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Martina Matencio: "la censura de instagram cambió mi forma de fotografiar"

Por Pilar Gómez Rodríguez

fotografía de Martina Matencio

Especialista en sugerir más que en exhibir, las imágenes de esta fotógrafa transmiten calidez, belleza y sensualidad. Hablamos con Martina Matencio de sus comienzos, de sus deseos y de personas que fueron importantes en su carrera: ella, sin duda, protagoniza la entrevista, pero no olvida a Manuel, que tan importante fue en lo que hace y en cómo lo hace. Eso también forma parte de su autorretrato.

Persona inconformista, demasiado sensible…”. Martina Matencio es así y así prosigue el autorretrato en palabras que se hace para los lectores y lectoras de El Grito: “Encuentro belleza rápido; sufro, porque esa es mi manera de crear; soy feliz, pero a momentos; y detallista; muy llorona y perfeccionista en algunas cosas”. Esta sería una fotografía intimista, un primer plano interior de esta creadora nacida en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) hace 34 años, que se dedica a la fotografía desde los dieciséis y que a los veinte supo hacer de ella su modo y medio de vida.

Si separamos un poco la cámara para ver mejor y obtener una imagen algo más completa lo que veríamos sería a una mujer “de piel morena, manos bonitas y dedos largos, casi de pianista, sin tener ni idea de tocar el piano. Pelo marrón como una hoja en otoño. Ojos sensibles también de color marrón, pero con esa chispa verde que solo aparece después de un día de playa muy largo o después de haber llorado durante mucho rato. Labios en forma de almendra, mofletes redondos, vientre plano, pies muy feos, sonrisa bonita, olor a dulce madera, brazos delgados, pechos como dos albaricoques y cuerpo de mar”.

fotografía de Martina Matencio

Martina Matencio se describe a sí misma y narra fragmentos que recogen muchas de sus imágenes. Y es que, pronto, tras pasar por la escuela Serra i Abella de Barcelona, donde se formó, se especializó en el uso de la luz natural y la representación del cuerpo de la mujer. A él se dedicó exprimiéndolo con belleza, sensualidad y delicadeza que no han pasado desapercibidas para marcas como Netflix, Armani, Vogue o Lula Japan. Ha trabajado para ellas, ha viajado por medio mundo... También ha publicado dos libros porque su obra conecta directamente con la palabra, sus imágenes llaman al verbo para completarse y ser más o seguir siendo de otra manera. En 2017 publicó Tus ojos, mis manos (Stendhal), con la actriz Alba Ribas; y en 2021, en Lunwerg editores, Martina, tengo que hablar contigo.

fotografía de Martina Matencio
fotografía de Martina Matencio

¿Cómo surge el nombre del libro?

Porque una persona me dijo: “Martina, tengo que hablar contigo” y ahí pensé, cuando alguien te dice esa frase, siempre hay un antes y un después, ¿verdad? A mí misma no me digo esa frase, pero me paso la vida hablando conmigo misma y buscando respuestas que probablemente nunca encuentro.

¿Cómo empezaste en la fotografía?

Recuerdo que una de las primeras veces que cogí una cámara fue con dieciséis años, en un viaje a Cuba con mi familia. Mi padre tenía una cámara analógica y empecé a hacer fotos a todo lo que me llamaba la atención. Sentía incluso la necesidad de retratar a personas que iba conociendo, quizá porque la actitud y la cultura de allí me permitían sentirme bien y con confianza para fotografiarles. Supongo que, de algún modo, era consciente de que nunca más les volvería a ver y saber que, al menos, me llevaría ese recuerdo para siempre me hacía feliz.

¿Cuándo o cómo supiste que esa sería tu profesión?

Mi hermana Irene trabajaba en una residencia de niños con patologías mentales y yo iba a verlos muchas veces. Me gustaba estar ahí y, de hecho, mi trabajo final del ciclo superior fue retratarlos durante seis meses: es uno de los trabajos más bonitos y reales que he hecho nunca. A partir de ir tantísimo a la residencia me hice muy amiga de Manuel, un chico de 19 años que vivía allí. Tenía una enfermedad del estómago y muchas veces lo ingresaban… En una de sus últimas operaciones, mi hermana Irene me dijo si quería quedarme a cuidarlo por las noches. Mi primera respuesta fue un no rotundo, pues tenía miedo de no ser capaz. Tras pensármelo mucho dije que sí y la verdad es que, aunque fueron momentos duros, también lo fueron muy bonitos.

