Protagonistas

Adiós a Joop Sanders, el artista desapercibido del expresionismo abstracto

Por Clara G. Freyre de Andrade

Joop Sanders in 1980 © Timothy Greenfield-Sanders

Aunque tuvo un papel protagonista en los orígenes del expresionismo abstracto, Joop Sanders vio su trabajo injustamente opacado tras su regreso a Europa.

S u legado para el mundo es una obra prolífica, diversa y emocional, así como su papel fundamental en el nacimiento de uno de los movimientos artísticos más emblemáticos de la historia: el expresionismo abstracto. Hablamos de Joop Sanders. Fallecido recientemente a la edad de 101 años.

Pese a su protagonismo en el surgimiento de esta corriente clave para el arte estadounidense, su nombre puede resultarle desconocido, ya que a menudo ha visto su herencia apartada de los libros de historia. Pero, ¿por qué?

Nacido en Ámsterdam en octubre de 1921, Sanders pisó tierras estadounidenses siendo todavía un adolescente. Como muchos, lo hizo huyendo del avance de los nazis. Atrás dejaba a su familia que, escondida, logró sobrevivir al Holocausto. Todos a excepción de una de sus hermanas, que fue asesinada en el campo de exterminio polaco de Sobibor.

Asentado en Nueva York, Sanders empezó a estudiar en la Art Students League, un curso de seis meses en el que tuvo la oportunidad de trabajar con el pintor alemán George Grosz. En esa misma época, conoce casualmente en un concierto a dos personas que serán indispensables en su vida en la gran ciudad, Willem y Elaine de Kooning. Durante la década de 1940, Sanders posó para Elaine en una docena de retratos, obras que son un símbolo de su amistad y en las que la artista retrata la soledad propia de una persona en el exilio. Estas obras son relevantes porque no solo permitieron a Elaine coquetear con las vanguardias, sino que son una prefiguración de sus aportaciones artísticas posteriores.

Portrait of Joop Sanders by © Elaine de Kooning, 1946
Willem de Kooning, Elaine de Kooning, Joop Sanders, Isca Sanders - © Timothy Greenfield-Sanders, 1982

Justo en ese preciso momento, Estados Unidos estaba estrechando sus contactos con el arte moderno europeo. Igual que hizo Joop Sanders, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial muchos intelectuales y artistas buscaron refugio en América, un lugar donde podían seguir explorando su creatividad. En este preciso punto se encontraban pintores tan reconocidos como Salvador Dalí, Max Ernst, Piet Mondrian o Marc Chagall. Su arte vanguardista, como no podía ser de otra forma, inspiró a una joven generación de artistas estadounidenses. Sin embargo, sus intereses les hicieron inclinarse más bien hacia la abstracción. Buscando un espacio seguro en el que seguir exponiendo sus ideas, en 1949, un grupo de una veintena de artistas se unen para alquilar un local en la 39 East 8th Street de Manhattan. Y así, nace The Club.

The Club fue mucho más que un espacio para reunirse y debatir sobre arte, creatividad y otros temas cercanos a los círculos bohemios. En general, fue un espacio fundamental para el desarrollo del expresionismo abstracto y, más tarde, para los artistas de la Escuela de Nueva York. Y justo allí, entre nombres como Willem de Kooning, Philip Pavía o Franz Kline, se encontraba Sanders que, a sus 28 años, se convertiría en el miembro fundador más joven tal y como reza la biografía en su página oficial.

Los miembros de The Club tenían ideas contrarias a las tendencias que imperaban en los sectores artísticos. Al principio, a excepción de algunos nombres como Jackson Pollock o Willem de Kooning, los artistas adscritos al expresionismo abstracto tuvieron dificultades para exponer y, en general, para ganar cierto reconocimiento por su trabajo. El primer punto de inflexión en el avance de este movimiento de arte moderno puramente estadounidense lo marcó The Ninth Street Show, una exposición celebrada en 1951 que emulaba la idea del Salon des Refusés y acogía obras de este grupo de artistas que ansiaban reconocimiento. Aunque la mayoría de pintores no lograron la fama, la exposición sí sirvió como un primer acercamiento de la crítica y el público general al nuevo movimiento. Entre los nombres expuestos, tal y como puede verse en el cartel promocional, se encontraba el de Sanders. De hecho, hasta el pasado mes, era el único artista que seguía vivo que había participado en la histórica exhibición, a la que podríamos considerar como el lanzamiento oficial del expresionismo abstracto.

Interaction, 1964-1965
Kerygma (Red), 1962.
Sin título, 1977
Pantagruel, 1955
Summer Heat, 1962
Diptych, 1970-1972.

Condenado al olvido

Tras su matrimonio con Isca Jörgensen, cuya boda también se celebró en The Club, Joop Sanders decide regresar a Europa. Lejos de lo que se pueda pensar, no abandonó su empeño y siguió tratando de hacerse un nombre al otro lado del océano. Llegó incluso a participar en algunos de los espectáculos del grupo Zero, organizados por Piero Manzoni y Enrico Castellani. Y finalmente, en 1960, consiguió una exposición individual en el Museo Stedelijk de Ámsterdam. Sería el primer artista joven y estadounidense (había conseguido la nacionalidad) en lograrlo. Sin embargo, por sus éxitos en el viejo continente pagó un precio infinitamente más alto: sólo estuvo fuera unos cuatro años, pero fue tiempo más que suficiente para que el expresionismo abstracto se convirtiera en la corriente artística más aclamada. Su ausencia en el punto álgido del movimiento por el que tanto había trabajado, le condenó al olvido. Su aportación fue pasada por alto y a menudo su nombre no se menciona en los libros de historia.

Sanders trabajando

Pero a su vuelta a Nueva York, en 1959, Sanders siguió haciendo lo que mejor se le daba: pintar. Instalado en el SoHo de Manhattan, poco antes de que se convirtiera en un hervidero de artistas, encuentra el estilo que exploraría durante décadas, caracterizado por el uso de campos de color monocromático. Curiosamente, muchas de estas pinturas estaban formadas por varios paneles que los compradores podrían colocar a su antojo, en un intento de hacerles partícipes de la creación artística. Ante este tipo de obras, en las que Sanders seguía plasmando sus emociones, Barnett Newmann, artista asentado en la pintura por campos de color, llegó a afirmar: “De todos los pintores que trabajan en el contexto del campo del color, me parece que eres el único que, como yo, se preocupa por el espíritu humanista en la pintura”.

Sin duda, el mundo del arte ha perdido una figura histórica que, además de contribuir al primer movimiento artístico puramente americano, fue el primero en dar a conocer sus ideas en Europa. Y aunque su nombre ha pasado desapercibido, hoy sus obras se exponen en museos de todo el mundo, entre los que se encuentra el MoMA de Nueva York, el Museo de Arte de Filadelfia o el Stedelijk en Ámsterdam.