Exposiciones

Tarde, aunque por la puerta grande: La Pedrera acoge la primera retrospectiva en Barcelona de Antonio López

Por Romina Vallés

Antonio López

Lo hace en uno de los edificios más espectaculares de Gaudí con siete décadas de obras conocidas y otras inéditas, incluidas esculturas. De Barcelona solo hay una obra.

" ¿Es de Plensa?”, pregunta un turista a su pareja señalando una gran cabeza de piedra de un bebé que está colocada en el centro del onírico patio interior de La Pedrera, en Barcelona. Porque aunque a la entrada lo pone, “Antonio López”, aún hay quien desconoce la faceta como escultor del pintor realista español más importante de la segunda mitad del siglo XX, el que mejor ha retratado el cielo de Madrid.

De Madrid, por ejemplo, Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) pintó durante 15 años las vistas desde la torre de bomberos de Vallecas o la Gran Vía. En las cartelas de estas obras se especifica los distintos pinceles que el pintor utilizó para llevarlas a cabo, en función de la luz del momento: uno para las siete y media de la mañana, otro para las diez y cuarto. Porque la luz está viva y todas las horas no se pueden pintar igual.

Barcelona es una ciudad para ser pintada, pero hasta ahora no he encontrado el emplazamiento

Madrid ha sido, con diferencia, la ciudad más plasmada por el pintor. Sin embargo, este ha tardado toda una vida en pintar Barcelona. No fue hasta enero del año pasado cuando se plantó con su caballete (y bien abrigado) a las puertas del Museo Nacional d’Art de Catalunya (Mnac), en la montaña de Montjuic, desde donde hay una de las mejores vistas interiores de la ciudad. Esos días también empezó otro cuadro desde un edificio aledaño al Park Güell, de la montaña hacia el mar, con la Sagrada Família de por medio.

“Es una ciudad para ser pintada, pero hasta ahora no he encontrado el emplazamiento”, dijo el pintor hace unos años en una visita a Barcelona. En el primer cuadro que tiene empezado, el del Mnac, apenas se pueden ver las cuatro columnas del paseo Lluís Companys, que brota desde la parte baja de la ciudad hasta el Eixample. Detrás de la ciudad, al fondo, se intuye la montaña de Collserola. Es la única pintura de Barcelona que se expone en esta retrospectiva sin precedentes que se puede visitar estos días en la Ciudad Condal.

Antonio López

Por primera vez en Barcelona

Sin precedentes porque esta es la primera exposición retrospectiva del pintor que se presenta en Barcelona. Por la puerta grande, porque el lugar elegido para albergar la muestra es una de las joyas modernistas de Gaudí de la ciudad, la Casa Milà (1906-1912), conocida también como La Pedrera, que cada año recibe la visita de más de un millón de personas procedentes de todo el mundo, según el consistorio de la ciudad. La exposición, cuyas obras proceden de diferentes colecciones públicas y privadas, está organizada por la Fundación Catalunya La Pedrera, en colaboración con el Drents Museum de Assen (Países Bajos), y se podrá visitar hasta el 14 de enero de 2024.

La muestra recorre siete décadas de la creación de López, desde las primeras obras de juventud, a los 17 años; hasta las más recientes. Y algunas, como la vista de Barcelona, inacabadas. El denominador común: lo doméstico, los paisajes urbanos, las naturalezas muertas -tan muertas como un pedazo de carne o un conejo desollado en un plato de Duralex- y la figura humana. Motivos que persisten y evolucionan a lo largo de los años de trabajo del artista, que alternará, desde el primer momento la pintura, la escultura, el dibujo y el grabado con maestría en cualquiera de las disciplinas.

Exposición Antonio López
Exposición Antonio López
Exposición Antonio López
Exposición Antonio López
Exposición Antonio López

El viaje comienza con la cabeza de piedra de 800 kilos de Carmencita, nieta del artista, en el ‘hall’ de La Pedrera. Un rostro de bebé redondeado (la antítesis de Plensa) que Renfe le encargó tras los atentados de Atocha. A partir de ahí, al final de unas escaleras de paredes verdes y onduladas que evocan las formas de la naturaleza, el visitante se sumerge en una penumbra en la que enseguida destacan las esculturas de López: decenas de cabezas de niño, un hombre tendido en el suelo o una pareja de hombre y mujer con ojos de cristal que parece que te miran.

De los años cincuenta, el visitante puede ver algunas pinturas cargadas de elementos simbólicos y surrealistas pero siempre desde lo figurativo, bien sea con retratos o bodegones, como Cuatro mujere (1957) o Cabeza griega y vestido azul (1958). La exposición también acoge algunos relieves de esta época.

Una obra no se acaba nunca, sino que llega al límite de sus posibilidades

De los 60, 70 y parte de los 80 se pueden ver en la muestra espacios íntimos de casa del pintor y de su estudio, como los impresionantes dibujos de su estudio, donde la luz se come literalmente la escena. El enorme cuadro de las vistas de Madrid desde la Maliciosa, que se puede ver en esta exposición, es de la época, igual que sus famosos bodegones florales.

A partir de los 90, López sigue con las vistas de pájaro de ciudades, como Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas (1990-2006). Y se centra en la figura humana desnuda, tanto en esculturas como en pinturas como Adrián y Miriam, donde pinta, sin cortapisas, una rotunda erección. En esta época reprenderá sus Vistas de la Gran Vía Madrileña y ‘congelará’ el proceso de descomposición de un ramo de rosas, tan acorde con esa necesidad de atrapar la realidad efímera que nos rodea. Y logrará hacerla eterna. Siempre desde el silencio y un trabajo minucioso y sin prisas.

Exposición Antonio López

¿Cuándo retomará Antonio López las pinturas inacabadas de Barcelona? Dice el pintor que volverá a esa ciudad a terminar el lienzo en los meses de solsticio, cuando haga menos frío, pero que al final todo depende de “cómo me vaya la vida, de cómo me encuentre” y deja claro que, en todo caso, “una obra no se acaba nunca, sino que llega al límite de sus posibilidades”.