Arquitectura y diseño

Doménech vs. Basterra: la historia de dos edificios enfrentados (o el día que Comillas se volvió burguesa)

Por Alberto G. Luna

Seminario Menor y Seminario Mayor, Comillas

El municipio celebra el centenario de Luis Doménech, responsable del Seminario Mayor, mientras deja de lado al Seminario Menor de José María de Basterra, en riesgo de derrumbe. La historia ha tratado de forma desigual a ambos arquitectos y edificios.

En 1892 y a petición del II marqués de Comillas, Luis Doménech y Montaner (1848-1923), terminó la construcción del Seminario Mayor (más tarde Universidad Pontificia), en lo más alto de la colina de la Cardosa. Una privilegiada cima desde la que se pueden otear las casas, campos e incluso mar de Comillas. Claudio López Bru, que así se llamaba el hijo del primer marqués, continuaba de esta forma el proyecto de su padre de enriquecer el pueblo donde había nacido.

Pocos años después, en 1909, los jesuitas hicieron lo propio con José María de Basterra (1859-1932), responsable del Seminario Menor. Una especie de hermano gemelo, pero de otro estilo. Dos edificios pegados el uno al otro, con dispares destinos. Dos formas muy diferentes, en definitiva, de entender la arquitectura.

Y es que si Doménech y su obra se han llevado, con los años, toda la gloria (desde el 7 de julio y hasta el 15 de septiembre el catalán luce en la sala de exposiciones del Seminario Mayor por sus cien años ‘Lluís Doménech i Montaner. Su huella en Comillas y Santander’); no ha sido así con el vasco, que ha caído en el olvido junto con su edificio, el cual además se está cayendo a pedazos.

Probablemente la primera gran diferencia entre ambos fuera la forma en la que irrumpieron en este municipio. Doménech lo hizo, sin lugar a dudas, en el mejor momento; coincidiendo con su edad de oro. En 1878, el primer marqués, Antonio López, empleó su fortuna amasada de forma exprés en Cuba para reformar la Casa de Ocejo y traerse a los más flamantes arquitectos y artistas catalanes (Oriol Maestres, Juan Martorell, Antonio Gaudí, Cristóbal Cascante (quédense con este nombre) y Luis Doménech y Montaner). Comillas, que hasta entonces había crecido mediante caseríos de indianos y jándalos alrededor de las plazas del mercado y de la iglesia, en el centro del pueblo y alrededor de El Espolón; se transformó en una villa cosmopolita cuya periferia fue colonizada por fincas y hoteles de recreo. Un destino de verano al que no dudaron en acudir la burguesía y los reyes de España.

Antonio López, primer marqués de Comillas, junto con los reyes de España y amigos comunes.
Luis Doménech y Montaner

Esta época fue objeto incluso de crónica social por parte de la prensa, según relatan en su libro ‘Luis Doménech y Montaner en Comillas’, Enrique Campuzano y Luis Alberto Alonso. Hasta Benito Pérez Galdós dibujó en sus ‘Cuarenta leguas por Cantabria’ un retrato (quizás un poco con sorna), de la que no duda en llamar “la villa de los López” ensalzando sus obras, paisaje y progreso basado en los servicios ofrecidos a la clase social alta (no tan distinta de la actual) que empezaba a proliferar:

“Para que nada falte, también hay expediciones a cercanas grutas, que si no hay olla sin tocino, tampoco hay hidroterapia sin estalactitas, ni mal de nervios que se prive de la fácil medicina de los paisajes”.

Doménech contó con el espléndido patrocinio de los dos marqueses para instaurar el Modernismo catalán no solo en el Seminario Mayor, sino también en el Palacio y Panteón de Sobrellano, el Cementerio parroquial, el Monumento al primer marqués y la Fuente de los Tres Caños. Hay más Modernismo en Comillas, como el Capricho de Gaudí pero, a diferencia de lo que se desprende de la exposición, este último no vino a petición de Doménech (a pesar de haber sido alumno suyo en la universidad), sino de Juan Martorell y Cristóbal Cascante.

Foto de archivo de la Puerta de la Universidad Pontificia (Seminario Mayor), Comillas
            Foto: Fernando Puente
Puerta de la Universidad Pontificia (Seminario Mayor), Comillas
            Foto: Fernando Puente
Universidad Pontificia (Seminario Mayor), Comillas
            Foto: Fernando Puente
Universidad Pontificia (Seminario Mayor), Comillas
            Foto: Fernando Puente
Foto de archivo del monumento al primer marqués
Monumento al primer marqués
Cementerio de Comillas
Foto de archivo de la escultura del Ángel Exterminador

Este último fue, de hecho, quien realmente inició las obras del Palacio de Sobrellano, el monumento al marqués y el Seminario, pero murió prematuramente y ya saben cómo es la historia, que además de implacable, es muy caprichosa y solo recuerda a los ganadores. Pero esto da para otro artículo.

