Protagonistas

Sebastião Salgado: "Europa está sufriendo ahora en su propia piel la presión migratoria"

Por Alberto G. Luna

Sebastião Salgado

A sus casi 80 años y tras exponer su última obra, ‘Amazonia’, el brasileño ha retratado de todo: guerras, hambrunas, migraciones, desastres naturales y sociales. Hablamos con el fotógrafo de su extensa obra y la situación actual en el mundo.

En cierta ocasión Cézanne dijo que, aunque diez fotógrafos realizasen distintas instantáneas de un mismo paisaje, lo allí representado sería idéntico. Sin embargo, diez pintores mostrarían diez realidades totalmente diferentes. Por desgracia para él, no conocía a Salgado.

Contemplar la obra de Sebastião Salgado (Brasil, 1944), por lo menos la que implica hasta el año 2000 cuando publica Éxodos, supone recorrer los momentos más horribles de la historia de la humanidad. En realidad, el fotógrafo —doctorado en Economía por cierto—, no nos deja muy bien a la raza humana. Enfocado en la fotografía sociodocumental ha retratado guerras, hambrunas, migraciones, desastres naturales y sociales. Muchos de ellos, evitables.

Lo hizo en Sahel, retratando la hambruna y las migraciones en la franja que separa el Sáhara de las sabanas del sur; o en La mina de oro de Serra Pelada y más tarde en Gold, donde documentó las condiciones infrahumanas de los mineros -llamados garimpeiros- y el clima hostil provocado por la impotencia de un sueño truncado: el de la riqueza. “¿Qué tiene ese metal amarillo y opaco que lleva a los hombres a abandonar sus hogares, vender sus pertenencias y cruzar un continente para arriesgar su vida, sus extremidades y su juicio por un sueño?”, se pregunta aún hoy.

Campamento de Korem, Etiopía, 1984 ©Sebastião Salgado
Sin título (De la serie Serra Pelada, 1986) ©Sebastião Salgado
Campamento de Korem, Etiopía, 1984 ©Sebastião Salgado

En Éxodos cuenta otra historia, la del desplazamiento incesante de seres humanos por el mundo. Judíos abandonando la antigua Unión Soviética, kosovares huyendo a Albania, refugiados hutus de Ruanda, subsaharianos intentando cruzar el Mediterráneo... Una realidad que no ha cambiado desde entonces y que, por desgracia, hoy está más de actualidad que nunca. Según la OCDE, la migración a los países más avanzados se encuentra en niveles sin precedentes. El conflicto puede haberse trasladado de Ruanda a Oriente Medio, pero las personas que abandonan sus hogares protagonizan la misma historia: hambrunas, geopolítica, persecuciones a causa de la identidad sexual, las religiones o la simple ideología.

Al verlo caminar por el Palacio de Cibeles de Madrid, donde nos hemos citado, tan lejos de todos aquellos bellos rincones del mundo, es inevitable pensar que no puede sentirse cómodo. Una cohorte de trabajadores lo lleva de un lado a otro, custodiado como si de una reliquia se tratase, mientras él tararea casi imperceptiblemente una canción que parece brasileña. Como si quisiera abstraerse de todo lo que le rodea.

Río Jutaí. Estado de Amazonas, Brasil, 2017.
            ©Sebastião Salgado
Mujeres jóvenes suruwahá. Estado de Amazonas, Brasil, 2017.
            ©Sebastião Salgado

Siempre he pensado que, para qué escribe un periodista si no es para hacer justicia. Ocurre lo mismo con el fotoperiodismo, ¿no cree?

En realidad no trabajo para denunciar algo. No me considero un activista. Lo hago porque es mi preocupación. Mi forma de vida. Mi lenguaje transmite mis preocupaciones, y ahora mismo tengo una gran preocupación: la destrucción de la Amazonia.

Es su última gran exposición, en la que una vez más plantea preguntas difíciles. ¿Qué ha querido mostrar con su trabajo?

Emprendí un viaje a una región de mi propio país que finalmente duró nueve años. Durante ese tiempo pude descubrir los rincones más remotos de la selva amazónica y a sus habitantes. El propósito de esta obra es hacer ver a la sociedad la importancia de esta selva, que tiene el poder de dar oxígeno al planeta. Sin embargo, su destrucción se está acelerando como resultado de los incendios provocados, los envenenamientos de arroyos y ríos por los buscadores de oro independientes o la extracción ilegal de madera. Ya arrasamos las selvas de Sumatra y Borneo, antes extensas junglas, ahora enormes plantaciones dedicadas al aceite de palma. Si no cuidamos la Amazonia, corremos el riesgo de perderlo todo porque es la que hace que funcione el mundo.

Estas fotografías reflejan una gran belleza. Así como las de los indígenas que habitan aquellas tierras, algunos de ellos, incluso posando. En trabajos anteriores, sin embargo, esos mismos retratos habrían resultado más crudos y naturales. Es como si, tras mostrar el horror, como diría el coronel Kurtz, Sebastião Salgado ahora quisiera hacer lo propio con la hermosura.

Esto es porque en Amazonia quise transmitir la belleza de este paraíso en la tierra. Allí los nativos, los guardianes de esta selva, viven en comunidades pequeñas, de una manera distinta a la nuestra, con total estabilidad y con muy buena calidad de vida. El punto de vista de este trabajo era distinto.

