Arquitectura y diseño

Carles Riart, 50 años vistiendo su silla desnuda

Por María Couso

Carles Riart
          Foto: Jordi Sarrà

Es “el mueblista” español por excelencia. Alejado de modas y tendencias temporales, Riart antepone la artesanía a lo industrial. Sus creaciones fueron la antesala de la posmodernidad y con el tiempo se han convertido en referentes que hoy forman parte de la colección permanente del MoMA de Nueva York.

Su gusto por la artesanía y el buen hacer, la perdurabilidad de sus obras y el absoluto respeto por la tradición, convierten a Carles Riart (Barcelona, 1944), Premio Nacional de Diseño 2011, en una figura clave del diseño español de la segunda mitad del siglo XX. Esa sensibilidad por el trabajo manual, la creación de piezas únicas -a veces irrepetibles- y alejadas de la producción industrial, nos hacen comprender por qué Riart decía: “Soy mueblista, no diseñador”.

Sólo podemos entender sus procedimientos tradicionales mirando atrás, a su época como ebanista en el taller de Raimundo Giné mientras estudiaba diseño en la prestigiosa Escuela barcelonesa EINA. Ahí comienza una larga carrera con obras clave para el diseño español y con una, en concreto, que cumple sus bodas de oro: la Silla Desnuda (1973). Vestida para mil ocasiones y en infinitas versiones, este diseño sin artificios ha hecho Historia y nos sirve para hacer un repaso por sus creaciones más celebradas.

Su mayor acto de rebeldía

Un simple esqueleto listo para vestir, como si se tratara de la estructura de un edificio, este asiento ideado en 1973 es una pieza posmoderna que cabalga entre la artesanía, el diseño y el arte, una obra maestra de Riart, de las más famosas, fruto de su reflexión tras ver -anecdóticamente- el anuncio de una camisa donde era más llamativa la caja donde venía envuelta que la propia prenda.

Se vendía más por su bonito embalaje que por la tecnología, mano de obra o calidad. Una lucha entre funcionalidad y estética, el catalán lo tenía claro: romper con lo superfluo y recuperar las técnicas artesanales, la ebanistería más compleja y sofisticada al servicio del diseño. Así nace esta Silla Desnuda que cumple medio siglo.

En 1976 Riart empieza a producir algunos de sus diseños, como La Colilla, producto de una época, la de los Muebles Componibles, ideados para ser montados por el propio consumidor.

Lámpara Colilla, Carles Riart, Santa & Cole, 1976.

Ritmo, fluidez, longevidad, una lámpara para tener encendida todo el día. Esta pieza colgante fluorescente de metacrilato está pensada para ser uno más dentro de la estancia, una lámpara que acompaña. Su estructura, un tubo translúcido de dos metros que alberga en su interior una serie de bombillitas de neón. Su bajo consumo eléctrico incita a dejarla encendida todo el día. Una lámpara etérea que parece flotar en el ambiente (se cuelga con hilos transparentes). Gabriel Ordeig quedó prendado de esta luminaria, que pasó a convertirse en el primer producto editado por Santa & Cole, en 1985.

Una de las etapas más especiales del diseñador y artesano fue la que pasó en Vallvidrera, donde fijó su residencia y estudio durante un tiempo. Fue entonces cuando creó piezas únicas para nuestra historia del diseño como la butaca con el mismo nombre de Vallvidrera en 1978, en colaboración con Santiago Roqueta.

Su finalidad no era otra que recuperar las técnicas artesanales a la hora de producir mobiliario en una época en la que los muebles modulares y la fabricación en masa estaba a la orden del día.

La butaca Vallvidrera tenía una estructura de madera de pino donde predominan las líneas cóncavas y convexas. Sobre la madera se acopla un asiento con muelles, microfibra tensada y cosida a mano. Un diseño volumétrico y minimalista donde prima el confort. Y para darle movilidad, colocaron en la parte delantera unas ruedecillas casi inapreciables. Su primer prototipo lo conseguirían con una maqueta de barro a escala 1:5 que enviaron a un tapicero.

Silla Desnuda, 1973, Carles Riart.Fotografia: Museu del
            Disseny de Barcelona / Pep Herrero
Butaca Vallvidrera, 1978
 Mecedora, 1979, Carles Riart. Fotografia: Museu del Disseny de Barcelona / Gasull Fotografia
 Mecedora, 1979, Carles Riart. Fotografia: Museu del Disseny de Barcelona / Gasull Fotografia

Cuando la tradición rompe con el racionalismo

“Pensé en un objeto que arrancara de la tradición popular, yo la hice de madera clara teñida de colores”, resumía Riart sobre su Mecedora (1979). Le puso en la madera unas incrustaciones de nácar, de marquetería, que rompían con la tradición racionalista y con el concepto de la abolición de todos los elementos ornamentales de este esencialismo del movimiento racionalista.

Con La Mecedora, Riart vuelve al oficio de ebanista aprovechando la celebración del cincuenta aniversario de la silla Barcelona de Mies Van der Rohe (1929), a base de chapas encoladas para para preservar su curvatura con el tiempo.

Un icono de la modernidad, un hito del diseño español, una pieza escultórica con una estructura lineal fabricada en madera. Ondulación y un plano inclinado forman el tándem perfecto para convertir Ona (1990) en un perchero de pared reconocido internacionalmente y merecedor de premios como el Delta de Oro ADI-FAD 1992 y Gran Prix de la Critique du Meuble Contemporain 1999; además, forma parte de la Colección permanente del Museu del Disseny de Barcelona y de la Design Collection del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York. Un diseño que ha consagrado a sus creadores, Montse Padrós y Carles Riart para Mobles 114.