El edificio (de gran valor arquitectónico) del que nadie quiere saber nada

La exposición ‘Lluís Doménech i Montaner. Su huella en Comillas y Santander’ (especialmente interesante por las fotografías y piezas originales que contiene, algunas cedidas por particulares de Comillas), se halla en el interior del Seminario Mayor desde donde también se organizan visitas guiadas a los turistas aburridos los días de lluvia que no pueden ir a la playa. Absolutamente todo allí está pensado para ensalzar la figura del arquitecto del Modernismo catalán pero, si uno se fija detenidamente y le da por darse una vuelta para contemplar su fachada, la cruda realidad es que en algún momento se dará de bruces con una valla. Detrás se encuentra el Seminario Menor que contrasta, gris y visiblemente abandonado, con la cara oeste del de Doménech. Traspasarla para, aunque sea verlo por fuera, es del todo imposible. Un trabajador nos dice que no es seguro, aunque venga de su interior, repleto de una maleza que trepa hasta las rotas ventanas, sin ni tan siquiera llevar un casco en la cabeza. Y si se pregunta durante el tour por el edificio, el discurso es el mismo, como si todos se hubiesen puesto de acuerdo: “No se puede visitar y tampoco tiene ningún valor histórico”.

José María de Basterra en su estudio

Tras la construcción del Seminario Mayor de Doménech, los jesuitas encargaron la obra de otro igual, justo al lado y sin contar con el apoyo del II marqués de Comillas, a José María de Basterra, un arquitecto 'de la casa’ conocido por sus obras en iglesias, conventos y seminarios, así como de palacetes residenciales. A diferencia del arquitecto modernista, Basterra llegó a Comillas por la puerta de atrás pero, giros inesperados de la vida, no construyó el Seminario Menor como se venía haciendo hasta entonces, sino que decidió utilizar hormigón armado. Y resulta que, más giros de la vida, fue de los primeros edificios de España en hacerlo. El hecho de que, además, fuera una estructura religiosa le confiere aún más valor, ya que no se había visto nunca.

Basterra lo construyó con sencillez y falta de ornato, oponiéndose al lujo de Doménech; en abierta crítica al Seminario Mayor, más preocupado por el estilo

Según el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Cantabria, Miguel Ángel Aramburu-Zabala, “Basterra lo construyó en una vuelta al neogótico, pero con sencillez y falta de ornato, oponiéndose al lujo de Doménech. Apostó por la estandarización de la construcción y la utilización de un material moderno (el hormigón armado) en abierta crítica al Seminario Mayor, más preocupado por el estilo”.

A nadie se le escapa que, por su impresionante calidad arquitectónica y personales aportaciones artísticas, el de Doménech ha sobrevivido excepcionalmente bien al paso del tiempo cántabro. El hormigón armado por contra, más sobrio y sin adornos, denostado a día de hoy excepto por los pocos amantes del brutalismo, parece no gustarle a Comillas. Pero, al margen de opiniones personales, lo cierto es que este edificio tiene su valor histórico. Sin embargo, el Seminario Mayor ha disfrutado de varias reformas (a excepción del claustro oeste, que actualmente sigue apuntalado) y el Menor corre el riesgo de derrumbarse.

Gorka Pérez de La Peña Oleaga es investigador e historiador y, precisamente, está escribiendo un libro sobre el Seminario Menor de José María de Basterra: “Este edificio fue de los primeros en utilizar hormigón armado, una tecnología pionera en aquella época. Pero, sobre todo, fue de las primeras arquitecturas religiosas en hacerlo. Ahí radica su peculiaridad. Lo normal en la arquitectura tradicional o medieval, era utilizar muros o elementos de cierre decorativos. Basterra se salió de la religiosidad y aportó elementos más modernos, adelantándose a su tiempo”.

“El arquitecto vasco estaba bien relacionado con la orden religiosa y trabajó para los jesuitas en varias ocasiones, por lo que tenían una gran confianza en él. Sus obras del siglo XIX iban en línea con la arquitectura historicista. La decisión de utilizar hormigón armado en el Seminario Menor la pudo sacar del tradicionalismo francés, mucho menos conservador que el inglés, al que tuvo acceso durante la carrera. A pesar de su indudable valor, el edificio ha pasado desapercibido. Tampoco aparece mencionado en la mayoría de bibliografía que existe en España sobre el hormigón armado. Prácticamente no hay publicaciones que lo citen. Por eso es importante darle el valor que tiene y evitar que acabe derrumbándose” añade el historiador.

