Exposiciones

Tiziano o Rubens vs Baselitz: el desnudo según los pintores antiguos y contemporáneos

Por el grito

Albrecht Altdorfer, Lot and His Daughters, 1537
          Kunsthistorisches Museum Vienna

El artista contemporáneo Georg Baselitz dialoga a través de la pintura con los grandes maestros siendo el cuerpo humano su principal tema de conversación. La exposición ‘Baselitz. Maestros desnudos’ arroja luz sobre la condición humana elemental, un tema recurrente del arte europeo.

Un cara a cara, o mejor, un cuerpo a cuerpo es lo que propone la exposición ‘Baselitz. Maestros desnudos’, del Museo de Historia del Arte de Viena. A un lado del ring, la sensualidad del cuerpo humano plasmada por grandes maestros de la pintura como Tiziano, Correggio o Rubens, al otro, la crudeza de los desnudos cabeza abajo firmados por el artista contemporáneo.

La muestra reúne 75 obras creadas por Georg Baselitz en las últimas cinco décadas y otras 40 seleccionadas -y colgadas- por el propio artista de entre los fondos del museo vienés repartidas por cinco salas. Baselitz se ha decantado por los pintores manieristas que a finales del siglo XVI desafiaron los cánones del Renacimiento, mostrando así una libertad creativa con la que el propio artista se siente identificado.

Lucas Cranach the Elder, The Fall: Adam and Eve 
A Ciegas. Adriana Berges

El génesis, encarnado por Adán y Eva, marca el inicio de la exposición y la respuesta de Baselitz sienta las bases de todo lo que vendrá después. Las delicadas interpretaciones de Hans Memling o Lucas Cranach el Viejo tienen como réplica los primeros desnudos creados por Baselitz en los que aparecen él mismo y su mujer -Johanna Elke Kretschmar- colgados boca abajo. “La jerarquía del cielo arriba y el suelo abajo es, en cualquier caso, solo un pacto al que ciertamente nos hemos acostumbrado, pero en el que uno no tiene que creer en absoluto”, explica el artista. El virtuosismo técnico y las figuras estilizadas de los grandes maestros contrastan con el trazo rudo de Baselitz. que a menudo pinta con el dedo.

En otros casos, la conexión entre las obras se establece a través de aspectos más formales que temáticos como ocurre con ‘Diana y Calisto’, de Tiziano, con el que Baselitz enlaza su obra, ‘The reading girl’, a través de la paleta de colores y la postura de los personajes principales.

Los desnudos invertidos de baselitz

Diana and Callisto, c.1566
                Kunsthistorisches Museum Vienna

Diana and Callisto, c.1566 Kunsthistorisches Museum Vienna

Georg Baselitz, Finger Painting – Black Elke, 1973
                © Georg Baselitz 2023, Foto: Jochen Littkemann, Berlin.

Georg Baselitz, Finger Painting – Black Elke, 1973 © Georg Baselitz 2023, Foto: Jochen Littkemann, Berlin.

Georg Baselitz, Finger Painting – Female Nude, 1972 
                © Georg Baselitz 2023

Georg Baselitz, Finger Painting – Female Nude, 1972 © Georg Baselitz 2023

Peter Paul Rubens, Helena Fourment (‘Het Pelsken’), 1636/38, Kunsthistorisches Museum Vienna

Peter Paul Rubens, Helena Fourment (‘Het Pelsken’), 1636/38, Kunsthistorisches Museum Vienna

Georg Baselitz, The Reading Girl, 1979
                © Georg Baselitz 2023, Foto: Jochen Littkemann, Berlin

Georg Baselitz, The Reading Girl, 1979 © Georg Baselitz 2023, Foto: Jochen Littkemann, Berlin

Correggio’s The Rape of Ganymede and Jupiter and Io

Correggio’s The Rape of Ganymede and Jupiter and Io

Georg Baselitz, Bedroom, 1975
                © Georg Baselitz 2023, Foto: Jochen Littkemann, Berlin

Georg Baselitz, Bedroom, 1975 © Georg Baselitz 2023, Foto: Jochen Littkemann, Berlin

También se plantean auténticos duelos físicos en los que unos cuadros parecen oprimir a otros. Un enorme lienzo dorado - ‘Picture-thirty-two’- en cuyo centro vemos de nuevo el cuerpo de Elka, esta vez sentada y sin cabeza flotando a su vez dentro de un cuadrado, cuelga sobre dos obras de Dirck de Quade van Ravesteyn. En ellas, sendas mujeres aparecen tumbadas y da la sensación de que su espacio está comprimido. A su lado, dos cuerpos de color rosa se hacen hueco el uno al otro en un lienzo de fondo negro.

Unas enormes manos doradas (repartidas en cinco lienzos) que parecen intentar sujetar a un Cristo recién resucitado pintado por Garofalo, la contraposición de Elka frente a una Helena Fourment, la mujer de Rubens, con aires de diosa… La exposición es una sucesión de juegos que atraviesan la barrera del tiempo y de la historia.

Las últimas salas están dedicadas a las últimas obras firmadas por el pintor alemán de 85 años de edad. Algunas de ellas terminadas hace apenas un año y que versan en torno a la fragilidad del cuerpo: “todo es un autorretrato, ya sea un árbol o un desnudo”.