Un día decidí sacar la cámara y le encantó la idea de que le fotografiara, así que eso hice durante un mes. Yo llegaba por la tarde, justo cuando la luz entraba en esa habitación fea y triste, pero en la que los dos encontrábamos, supongo, apoyo y esperanza a nuestra soledad y nuestros miedos. Manuel apenas podía moverse, solo me miraba e iba moviendo sus manos en busca de la luz, yo buscaba detalles en sus manos, sus rodillas. Manuel estaba muy delgado, pero a mí me parecía bello todo lo que veía. Ahora yo fotografío justamente eso. Supe encontrar belleza en ese dolor y eso es exactamente lo que hago ahora: mi dolor lo transformo en belleza. Manuel murió, pero él encendió mi luz para que yo pudiese ver.

De todos mis trabajos yo diría que ese ha sido el más significativo o transformador. Me hizo ver la fotografía de otra manera, más documental. Me hizo salir un poco del mundo de la moda y, sobre todo, me hizo ver que lo más importante para crear es hacerlo con sentimiento, porque si algo nos une a los humanos es esto: los sentimientos.

fotografía de Martina Martina
fotografía de Martina Martina
fotografía de Martina Martina
fotografía de Martina Martina
fotografía de Martina Martina
fotografía de Martina Martina

¿Cómo fueron tus comienzos en el medio?

Fueron buenos. Tuve una historia de amor con un fotógrafo y, aunque aquello no fue para adelante, aprendí a fijarme en la luz, en los encuadres… De algún modo me prestó sus ojos sin él saberlo.

Estás especializada en retratos de mujeres, ¿qué tienen ellas o qué tiene fotografiar mujeres que no tengan los demás seres?

Supongo que todo viene por la historia de Manuel. Él se quedó muy delgadito y, de algún modo, su cuerpo se parecía más al de una mujer que al de un hombre, así que siempre he fotografiado cuerpos así. De todos modos, si comparo un cuerpo y otro siempre me ha parecido más bello el cuerpo de la mujer.

¿Has tenido problemas con la censura? ¿Qué opinas de esta marejada censora que atravesamos?

He tenido problemas, sí. De hecho, me cerraron mi primera cuenta de Instagram con 6k de seguidores. Nunca lo he entendido y no lo voy a entender jamás; eso de que si estoy ahí y quiero seguir estándolo son sus reglas y sus normas… No me voy a oponer porque me da pereza. Es una lucha perdida. Podría abrirme otra red social y subir allí todo el contenido que Instagram no deja. Lo que realmente me molesta es que, por culpa de las censuras, llegué a modificar mi manera de crear y fotografiar. A veces no quería que una chica elevase su brazo y tuviera que taparse los pechos. Por culpa de estas censuras estaba condicionada y la foto dejaba de parecer natural.

fotografía de Martina Martina
fotografía de Martina Martina

¿Qué cámara usas: analógica, digital, ambas…?

Antes siempre digital. Ahora no puedo vivir sin mis analógicas, aunque trabajo con ambas.

¿Cuál crees que es tu aportación al mundo de la fotografía?

La belleza. Aportar belleza al mundo, encontrar belleza en cualquier lado, en cualquier rincón… Por desgracia no es fácil, pero a veces tengo la sensación de tener ese superpoder y ver dónde los demás no pueden.

¿Qué te gustaría fotografiar? ¿Qué encargo te gustaría que te llegara?

Me gustaría hacer el cartel de cualquier película de Pedro Almodóvar. Creo que eso me haría realmente muy feliz. Hay algo dentro de mí que me dice que haría algo maravilloso (ojalá me lea Pedro…) (Risas).

¿Lo llamamos juntas y así se nos oye más fuerte?

¡Pedrooooooo!