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La estrella del cabaret a la que los nazis robaron más de 80 ‘Schieles’ 

Por Ana Mª Nimo

‘L'Énigme’, (1871), Doré. © RMN-Grand Palais (Musée d'Orsay) / Jean Schormans

Fritz Grünbaum aprovechó su éxito dentro y fuera de los escenarios de Viena para atesorar una colección de arte formada por 400 obras de artistas de renombre. Con la llegada del nazismo, acabó enfermo de tuberculosis en el campo de concentración de Dachau y su legado quedó en manos de sus verdugos. Hoy, sus herederos luchan por que los museos devuelvan lo que nunca debió serles arrebatado.

L a última función de Fritz Grünbaum tuvo lugar el 31 de diciembre de 1940 en la enfermería del campo de concentración de Dachau, donde uno de los enfermos le reconoció a pesar de su demacrado aspecto:

— Se lo ruego… Fritz Grünbaum no está actuando para ustedes, sino que es el número (recitó su número de prisionero) el que quiere transmitiros un poco de felicidad en el último día del año

Dos semanas después, y tras un intento de suicidio frustrado, el checo fallecía a causa de un problema cardíaco, según figuraba en el parte. Pero, precisamente, el corazón fue lo único que a Grünbaum nunca le falló.

Es probable que su nombre no le suene, pero ha sido noticia en repetidas ocasiones en los últimos años, aunque siempre ha quedado sepultado bajo otro más conocido: el de Egon Schiele. La última vez que esto ocurrió fue el pasado 20 de septiembre, cuando siete obras firmadas por el expresionista austríaco fueron devueltas a los herederos de Grünbaum. Aquella era la materialización de un fallo judicial dictado en 2018 por un juez de Nueva York -nada menos que Alvin Bragg- que determinaba que la esposa de Grünbaum había sido obligada a entregar la colección a los nazis tras la detención de su marido. Las obras de Schiele, que había sido declarado artista degenerado, fueron vendidas en el extranjero para financiar el partido Nazi.

La familia lleva más de un cuarto de siglo tratando de recuperar la extensa colección de Grünbaum, formada por más de 400 obras, entre ellas, 81 de Schiele.

Fritz Grünbaum © Bildarchiv der Österr. Nationalbibliothek
Egon Schiele, 1918. Foto: Wikimedia Commons

Pero, ¿quién fue Fritz Grünbaum? Su afición por el arte le venía de serie, su padre, Wilhelm Grünbaum, era un marchante judío en la ciudad checa de Brno. Pero antes de iniciarse en el coleccionismo, un joven Grünbaum se trasladó a Viena para estudiar Derecho. Aunque era un alumno excelente, pronto empezó a sentir interés en un mundo que poco o nada tenía que ver con el ámbito de las leyes: el cabaret.

Grünbaum comenzó a alternar sus estudios con la escritura de operetas y cuando acabó con lo primero no tardó en ir más allá con lo segundo. En 1906, con 26 años, empezó a trabajar como maestro de ceremonias y pronto se convirtió en una figura fundamental del famoso cabaret vienés Simpl. Su “lengua afilada”, su rapidez de reflejos y su manera de desenvolverse por el escenario le granjearon tal fama que su presencia era requerida con frecuencia en los mejores cabarets de Berlín y Munich. El checo pasó a formar parte de un grupo selecto de artistas que definían la vida cultural de la capital austríaca y a codearse con estrellas como Marlene Dietrich.

De codearse con Marlene Dietrich a terminar en un campo de refugiados

En 1916, tras volver de combatir un año en el frente italiano, Grünbaum escribe -también era letrista, además de director y actor- la canción Du Sollst Der Kaiser Meiner Seele Sein (Serás el emperador de mi alma) que, con música del oscarizado Robert Solz, se convirtió en un éxito tremendo en Alemania. Tanto es así que los derechos de autor -sumadas a sus ganancias previas- le permitieron dar rienda suelta a su vocación de coleccionista de arte.

El checo estaba especialmente interesado en el modernismo austriaco, de ahí su predilección por Schiele, pero también se hizo con obras de artistas notables como Alberto Durero, Rembrandt van Rijn o Edgar Degas.

