Arquitectura & Diseño

Un recorrido por la arquitectura mastodóntica o fallida del despilfarro público español

Por Ángel L. Martínez

Cidade da Cultura de Galicia © Eisenman Architects

Puentes vanguardistas inservibles, viviendas inhabitables, rascacielos defectuosos, aeropuertos sin viajeros o ciudades de vacaciones sin veraneantes salpican la geografía española. Hacemos un repaso a la arquitectura ‘pormishuevista’ que recorre de norte a sur nuestro país.

El desarrollo urbanístico español de la segunda mitad del siglo XX está marcado por los pelotazos privados y el despilfarro público. A nadie se le escapa que la arquitectura patria ha generado, en nombre del arte y del diseño, construcciones de dudoso gusto y de incalculables sobrecostes públicos para beneficio de unos pocos. Puentes vanguardistas inservibles, viviendas inhabitables, rascacielos defectuosos, aeropuertos sin viajeros o ciudades de vacaciones sin veraneantes salpican la geografía del país mientras los desfalcos generados hacen correr ríos de tinta y llenan minutos de televisión y radio con continuos procesos de corrupción urbanística y especulación inmobiliaria para desconcierto del español medio, ahogado por el goteo de casos con nombres en clave y el tsunami de ceros.

Quizás por todo esto en 2019 nació el ‘pormishuevismo', “un falso movimiento artístico creado por el artista y experto en Estudios Urbanos Erik Harley, con el fin de denunciar casos de arquitectura especulativa y corrupta”. Desde entonces, los vídeos de Erik con casco de obra explicando fraudes vinculados a construcciones estrafalarias se han hecho virales, hasta superar los 370.000 seguidores en Instagram; y sus descripciones deslenguadas llegan a televisiones, radios y libros. También gestiona rutas guiadas por la arquitectura corrupta y gentrificadora en una docena de ciudades españolas a través de la web Oficina Periferia, cuyo nombre es “una declaración de intenciones porque la periferia define a quienes la vivimos, así que prefiero dejar de sufrirla y abanderarla”, explica a El Grito por teléfono.

La resignificación de conceptos es otra seña de identidad del 'pormishuevismo'. El propio concepto surge de la película de Bigas Luna, Huevos de oro (1993), sobre un constructor obsesionado por la forma fálica de los rascacielos que se agarra los testículos para darse valor. Un arquetipo de la actitud de quienes emprenden obras para enriquecerse “por sus huevos morenos”. Aunque Erik insiste en que su crítica no solo es hacia el gremio de los arquitectos ni solo testosterónica, porque hacer las cosas mal trasciende el sexo y la profesión. “El ‘pormishuevismo’ se puede resumir en gente que tiene muy poca vergüenza para hacer lo que hace”, dice antes de mapear los desmanes generados por la arquitectura especulativa con el argot que le caracteriza.

De norte a sur: mausoleos, expos futuristas y puentes

En nombre de la cultura, esta arquitectura se ha extendido de norte a sur de España. En Galicia por ejemplo, destaca la Ciudade da Cultura de Santiago, ocurrencia de Manuel Fraga, “sagitario con la mano derecha levantada” -otro sello marca Erik es usar el zodiaco para “que la audiencia identifique a las personalidades con el signo de la tía Gertrudis”, explica. Un proyecto faraónico de Peter Eisenman cuya poca planificación obligó a contratar a más arquitectos y lo retrasó 15 años, aunque solo se terminase la mitad de los edificios previstos. “El mausoleo de Fraga”, presupuestado en 108 millones de euros, costó 400 millones. Clin, clin.

En la otra punta del país, La Expo '92 de Sevilla, uno de los hitos más ‘pormishuevistas’ de la historia de la España moderna. El acontecimiento llevó puentes, viaductos y carreteras a Andalucía, incluyendo la primera línea del tren de alta velocidad nacional. Pero también supuso un despilfarro multimillonario para construir un pabellón que ardió antes de inaugurarse, para mantener un iceberg en pleno verano sevillano y para levantar edificios y esculturas inservibles tras el evento. Un acontecimiento sin control presupuestario en el que los contratiempos y la corrupción llevaron a un gasto de más 12.000 millones de euros. Clin, clin, clin.

