Arquitectura y diseño

De Finlandia a Sudáfrica, pasando por Lanzarote: las casas más icónicas del mundo

Por Guillermo Martínez

Frank Lloyd Wright. Casa de la cascada © Alex Byers/Western Pennsylvania Conservancy

La mayoría se han convertido en museos o monumentos visitables, pero en su momento fueron el hogar de una familia. Estos son algunos de los iconos de la arquitectura más simbólicos repartidos por el mundo.

Desde Los Ángeles a Tokio, pasando por Helsinki e incluso Lanzarote. No son pocas las viviendas ideadas alrededor del mundo que se han convertido en iconos de la arquitectura. Ya sea por su adaptación al entorno en el que se ubican, la técnica utilizada para construirlas o los materiales, estas estructuras que un día fueron el hogar de una familia se han convertido en ejemplos variopintos de lo que la imaginación de arquitectos de la talla de Alvar Aalto, Frank Lloyd Wright o Ludwig Mies van der Rohe, entre otros, ha sido capaz de idear.

Estas son algunas de las casas más simbólicas que hay repartidas por el mundo.

Casa experimental De Muraatsalo (Finlandia), por Alvar Aalto

Ubicada en Finlandia, esta vivienda representa de forma paradigmática la vuelta a la naturaleza tras las primeras arquitecturas racionalistas de vanguardia. Levantada en 1936, la edificación, proyectada por Aalto y su pareja también arquitecta, Aino Mario, es básicamente una pieza en L anclada en la roca que conforma un patio exterior cuadrado semiabierto en diálogo con la naturaleza, tal y como explica el arquitecto y fotógrafo Iñaki Bergera, autor de ‘Fotografía y arquitectura. La imagen del espacio construido’ (Turner, 2023).

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Frente a las arquitecturas blancas, frías y de cristal del racionalismo, Aalto recupera una materialidad que favorece la sensación de hogar, gracias fundamentalmente al empleo del ladrillo y la madera como materiales esenciales del proyecto. Aquella oportunidad de experimentación ha pasado a los anales de la modernidad también por ser una suerte de refugio en plena naturaleza que conforma una intensa experiencia del lugar y el espacio arquitectónico.

“Acceder a la casa desde el lago, atravesar el bosque y penetrar en el patio es algo mágico” dice Bergera recordando su visita a la casa. Se trata de un ejemplo de vivienda solemne, no excesivamente grande, en la que la diferencia moderna entre los espacios servidos y sirvientes (cocina y baños) solo se percibe cuando se visita.

Casa de la cascada (Pensilvania, Estados Unidos), por Frank Lloyd Wright

Ubicada en el estado de Pensilvania (Estados Unidos), esta residencia fue construida sobre una cascada del río Bear Run. Fue diseñada por el arquitecto Frank Lloyd Wright, considerado uno de los mejores profesionales estadounidenses de la arquitectura, y levantada entre 1936 y 1939. Actualmente, la residencia Kaufmann, como también se le conoce a esta casa, es un monumento nacional en Estados Unidos.

© Wim Wiskerke / Alamy Stock Photo
© Western Pennsylvania Conservancy

Edgar Kaufmann, dueño de unos grandes almacenes en Pittsburgh, fue el impulsor de la construcción. Desde 1937 hasta 1963, la Casa de la Cascada se convirtió en su lugar de retiro durante los fines de semana. El hijo, Edgar Jr., no solo donó la casa tras la muerte de sus padres, sino también las 600 hectáreas de terreno que la rodean. En 2019, este ejemplo de arquitectura orgánica que integra en la construcción los elementos ambientales del lugar, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Farnsworth House (Illinois, Estados Unidos), por Ludwig Mies van der Rohe

Esta vivienda unifamiliar ubicada en Illinois (Estados Unidos) y de estilo racionalista fue construida entre 1946 y 1951. Mediante acero y vidrio, Mies van der Rohe volvió a demostrar lo que es posible conseguir mediante la sencillez arquitectónica. La doctora Edith Farnsworth encargó la construcción al afamado arquitecto en 1945 de cara a tener un espacio de retiro los fines de semana. Finalmente, se construyó en una parcela de 24 hectáreas cerca del río Fox, a 90 kilómetros al sur de Chicago.

© Phil Beard

Durante 21 años, la doctora habitó la casa, hasta que en 1972 fue vendida a Peter Palumbo, quien decidió restaurarla para devolver a la vivienda su aspecto inicial. A día de hoy, la casa pertenece a una entidad encargada de preservar la cultura tras pagar por ella 6,7 millones de dólares.