‘Autorretrato’, (1498), Alberto Durero © Museo del Prado
‘Autorretrato’, (1660), Rembrandt (Rembrandt van Rijn)
‘Autorretrato’, (1863), Edgar Degas. Francia © Calouste Gulbenkian Museum

Su paso por la guerra dejó poso en él y la obra y performances de Grünbaum comenzaron a volverse más políticas, pero sin alejarse nunca de la satírica. Con el ascenso de Hitler se acabaron los viajes a Alemania, pero a Grünbaum siempre le quedaba Viena. Y fue allí, en esos escenarios austríacos, donde dio rienda suelta a sus burlas sobre el Tercer Reich.

El telón del Simpl se levantó para él por última vez el 10 de marzo de 1938. Tras el raso, se veía al comediante vagando por un escenario a oscuras: “No veo nada, absolutamente nada. Debo haberme topado con la cultura nacionalsocialista”.

Después de aquello, no dejaron volver a actuar ni a él ni a ningún otro judío.

Dos días más tarde, cuando Alemania invadió Austria, Grünbaum intentó escapar, pero le cortaron el paso en la frontera con Checoslovaquia. Logró esconderse durante algún tiempo, pero acabó siendo detenido por la Gestapo en una sinagoga para acabar, finalmente, en el campo de concentración de Dachau en el que moriría aquejado de tuberculosis.

Estando encarcelado, Grünbaum se vio obligado a firmar un poder en favor de su esposa para que presentara una declaración de bienes que permitió a Franz Kieslinger, un agente nazi, hacer un inventario de las obras del cabaretero que, según dejó registrado, ascendían a más de 400, entre las que se encontraban los famosos Schieles.

Posteriormente, su mujer -Grünbaum llegó a casarse hasta en tres ocasiones, la última, con Lilly Herzl (sobrina del fundador del sionismo político moderno, Theodor Herzl)-, fue enviada al campo de exterminio de Maly Trostinez en 1942, donde fue asesinada cuatro días después de su llegada, no sin antes ser obligada a firmar un documento en el que afirmaba que no había herederos reconocidos.

Las obras encontradas

Aunque la mayoría de las obras -el 75%, dicen- siguen en paradero desconocido, algunas de ellas han ido apareciendo en el mercado con el paso de los años y sus herederos han intentado recuperarlas por diversas vías. Su primera victoria llegó en 2014, cuando Christie's accedió a compartir los beneficios de la venta de Town on the Blue River, de Egon Schiele, con ellos.

En 2015 iniciaron los trámites legales para que el marchante de arte londinense Richard Nagy les devolviese Woman Hiding Her Face y Woman in a Black Pinafore, también obra del pintor austríaco. Finalmente, el año pasado, tras un largo proceso judicial, el Tribunal de Apelaciones de Nueva York dio la razón a los herederos que rechazaban “la idea de que una persona que firma un poder en un campo de exterminio pueda emitir el documento voluntariamente…”.

‘Town on the Blue River’, (1910), Egon Schiele
‘Woman Hiding Her Face’, (1912), Egon Schiele
‘Woman in a Black Pinafore’, (1911), Egon Schiele

En esta última ocasión, los siete dibujos de Schiele, han sido "entregados voluntariamente por las instituciones y propiedades que los poseían", entre las que se encontraban el famoso Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, la Colección Ronald Lauder y la Biblioteca Morgan, entre otros, "después de que se les presentara evidencia de que fueron robados por los nazis".

Las siete piezas -Prostituta, Niña poniéndose un zapato, I Love Antithesis, Autorretrato, Retrato de un niño-Herbert Reiner, Mujer sentada y Retrato de la esposa del artista, Edith- pintadas entre 1910 y 1915, están valoradas entre los 780.000 y los 2,75 millones de dólares cada una.

‘Prostituta’, Egon Schiele
‘I Love Antitheses’, (1912), Egon Schiele
‘Retrato de un niño-Herbert Reiner’, Egon Schiele
‘Autorretrato’ (1912), Egon Schiele
‘Autorretrato’ (1917), Egon Schiele

Hace apenas unas semanas, incautaron otros tres cuadros del artista de museos en Chicago, Pittsburgh y Ohio. Las instituciones a las que pertenecen aseguran que su procedencia es legal, pero las autoridades creen que tienen motivos de peso para suponer que fueron robadas en origen. Lo que está claro es que los herederos de Fritz Grünbaum tienen ante sí un largo camino de batallas legales para tratar de restituir, aunque sea solo en parte, el legado de la estrella del cabaret vienés.

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