Recogida del iceberg antártico. Foto: Asociación Legado Expo Sevilla
Iceberg en la Expo 92

Cuando el sur de España se subía al tren de la modernidad, el ‘pormishuevismo’ salpicaba el litoral cantábrico. En 2011, Asturias inauguraba el Palacio de Congresos de Oviedo, “el centollo, porque es caro y feo como el marisco”, dice Erik. Quintaesencia de este movimiento porque no tiene ningún uso, a pesar de los 360 millones de euros que costó; cinco veces más de lo presupuestado. Pero también porque detrás de su diseño, que produjo goteras, grietas y una cubierta móvil inoperativa, está uno de sus máximos exponentes, Santiago Calatrava, o Santi, como lo llama Erik, que también usa diminutivo de los líderes del movimiento para “bajarles del pedestal de mármol al que se han subido”.

El Palacio de Congresos de Oviedo

Calatrava firma muchos fiascos arquitectónicos ‘pormishuevistas’, sobre todo puentes. Entre los más famosos, el Zubizuri de Bilbao, cuya superficie de cristal en una ciudad lluviosa lo transformó en “la primera pista de patinaje colgante del mundo”.

El levante español: quimeras ‘pormishuevistas’

El mismo año de la Expo de Sevilla, las Olimpiadas de Barcelona pusieron a España en el mapa. Aunque elogiado por el retorno que generó, el evento deportivo tuvo pifias constructivas como la Torre de Comunicaciones de Montjuïc, “que costó diez veces más que los 1,3 millones presupuestados, también de Santi”. Una década después, la Ciudad Condal organizó el Fórum Mundial de las Culturas (2004). Promocionado como un hito sostenible, el evento proyectó acciones tan poco ecológicas como instalar una lámina de agua en el tejado del Museu Blau que generaba goteras –costó 134 millones, el triple de lo presupuestado– o para idear luego un zoo marino sobre varias hectáreas ganadas al mar, que nunca se construyó pese al gasto público de 30 millones.

Fórum Mundial de las Culturas. Foto: Wikipedia/Amadalvarez

Siguiendo la línea de costa, Erik subraya “un caso del ‘pormishuevista’, San Floren” (Florentino Pérez): el proyecto castor frente a Tarragona. Anunciado como el mayor depósito de gas de España, se paralizó por los terremotos que generó. Aunque para entonces los sobrecostes rozaban el 90%, dejando una factura pública de 1.755 millones de euros.

La Comunidad Valenciana, cuna de Calatrava, es emblema del ‘pormishuevismo’ por los puentes de este autor que cruzan la capital del Turia, apodados Peineta y Jamonero; además de por la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que generó una deuda pública de 280 millones. Pero también por las dos ciudades que prueban la megalomanía patria. Por un lado, el municipio alicantino de Benidorm, Beniyork para los ‘pormishuevistas’, que ejemplifica cómo el boom del ladrillo transformó un pueblo pesquero en urbe de rascacielos. Entre ellos, Intempo, el edificio residencial más grande de Europa que generó pérdidas públicas de 27 millones de euros después de que la ruina y la estafa afectasen a todas las partes implicadas. Por otro lado, Marina D'Or, un macroproyecto en una zona de gran biodiversidad de la ciudad castellonense de Oropesa del Mar, que soñó playas caribeñas, arrecifes tropicales y pistas de esquí artificiales con un coste estimado en 6.000 millones de euros, y que ha dejado 107,6 millones de deuda y grúas en el skyline de una ciudad de vacaciones fantasma.

El drama medioambiental del Mar Menor es efecto palmario del ‘pormishuevismo’ en Murcia. En un alarde de poderío, esta comunidad autónoma uniprovincial duplica los aeropuertos de la vecina Castilla la Mancha, aunque tenga cuatro veces menos población. A sus dos aeropuertos, Murcia suma la pista de aterrizaje de la urbanización Residencial Campo de Vuelo, proyecto de un millar de casas para ricos de las que solo se hicieron tres. Aunque para macroproyectos que violan el ecosistema levantino: el Algarrobico de Almería. Constructora, ayuntamiento y Junta de Andalucía sabían que edificar dentro del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar era ilegal. Aún así lo hicieron, hasta que la justicia lo paralizó. Hoy se estima que demoler este hotel en primera línea de playa virgen costaría unos 7,5 millones de euros.

España de ultramar e interior: café para todos

El turismo de los archipiélagos también atrae a la especulación inmobiliaria y al salseo patrio que caracteriza el ‘pormishuevismo’. La obra de Calatrava está presente en las Islas Canarias, con varios puentes y el Auditorio de Tenerife, que costó el triple al cabildo: más de 72 millones de euros y gastos por fallos de diseño. Aunque Erik prefiere hablar de la crisis de vivienda del archipiélago, donde “es más rentable proyectar vivienda para alojamiento turístico”; problema estructural en España vinculado a un concepto tan pormishuevista que no necesita resignificación: la vivienda vacía.