Y siempre en blanco y negro…

Los retratos se pierden entre los colores. Con el blanco y el negro eso no pasa. Mi forma de fotografiar es resultado de mi herencia. Es mi madre y mi padre, las relaciones que mantuve, el bagaje cultural... Todo esto está presente en cada una de ellas. La fotografía es profundamente subjetiva, es el punto de vista de su autor. Dos fotógrafos nunca representarán la misma realidad en una misma instantánea.

En ocasiones le han acusado de utilizar de manera comercial la miseria humana, de exponer de manera bella las situaciones dramáticas. Lo que me resulta gracioso porque, ¿qué es, sino, Muerte de un miliciano de Robert Capa? ¿No es a lo que se tienen que dedicar los fotoperiodistas? ¿A hacer grandes fotografías y enseñar al mundo lo que pasa ahí fuera?

Yo no tengo ningún sentimiento de culpa. Fotografío mi lado del planeta, soy una persona del Tercer Mundo. Sahel, por ejemplo, se trataba de gente desplazada que se moría de hambre. ¿Cómo reflejas eso sin ser fiel a lo que está ocurriendo? Pero no hace falta irse tan lejos para ver la desgracia. En nuestro día a día existen infinidad de personas que viven aisladas, aunque conviviendo con el resto. Son, en su mayoría, ancianos que están solos. En un edificio de París donde tengo mi estudio, una vecina desapareció y nadie se dio cuenta. A las dos semanas un fuerte olor comenzó a invadirlo todo. Llegaron las autoridades y la encontraron muerta. Esa es la auténtica miseria humana. Morir solo. Sin nadie a tu lado.

Amazonia no es su primer trabajo premonitorio. En el 2000 publicó Éxodos, donde narraba el desplazamiento incesante de seres humanos por el mundo. Hoy la historia se repite no solo en Ucrania o la franja de Gaza.

Por desgracia, las migraciones ocurren desde hace mucho tiempo. La única diferencia es que la presión migratoria ahora la están sufriendo en su propia piel los europeos. EEUU entró en Irak desestabilizando la región y provocando una de las mayores migraciones hasta el momento. Los países europeos se aliaron más tarde a una idea americana de geopolítica a través de la OTAN para ocupar espacios cerca de Rusia y Putin no lo aceptó, lo que provocó una guerra contra Ucrania y la consecuente presión migratoria en Europa. Después Israel con la franja de Gaza...

"Vivimos una guerra total en las puertas de Europa y ni un solo país ofrece una solución de paz"

Sebastião Salgado

Pero no todo es geopolítica. El Gobierno de España cifra en miles los desplazados a la península desde la emergencia declarada en Canarias, la mayoría senegaleses y subsaharianos. Una situación que la hemos visto antes en Italia, la frontera de EEUU con México, Grecia, etc.

Esto es porque hemos cambiado la estructura del planeta, lo que ha terminado desestabilizando el mundo. El sistema industrial de Europa se ha replicado en países como China, México o Brasil. Ahora se puede producir cualquier cosa de forma barata en cualquier parte, desde ordenadores o smartphones hasta aviones o coches. Aquí se guarda el lujo y allí lo sucio. Brasil ha pasado de un 40% a un 90% de población rural por culpa de un sistema industrial de explotación que favorece a los países del primer mundo. La corriente migratoria es solo una consecuencia.

A veces uno tiene la sensación de que denunciar algo no sirve de nada porque pasan los años y el mundo sigue igual.

El problema es que no ofrecemos soluciones. Para resolver problemas creamos problemas mayores. En Oriente Medio, por ejemplo, se niega la tierra a los palestinos después de crear el estado de Israel, lo que engendra terrorismo, que a su vez es igualmente condenable y terrible. Sin embargo, nadie parece dispuesto a solucionarlo. Vivimos una guerra total en las puertas de Europa y ni un solo país ofrece una solución de paz, todas las soluciones son militares.

©Sebastião Salgado
©Sebastião Salgado

¿Cómo ve España?

España se está transformando en un verdadero desierto. Si tomas un avión y la observas desde el cielo, te darás cuenta de que ya comienza a serlo. Dentro de muy poco tendrá un problema de escasez de agua.

¿Y el futuro que nos espera?

Quiero ser optimista. Vivimos un momento difícil pero cada vez existe una mayor conciencia medioambiental. Los más preocupados son los jóvenes y esto es importantísimo. Sinceramente, creo que todavía estamos a tiempo de salvar el planeta.

Dígame algún pintor o artista que le guste especialmente.

Los hermanos Le Nain o Rembrandt. De este último me encanta cómo trabajaba las luces y las profundidades, algo que me inspiró cuando me inicié en la fotografía. Sus obras me tocan el corazón.

Sebastião Salgado

Después de Amazonia, ¿qué?

Ya soy mayor y he hecho todo lo que tenía que hacer. Estoy a punto de cumplir 80 años. Probablemente sea uno de los fotógrafos que más haya trabajado en la historia. Me dedicaré a revisar el trabajo que he hecho a lo largo de este tiempo, que es mucho.

No le falta razón. Su trayectoria incluye viajes por más de cien países —algunos de larga duración—, multitud de exposiciones y libros, reconocimientos y hasta un largometraje, La sal de la Tierra, dirigido por Wim Wenders.

Baudelaire creía apasionadamente que los artistas vivos debían documentar su época: "Pocas personas están dotadas de la facultad de ver, menos aún poseen la de expresarse". Continúe o no, Sebastião Salgado ya lo ha hecho permitiéndonos viajar a través de su arte.