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EEUU, Asia y Londres se disputan quién es quién en el mercado del arte

Por Sol G. Moreno

Visitantes en Art Basel Honk Kong durante el pasado mes de marzo

La lucha por ocupar el primer puesto en el ranking del tablero del arte mundial está tan reñida, que dependiendo de las cifras que tomemos y cómo las interpretemos, deberíamos situar a Estados Unidos o a China. Ambos son los principales competidores en un mercado muy volátil que en los últimos tres años se ha estancado, ha muerto y vuelto a resucitar con cifras de récord. Lo que no resulta necesariamente positivo.

La salud del mercado del arte parece que mejora cada año. Así lo corroboran las cifras estratosféricas conseguidas el año pasado y los resultados millonarios –inéditos hasta la fecha– de las grandes casas de subastas Sotheby’s y Christie’s. También lo confirma el último informe anual emitido por Art Basel y UBS, que apunta un crecimiento del 3% con respecto al año anterior y habla de unas ventas globales de 67.800 millones de dólares. Eso demuestra que el impacto causado por la COVID-19 ya ha pasado.

La crisis sanitaria que nos afectó a nivel mundial hizo tambalearse todos los mercados y, desde luego, puso a prueba la fuerza de valores refugio como el arte, que en los peores momentos llegó a caer hasta un 75% en su volumen de ventas. En ese sentido, conviene echar la vista atrás y recordar los esfuerzos que han hecho tanto ferias como galerías por sobrevivir –algunas no lo lograron–, mientras las casas de subastas apostaban por nombres hiperestablecidos como Picasso, Basquiat o Warhol.

Mientras los actores del mercado del arte se reinventaban, los coleccionistas ahorraban y soñaban con adquirir nuevas piezas. Esperaban y seguían ahorrando. Solo así se explica la locura desatada en 2021, cuando una especie de histeria colectiva elevó las cifras de ventas de arte –clásico, contemporáneo, digital, NFT y todo lo que fuese potencialmente adquirible– a niveles de récord (una psicosis que probablemente era el efecto rebote causado por el parón de 2020).

Georges Seurat. Les Poseuses, Ensemble, 1888
Paul Cézanne. La Montagne Sainte-Victoire, 1888-1889

¿UN MERCADO INFLADO?

Sin ir más lejos, Sothebys’s anunciaba a finales de 2021 unas ganancias de 7.300 millones de dólares, la máxima cifra alcanzada en sus 278 años de existencia. ¿El dato curioso? Que volvió a repetir la hazaña al año siguiente, al facturar 8.000 millones de dólares. Christie´s, por su parte, también hacía un extraordinario balance logrando su propia cifra histórica: 8.400 millones de dólares. Y es que 2022 cerró con unos resultados de récord en lo que se refiere a las dos grandes casas, que alcanzaron cifras astronómicas y establecieron nuevos topes para artistas como Van Gogh, Klimt, Francesco Clemente o Ann Cravens. También es cierto que ayudó, y mucho, la presencia de colecciones de primerísimo nivel, como el conjunto de Paul G. Allen, cofundador de Microsoft. La primera parte de aquella licitación se ha convertido ya en la mayor subasta de la historia, al conseguir recaudar más de 1.500 millones de euros. Se celebró los días 9 y 10 de noviembre del año pasado en Christie’s y en ambas tardes los remates por encima del millón volaban en la sala: ‘Les Poseuses Ensemble’ de Seurat, ‘La Montagne Sainte-Victoire’ de Cézanne, ‘Verger avec cyprés’ de Van Gogh, ‘Maternité II’ de Gauguin

Sin embargo, la obra que se situó en el Olimpo de las más caras no pertenecía a Van Gogh ni a Gauguin; ni siquiera a Picasso, que hasta ahora ostentaba el liderato. El malagueño se vio desbancado en mayo del año pasado por Warhol y su ‘Hot Sage Blue Marylin’, rematada en 195 millones de dólares. La Mona Lisa moderna pertenecía a la colección de los hermanos Thomas y Doris Ammann y ahora no solo posee el título de “obra más cara vendida en subasta en 2022”, sino que es además la pieza contemporánea de mayor valor adjudicada hasta la fecha en venta pública (las transacciones privadas y últimamente garantizadas merecen un capítulo aparte).

Andy Warhol. Shot Sage Blue Marilyn, 1964

Estos buenos resultados, que podrían entenderse como un síntoma de la fortaleza del mercado del arte, también deben interpretarse con cierta cautela, ya que podría indicar una inflación descontrolada en el sector. El ansia por volver a la vieja normalidad, el morbo de pujar de nuevo en directo y el regreso a las ferias presenciales han reactivado un mercado que no ha dudado en inflar los precios para recuperar el tiempo perdido (especialmente en los denominados “trofeos”).