El archivo de José María de Basterra se malvendió por parte de la familia hace muchos años. Eso es algo que nunca podremos recuperar

Hablamos con Javier Pérez-Sasía Basterra, bisnieto del arquitecto y presidente de la Asociación Cultural Arquitecto José María de Basterra, quien tampoco tiene dudas al afirmar que la historia se ha olvidado de la figura de su bisabuelo, y especialmente Comillas. “El archivo de José María de Basterra se malvendió por parte de la familia hace muchos años y solo nos quedan algunos planos. Eso es algo que nunca podremos recuperar, pero lo que sí podemos es sacarle del olvido. Ese Seminario Menor te puede gustar más o menos, yo particularmente no le tengo gran aprecio porque lo llamaban “la fábrica de harina” y, al lado del de Doménech, pues es menos vistoso. Pero eso no significa que se tenga que echar a perder”.

Seminario Menor de José María de Basterra
            Fotos: Fernando Puente
    Seminario Menor de José María de Basterra
    Seminario Menor de José María de Basterra
    Seminario Menor de José María de Basterra
    Seminario Menor de José María de Basterra

La familia de Basterra ha escrito una carta a Espacio Comillas, propietaria del terreno y perteneciente al Gobierno de Cantabria, solicitando que les dejen entrar en el Seminario Menor que construyó su bisabuelo para evaluar su estado. Pero el organismo se ha negado. “Nos dicen que está en riesgo de ruina”, afirma Javier Pérez-Sasía apesadumbrado. Este periódico ha tenido acceso a la respuesta de Espacio Comillas en la que afirma que: “No se permite acceder al exterior ni interior del edificio debido al estado del mismo. Hay una entidad que, en su momento, realizó un estudio del estado estructural, pero dicho informe no es de nuestra propiedad, si bien se nos permitió su consulta. Tiene años, pero no hay mucha variación, va principalmente dirigido al estudio de la posible aluminosis. No podemos mostrar un informe que no es nuestro ni tenemos”.

Dos seminarios no tan distintos: uno en ruinas y el otro vacío

“¿Arreglar el Seminario Menor?” Nos responde un trabajador de la Fundación Comillas cuando preguntamos, ingenuos, por el edificio de Basterra. “Si ya hay problemas para encontrar financiación y reformar el de Doménech, imagínese este. Requiere mucha inversión. ¿Y cómo vas a amortizarlo? ¿Con qué lo llenas?”

No le falta razón. Pero la realidad del Seminario Mayor del arquitecto catalán no es mucho mejor.

Espacio Comillas alquila a la Fundación Comillas, adscrita a la Universidad de Cantabria, una pequeña parte del Seminario Mayor para impartir sus clases. En esa gigantesca mole solo se ofrece un Grado de Estudios Hispánicos y un posgrado de Español como Lengua Extranjera, ambos con una escasa presencia de alumnos. "El año pasado se propuso lanzar otro posgrado de Industrias Culturales Digitales pero no conseguimos estudiantes. No lo promocionaron lo suficiente. Al final se quedó en nada”, nos reconocen. El resto del edificio está vacío y prácticamente en coma: “Cuando se reformó esta zona, se instaló un sistema de ventilación que costó una millonada. Pero no lo encendemos nunca. Abrimos las ventanas porque la humedad se come todo” añaden.

El organismo público trata de hacer frente a este panorama desolador ofreciendo en su web eventos, congresos y espectáculos. También sin éxito. Según nos reconocen, ni la exposición de Doménech se ha pagado. “Han cedido el espacio de forma gratuita”.

En la revisión que hizo Camilo José Cela de su propio libro ‘La familia de Pascual Duarte’ (que, por cierto, transcurre en un pueblo de Badajoz cuya plaza también cuenta con una fuente de los Tres Caños), menciona que escribir no es más que recopilar y ordenar, y que los libros se están siempre escribiendo, a veces solos, incluso pasado el tiempo. Ocurre lo mismo con la historia de estos dos seminarios y sus autores. Luis Doménech y Montaner llegó a Cantabria en 1889 y dejó una huella imborrable, además de una obra excepcional. Este arquitecto, considerado por muchos incluso mejor que Gaudí, llenó de luz y de color Comillas, y contribuyó en gran medida a su paisaje actual. Pero también tuvo su valor José María de Basterra, aunque no se celebre ninguna exposición sobre su vida y obra, y aunque el hormigón armado hoy no guste en Comillas. Quién sabe, quizás habría tenido más suerte si lo hubiese construido fuera de Cantabria, porque lo cierto es que no falta la arquitectura de hormigón (incluso religiosa) en España. Esperemos que los siguientes capítulos de su historia, como diría Cela, sean más agradecidos con su figura.