Exposiciones

El Centro de Arte Hortensia Herrero, en siete obras

Por Pilar Gómez Rodríguez

‘Tunnel for unfolding time’,
          2022, Olafur Eliasson

Desde El Grito mostramos cómo se hizo una colección urdida a fuego lento que ha puesto a la ciudad de Valencia en el punto de mira del panorama museístico mundial del arte contemporáneo.

La reciente inauguración del Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH) en un edificio histórico del centro de Valencia es noticia. La relación de la mecenas que le da nombre con el arte, no. La ha canalizado desde hace más de una década a través de su fundación, una entidad volcada con la rehabilitación de edificios históricos, la danza y el arte contemporáneo. A este último, la apertura del nuevo centro le da una dimensión estratosférica, gracias a una colección urdida a fuego lento que consta de más de un centenar de obras de reputados artistas internacionales.

“Siempre he disfrutado de la pintura, del arte en general, de las manualidades. He visitado galerías, museos… y he comprado algún que otro cuadro, convirtiéndome, sin darme cuenta, en coleccionista. En un momento dado, Elena Tejedor, mi fantástica iniciadora de proyectos en la Fundación, me presentó a Javier Molins visitando el estudio de Andreu Alfaro. Con Javier ordenamos las compras para que todo tuviera un sentido, una armonía. Así nos adentramos en el mundo de las galerías, de las ferias como Arco, Basilea, Frieze, en Bienales en Venecia”. Las declaraciones de Hortensia Herrero suponen una historia acelerada de un proyecto que se abre después de cinco años de trabajos y una cuidada preparación.

Tras la mediática inauguración del nuevo centro de arte hemos elaborado un recorrido con siete paradas imprescindibles a través del cual es posible conocer la historia de la colección, la filosofía del proyecto, así como a sus protagonistas, e incluso algunos de sus secretos.

1. Corona Australis 38.89, la bienvenida de Tomás Saraceno.

Las nubes geométricas y coloristas del argentino, radicado en Berlín, Tomás Saraceno saludan al visitante que se adentra en el centro. Su instalación protagoniza el vestíbulo de entrada. Se trata de uno de los trabajos site-specific de los seis que alberga el espacio. Como explica Javier Molins, asesor artístico del proyecto durante una década y verdadero matrón de la colección, no se trata simplemente de “reunir un conjunto de piezas de una gran calidad, sino que se ha encargado a diversos artistas que realicen unas piezas específicamente para ciertos espacios del museo de forma permanente. Y es que el CAHH es un ejemplo de cómo el continente y el contenido han ido de la mano en todo momento y uno ha ayudado al otro”. Se queda corto porque, finalmente, uno ha acabado constituyendo al otro.

Las ‘Coronas Australis 38.89’, Tomás Saraceno, colgadas del techo del centro de arte.

Pero dejemos los finales, porque estamos al inicio del recorrido. La primera obra que encuentra el visitante es también la primera creada expresamente para el museo. Fue encargada a Saraceno en 2018, cuando la colección ya contaba con dos piezas de este artista argentino y tenía todo el sentido ofrecerle un espacio para desarrollar todo su potencial. A medio camino entre las nubes divisables al alzar la mirada y las telas de araña que se extienden por la naturaleza, la instalación consiste en seis volúmenes formados por tetraedros y dodecaedros irregulares cubiertos por cristales iridiscentes que llenan este vestíbulo de dieciséis metros de altura y lo transforman. El propio artista lo explica así: “El color invita a la imaginación: cuando te vas acercando, ves que estas burbujas de jabón que podían estar flotando en este atrio están llenas de telas de araña cósmicas en su interior”. La obra concentra el interés capital de Saraceno por estos insectos, además de difundir el mensaje de respeto por el medio ambiente que tanto le interesa: “No sé si el arte puede cambiar el mundo, pero sé que su percepción puede ser parte del proyecto de salvaguardar nuestro planeta”.

2. El propio edificio, de ERRE Arquitectura.

La instalación de Saraceno funciona como aperitivo jugoso y advertencia: aquí hay que mirar a todas partes, a todos lados. Hay que mirar e imaginar incluso porque el centro no solo alberga un panorama estelar de arte contemporáneo, sino que es una obra en sí. El antiguo Palacio Valeriola, una emblemática construcción barroca edificada en el siglo XVII, resume la historia de la ciudad. Si en el subsuelo se ha hallado un fragmento del circo romano de la antigua ciudad de Valentia, en el solar, que formó parte de la Balansiya musulmana entre los siglos XI y XIII, se han encontrado restos de dos fuentes de un patio islámico; una de ellas podrá ser contemplada por los visitantes. Vestigios de la judería se pueden apreciar en un callejón que cae dentro del centro de arte y que se ha recuperado también.