La polémica salpicó esta edificación que pasaría a la historia, pues Farnsworth se negó a pagar parte de los costes de la vivienda. De los 58.000 dólares proyectados, la cifra terminó elevándose hasta los 73.000. Finalmente, el caso llegó a los tribunales y Mies ganó.

La casa de vidrio (São Paulo, Brasil), por Lina Bo Bardi

Diseñada por Lina Bo Bardi como punto de encuentro para artistas y como su propia residencia, esta vivienda en el barrio de Morumbi, en São Paulo (Brasil), no pasa desapercibida. Construida en 1951, su frente principal, transparente y elevado sobre pilares, evoca los ideales del Movimiento Moderno. Al mismo tiempo, la parte trasera, opaca y apoyada en el terreno, reproduce una construcción sólida propia de la arquitectura vernácula. Esta dualidad se refleja también en la distribución espacial de la casa que separa la parte pública, volcada al entorno, de la parte privada, protegida en un segundo plano.

© Nicholas Préaud
© Nicholas Préaud

Se trata de la primera obra de Lina Bo Bardi y, al principio, se construyó como una especie de Atalaya que sobresale por encima de los árboles de la Mata Atlántica, la selva tropical autóctona que rodeaba a São Paulo. Poco a poco, la naturaleza ha ido desarrollándose en los alrededores de la casa, hasta casi ocultarla. La arquitecta integró la propia naturaleza en la vivienda, hasta el punto de crear una suerte de patio interior o pozo de luz que permite que los árboles del jardín penetren en el interior de la casa.

Casa Eames (Los Ángeles, Estados Unidos), por Charles y Ray Eames

La pareja Eames eran algo más que arquitectos: desde diseñadores y creativos hasta fantásticos fotógrafos. “Decían que había que tomarse el placer en serio. Su actividad es tan intensa como libre y experimental, de una fogosidad creativa brutal”, dice Bergera sobre ellos. Cuando se levantó esta casa en 1949, tras la Segunda Guerra Mundial, parecía que todo era posible. “La casa es una estructura metálica, como una caja. Está concebida como un mueble industrial, como un contenedor para habitar, revestido por una piel geometrizada que combina lo transparente, lo traslúcido y un cromatismo opaco”, añade el experto.

El espacio interior juega con los dobles espacios, ubicando los dormitorios en el piso superior. “La sensación que da esta casa es de tremenda ligereza y transparencia hacia el bosque de eucaliptos que la rodea”, enfatiza Bergera. Además, su interior está repleto de alfombras, cuadros, objetos y, especialmente, icónicos muebles y sillas diseñadas también por los Eames.

Casi se convierte en una casa escenificada dado el cuidado que sus autores pusieron en la disposición del mobiliario, en la decoración en el mejor sentido de la palabra.

Casa del volcán (Lanzarote, España), por César Manrique

Edificada sobre una colada de lava tras una erupción que tuvo lugar en Lanzarote (España) en la década de 1730, César Manrique utilizó los jardines que la circundan como una expresión artística más entre los contrastes de la vegetación, los tonos oscuros de la ceniza y las propias obras del artista. En total, ocupa 3.000 metros cuadrados en una parcela de 30.000 y estuvo habitada por el artista desde 1968 hasta 1988.

© Roland Halbe

En cinco burbujas volcánicas formadas de manera natural, Manrique creó un espacio habitable. Ya en la planta superior, la arquitectura tradicional de Lanzarote brilla en todo su esplendor, a la que se suman elementos de concepción más moderna, como amplios ventanales y una iluminación cenital. Piscina, pista de baile, horno y barbacoa componen la parte exterior de la vivienda.

Todavía queda más. Manrique, en la Casa del Volcán, convirtió la salida de su casa en su estudio de pintura. Este espacio, en la actualidad, se modificó para crear una sala en la que exponer las obras del artista lanzaroteño, pues la vivienda al completo se convirtió en la Fundación César Manrique.

Na House (Tokio, Japón), por Sou Fujimoto

Una pareja de Tokio solicitó a Sou Fujimoto vivir como nómadas. No querían que ningún espacio estuviera ideado para un uso en concreto. Mediante una estructura de acero blanco y cristaleras que dan a la calle, en ocasiones se ha descrito a la Na House como “un árbol o una cabaña primitiva”, ya que la idea regresa al origen de la concepción de vivienda.

© Iwan Baan Photography

Esta vivienda japonesa, construida en 2010 y de 85 metros cuadrados, es tanto una habitación individual como una colección de habitaciones. Con diferentes escalas, distribuye a las diferentes personas alrededor de ella dependiendo de si buscan espacios de intimidad o grupales.

