ocupado hasta 2020 por la Fundación Mapfre.

En la terraza exterior de la Casa Garriga Nogués, nombre del inmueble, se puede ver un Fiat Uno decorado con simbología franquista de Núria Güell y Levi Orta que el Ayuntamiento de Figueres (Girona) censuró en 2015. Y ojo con los selfis o los retratos con los dictadores: antes de salir, sentado en una silla plegable, un censor franquista de cartón piedra parecerá que controle nuestros movimientos.

‘Morante de La Puebla como Dalí’, Foto: Juanrra Lozano

En esta primera exposición se exhiben, como decíamos, 42 obras, y la idea es renovarlas cada cierto tiempo para dar espacio a la ingente colección de Benet. “La censura no es cosa del pasado, ni tampoco viene solo de la derecha", dice este, que guarda en su almacén carteles de toreros que el gobierno de Colau prohibió exponer en la vía pública.

¿Está justificada, en cualquiera de estos casos, la censura? Abrimos debate.