El centro de arte se aloja en el antiguo Palacio Valeriola, una construcción de estilo barroco edificada en el siglo XVII.
Obras de Jean Dubuffet, Roy Lichtenstein o Alexander Calder, entre otros

El Palacio Valeriola se convirtió en una muestra de la opulenta sociedad barroca valentina, pero el paso del tiempo y el abandono acabaron convirtiéndolo en una ruina. Sí, pero… “este edificio nos enamoró, a pesar de ser una ruina. Una ruina que tuvo la suerte de que Hortensia Herrero se fijara en ella, con una inversión en tiempo, coste y cariño sin escatimar. Y con el fin de dotar de vida al edificio garantizando su continuidad en el tiempo”, explica Amparo Roig, una de las responsables del estudio de arquitectura. Que prosigue: “Desde el inicio hemos buscado recuperar el carácter original del edificio existente, consolidando los elementos más deteriorados, que eran muchos. Hemos potenciado la atmósfera original del Palacio del S. XVII a la vez que logrado un espacio expositivo con las prestaciones contemporáneas que merece”.

Algunos datos: los 3.500 m2 de superficie se distribuyen en cuatro niveles; la zona expositiva se organiza en torno a diecisiete salas; el conjunto se completa con un patio ajardinado y un sótano, donde se pueden visitar los restos del antiguo circo romano de València hallados durante las excavaciones arqueológicas. Coste total del proyecto: 40 millones de euros. Duración, más de cinco años.

3. Tempesta (o el ombligo del centro), de Jaume Plensa.

La relación de Hortensia Herrero con Jaume Plensa viene de lejos. Remite a las actividades de la fundación, que en 2019 organizó una serie de exposiciones e invitó al artista a exhibir su obra en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Fruto de esa relación fluida y fructífera, Plensa fue otro de los artistas a los que Hortensia Herrero le mostró el palacio durante su rehabilitación. La estancia elegida para su intervención fue el ábside, que comunica el palacio con el patio ajardinado. El centro de todo, el meollo de la cuestión, el melic (“ombligo”, en catalán) del museo, dijo Plensa. En ese ámbito que ejerce como nudo de comunicación, Plensa decidió instalar el vehículo de comunicación por excelencia: letras de distintos alfabetos resueltas en acero inoxidable recubrirían los muros hasta inundar el espacio. Ahí las puso a convivir, a entenderse… Y ese era el mensaje. Como explica el artista: “Una letra no parece nada, es algo humilde, pero unida a otras forma palabras, y las palabras forman textos, y los textos pensamiento. Es un poco la idea de la piedra fundacional, alrededor de la cual se construye el templo, luego la ciudad, el país, el continente y el universo”.

Las letras de acero de Jaume Plensa -‘Tempesta’, 2022- forran un rincón del espacio expositivo

4. A obras grandes, grandes espacios: Kiefer y el corazón del palacio.

Conocido por sus lienzos de gran formato –y las dificultades que de ello se deriva–, Kiefer cuenta con una sala para exponer sus obras. Son tres cargadas, como suele ser habitual en la obra del alemán, de resonancias literarias, musicales o referencias a la mitología y al pasado germánicos. Böse Blumen (en referencia a las baudelerianas Flores del mal, 2012-2016), Der Tod und das Mädchen (La muerte y la doncella, 2018) y Walhalla (2015-2017) protagonizan la sala principal del palacio de Valeriola. El plomo está presente en todas ellas, bien con forma de sus característicos libros o mediante el uso del vertido.

La sala que alberga las obras de Anselm Kiefer

No fue fácil hacerse con las piezas de quien es uno de los artistas clave en la historia del arte del siglo XX y XXI. Gracias a la profusión de detalles narrados en el catálogo que acompaña la inauguración del centro conocemos que Hortensia Herrero y Javier Molins se desplazaron al singular estudio del pintor en Barjac, cerca de Aviñón. “Más que de un estudio se trataría de una ciudad, pues ocupa una finca de varias hectáreas en las que se han construido más de cincuenta edificaciones que albergan obras suyas e incluso un teatro subterráneo excavado en la roca”, explica Molins. “Allí es donde pudimos ver Der Tod und das Mädchen […] en la que podemos contemplar un paisaje de una gran profundidad junto con otro gran libro de plomo que dialoga a la perfección con la otra obra de Kiefer perteneciente a la colección. Durante una animada comida con el artista le propusimos adquirir esta obra, pero nos dijo que su idea era quedársela para sí mismo. Finalmente, al contarle la ubicación que tendría en la planta principal del museo con el resto de pinturas suyas, accedió a desprenderse de ella”.