En realidad, cada piso está conectado por escaleras, al igual que por pasos fijos y móviles. Estos niveles estratificados, una suerte de muebles de la casa, permiten un gran abanico de funciones.

La tradición múltiple de la vivienda en Senegal

La idiosincrasia sociológica de África en general y de Senegal en particular haría imposible determinar cuál es el tipo de vivienda más icónico del país. En la región sur de Senegal se encuentran las casas “a impluvium” y “à étages”, tal y como se las conoce en francés y su autor es la étnica “diola”, considerada como una de las mejores arquitectas del continente.

En el caso de las viviendas circulares “a impluvium”, como su propio nombre indica, el agua es el elemento central. Con un depósito en el patio, el tejado a dos aguas en forma de embudo vierte toda el agua de lluvia que recibe. Alrededor del mismo patio se encuentran las habitaciones, a las que solo se puede acceder una vez superada una sólida puerta central. Por otra parte, la luz procede del espacio abierto en el centro del tejado. La morfología de esta construcción no es baladí. Pensada casi como un lugar en el que resguardarse de los ataques del exterior, la familia y el ganado se guarecían en su interior, donde tenían víveres, en caso de asedio.

Casa “a impluvium”
Casa “à étages”
	© Donacool

Las casas “à étages” por su parte son edificaciones de adobe en dos pisos. Con columnas en el exterior que delimitan un porche que recorre todo el frontal de la casa, en el piso bajo se encuentra la cocina, el almacén del grano y una sala de convivencia. En el piso superior, los dormitorios ocupados por cada una de las personas de la familia, un hecho bastante sorprendente en África ya que lo habitual es que el espacio sea compartido.

Casa KHT (Kahoku, Japón), por la International Royal Architecture

Construida en 2013 y con un área de 197 metros cuadrados, este conjunto se configuró como vivienda familiar intergeneracional. De esta forma, la casa de un piso está diseñada para la pareja más experimentada de la familia, los ancianos. Le sigue otra casa de dos pisos, para la pareja más joven. Entre medias, una habitación de estilo japonés con terraza entre las dos casas. Uno de los aspectos que más resaltan de la Casa KHT es su techo, ya que conecta los dos lados de la vivienda a pesar de que sus alturas no sean similares.

© Nobuaki Nakagawa

La International Royal Architecture, autores de la edificación, tuvo en cuenta los posibles daños provocados por la nieve, por lo que el techo y los muros están conectados a través de hojas de acero. Asimismo, las paredes que dan al exterior están compuestas de contrachapados de madera de abedul para soportar su peso. La perspectiva intergeneracional queda materializada en la habitación de estilo japonés que separa las dos viviendas, ya que está distribuida en dos áreas para cada una de las familias pero también se puede unificar en el caso de ser necesario.

House of the Big Arch (Montañas Waterberg, Sudáfrica), por Frankie Pappas

Conocida como la casa más estrecha y escondida de África, esta vivienda de Sudáfrica es sinónimo de conexión directa con la naturaleza salvaje. Ubicada en la Reserva de la Biosfera en las montañas Waterberg, la casa casi desaparece entre el paisaje. El grupo de arquitectos de Frankie Pappas fue el autor de esta espectacular construcción denominada “House of the Big Arch” por la gran bóveda que la corona, ya llamativa de por sí si no fuera por la estrechez de la edificación, de 3,3 metros.

En función del hueco libre que dejaban los árboles, la vivienda se irguió utilizando el ladrillo como material de construcción ya que era lo que mejor maridaba con la arenisca de alrededor. Madera de crecimiento sostenible, vidrio y aluminio han sido otros de los materiales que han protagonizado la obra. Los dueños de la vivienda, conscientes de la importancia de la divulgación medioambiental y el cuidado del entorno, hicieron que en el desnivel de la vivienda se creara un pasillo para que algunas especies cruzaran por debajo de la casa.

© Frankie Pappas, Dook for Visi
© Frankie Pappas

La sostenibilidad también es uno de los grandes puntales de esta edificación que cuenta con un sistema que recoge y filtra el agua de lluvia. Además, los restos del agua de las duchas y el lavado se almacenan y procesan para devolverla a la naturaleza. El suministro eléctrico procede de 16 metros cuadrados de paneles solares y el estudio detallado de las condiciones del entorno natural en el que se ubica ha hecho que la propia estructura de la vivienda proporcione brisa y sombra, lo que supone la principal fuente de ahorro energético.

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