Arquitectura y diseño

El Madrid desaparecido (III): las polémicas demoliciones (y un sospechoso incendio) que ‘barrieron’ edificios icónicos

Por María Couso

Cárcel de Carabanchel, 1940 - 2008
			Foto: EFE

En esta ocasión, El Grito desempolva la historia de cuatro edificios cuyas desapariciones se vieron envueltas en distintas polémicas y que, en la mayoría de los casos, supusieron la pérdida de un patrimonio material irremplazable.

Corrupción, revanchismo, espionaje… A menudo, una buena polémica contribuye a engrandecer la leyenda del sujeto en cuestión. Pero hay veces en las que coincide que, aún sin controversia, ya es de por sí notable. Este es el caso de los edificios que vienen a continuación. Estaban llamados a convertirse en iconos de Madrid hasta que por razones más o menos comprensibles fueron borrados del mapa, pero no de la Historia.

Tras seguir la pista de aquellos cines y bares que daban carácter a esta ciudad y que ya no están, en esta tercera entrega del Madrid desaparecido El Grito repasa algunos de los edificios más icónicos de la ciudad que se desvanecieron en sospechosas circunstancias.

¿Boicot o especulación?

El arquitecto de esta obra maestra fue el manchego Miguel Fisac (1913-2006), gran maestro y referente de la arquitectura moderna española, artífice de muchas de las iglesias más vanguardistas de nuestro país, como la de San Pedro Mártir en Madrid.

A pesar de sus pocos años de vida, esta construcción de 1965 es, sin duda, casi inmortal. Circular por la Nacional II era un placer en esos años, allí -de camino al aeropuerto-, se podía ver una gran torre que te trasladaba a las lejanas tierras asiáticas, una pagoda del siglo XX vestida de hormigón. Un reclamo para los madrileños bajo petición expresa de Jorba, que quería aprovechar los desniveles del terreno para que Fisac idease un edificio llamativo, su mejor publicidad. ¡Y lo consiguió!

Su solución fue girar cada planta cuadrada 45 grados respecto de la anterior, obteniendo su forma favorita: paraboloides hiperbólicos que dan una silueta armoniosa y magistral al edificio. Otra de las características de su obra fueron las “vigas hueso”, piezas huecas prefabricadas de hormigón pretensado de sección triangular, con ellas aligeraba el peso de la cubierta, aportaba luz cenital y solucionaba la impermeabilización del edificio.

Miguel Fisac. Laboratorios JORBA (Pagoda), 1967 - 1999

Volvamos a su demolición. Su belleza contemporánea no fue suficiente para salvarlo de la especulación inmobiliaria de aquella década. Un terreno poco aprovechado para muchos que casualmente no se incluyó en el catálogo de edificios protegidos del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1997, por lo que el edificio fue derribado en julio de 1999. Esa es la versión oficial, pero Miguel Fisac, hombre con carácter y sin pelos en la lengua, siempre denunció un boicot por parte del Opus Dei, del que fue miembro hasta 1955, por querer salirse de la Obra. La comunidad internacional puso el grito en el cielo.

Un recuerdo incómodo

A vista de pájaro parecía la hélice de un helicóptero, sin embargo, se trataba de una cárcel levantada durante el franquismo. Entre sus muros han estado dirigentes políticos, sindicalistas y opositores de la dictadura. Marcelino Camacho (líder de Comisiones Obreras) o Nicolás Redondo (líder de la Unión General de Trabajadores) fueron algunos de sus huéspedes.

Un macro edificio ideado por los arquitectos Vicente Agustí Elguero, José María de la Vega Samper y Luis de la Peña Hickman, sin mucha relevancia arquitectónica más allá de la originalidad de su planta, pero con mucho valor sentimental e histórico. De planta radial, el edificio estaba compuesto de cuatro brazos iniciales a los que luego se le añadieron otros cuatro. Todos ellos partían de una estructura central cilíndrica cerrada con una cúpula de hormigón armado. Su finalidad era ser una prisión preventiva, un correccional con oficinas administrativas y residencias para sus funcionarios. Para su construcción se basaron en la Cárcel Modelo de Barcelona, hecha con estructura de hormigón armado y ladrillo.

Imagen de la abandonada cárcel de Carabanchel

La ciudad de Madrid comenzó a crecer y la cárcel quedaba en pleno interior suburbano, por ahí pasaba el metro entre las estaciones de Aluche y Carabanchel. Tenía los días contados.

En 1998 la cárcel de Carabanchel cerró sus puertas tras 55 años de funcionamiento. Se convirtió en un reclamo para curiosos y nostálgicos que la visitaban una vez abandonada. Se abrió un debate sobre una posible reutilización del edificio, como la construcción de un hospital o de viviendas sociales. Finalmente, y a pesar de las protestas, en octubre de 2008 se inició el derribo de todo el complejo que ya forma parte del recuerdo.

La joya discreta

Menos contemporáneo y polémico que los anteriores, aunque sí muy especial, fue la fábrica de jabones y perfumes Gal. ¿Quién no ha tenido una de sus vaselinas? El arquitecto logroñés Amós Salvador Carreras fue el autor de este maravilloso edificio de estilo neomudéjar y modernista de principios del siglo XX.

Fachada de la fábrica de perfumes Gal

Situado al final de la calle Princesa, entre las calles de Isaac Peral, Fernández de los Ríos,​ Fernando el Católico e Hilarión Eslava, esta fábrica de ladrillo visto y planta de polígono irregular de nueve lados se erigía como una joya de la arquitectura, pero en la Guerra Civil quedó muy dañada. Algo se restauró, pero finalmente la empresa se trasladó a Alcalá de Henares en 1963. La fábrica se reemplazó por el conjunto residencial Galaxia, aunque todavía queda una parte de ese maravilloso edificio en la esquina de la calle Isaac Peral con la calle Fernández de los Ríos.

Un thriller de acción

Pasadas las 23:00 horas del 12 de febrero de 2005 se notificaba a los servicios de emergencias un foco de fuego en la torre Windsor, un rascacielos de 32 plantas levantado en el corazón financiero de Madrid. Según los bomberos de Madrid este tipo de incidencias en la zona de AZCA eran habituales, lo que no se podían imaginar era la envergadura del incendio horas más tarde.

El fuego arrasó con el edificio, uno de los más altos de Madrid en aquella década (hasta la construcción de la Torre Picasso), obra de los arquitectos del Estudio Del Río-Ferrero, Alas y Casariego. Un edificio inteligente -de los primeros- de 106 metros de altura que se construyó en 1975 para albergar oficinas, locales comerciales y un aparcamiento.

Torre Windsor, 1979 - 2005
El edificio Windsor después del incendio, 2005 Foto: Reuters

Tres circunstancias fueron clave para comenzar con las hipótesis de sabotaje tras el incendio. La primera fueron las llamaradas de color azul que se registraron, haciendo pensar que se había podido utilizar algún acelerante. Otra de las dudas comenzó con la presión del agua del edificio, que casualmente era inexistente; y, por último, la manera en que se propagó el fuego, de manera descendente, cuando lo normal es que sea al revés.

Eso sumado a que ahí se encontraban las oficinas principales de grandes empresas y despachos de abogados como Garrigues y Deloitte, se habían visto sombras una vez desalojado el edificio y un largo etcétera, hicieron de este incendio un auténtico thriller de acción..

Hoy en día -sarcasmos y teorías de conspiración aparte-, se ha reconstruido el solar con la Torre Titania (2007), aunque para muchos madrileños seguirá siendo el nuevo Windsor.