5. Como siempre y como nunca: el Tránsito mineral de Cristina Iglesia.

Para conectar el palacio y el edificio anexo, también en modo site-specific, la escultora Cristina Iglesias ha diseñado un túnel donde proliferan los motivos vegetales que caracterizan su producción, pero en un tono claro, beis, que emplea aquí por primera vez. Iglesias había colaborado con las empresas de Hortensia Herrero anteriormente. En 2013, la coleccionista le encargó una obra para la sede de la compañía Mercadona (de la que Herrero, esposa de Juan Roig, es vicepresidenta), situada en Albalat dels Sorells, a las afueras de Valencia. Iglesias realizó en esa ocasión uno de sus arroyos en los habituales tonos verdosos.

‘Tránsito mineral’, 2023, Cristina Iglesias

Ahora, su nueva pieza propone un recorrido “onírico muy cercano a la ciencia ficción en su apariencia física, con elementos que tienen una textura pétrea con apariciones de organismos que no reconoces del todo y luego todo este mundo de reflejos, de espejos, lugares donde no puedes entrar y otros que sí. Yo espero que el espectador se sienta en otro mundo, que este tránsito de un lugar a otro sea un tránsito en un mundo especial, onírico, y que a su vez te pueda recordar cosas que ya has visto en la naturaleza”, explicaba la propia artista al director artístico Javier Molins. Por cierto, junto con Veronica Janssens, Blanca Muñoz y Elena del Rivero, Cristina Iglesias es una de las pocas mujeres artistas que integran una colección predominante masculina.

6. Desdoblar el tiempo con Olafur Eliasson.

En la última planta, accesible desde el palacio, se ubica la instalación de luz del artista danés. Titulada Tunnel for unfolding time (2022), se trata de eso, de un túnel que desemboca en ninguna parte, obligando al visitante a desandar sus propios pasos. Es la manera de disfrutarlo en sus dos recorridos: a la ida se descubren sus más de mil piezas de cristal, de tamaño y diseños diferentes y en todos los colores del arco iris; pero, al volver, el recorrido se ha vuelto monocromo, negro. La semilla de esta obra y de esta idea se encuentra en otro túnel diseñado para el Museo de Arte Moderno de San Francisco. Se llamó One-way colour tunnel (2007), pero el artista considera que esta nueva entrega es “más ambiciosa y creo que mucho más evolucionada en cuanto a cómo alberga o acoge a la gente. No diría que es más generosa en ese sentido, pero tiene más que ofrecer. Es más densa, y esta idea de que, cuando lo atraviesas, como que se abre, significa que tal vez se está estirando más. Y luego juega con esta idea de que es muy diferente según el camino que tomes”. No es la única obra del artista de la luz que tiene la colección Hortensia Herrero. Otras obras de Olafur Eliasson presentes en ella son The space before the idea (cyan, blue, cobalt, cerulean), (2018); y The round corner (18°), (2018).

‘Tunnel for unfolding time’,
          2022, Olafur Eliasson

7. Principio y fin: 25 años con Manolo Valdés.

No podía faltar en este centro de arte ni en esta selección el artista valenciano más internacional. Su obra abre, cierra la colección y la ha acompañado a lo largo de su desarrollo. Como explica el director artístico Javier Molins en el catálogo que acompaña la inauguración del centro: “Si hay un ejemplo de un conjunto de obras reunidas en un largo periodo de tiempo ese es el caso de Manolo Valdés. La primera obra de este artista se incorporó a la colección Hortensia Herrero en 1998 y la última ha sido realizada ex profeso para el centro de arte el mismo año de su apertura, 2023, con lo que tenemos veinticinco años coleccionando obras de Manolo Valdés. Un periodo de tiempo en el que podemos ver la evolución de este artista desde sus collages y arpilleras hasta las obras más recientes realizadas con cristales de colores, y en todas ellas encontramos ese interesante diálogo que Valdés siempre ha establecido con la historia del arte”. La sala dedicada a Valdés en el CAHH alberga el conjunto de obras más numeroso y completo del artista que se puede ver de forma permanente en un museo.

‘18 de febrero de 2013’, 2013, David Rodríguez Caballero
La colección cuenta con hasta cuatro obras firmadas por Jason Martin.

            Los lienzos ‘Gran Taula’ e ‘Impresión de cesta sobre ropa’, de Antoni Tàpies

            Las multitudes de Juan Genovés

Este recorrido se queda inevitablemente corto a una colección ambiciosa donde se pueden disfrutar obras de Anish Kapoor, Mat Collishaw, Eduardo Chillida, David Hockney, El Anatsui, Miquel Barceló, Julio González, Antonio Girbés, Juan Genovés, Joan Miró... La vocación internacional, sin embargo, no ha cegado a los responsables del centro que expresamente han querido reservar una sala para la exposición de obras adquiridas en Abierto València, el evento de la Asociación de galerías de Arte Contemporáneo de la Comunidad Valenciana (LAVAC) que refleja su panorama artístico y cultural. Y así, de Valencia al mundo, y viceversa queda inaugurado el Centro de Arte Hortensia Herrero como nueva referencia en el creciente, pujante y competitivo panorama del arte contemporáneo mundial.