Pasarela en el entorno del baluarte de Labrit © Pedro Pegenaute

Tampoco se libran del ‘pormishuevismo’ regiones peninsulares como La Rioja, donde algunas de sus bodegas tienen el sello de estos arquitectos. Un ejemplo, las de Ysios, los cuales demandaron a agentes y diseñadores para pagar los 2 millones de euros del arreglo de la cubierta, afectada por goteras y humedades. “En los 2000, los arquitectos estaban un poco piripis”, resume Erik. En la vecina Navarra también hay un puente ‘pormishuevista’, aunque no de Calatrava. La pasarela Labrit de Pamplona lleva cerrada desde 2016 debido a desprendimientos, razón por la que el ayuntamiento reclama 1,6 millones de euros. Mientras, Aragón no quiso quedarse atrás en la carrera nacional por acoger megaeventos y en 2008 Zaragoza organizó la Expo del Agua. Un proyecto ecológico de 255 millones de euros, que incluía un campo de golf, un hotel de lujo y una playa artificial, y cuya factura supera ya los 700 millones.

Complejo Marina Isla de Valdecañas. Foto: Sergio Beleña

Aunque menos notorios que otros, las provincias de interior también tienen ejemplos ‘pormishuevistas’ de los que hacer gala. En la ciudad leonesa de Ponferrada, Erik destaca la Torre Rosaleda, o “el caprichito de Luis del Olmo”. Elevado por encima de catedrales históricas de Castilla y León, este “proyecto de altura” costó 26 millones de euros, pero años de falta de inquilinos lo convirtieron en un rascacielos fantasma. A la misma altura está el Puente de Castilla-La Mancha, el más elevado de España y segundo de Europa, aunque de nada vale. Primero porque su mirador no puede visitarse porque el ascensor no tiene la aprobación necesaria; y segundo, y más importante, porque la circunvalación que lo hacía transitable en Talavera de la Reina no se construyó hasta seis años más tarde, y después de acumular un sobrecoste del 28%. Tampoco tiene muy buena publicidad el complejo Marina Isla de Valdecañas. Aunque fue aprobado por la Junta de Extremadura y tuvo una inversión privada de 140 millones de euros, estas urbanizaciones de lujo en el islote de un embalse de Cáceres no son ecológicamente viables, por lo que el Supremo ordenó su demolición. El problema: el derribo ascendería a 145 millones de euros, de los que 111 millones corresponden a posibles indemnizaciones a los propietarios.

De Madrid al cielo ‘pormishuevista’

La Comunidad de Madrid es famosa por el “rotondismo” de sus municipios y por su capital, “ciudad que no pone a las personas en el centro, sino a los negocios”. El paradigma de esta filosofía está en el Paseo de la Castellana. Dos kilómetros y medio de arquitectura 'pormishuevista' que empieza en las antiguas Torres de Colón y su famoso techo art decó con forma de enchufe. Ya historia.

En Nuevos Ministerios yace otra obra ‘pormishuevista’ histórica: AZCA (Asociación mixta de la Zona Comercial de la Avenida del Generalísimo). Inspirada en el Rockefeller Center, esta amalgama de oficinas, comercios y edificios residenciales prometía una ópera y un jardín botánico nunca edificados. De hecho, el conglomerado Unión de Explosivos Río Tinto la compró para edificar 17 años más tarde, cuando subió el precio del suelo. La última idea propuso construir gastromercados, 'coworkings' o pistas de patinaje para explotación privada.

Obelisco de la Caja de Plaza de Castilla. Foto: Wikipedia/Guimir

Otro ejemplo, el edificio de vivienda social “El Ruedo”, cuya innovadora curvatura complica amueblar los apartamentos. O la sede del Instituto Nacional de Estadística (INE), antes ministerio franquista, cuya estructura sufre fallos estructurales y goteras pese a una inversión pública de 22 millones de euros. “Parece diseñado por alguien con ataques epilépticos”, comenta Erik. “La institución encargada de los estudios estadísticos, donde la matemática debería reinar, hizo mal los cálculos constructivos porque sus ventanas se rompen continuamente debido al calor”. Y por supuesto el Obelisco de la Caja de Plaza de Castilla: “El mayor 'miembro viril' del ‘pormishuevismo’ español” es esta escultura cinética de Calatrava, que dejó de moverse a las semanas.

*Con posterioridad a la publicación de este artículo y tras su lectura, Erik Harley ha reconocido un lapsus linguae respecto a los sobrecostes que atribuyó erróneamente al Palacio de Congresos de Palma, los cuales se han suprimido.