Ejemplo de ello es el récord alcanzado por ‘Joven sujetando un medallón’ de Sandro Botticelli, vendido por 92,2 millones de dólares. Como en el caso del ‘Salvator Mundi’ de Leonardo, también hubo dudas con respecto a su autoría, pero eso no pareció detener a los dos pujadores que el 28 de enero de 2021 se enzarzaron al teléfono. De repente ese retrato que en 1982 se había rematado en unas discretas 810.000 libras, se disparaba en Christie’s cuatro décadas después, estableciendo un nuevo récord de artista. Por situar al pintor florentino, hasta ese momento su obra más cara había sido ‘Madonna Rockefeller’ por algo más de 10 millones. La diferencia, desde luego, es notable. El artista, en cambio, sigue siendo el mismo.

Entonces, ¿qué es lo que ha ocurrido con el mercado del arte tras la pandemia? ¿Podemos entender esa rápida recuperación como una tendencia estacionaria o solo como un espejismo fruto de la inflación? La respuesta no resulta fácil, sobre todo porque el mercado no se reduce únicamente a los grandes nombres ni a los dos gigantes de las subastas, por mucho que acaparen más de la mitad del valor mundial del mercado secundario. Ferias, galerías, plataformas online, anticuarios y dealers más modestos integran también ese mercado que actualmente parece vivir su momento más dulce. O quizá no tanto. Porque si atendemos al número de ventas, notaremos que ha disminuido. Cada vez menos transacciones generan mayores beneficios; es decir, que las piezas de primer nivel –blue chip– acaparan prácticamente todo el pastel, sufriendo una concentración sin precedentes.

Paul Gauguin. Maternité II, 1899
Sandro Botticelli. Joven sujetando un medallón

EEUU RECUPERA SU LIDERATO

Lo que no se puede negar es que las ventas mundiales crecieron con fuerza un 29% hace dos años. Tendencia que se confirmó en 2022 –volvemos al informe de Art Basel y sumamos el de Artprice–, con un moderado 3%. Los mencionados 67.800 millones de dólares casi acarician la cifra récord del milenio, cuando en 2014 se obtuvieron 68.200 millones (ojo a la evolución en una década). Ambos estudios sitúan a Estados Unidos en el puesto número uno del mercado mundial. El continente americano recupera así su liderato, ya que en 2021 tuvo que conformarse con una segunda posición, tras verse adelantado por China en apenas unas décimas (33% frente al 32%). Este año la diferencia se incrementa, ya que el mercado estadounidense acapara el 45% de las transacciones globales.

Lo cierto es que si el país americano lleva la delantera es gracias a la política de COVID cero de su adversario, que hasta enero de 2023 no abrió sus fronteras. La falta de extranjeros en el país asiático, sus restrictivas normas y la anulación de las subastas en las sedes de Hong Kong le han hecho caer de la primera a la tercera posición en 2022, con apenas un 17% del porcentaje total.

¿Y quién ocupa la segunda posición? Reino Unido con un 18% de las ventas. Estos datos revelan varias cuestiones. Primera, que la coyuntura actual ha beneficiado a la primera economía mundial; segunda, que ahora que China ha vuelto a abrirse al mundo probablemente en 2023 regrese a la primera posición. Y tercero, que por mucho que los europeos quieran borrar del mapa a Londres por el BREXIT, la capital británica sigue marcando el paso en este lado del Atlántico (mucho más que París o Berlín, en cuarta y quinta posición, respectivamente).

grafico

EL GIGANTE ASIÁTICO QUE LLEGA PARA QUEDARSE

En los últimos 12 años hemos asistido a un cambio de paradigma que ha hecho peligrar la hegemonía de Nueva York: Asia –China, Taiwán, Japón y Corea del Sur– ha entrado en el tablero de juego y reclama su parte del pastel. Lejos de verlo como una amenaza, las grandes casas de subastas como Sotheby’s, Christie’s o Philips acogieron con entusiasmo a este nuevo miembro y se lanzaron a abrir sedes en Hong Kong, Tokio y, a partir de este mes, incluso Shanghái.

También las ferias y galerías supieron ver el potencial de un mercado oriental que ha crecido de manera exponencial. Ahí están, por ejemplo, David Zwirner, Hauser&Wirth o Pace Gallery. Incluso la todopoderosa Art Basel, que hace justo una década –en 2013– se instaló en Hong Kong. Es cierto que al principio los coleccionistas chinos acudían a Nueva York para comprar pero, poco a poco, han aprendido a crear su propio tejido cultural en su país, especialmente en el centro financiero y de comercio internacional de la excolonia británica. Ahora ya nadie duda de que el continente asiático es un digno competidor, por eso se celebran citas culturales como Frieze Art Fair en Seúl o KIAF (la feria de arte contemporáneo de Corea del Sur).

Gerhard Richter. Badende, 1967

Si el año pasado China sufrió una contracción del 34%, como indica Artprice, fue por su imposibilidad de establecer conexiones con el exterior del país; pero en 2023 seguro que volverá a recuperar su posición preeminente. ¿Y qué debemos esperar de los mercados europeo y estadounidense? Más cautela, menos exuberancia y una estabilización de precios. Lo acabamos de ver en las últimas subastas neoyorquinas: se mantienen a la baja. El remate de Gerhard Richter en 9,6 millones de dólares queda muy alejado de los 15-20 estimados por la casa. Parece que después de todo, el espejismo ha dejado de ser tendencia.